Resignificando el duelo: 16 de enero, día nacional del ProgJazz
La muerte en 🇨🇱 Chile es un ente con el que se convive naturalmente: dictaduras, masacres, guerras y emancipaciones han dado pie a un estilo de vida preparado para el día final, viviendo, en lo posible, sin arrepentimientos, sin culpas. De esto nuestros músicos saben bien: la “Cantata Santa María de Iquique”, de Quilapayún, o los menos conocidos “La Araucana” de Polo Cortés y “1879 Tales of War” de los porteños Betrayed, son ejemplos del moderno relato oral de nuestra agitada historia.
Sin embargo, poco se habla de las muertes individuales, las muertes populares, las muertes de aquellos personajes que, sin ser libertadores de naciones en formación, sin haber sido personajes de épicas epopeyas sinfónicas, coronaron su vida con un trágico adiós que nos legó el avance a pasos agigantados de ese sonido que nos recuerda nuestros campesinos orígenes, reivindicando en el cancionero nacional toda nuestra esencia, nuestras raíces y nuestra libertad.
El 15 de enero de 2003 nos deja Eduardo «Gato» Alquinta, de Los Jaivas, y el 17 de enero del mismo año parte Jaime Vivanco, de Congreso. En medio, un día de reflexión, donde el duelo se hace presente y se canaliza a través de esa misma música que nos legaron, a través del concepto “progjazz” que a diario nos acompaña a través de esta humilde web.
Con esa misma humildad y con el cariño de siempre, presentamos nuestras razones para declarar el 16 de enero, el “día nacional del progjazz”
Lo mejor de la vanguardia musical
Internamente, el término progjazz nace para satisfacer la inquietud de agrupar, sin revolver, los sonidos que conforman una escena mundial elevada inconscientemente. En general, se puede hablar de una nueva “forma” de hacer música, que comparta un sentido de colectivismo, y cuya propuesta aporte contenido. Dicho esto, podemos enmarcar este término identificando la guitarra y el bajo dentro del rock que se atrevió a ir más allá del compás de 4/4 y, además, incluyendo las dinámicas de la batería y el piano que formaron al jazz. En ese sentido, aunque no es estricto, se puede añadir también el juego de bronces o las versiones eléctricas del piano, a saber, teclados, sintetizador, Mellotron, Fender Rhodes, Moog, y tantos otros elementos característicos del género.
En Chile, como parte de la contracultura, Los Jaivas y El Congreso se unen a bandas como Blops, Los Vidrios Quebrados, Kissing Spell/Embrujo, Aguaturbia, Los Mac’s, Tumulto y The Apparition, entre muchos otros, para dar forma a un movimiento colectivo, en su mayoría juvenil, que se desmarcaba de lo que había sido La Nueva Canción Chilena y La Nueva Ola. Este sonido, que inconscientemente heredaba la creatividad de Violeta Parra, se haría llamar a sí mismo “de vanguardia”. A la par, existían otros movimientos en Europa de orígenes, motivos e inquietudes similares y que, hoy por hoy, son reconocidos en todo el mundo: el sonido de Canterbury, el Krautrock alemán, el progresivo italiano, por nombrar los más destacados.
A partir del apagón cultural de 1973, serían pocos los músicos que seguirían adelante en la misión de mantener viva nuestra tradición cultural. Este sería nuestro último gran duelo, al menos a escala nacional, que viviríamos en conjunto. Víctor Jara es el emblema de aquella muerte colectiva: sus manos serían destruidas para posteriormente ser silenciado. Desde este punto, justamente Los Jaivas y Congreso buscarían continuar, como fuera, con el movimiento que les dio vida. Progresivamente, abrazaron el calor de la guitarra y la fuerza de los vientos tradicionales para hacernos recordar nuestra identidad en tiempos de oscuridad.
Canto que ha sido valiente
Muchos malintencionados afirman que, “en dictadura, al menos había mejor música y mejor cultura”. No pueden estar más equivocados. Esta odiosa afirmación se respalda, entre otras cosas, en los trabajos que ambas bandas entregaron al mundo durante aquellos 17 oscuros años. Lo cierto es que ese terrible periodo solo retrasó lo que toda una generación venía construyendo. Como prueba: “Locomotora” (1974), de Blops, cuyo sonido compite fácilmente con Soft Machine (y hasta los hubiesen dejado chicos), deja de manifiesto la dirección en que los músicos chilenos iban más o menos encaminados. Si acaso hubo mejor música y mejor cultura, fue a pesar de la dictadura, y no gracias a ella.
El recordado festival “Los Caminos que se Abren” (1973), organizado por Los Jaivas, fue el punto musical más alto de la época hasta que, poco a poco, los brazos fueron bajando por motivos que ya todos conocemos. Congreso continúa en Quilpué, elaborando finamente lo que ya venía desarrollando, y Los Jaivas, primero desde Argentina y luego desde Francia, entregaron grandes clásicos del repertorio y del género.
En 1975, Los Jaivas lanzan “El Indio”, cuyo contenido incluye la increíble “La Conquistada” y la épica suite “Tarka y Ocarina”, llevando lo que en ese entonces era conocido como rock sinfónico a un nuevo nivel, con el uso de instrumentos andinos y mapuches. Congreso avanza durante los ’70 mezclando instrumentos del rock con un distintivo sello folklórico, latinoamericano. Entre medio, implícitas demandas de humanidad ante el horror como «Vuelta y Vuelta» y «Arco Iris de Hollín», que a estas alturas representan gritos de ayuda que reventaron en callejones sin salida.
En su evolución, Congreso, liderado por los hermanos González, entra de lleno al jazz fusión de la mano de Ernesto Holman, Hugo Pirovic y Jaime Atenas, entre otros, presentando obras increíbles como “Viaje por la Cresta del Mundo”, “Pájaros de Arcilla” y “Ha Llegado Carta”. En paralelo, Los Jaivas se vuelven estandarte popular del rock progresivo con “Alturas de Macchu Picchu” y “Obras de Violeta Parra”, siempre desde la fraternidad de los hermanos Parra de Viña del Mar y los incondicionales Mario Mutis y Gato Alquinta. No cabe duda alguna: ambas bandas demuestran el espíritu nacional incansable, a pesar de la adversidad, de mantener viva la necesidad humana de crear música. Desde ese ritmo en 6/8, la voz propia de nuestra tierra.
“La canción es un pájaro sin plan de vuelo que jamás volará en línea recta”
Fulano llega en el momento adecuado a estremecer la escena nacional. Irrumpen la mitad de los ’80 con un sonido ecléctico y ácidas letras, retomando ese concepto de vanguardia que la generación previa no pudo desarrollar a cabalidad. Desafiando la fuerte censura de la época, lograron imponerse ante un mercado escaso y un público hambriento.
El caset doble “En el Bunker”, su segunda producción, marca un récord nacional al ser el primer álbum de más de 100 minutos de duración. El sexteto representaría el recambio generacional que llevaría la batuta en el círculo especializado, logrando entrar al cancionero nacional con el clásico “Adolfo, Benito, Augusto y Toribio”, entrelazándose con Congreso y produciendo una cofradía sonora que mantendría viva la tradición musical chilena.
Justamente a Congreso entran Jorge Campos y Jaime Vivanco, desde Fulano, produciendo una especie de diplomacia musical. Tanto Jorge como Jaime destacarían en ambas bandas, especialmente este último, con su increíble carisma y habilidad en el piano. A esa misma velocidad, Los Jaivas se reencontrarían con Chile por medio de giras a través del extenso territorio nacional, hasta que, en 1988, Gabriel Parra deja este mundo para unirse a la cúspide del árbol cósmico. Bajo este primer luto nacional (al menos el primero que se nos permitió vivir), Los Jaivas avanzan lentamente, coqueteando, incluso, con esa vieja usanza truncada de las obras sinfónicas. En paralelo, Congreso haría lo suyo con un par de obras conceptuales a la par que Fulano haría un parón en el estudio para dedicarse de lleno a las presentaciones en vivo.
El 25 de enero de 2003, Congreso haría gala de su repertorio en el Festival del Huaso de Olmué. Pero días antes, dos hitos pondrían en jaque aquella presentación.
«El alma está partida, pero la voz tiene que salir entera»
El 15 de enero de 2003, Eduardo “Gato” Alquinta, insigne frontman, guitarrista y vocalista de Los Jaivas, fallece a causa de un ataque cardiaco en la ciudad de Coquimbo.
El 17 de enero de 2003, Jaime Doimo Vivanco, destacado pianista y compositor de Congreso y Fulano, fallece a causa de un edema pulmonar en la comuna de Recoleta.
En medio, un día vacío, que hemos decidido llenar intentando resignificar sus partidas. Porque parte de su energía se conserva en la música, cual ciclo vital, a través del piano, la guitarra, los tambores y la voz.
Más de dos décadas después, “Los Jaivas”, “Congreso” y “Fulano” (manifestado como “Animal en Extinción” y “Mediabanda”) continúan representando la movida del sonido progjazz, ya sea reviviendo las viejas canciones que nos han acompañado por más de medio siglo, o atreviéndose a seguir escribiendo melodías incansables.
Las penas y las alegrías se pasan mejor en compañía. El luto es parte de un eterno retorno que se acompaña del canto. Todos juntos cantemos en todas las esquinas, hasta que Jaime y Gato nos escuchen. Que el progjazz que nos legaron siga trascendiendo generaciones, lugares y corazones, manteniendo viva la llama de sus vidas.
Dedicado a Macondus.