CL.Prog 2024: El lugar al que pertenecemos

Antecedentes
Al finalizar la crónica de la edición inaugural del festival CL.prog (Marzo 2023), afirmamos sin ‘pero’ que estaba garantizada una siguiente versión. Hablamos de un festival hecho para quedarse y florecer a lo grande. Y la jornada del sábado 6 de abril en el ya tradicional teatro Caupolicán de Santiago , proyectó más que expectativas cumplidas cuando se anunció el cartel liderado esta vez por Riverside. Hubo expectativas con meses de antelación, hubo una convocatoria quizás lenta en un inicio, pero que respondió a lo que significa el rock de vanguardia y sus derivados: la sorpresa, incluso por parte de algún consagrado que, y bien lo sabemos, se resiste a dormirse en sus laureles.
Las comparaciones son inevitables, y tanto el día elegido como la relevancia-variedad en los nombres le da a la edición ’24 una superioridad inapelable. Sumando la concidencia con el cambio de hora, claramente el sábado 6 de abril se alinearon los astros en favor de una celebración a la música de la inmensa minoría. Una maratón musical para todo gusto, donde la consigna es el desafío constante al reloj de la industria musical y la orientación a lo impensado. Y como sabemos que el rock progresivo es algo mucho más significativo que los mismos nombres mencionados en el libro de historia, es un lujo enorme para Chile su rol como plaza obligatoria, algo que al menos hasta hace una década parecía no pasar de ser una quimera.
Octopus 🇨🇱
¿Por qué Chile es una de las plazas donde el rock/metal progresivo tiene tanta acogida en Latinoamérica y el mundo? La pregunta se responde de inmediato y partiendo por casa, cuando a las 17 horas, con puntualidad quirúrgica, sale al escenario el destacado grupo chileno Octopus, nombre obligatorio en el desarrollo del estilo durante los 2000. Koke Benavides en guitarra y Cristóbal Orozco en batería, entre ambos avanza una máquina de musica exquisita y compleja, reforzada con el metal implacable de la escuela de Meshuggah. «Momentum Kriget», «Fall» y «Slussen», una a una desfilan casi sin pausas, con la guitarra de Benavides intercambiando habilidad solista con riffs de alto octanaje que se entiende con la precisión clínica de Orozco, este último dueño de una pegada que se entiende con su colega de ruta en medio de un caos totalmente sistemático. Se hace poco media hora para una institución del metal progresivo hecho en Chile, pero para quienes no están tan familiarizados con el sello artístico de Octopus, es una oportunidad de descubrimiento. Sobretodo para quienes tocan algún instrumento y buscan un estándar de exigencia ajeno a toda convención.

Orphaned Land 🇮🇱
Con el recinto de calle San Diego repletándose de a poco, llegaría el turno de los israelíes de Orphaned Land. Un debut en suelo chileno muy esperado por años, que demoró bastante por diversos problemas ajenos a la propia banda. Y con todo eso, la intro «The Manifest – Epilogue» dándole el pase a la tremenda «The Cave» fue un momento mágico, por lo que significa para los fans del metal de vanguardia de latitudes lejanas, incluso poco tradicionales en el imaginario occidental. Pero cuando tienes canciones como «All Is One» surtiendo efecto inmediato como himno de principios, o la atmósfera oriental de «The Kiss of Babylon (The Sins)» tomándose la mano con la energía del metal, asumimos que es un hecho el presenciar en vivo una de las propuestas más llamativas y poderosas que le haya dado el Medio Oriente al género.
A pesar de la ausencia del bajista y fundador Uri Zelcha, Orphaned Land se las arregla para ofrecer un espectáculo completo a nivel de sonido y puesta en escena. Por ende, la atención en Kobi Farhi se concentró tanto por su presencia como por sus dotes vocales, de la pulcritud melódica a la aspereza de los guturales. Siempre respaldado en las guitarras de Chen Balbus e Idam Amsalem, ambos formando una muralla sónica que sólo abre sus surcos en cada momento solista de ambos. Por eso y más es que «Ocean Land (Revelation)», «Sapari» y el cierre glorioso con «Norra el Norra» y «Ornaments of Gold», todas salen triunfantes, incluso con algún problema técnico que poco y nada empaña la presentación de los israelíes. Un lujo el disfrute de Orphaned Land, la banda sonora que proviene de una tierra marcada por el conflicto, un regalo de música maravillosa y transgresora para quienes sabemos lo que vale.

Gong 🇬🇧 (¡señoras y señores!)
Amigos progjazzeros de Chile y Sudamérica, ¿cuántas veces pensamos en Gong como una experiencia imposible en estos parajes? Sí, algo imposible hasta que «My Guitar is a Spaceship» suena como lo que es, una de las tantas naves provenientes del planeta legendario. Entrada rutilante, jugando como grande ante un público que, probablemente, en su mayoría los veia como un nombre extraño. Y a eso van los anglo-franceses cuando facturan algún lanzamiento como el reciente «Unending Ascending» (2023) y lo presentan como tiene que ser. Pegada y sin pausa, una suprema «Kapital» termina por sumergirnos en los misterios de un mundo poblado por gnomos y pixies. Imposible ser objetivos o referirnos al aspecto musical, porque lo que provoca Gong es una experiencia de otro sistema solar.
Tenemos claro que el repertorio de Gong no tiene intención de recurrir a las ‘sandías caladas’, porque ellos vienen del planeta de todos los futuros, contando con la bendición del propio Daevid Allen poco antes de emprender el viaje eterno. Una bendición que en «Tiny Galaxies» adquiere matices de un misterio develado para unos pocos, con la guitarra y voz de Kavus Torabi haciéndose del timón como guía y capitán al mando de una astronavel que transporta a su tripulación a donde nadie ha ido jamás. Igual que en la siguiente «My Sawtooth Wake», un trance psicodélico donde el saxo de Ian East tira pincelazos sonoros con la sutileza de quien pinta un óleo sobre tela. O en la etérea «Lunar Invocation», con el Caupolicán completo entregado al encanto hipnótico de un estilo que trasciende épocas y tendencias en cualquier parte. Que gran parte del repertorio lo integre «Unending Ascending», da cuenta de lo que es Gong en estos días y su mirada hacia un futuro de otra dimensión, siempre con los pies puestos en el presente. Sin duda, fue la mejor decisión de Daevid Allen antes de su hora final; el legado del planeta legendario preservándose por los siglos de los siglos. Que así sea.

MONO 🇯🇵
Tras el primer encuentro con el público chileno (2017, Nescafé de las Artes), la espera por el retorno de los japoneses de MONO se hizo eterna. Y el arranque con «Riptide» basta para apreciar en carne propia las bondados de un estilo cuyas raíces se encuentran en las texturas disonantes de Sonic Youth y la psicodelia neblinosa de My Bloody Valentine. De inmediato, «Ashes in the Snow» nos muestra lo que se puede hacer con lo mínimo en recursos de virtuosismo y el máximo de depuración musical hasta la médula. Y que dure lo que tiene que durar, con Taka y Yoda ejerciendo de arquitectos-jefes en la construcción de este mundo maravilloso que es MONO.
En contexto de festival, y aprovechando los casi 60 minutos que les toca en el cartel, resulta sobrecogedor lo que provoca MONO en los amantes del rock de vanguardia más radical. Una muralla de sonido que en algún momento se rompe y parece desconectarnos de pronto, pero que en realidad nos impulsa a abrazar esta forma de ver y hacer las cosas. Tal como lo que ocurre en pasajes como «Innocence» e «Imperfect Things», ambos de su producción titulada «Pilgrimage of the Soul» (2021), un disco que nos habla de lo complejo que es referirnos a MONO de manera más concreta. Y es que el viaje místico que proyecta la música, tiene la inteligencia de dejar a un lado su hermetismo para convertirse en una experiencia curativa para quienes desean ver lo que hay más allá de lo evidente. Hablábamos unos cuántos párrafos más arriba del rock de vanguardia como un desafío musical contra el reloj de la convención, y MONO no se limita a darle cara a dicho reloj, sino que voltea toda lógica ajena a sus ideas.

VOLA 🇩🇰
Poco más de un año transcurrió del debut de VOLA en Chile. Fue en noviembre de 2022, cuando abarrotaron el Club Chocolate y el anuncio de la primera edición de CL.Prog anticipaba el fenómeno a concretarse unos meses después en el Caupolicán. El mismo recinto que en abril de este año se preparaba para una jornada de gustos varios, y el arranque con «Alien Shivers» bastó para el retorno fuera a otro nivel. Cultores de un prog metal que se mueve libremente entre un rock progresivo con aire alternativo -pensemos en Dream Theater en su etapa dosmilera- y el metal con rasgos de alta factura técnica –Devin Townsend, los propios Meshuggah-, los daneses también tenían algo que decir ante un público chileno que los abraza como próceres de nuestros tiempos.
Entre su set de luces inconfundible, y un sonido de proporciones pantagruelescas, VOLA es un acto en vivo de gran impacto sensorial. Asger Mygind, guitarrista y cantante, lo sabe por libro y experiencia. «Witness» (2021), la placa más reciente y tercera en un catálogo que incluye una serie de EPs previos, les valió un sitial de honor que en vivo disipa toda opinión escéptica. Donde la variedad es una constante, «Stone Leader Falling Down» y «24 Light-Years» exhiben su chapa de clásicos instantáneos para quienes disfrutan a morir esta fusión de estilos que le da al género nuevos bríos. Ahí es donde el teclado de Martin Werner reluce su temple de ‘imprescindible’ en la firma sonora de VOLA, al mismo tiempo que el nivel de inspiración y entrega en las canciones le dan a VOLA un rótulo de experiencia con puño en alto. Así lo entienden quienes transforman la cancha del Caupolicán en un oleaje de gente, con momentos para la emoción y la retribución de los fans, esto último lo que tienes en «Inside your Fur» y «Straight Lines», ambas cerrando un set contundente en todo lo que esperas de tu banda de prog-metal favorita.

Riverside 🇵🇱
El acto estelar de la jornada. Lo anunciaron ellos un par de semanas antes de que se concretara el anuncio oficial por la producción. «ID.Entity» (2023), su lanzamiento a promocionar en estos días, marcó el paso hacia el siguiente nivel y tiene a Riverside como lo que son por merecimiento. Al menos los fans chilenos tienen voz autorizada para aseverar que son la banda más importante del rock progresivo en el orbe durante las últimas dos décadas. Y la tercera de los polacos en nuestro país, pasando casi dos años desde el regreso a un Caupolicán a tablero vuelto -y casi una década desde el debut aquella lejana noche de septiembre de 2015 en el Cariola-, no podía ser de otra forma que no fuera a lo grande, haciendo valer su rol de cabeza de cartel en un festival que, ya lo avisamos ahora, va de una por la tercera versión y mucho más.
Nada de preámbulos pomposos ni paradas de estrella. Sólo apareciendo los cuatro de a uno, con Mariusz Duda arrancando con sus líneas de abajo la punzante «#Addicted», el single estelar del hoy fundamental «Love, Fear and Time Machine» (2015). Comienzo luminoso de un viaje de luz y (mucha) sombra, seguida de la más pesada «02 Panic Room». Inicio a base de selecciones de un catálogo sin contrapeso entre otros exponentes, con Mariusz y el tecladista Michal Lapaj exponiendo la anatomía musical de Riverside en toda su forma. Ambas sin pausa, porque hay que aprovechar el tiempo y nos hacen saber a su manera que tocar en un escenario chileno para ellos es un capítulo a escribir en letras de bronce.
El primer saludo de Mariusz a una fanaticada en llamas, y nos vamos de lleno al fulguroso presente con «Landmine Blast». Lo estamos viendo y escuchando, es Riverside en su mejor forma y reluciendo lo que han forjado durante casi 20 años en la carretera. Como Mariusz y Michal nos contaban en la previa, las escuelas de Jean-Michel Jarre y Yes se fusionan en una institución que toma lo mejor de cada estilo o género musical, y en el directo tamaña mezcla se convierte en una liturgia de rock y metal con estampa propia. Ni hablar de la siguiente «Big Tech Brother», en la vena de los todopoderosos Rush, de quienes Riverside parece tomar una parte de su legado como bandera de lucha. No hay pantallas led ni juegos de luz o pirotecnia que valga e una presentación que se vale por lo que importa. Puro Riverside expandiendo sus terrenos de música ecléctica y ambiciosa desde el estómago. Y con la batería del entrañable Piotr Kozieradzki disponiendo todas sus herramientas y pegadas al mensaje y la sensación por sobre el lucimiento personal. Un componente muy de equipo.
Lo que provoca «Lost (Why Should I Be Frightened by a Hat?)» es evocación hasta la sangre. Así como no se puede entender el dominio imperial de Riverside sin las texturas de teclado y sintetizador de Michal, la guitarra de Maciej Meller también tiene algo que expresar, como lo viene haciendo desde su ingreso hace poco más de 7 años, tras la trágica pérdida del querido fundador Piotr Grudziński. Eso que no basta explicarse desde la «perfección musical». sino de lo que transmite la música incluso en los capítulos más oscuros de una carrera forjada en categoría y honestidad.
Nos vamos más atrás en el tiempo, con «Left Out», del álbum «Anno Domini High Definition» (2009), un disco que en su tiempo sedujo a quienes buscaban algo muy parecido a Porcupine Tree en cuanto a atmósfera y canciones hablando más que el virtuosismo de clínica. Un regalo para los seguidores de aquella época, quizás de los momentos más emocionales por lo que en su momento era Riverside antes del ascenso definitivo a Primera División. Y el salto al presente de la mano de «Post-Truth», dentro de lo abrupto que parece, se siente acertado y bienvenido por quienes asumimos que Riverside tiene mucho más por expresarnos, sin necesidad de descansar en la fórmula a la segura.

«Egoist Hedonist» y el hit-single «Friend or Foe», distintas en épocas con 15 años de diferencia, iguales al momento de sorprendernos. Detengámonos un poco en el single estelar de «ID.Entity», porque es imposible abstraernos de su vibra pop ochentero por la nostalgia que evoca. No la nostalgia de la que uno se muere de pena, sino la de una época que atesoramos lo mejor de ella para avanzar y movernos en un mundo cada vez más hostil. Escribir música mirando al mundo, y entregarla a quienes la reciben con gusto, como el mejor remedio en los días más turbulentos. Una aplanadora en vivo, y es porque está hecha para dicha instancia.
El final se viene con todo. Una coreada y enérgica «Self-Aware» que se funde con la lejanía de «Drive to Destruction», con el bajo de Mariusz destacando como el centro gravitacional de una agrupación qjue abrazar el estilo musical que mejor le acomode para expresar una idea o un mensaje. Igual que Michal, un tecladista de gusto refinado en su paleta sonora y dueño de un desplante en vivo que lo hace querido hasta por los curiosos. Y porque las ideas ambiciosas requieren de intérpretes rebosantes en talento y genio, una versión extendida de «Coinceiving You», con el Caupolicán iluminado por celulares en mano y voces que se funden todas en una misma comunión, termina desbordando todo lo imaginable. Inclúyase los «gritos susurrantes» de Mariusz, un momento distendido y estremecedor por lo que genera su presencia en vivo y en el momento idóneo. Final perfecto, broche de oro, pitazo final, triunfo y campeonato.

Conclusiones
Al término de esta crónica, la edición 2025 ya es un hecho con anuncio oficial y la espera será larga, pero lo valdrá. Lo vale cuando las ideas sobre un festival con público y género determinados logra su meta. Lo vale cuando los nombres varían y los gustos terminan convergiendo en algo mucho más grande. Y lo más importante: lo vale cuando el género renueva sus exponentes como el curso de la historia, algunos incluso manteniendo su frescura a prueba del paso del tiempo y las tendencias del día.
Si un festival como CL.Prog llegó para quedarse, eso habla excelente de nosotros en el aspecto cultural, a nivel de producción, calidad artística, público de melómanos incursionando en aguas profundas e ignotas, producción discográfica de categoría mundial, nombres que en cualquier escenario o contexto territorial ostentan algo que no se encuentra en una app o un video de redes sociales. Como los propios Riverside profesan en uno de sus títulos, este es el lugar de encuentro al cual yo pertenezco. Al que tú perteneces. Al que todos pertenecemos. El lugar al cual pertenece la inmensa minoría.
Texto: Claudio «Korgull» Miranda
Fotos: Jorge Rubio y Francisco Aguilar (Spider Prod, foto principal)









Setlist Festival CL. Prog, 6 de abril de 2024, Teatro Caupolicán, Santiago de Chile
Octopus
- Momentum Kriget
- Fall
- Off Limits
- Slussen
- 8CT8
Orphaned Land
- The Cave
- All Is One
- The Kiss of Babylon (The Sins)
- Ocean Land (The Revelation)
- Like Orpheus
- Sapari
- In Thy Never Ending Way
- Norra el Norra (Entering the Ark) / Ornaments of Gold
Gong
- My Guitar Is a Spaceship
- Kapital
- Tiny Galaxies
- My Sawtooth Wake
- Lunar Invocation
- Om Riff
- Choose Your Goddess
VOLA
- Alien Shivers
- Stone Leader Falling Down
- Stray the Skies
- Ruby Pool
- Starburn
- These Black Claws
- 24 Light-Years
- Head Mounted Sideways
- Smartfriend
- Inside Your Fur
- Straight Lines
MONO
- Riptide
- Ashes in the Snow
- Imperfect Things
- Innocence
- Halcyon (Beautiful Days)
- Com(?)
Riverside
- #Addicted
- 02 Panic Room
- Landmine Blast
- Big Tech Brother
- Lost (Why Should I Be Frightened By a Hat?)
- Left Out
- Post-Truth
- The Place Where I Belong
- Egoist Hedonist
- Friend or Foe?
- Encores
- Medley Self-Aware / Driven to Destruction
- Conceiving You