Camel: su álbum debut homónimo, en quincuagésimo aniversario
La banda y sus inicios
Camel es una de esas bandas que se reconoce al instante: tiene un sonido muy particular, identificable por ciertos elementos en, al menos, su etapa inicial. Su origen se remonta a la mitad de la década de 1960, en donde los hermanos Andrew e Ian Latimer conformaban, junto con dos músicos más, un cuarteto en el cual tocaban principalmente covers. Luego de una formación intermedia, y algunos (varios) años de experiencia en los escenarios, Camel queda conformada – con sus miembros clásicos: Andy Latimer, Peter Bardens, Doug Ferguson y Andy Ward – en septiembre de 1971.
En agosto de 1972 firman un contrato con MCA Records, y de forma casi inmediata ingresan al estudio para
grabar el disco que nos convoca en esta ocasión. Se trata de una serie de temas individuales, en su mayoría, de Bardens y Latimer; a pesar de que hoy se considera un disco debut maravilloso, en su época no tuvo éxito comercial, lo que hizo que su contrato con la citada compañía se rompiera.
El arte, si bien simple para el progresivo, está muy bien logrado, y presenta ciertos detalles notables. Aparece el conocido camello, sobre una especie de base en forma de locomotora, en la que se está desplazando a gran velocidad; denota vértigo, tal vez haciendo un guiño partes de la música que vamos a encontrar en el interior. Está atravesando un portal, a través del cual se ve un cielo con algunas estrellas, que se desprenden de los ojos del camello en forma de gotas. ¡Sorprendente!.
El disco
A contramano de lo que sugiere la tapa, el álbum abre con Slow yourself down, un tema relajado, aunque más no sea en la superficie. Comienza con una brevísima introducción con los agudos del Hammond como protagonistas, para darle paso a la voz de Andy y una línea de bajo algo hipnótica. Suenan unas congas y hay pasos del órgano bien saturado, el tema fluye…hasta que se produce un breve quiebre de estilo caribeño; entra la guitarra y la melodía se sacude la somnolencia. El conjunto de los instrumentos dialoga en un crescendo hasta el final, resultando muy agradable el comienzo.
Sigue Mystic Queen, en donde se repite la fórmula de la breve introducción, aunque esta vez, con una guitarra acústica. Aquí canta Doug, aunque el tono y clima que crea es muy similar al de Latimer. Luego de unos versos cortos, se presenta el Hammond, y después la eléctrica, en un intercambio que alcanza un pequeño clímax. Al igual que la pieza anterior, el tema fluye de una forma muy natural, como un río en calma, que de a ratos la pierde: ese es el paisaje evocado. La quietud llega de la misma manera que al inicio, con la acústica, y se repite el proceso, aunque esta vez más corto. El cierre se produce con unas caricias en la eléctrica y los tambores.
Six ate arranca más rápida, pero con más dinamismo entre los ejecutantes. La naturalidad es la misma, y luego de un impasse, aparece VCS3 liderando la cuestión, a los que se suman el Hammond y la eléctrica, en una charla deliciosa, que va cambiando las intensidades. Se aísla el bajo en algún lugar, para darle luego vuelo a la guitarra de Andy. Se vuelve al núcleo del tema para continuar hasta el final.
Continúa Separation, con una energía renovada. Luego de la ya acostumbrada corta intro, la voz de Andy acompaña a un ritmo y melodía nuevamente contagiosos, sobre todo por la línea de bajo. Luego de dos estrofas, la atmósfera se vuelve algo groove, con la eléctrica liderando, aunque muy bien acompañada por los teclados y el resto de los instrumentos. Se calman las aguas brevemente, volviendo al ataque con la fórmula del inicio. Repentinamente, un pasaje algo oscuro da lugar a la última sección, con un fade-out bastante lento.
El quinto elemento es Never Let Go, que arranca con la acústica, a la que se incorpora el bajo y por último el sinte, logrando una atmósfera muy cálida. Un silencio destruye esa calma, para dar comienzo a una forma similar al resto de los temas, con la voz de Peter. Todo este tema presenta una estructura repetitiva por secciones; es el que tiene una letra más extensa, tal vez el más digerible. Presenta un solo con el VCS3 muy interesante, con un sonido similar a una flauta.
Curiosity es el sexto tema, en donde el inicio es nuevamente calmo, con el piano eléctrico, guitarra y la batería bien aguda. Esa intro – siempre corta – da paso a la melodía bien conocida por todos. Los instrumentos se amalgaman muy bien: suena a unidad, mientras Doug canta. Aparece otro solo de Latimer muy sutil, aportando al conjunto, junto con otro de piano de Bardens; pareciera que nadie quiere excederse en sus incursiones aisladas, lo que aporta al sonido homogéneo. El otro solo de guitarra, sin distorsión, lo considero de un gusto superlativo.
El disco cierra con Arubaluba, tal vez el tema más conocido del mismo. Se repite la entrada lenta y parsimoniosa, pero va aumentando en saturación, intensidad volumen, hasta el silencio. Repentinamente escuchamos, sentimos, vemos la fuerza con que desarrollan esta pieza los cuatro músicos. Tal vez el ida y vuelta entre guitarra y órgano sea lo más notorio, pero la base rítmica funciona como un reloj suizo. En toda su duración se escuchan “interjecciones” del sinte que acompañan muy bien a la idea general.
Resulta algo llamativo que el disco haya sido la unión de temas sueltos de los distintos integrantes; más bien suena homogéneo, familiar, hasta a veces algo repetitivo, lo que denotaría el trabajo de una sola persona, o un grupo muy afianzado. Teniendo en cuenta que era su primer trabajo, esto último podría descartarse, y sí podemos considerar que la química entre estos cuatro era, al menos al inicio, excelente. Si bien considero que no es un disco descollante, es verdaderamente un clásico del progresivo, con pasajes de extrema calidad. Tampoco presenta excesos, algo que muchas veces nos encanta, pero que siempre hay que balancear para no aburrir al escucha. Y una última consideración: ¡se pueden hacer buenos discos de progresivo sin introducciones que duren una eternidad!
Créditos
- Andy Latimer: guitarras, voces.
- Peter Bardens: órgano, mellotron, piano, sintetizador VCS3, voces.
- Doug Ferguson: bajo, voces.
- Andy Ward: batería, percusión.