Congreso, “La Loca sin Zapatos” y la belleza de lo cotidiano

“Muchas letras de Congreso están interconectadas con personas comunes, con esas que pasan desapercibidas por la sociedad. En La Loca sin Zapatos, esa gente recibía el cariño y el respeto que se merecen”.

Hablar de la banda chilena Congreso es referirnos a uno de los grupos más emblemáticos, creativos, innovadores y, por qué no decirlo, una de las más hermosas agrupaciones salidas de esta larga y angosta franja de tierra. 

Con una historia riquísima en melodías, ha hecho un viaje musical desde las raíces de lo popular hasta la vanguardia del jazz fusión. Todo ello mezclado con historias cercanas de gente de la que nunca se habla y de lugares comunes en donde las personas crean realidad. Pueden ir desde lo más simple hasta una vorágine de sonidos, todo en un solo trabajo. Con más de 50 años de trayectoria, Congreso es un regalo para la humanidad. 

Adentrarnos en un disco de Congreso es una verdadera aventura, ya que cada trabajo es un mundo propio en donde nunca vamos a encontrar lo mismo que en otro. La banda siempre tiene su mirada hacia el futuro, en vez de quedarse pegados en su pasado y sentarse en los laureles. Pasado, por supuesto, que ha enriquecido el sonido de Congreso, y que los ha hecho evolucionar hasta convertirse ya no solo en una banda chilena, sino que en una institución musical conectada al planeta. 

Hablar de un disco en particular del grupo no es solo un ejercicio de escucha, sino que también un proceso de unión con los sentimientos y poesía puestos en alguna de sus obras.

Esta vez vamos a desvelar lo que nos entrega el disco La Loca sin Zapatos, álbum editado en 2001 a través del sello Macondo, creado por el baterista y compositor Tilo González para no tener nada que ver con los “sellos grandes”, y tener así la independencia necesaria para dar rienda suelta a la creatividad. Así, La Loca sin Zapatos vio la luz luego de seis años sin editar un disco con canciones originales (el último había sido Por Amor al Viento, de 1995). Fue grabado y mezclado en los estudios de Tilo, Estudio Abierto, entre agosto y noviembre del mismo año. 

En este trabajo, como ya era la tónica en los anteriores, la música fue creada por Tilo, con letras de Pancho Sazo. Como habíamos dicho antes, muchas letras de la banda están interconectadas con personas comunes, con esas que pasan desapercibidas por la sociedad. En La Loca sin Zapatos, esa gente recibía el cariño y el respeto que se merecen. 

 

Las canciones de La Loca sin Zapatos

El primer tema del disco, también llamado La Loca sin Zapatos, comienza con un canto ancestral, acompañado de una percusión tribal africana que nos invita a adentrarnos en una melodía hipnotizante. La canción se desarrolla como un mambo, en donde Sazo nos cuenta la historia de esas mujeres
“invisibles” que deambulan por diferentes lugares buscando la fama. Las mismas que, en ese afán, chocan contra la frialdad de la sociedad, por lo que solo en la región de los sueños pueden alcanzar el cielo. Un gran inicio con la banda tocando con una soltura mágica. Qué decir del trabajo del piano de Jaime Vivanco (un abrazo estés donde estés), que nos regala hermosas melodías jazzísticas.

Bienvenidos a un álbum alquímico. 

El corazón enamorado se hace presente con Pasillo de Amor, con la voz de Sazo caminando en puntillas por el alma. Un tema con una sensualidad a flor de piel, y que tiene un arreglo de cuerdas por parte de Vivanco hecho por un sexteto. Una de esas canciones en las que no quieres dejar de abrazar a tu pareja, para susurrarle en el oído cuánto la amas. 

Volvemos a danzar con la melodía contagiosa en forma de cumbia mezclada con la fusión de En la Movilización (Canción Provisional). Con una exquisita instrumentación, cuenta con una invitada especial: Florencia Aguilera, que canta en estilo hip-hop (sí, así es), demostrando que Congreso no tiene que demostrarle nada a nadie, dándose estos lujos. Es necesario destacar el trabajo en los bronces, por parte de Jaime Atenas

La Última Mirada comienza con un hermoso arreglo de guitarras acústicas. El tema se desarrolla en forma lenta, incluso con un quiebre en la voz de Sazo al estilo flamenco, mostrándonos las riquísimas influencias que se mueven por el sonido del grupo. Encontramos nuevamente a un par de invitados: en la parte final del tema participa Mariela González y al hijo de Tilo, Simón González. Aquí se produce un hecho casi inexistente en la discografía de la banda: un solo de guitarra eléctrica. 

Mi Corazón en Dos es una pieza instrumental, donde participa el violinista Ricardo Ramírez, del grupo Editus de Costa Rica. Esta pista nos lleva a ver imágenes de esos lugares de los que hacíamos referencia antes. Un tema ideal para disfrutar ante una montaña majestuosa rodeada de nuestros antepasados. 

Volvemos a las pistas dancísticas con Me Dormiré Sonriendo (Ya Agai Mweti), un poderoso tema en donde los músicos dan rienda suelta a su creatividad, incluso mezclando un ritmo de cueca. Uno de los puntos altos (bueno, todo el disco es de gran categoría) de La Loca sin Zapatos

El siguiente track, Arte de un Pájaro, fue creado en su música por quien fuera integrante del grupo de música andina Huara: Claudio “pajarito” Araya. Él se había unido a la banda en 2001, manteniéndose hasta 2004. Vemos su visión musical, que contiene muchas texturas, y que termina con una diablada, danza que representa el enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal. 

Congreso nos regala una hermoso homenaje al compositor Víctor Jara con un tema de su autoría, llamado Angelita Huenaman. Los arreglos por parte del bajista Jorge Campos, Jaime Vivanco y Tilo González, elevan este tema hacia los recónditos senderos del cosmos, en donde se encuentra Victor con su sonrisa eterna. Un bello recuerdo, que nos trae a la memoria el enorme legado de Victor Jara a la música. 

El groove se hace presente con la instrumental El Festejo de Tatana, compuesto por Jaime Atenas y con un gran trabajo de percusión del enorme Raúl Aliaga. Encontramos aquí una gran variedad de sonidos, un poco de bossa nova, jazz y la elegancia intrínseca del grupo. 

Seguimos con uno de esos temas en los cuales Congreso te deja un poco perplejo, porque rompe con cualquier tipo de linealidad que pudiera estar presente en un disco: Estoy que Tiro la Toalla. Éste nos muestra una curiosa cumbia eléctrica, que, por supuesto, se fusiona con melodías brasileñas, africanas, jazz y un imprescindible trabajo en marimba por parte de Aliaga. Un tema que, si no te hace bailar, deberías chequearte urgentemente. 

Farewell (Amo el Amor de los Marineros), nos lleva hacia el lecho del mar, junto al sonido de las olas, con una de las más profundas interpretaciones vocales de Pancho Sazo que se contrapone con la delicada melodía, casi como pidiendo permiso. La letra pertenece al poeta Pablo Neruda, con musicalización por parte de Tilo. Recomendamos ver la interpretación en vivo de este tema, en donde Sazo explota con su voz venida de algún antiguo y misterioso lugar (lo puedes encontrar como parte del concierto disponible pinchando aquí). 

…También es Cueca es mucho más que eso, ya que este tema instrumental se acentúa por una ambientación riquísima de sonidos de fusión. Punto aparte es el trabajo de Campos, delineando con su bajo una armonización llena de color. 

Ya para terminar esta obra de arte universal, tenemos un homenaje al cine latinoamericano con Recuerdos del Rivoli, antiguo cine de los años 20 ubicado en Valparaíso y que en los años 60 dejó de funcionar. El tema, con su melancolía y aroma a tiempos pasados, nos transporta a esas butacas en donde los porteños podían disfrutar de las funciones. Contiene un diálogo original de la película musical argentino-estadounidense El día que me Quieras, donde participa Carlos Gardel. 

Tendríamos que esperar nueve años para poder escuchar nuevo material de la banda: “Con Los Ojos en la Calle” de 2010. Pero esa es otra historia.

Créditos:

• Sergio “Tilo” González 
• Francisco Sazo
• Hugo Pirovich
• Jaime Atenas
• Jaime Vivanco 
• Raúl Aliaga 
• Jorge Campos 
• Claudio “pajarito” Araya

Amante de los sonidos vanguardistas pero con una parte de mi corazón en lo melódico, fui criado en mundos donde el caos sónico se transforma en belleza. Viajo desde lo más clásico a las más apabullantes expresiones artísticas.

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