Cuando Robert Fripp entrevistó a John McLaughlin

El articulo que te ofrecemos a continuación proviene de la revista «Musician«, concretamente el número 45 de Julio de 1982. Acá, Robert Fripp viaja a París a encontrarse con el legendario John McLaughlin, quien acababa de terminar de tocar esos shows fundamentales con Paco de Lucía y Al Di Meola, además de grabar los discos «Belo Horizonte« y «Music Spoken Here» con The Translators, una banda de músicos franceses y estadounidenses que combinaba guitarra acústica, bajo, batería, saxofón y violín con sintetizadores. En el grupo participaba, la pianista clásica Katia Labèque, quien vivió un tiempo con John.

Robert Fripp por su parte para esas fechas había recién lanzado «Beat» con King Crimson y se aprestaba a grabar el primer disco con su colega y amigo Andy Summers (The Police), llamado «I Advance Masked«.

Te dejamos a continuación, de su puño y letra, Robert Fripp en un papel de entrevistador ante John McLaughlin. La traducción y corrección corren por cuenta de ProgJazz.

El tipico clima de Inglaterra retrasó el vuelo que tenía hacia París por tres horas, así que aterricé recién a la 1:30 pm. Un taxista loco ayudó a recuperar el tiempo perdido conduciendo como un taxista loco (los únicos más locos que los de París están en Milán). Este tipo solo golpeó a un auto, pero casi chocamos un segundo: un joven parisino se saltó el semáforo, así que lo tomamos un poco personal, por lo que aceleramos y lo fuimos a encarar. Retrocedió cuando evaluó la oposición. Luego, pasamos por la señal de «Prohibido el paso» hacia la calle de John; aunque su número estaba inconvenientemente en el extremo equivocado. Bajé en la puerta principal del edificio de unos apartamentos quintaesencialmente franceses, en lo que parecía sospechosamente una zona peatonal, un pequeño callejón de una de mis dos ciudades favoritas en el mundo.

John McLaughlin no necesita presentación, pero supongo que la etiqueta editorial requiere una exposición de los aspectos más destacados de su extraordinaria carrera. John probablemente sería igualmente admirado si no hubiera existido Mahavishnu Orchestra; su trabajo a principios de la década con Tony Williams Lifetime y sus contribuciones al monumental «Bitch3s Brew» de Miles Davis (conocido para siempre como el primer álbum de fusión) y Jack Johnson lo habrían asegurado, pero es indiscutiblemente The Mahavishnu Orchestra, con sus explosiones dentadas de fuego cósmico y su funk impreso en compases extraños, lo que sigue siendo el conjunto más querido y celebrado de McLaughlin. La alegre aceptación del rock ‘n’ roll y otros géneros no jazzísticos nunca diluyó la excelencia pirotécnica de sus músicos, Billy Cobham, Jan Hammer, Jerry Goodman y Rick Laird.

Tanto antes como después de Mahavishnu, McLaughlin estableció silenciosamente sus credenciales en el jazz como líder de banda en un medio más sosegado pero más personalmente expresivo con álbumes brillantes como «Extrapolation», «My Goals Beyond» (recientemente reeditado), el subestimado «Electric Guitarist», su colaboración-meditación con Carlos Santana «Love, Devotion, And Surrender» y su último «Belo Horizonte». McLaughlin es uno de los pocos guitarristas que han mantenido constantemente mi respeto. No toda su música es de mi gusto, pero he aprendido de todo. Y todavía está en movimiento. Los argumentos tradicionales sobre técnica -sin sentimiento, sin música- no funcionan con este hombre. Mi intuición es que los torrentes de notas que expele ni siquiera se acercan a la pulverización desgarradora de lo que está tratando de salir. Excepto a veces.

John y su atractiva compañera de cuarto (y la tecladista en Belo Horizonte), Katia Labèque, me recibieron cálidamente. Katia y su hermana son un dúo de música clásica con una versión de cuatro manos al piano de la Rhapsody In Blue de Gershwin que se vende modestamente en Europa. John es un hombre elegante; hoy está de gris: pantalones y suéter, camisa y corbata que no coinciden del todo, pero lo suficiente como para que supieras que él sabía, o tal vez sabía que no lo sabías. Esta sutileza de enfatizar las discontinuidades, con deliciosas confituras vascas colocadas entre nosotros, el encanto del apartamento – en rosa suavizado, un techo que se inclina hacia el techo, escaleras de caracol – insinuaba un intermezzo-. John es directo, amigable y un caballero. Habla suavemente en una curiosa mezcla de acentos escoceses, indios y franceses. Discutimos las varias ocasiones en que nos habíamos conocido anteriormente por un tiempo, y luego asumí un papel más periodístico.


Fripp: ¿Por qué crees que te convertiste en músico?

McLaughlin: Afortunadamente, mi madre era una música aficionada; era violinista y siempre había música en casa. Un día conseguimos un gramófono, y alguien tenía la Novena Sinfonía de Beethoven, y en el último disco, que está al final de la sinfonía, hay un cuarteto vocal en el que la escritura es extraordinaria… las voces y las armonías. Debo haber tenido unos seis o siete años cuando recuerdo claramente escucharlo por primera vez. Supongo que ahí es cuando empecé a escuchar música. Porque cuando eres joven, no prestas atención. ¿Qué sabes cuando eres un niño? Era increíble, lo que me estaba haciendo era tremendo. Comencé a escuchar conscientemente música y comencé a tomar lecciones de piano a los nueve años y pasé a la guitarra a los once…

Fripp: ¿Hubo algo en particular que desencadenara tu amor por la guitarra?

McLaughlin: Sí, fue el acorde de Re mayor. Mi hermano me lo mostró en la guitarra, y tuve esta sensación de ese acorde de guitarra estrellandose contra todo mi cuerpo…

Fripp: ¿Tenías el Fa sostenido mayor en la cuerda más baja?

McLaughlin: No, no. Estaba tocando acordes completos. A los once años… ¿qué vas a hacer? Tienes una mano pequeña y, ya sabes… ¿Y tú? ¿Tuviste una experiencia similar?

Fripp: Tenía diez años. Definitivamente, sin sentido del ritmo, y pasé mucho tiempo preguntándome por qué alguien tan improbable se convertiría en músico profesional. Pero supe de inmediato que iba a ganarme la vida con ello. Pensando en ello a lo largo de los años, creo que la música tiene el deseo de ser escuchada, una especie de compulsión por ser escuchada que elige a candidatos improbables para darle voz.

McLaughlin: Sí, creo que básicamente viene del amor. Quiero decir, el tipo de atracción que tienes cuando la escuchas cuando eres joven. Es inexplicable de alguna manera.

Fripp: Es un vocabulario directo…

McLaughlin: Exactamente. Quizás lo que dices sea verdad en la medida en que la música misma elige, pero no es una calle de sentido único desde el punto de vista de la música. En cierto sentido, ya sabes, nos enamoramos de la musa y la musa se enamora de sus voces prospectivas.

Fripp: La oración que agregaría es que la música necesitaba que yo le diera voz, pero de manera débil. Necesitaba la música más, mucho más de lo que la música me necesitaba a mí.

McLaughlin: Lo más difícil, creo, al ser músico es apartarse de la real voz de la música.

Fripp: ¿Cómo te apartas? ¿Tienes técnicas o regímenes específicos que usas? ¿Puedes apartarte sin pensarlo?

McLaughlin: Si, estoy pensando en ello. Tienes que olvidar, olvidarlo todo. En el momento en que olvidamos todo es cuando finalmente nos encontramos.

Fripp: ¿Cómo olvidas todo?

McLaughlin: Oh, es tan difícil… es tan difícil porque siempre estás buscando colores, nuevas escalas, nuevos acordes, nuevas formas de decir lo que sientes. Pero poder decir «quiero decir lo que siento» proviene de un punto de vista egoísta. Idealmente, la música debería tomar lo que quiera y así deberíamos abrirla y permitir que sea. Eso es difícil porque es una paradoja, Robert. Tienes que saberlo todo, luego tienes que olvidarlo todo. Aprender es relativamente fácil. Es difícil recomendar cómo quitarse de en medio (risas). Eso es lo que estoy aprendiendo a hacer yo mismo.

Fripp: Durante varios años, trabajaste con Sri Chinmoy (líder espiritual de Bangladesh). ¿Cómo te ayudó eso?

McLaughlin: Me ayudó de muchas maneras… porque sentí hace mucho tiempo que la música y el ser son aspectos del mismo misterio. Sentí que era muy ignorante, de hecho, acerca de mí, ignorante acerca de lo que es un ser humano.


Fripp: ¿Hubo un momento en que de repente te despertaste un día y pensaste: «¡Veo las cosas de manera diferente!» o fue algo gradual?

McLaughlin: Creo que fue gradual. Comenzó cuando tenía unos diecinueve o veinte años. No tuve educación religiosa alguna. Me enseñaron instrucción religiosa en la escuela, lo cual era completamente insignificante. Cristo, Dios… no significaba nada para mí. Y, de hecho, fue mi asociación con Graham Bond lo que realmente desencadenó el deseo de saber. Esto debe haber sido alrededor de 1962. Ya sabes, estábamos fumando marihuana y esto y aquello. Recuerdo tener algunas experiencias con ácido, y eso en sí mismo es una influencia psíquica muy profunda, creo. También psicológica. Y Graham Bond estaba, en este momento, involucrado en el Tarot, pero, ¿cómo decirlo?, no solo las cartas, sino desde un punto de vista filosófico. Tenía este libro que me mostró un día, que encontré fascinante. Estaba hablando de lo que es posible… lo que parecía ciencia ficción… qué tipo de poderes somos capaces de tener. Compré el libro y rastreé al autor, descubriendo a través de su índice que era discípulo de Romana Maharshi, que fue un gran santo indio. Así que esa fue mi primera contacto con la cultura india en general y la filosofía en particular, y me uní a la Sociedad Teosófica en Londres, ya que mi apetito estaba aguado. Lo mejor del lugar era la biblioteca. Tenían libros increíbles en esta biblioteca de personas que no encuentras en la biblioteca local de la esquina. Y fue a través de la lectura que entré en contacto con la filosofía india. Sentí que estaba entrando en un mundo nuevo. Es una sensación maravillosa descubrir de repente después de todos estos años que el mundo no era como pensabas que era. De hecho, todo era posible… descubrir que todo es mágico, nada es ordinario. Ya estoy divagando a estas alturas. ¿Cuál era la pregunta original?

Fripp: ¿Cómo llegaste a Sri Chinmoy?

McLaughlin: Para cuando tenía veintisiete años, ya había comenzado a hacer Hatha Yoga y a hacer ejercicios mentales y respiratorios. Me sentía más capaz mentalmente, pero tenía esta sensación de que me estaban afinando pero no tocando muy bien, lo cual se relaciona con lo que estábamos hablando hace un rato. Sentí la necesidad de aprender de alguien que realmente supiera. Llegué una tarde a una meditación con Sri Chinmoy y él invitó a hacer preguntas. Pensé: «Genial, esta es la primera vez que alguien ha invitado a hacer preguntas», así que dije: «¿Cuál es la relación entre la música y la espiritualidad?» y él dijo: «Bueno, no es realmente una cuestión de lo que haces. Es lo que eres o cómo eres lo que importa, porque puedes estar haciendo la música más hermosa barriendo el camino, si lo haces de manera armoniosa, de una manera hermosa«. Suena tan simple, por supuesto, pero era todo lo que quería escuchar y sentí que debía quedarme con él, lo cual hice durante cinco años. La meditación en sí misma es un proceso muy sutil y complejo. Debo decir que en los dos primeros años, lo único que sucedió en la meditación fue que mi subconsciente regurgitó todo, todas sus obsesiones y miedos y deseos… lo cual creo que es normal cuando intentas calmar la mente consciente. No le gusta. Le gusta vibrar y pensar y engancharse en diferentes emociones, buenas o malas, así que cuando fuerzas este proceso y te quedas quieto durante treinta minutos, una hora, dos horas, lo que sucede es que éste golpe comienza a manifestarse, y esto a veces es aterrador y a veces maravilloso, pero siempre bueno, creo, porque comienzas a aprender sobre ti mismo y aceptas lo bueno con lo malo.

Fripp: ¿Cómo funcionaba tu disciplina dentro de The Mahavishnu Orchestra? ¿Era tu banda, o eran esfuerzos cooperativos?

McLaughlin: Era mi banda al principio y se volvió cada vez más democrática… pero toda relación con los temas de Sri Chinmoy fue causa de asperezas entre nosotros.

Fripp: Me preguntaba cómo lidiaban los otros músicos con aquellas ideas…

McLaughlin: Las rechazaron completamente. Para mí, todavía puedo decir que la música es Dios, la música es el rostro de Dios. Eso es todo el mundo, son los corazones de los hombres. Y eso es importante para mí. Pero no es la forma en que todos lo ven. Y, por supuesto, lo que sucedía en las entrevistas, especialmente en las entrevistas colectivas, era que la gente me hacía preguntas y yo hablaba sobre desarrollo e ideales, sobre lo cual ya he hablado demasiado esta tarde, y estas preguntas se les planteaban a los otros músicos de la banda y ellos decían: «Esto no nos refleja en lo absoluto, no estamos en eso».

Fripp: Siempre a todos se les hace una pregunta perenne que desearían no ser preguntados nuevamente. Para mí, siempre fue por qué rompí King Crimson. Para Bill Bruford, es «¿por qué dejaste Yes?» ¿Cuál sería la tuya?

McLaughlin: Probablemente, «¿por qué se disolvió The Mahavishnu Orchestra?» o por qué lo rompí yo. Porque eso… eso era un grupo que la gente disfrutaba. De hecho, era amado por mucha gente, y es un poco triste ver que eso sucede. Quiero decir, es como cuando The Beatles se separaron. Me quedé muy conmocionado. Este es el tipo de cosas… simplemente no piensas que va a suceder. Debo decir, sin embargo, que intenté reunirlo, para un solo concierto, hace unos años, solo para mostrar que… eso… aparte de toda la mi3rda, nos encantaba tocar. Todos menos Jan (Hammer) querían hacerlo. Jan… yo… todavía no puedo entenderlo. Es una persona muy enigmática. Es un músico enorme y es un gran, gran amante del rock ‘n’ roll. Pero tal vez todavía hay algo… me pregunto… tal vez todavía se siente mal por algo en esa banda. No puedo entenderlo. Pero fue suficiente para no seguir adelante cuando él dijo que no.

Fripp: Mientras hablamos de estas cosas profundas, estoy comiendo sin ningún remordimiento mi confitería francesa favorita.

McLaughlin: ¿Quieres más café?

Fripp: Me encantaría tomar más café. ¿De dónde son estos chocolates?

McLaughlin: Vienen de la costa vasca, a donde vamos mucho. Tal vez un día puedas ir a visitar.

Fripp: Me encantaría hacerlo. A veces uso la confitería francesa como analogía. La gente pregunta, «¿Cuál es la diferencia entre ganarse la vida o intentar que sea algo más que un proceso mundano?» y digo que es la diferencia entre las barras de Hershey y la confitería francesa. Tienes que conocer la confitería francesa para entender qué es una barra de Hershey.

McLaughlin: ¿Alguna vez viste The French Connection II? Hay una escena donde Gene Hackman está en Francia y, aunque hay todo este chocolate suizo alrededor, él solo quiere una barra de Hershey… (risas)

Fripp: Nunca usé drogas, ya ves, así que solo me contaron sobre The French Connection II. Me parece que detalles como el chocolate o la ropa dan una visión de la persona…

McLaughlin: Son las pequeñas cosas, cómo camina una persona, cómo habla, lo que dice, cómo lo dice. Aprendemos de eso. Yo aprendo, seguro.

Fripp: ¿Te vistes de cierta manera para decir algo deliberadamente?

McLaughlin: Bueno, veámoslo en la música. Te diré lo que estoy buscando. Busco elocuencia, precisión y elegancia, entre otras cosas como profundidad, dramatismo, alegría, pero creo en estas tres cualidades, que están escritas en la parte trasera de A Love Supreme de John Coltrane; leer esas notas en el disco tuvo un gran efecto en mí. Es una forma de vida, una forma de ser. No creo que se pueda solo aspirar a la elegancia, la elocuencia y la pureza en la música y no en la vida en general.

Fripp: Tu forma de tocar siempre me ha parecido muy similar a la de Coltrane, pero no escucho a un guitarrista con mera técnica, que obviamente tienes… no eres tanto un tipo que pasa por escalas, tu simplemente vuelas..

McLaughlin: Buscando el camino correcto, pasando por todo lo que sabes para descubrir lo que no sabes, y eso es lo que todos estamos tratando de hacer. Quiero decir, improvisación. Creo que es seguro decir que realmente eres más feliz cuando has pasado por lo que sabes y…

Fripp: Descubres algo que no sabías antes.

McLaughlin: Sí, y de repente las puertas se abren y ves esta increíble avenida con todo tipo de afluentes saliendo… es la sensación más increíble que puede suceder en la música.

Fripp: ¿Cómo aumentas las condiciones bajo las cuales es más probable que suceda? ¿Qué trabajo específico haces, qué práctica o ejercicios?

McLaughlin: Bueno, podemos incluir trabajar, tocar. Si estás de gira, aumentas la posibilidad de estar en el lugar correcto en el momento correcto, en lugar de estar en casa y practicar. Pero también reflexiono. No medito ni ayuno ni nada, pero reflexiono sobre las ramificaciones de lo que hago. Por ejemplo, hay una relación entre dos acordes que has conocido, que he conocido, durante mucho tiempo, y solo recientemente comienzo a descubrir esta relación más íntima, lo que significa. Aunque he mirado estos acordes desde todos los puntos de vista posibles, estoy buscando una forma que tal vez exista allá arriba, pero no sé dónde está. Luego, hace poco, lo descubrí, simplemente llegó de la nada. Así que el trabajo que hacemos, no creo que nos beneficie hasta después. Pero una vez que tenemos colores y paleta, cuanto más rica sea la paleta, más rica puede ser la música.

Fripp: Ese acorde de Re mayor que te cambió de pianista a guitarrista, ¿de qué color sería para ti?

McLaughlin: ¿De qué color? (pausa) Creo que podría ser verde.

Fripp: Exactamente lo que hubiera dicho…

McLaughlin: Tiene que ser amarillo y algo de azul.

Fripp: La mayor para mí es amarilla y La menor inclina hacia el blanco, que es mi Do mayor. Graham Bond dijo que era rojo.

McLaughlin: Do mayor, ¿rojo? No, Mi mayor, yo diría, es rojo.

Fripp: Mi mayor para mí es muy azul, una especie de azul real, y cuando llegas a Mi menor se vuelve más azul oscuro, con una especie de cielo en estrellas…

McLaughlin: Eso es muy interesante…

Fripp: Sol es muy verdoso, pero no del todo.

McLaughlin: Pensé en este aspecto del color de la música, pero nunca intenté hacer una analogía literal. Lo que hice, y lo que aún hoy encuentro muy interesante, proviene del Tarot, porque asignan doce signos astrológicos a las doce notas de la escala cromática. Dado que sé cuáles son mis diferentes signos, podría averiguar qué tipo de armonía está ocurriendo entre mis signos astrológicos, o entre los signos de otras personas con las que estoy tocando. Hubo un momento en el que estaba escribiendo solos para personas sobre la base de su clave astrológica.

Fripp: ¿Cómo se sintieron los músicos acerca de los solos dados a ellos debido a su signo astrológico?

McLaughlin: No fue muy significativo para ellos. Mucha gente, no considera este tipo de cosas.

Fripp: ¿Cuándo llegaste a París?

McLaughlin: Bueno, he venido más y más aquí en los últimos cuatro o cinco años. He estado…

Fripp: Más confitería francesa, por favor.

McLaughlin: He venido aquí desde 1977.

Fripp: ¿Encuentras alguna similitud entre París y Nueva York?

McLaughlin: Sí, la hay. Nueva York es más dinámica, más vital, más enérgica. También es más violenta. Me considero europeo, culturalmente hablando, aunque la música que toco esté enormemente influenciada por la música estadounidense, así que soy una especie de persona transatlántica. Pero siempre he amado Francia desde la primera vez que vine aquí. Amo la comida. Amo el idioma, la cultura, la arquitectura. Así que me siento feliz de estar aquí. Aunque debo decir que me encanta visitar Nueva York. Realmente me emociona, simplemente me siento genial, simplemente… uf, me encanta. Personifica todo lo estadounidense, desde lo mejor hasta lo peor.

Fripp: ¿Cuál es el clima laboral para ti aquí en París?

McLaughlin: Toco aquí una o dos veces al año. Hicimos este programa de televisión, y hay otro en camino. Así que estar aquí me da la posibilidad de participar más de lo que puedo hacer en Nueva York (risas), porque, ya sabes, los medios de comunicación en América, en relación con la música, están mucho más precisamente definidos que aquí. En Europa, es mucho más posible que aparezca en televisión, simplemente porque no toco un tipo de música muy popular. Aquí hay menos énfasis en lo que es vendible. Y eso, creo, es muy importante. Al menos, importante para mí (risas).

Fripp: En este punto, me encantaría otro café. Lo que me gusta de América es que, como es una cultura comercial, es muy maleable, si aprendes ese vocabulario particular relacionado con hacer dinero. Pero tienes todas estas trampas. Gurdjieff dijo: «Gana dinero con tu pie izquierdo«. Eso es lo máximo de ti mismo que deberías tener allí.

McLaughlin: Pero eso es complicado. Solo mantener tu pie izquierdo ahí y no dejar que el otro pie se arrastre…

Fripp: Meditación en el mercado, meditación de pie, en cierto sentido. Lo hice por un tiempo, pude mantenerlo por un tiempo, pero… vaya, es muy difícil. ¿Cómo te fue con las giras? En realidad, largos períodos en los escenarios. ¿Cómo lo manejaste?

McLaughlin: ¿Cómo lo hice, cómo lo manejo? Es mi vida, Robert. Es tu vida también, en cierto sentido.

Fripp: John Williams (guitarrista clásico) solo hace giras durante seis semanas al año.

McLaughlin: Bueno, necesito tocar más que él, tal vez necesito tocar para la gente y crear las posibilidades de las que hablamos antes, de que ocurran cosas accidentalmente. Porque solo tocando, cuando tocas todas las noches, aumentas la posibilidad de que esto suceda.

Fripp: Pero después de cinco semanas y tres días, algo cambia y creo que los músicos se vuelven locos. (Con King Crimson) acabamos de hacer tres meses de gira y eso me hizo mucho daño.

McLaughlin: No creo que sea tan malo. ¿Estaban tocando la misma música todas las noches?

Fripp: Sí. Pero me refiero en el sentido de que la improvisación es una larga línea de un extremo a otro. Era lo mismo, pero al mismo tiempo era completamente diferente.

McLaughlin: Dos guitarras, más o menos el mismo setlist todas las noches… tienes que tener cuidado porque incluso puedes quedarte atrapado en la improvisación, ¿no es cierto?

Fripp: Sí, o debería decir oui.

McLaughlin: Pero tener una de esas noches de las que estábamos hablando, donde volamos como un águila…

Fripp: Tuvimos cuatro en Nueva York, dos shows por dos noches, uno después del otro y todos fueron absolutamente fuera de este mundo. Luego hicimos un show en Los Ángeles. Chico, eso me dio vuelta. Realmente lo hizo.

McLaughlin: ¿Le pones azúcar a tu café?

Fripp: No, solo en la confitería francesa. Me sorprende que después de vivir en París y Nueva York, todavía tomes té. A propósito, estoy terriblemente avergonzado por estos maravillosos chocolates vascos… ¡he saqueado la caja!… Has trabajado con mi baterista favorito: Tony Williams. Quiero decir, has trabajado con dos de los bateristas más importantes de los años 70′, Tony Williams y Billy Cobham. Tony era mi hombre… sin faltarle el respeto a Billy…

McLaughlin: No, entiendo perfectamente. Tony es un artista.

Fripp: Ese álbum «Emergency» realmente es una joya…

McLaughlin: Sí, fue una banda increíble.

Fripp: ¿Cuánto tiempo les tomó hacerlo?

McLaughlin: Oh, muy poco tiempo… a juzgar por el sonido (risas). ¿No suena como si lo hubiéramos hecho en una tarde?

Fripp: Aunque he leído entrevistas con Tony, nunca tuve mucha sensación de nada…

McLaughlin: Tony es una persona enigmática… pero tengo un enorme respeto por él como músico, como artista… lo que hace con la batería. No sé quién no ha sido influenciado por Tony Williams. Eso en sí mismo es… es la marca de la inmortalidad, en cierto sentido.

Fue… muy difícil, pero realmente un placer increíble. Porque él también es, fue, mi baterista favorito. Así que ir y trabajar con tu baterista favorito… para un músico de jazz es una de las mayores emociones que puedes tener. Tony juega con los tiempos de una manera que nunca he escuchado a nadie tocar. Tienes que aprender a pensar como él, tienes que aprender su concepción del tiempo. Es impecable (risas). Eso es todo lo que puedo decir. Impecable… mmm… y realmente… muy estimulante. Porque una de las cosas que aprendí de Tony fue acerca de la respiración, respirar en el tiempo. Y Miles es un maestro de esa forma de tocar.

Fripp: Con la nueva banda de Miles, el guitarrista (Mike Stern) ha sido criticado por tocar riffs fuertes de rock ‘n’ roll. Pero cuando le preguntaron al respecto en una entrevista, dijo: «Miles vino, subió mi amplificador a diez y dijo, ‘Toca rock ‘n’ roll’«.

McLaughlin: (risas) Sí… eso es Miles, eso es muy Miles. Oh sí. Lo que sea que Miles quiera… Trabajar con Miles, en sí mismo, es una experiencia, inolvidable. Y muy, muy positiva. Aprendes… enormemente.

Fripp: ¿Podrías decir lo que aprendiste en una o dos frases?

McLaughlin: (pausa) Aprendí cómo dirigir… cómo dar forma. Y, en cierto sentido, cómo obtener de los otros músicos lo que la música necesita, al mismo tiempo que permites que los músicos sean ellos mismos. Él es… es consumado…

Fripp: Creo que tú… eras el único guitarrista para mí que podía seguirle el paso a Miles o Tony…

McLaughlin: (avergonzado) No lo sé… oh…

Fripp: (tranquilo pero firme) Sí.

McLaughlin: Tal vez… he escuchado… me gusta el nuevo guitarrista de Miles, me gusta lo que está haciendo. Me recuerda un poco a la época de Jack Johnson. No es, supongo, una nueva concepción, una nueva forma, pero disfruto al guitarrista. Pero tengo… bueno, dos cosas: una, no me importa lo que Miles haga ahora, ya ha hecho tanto; para mí nunca podría perder la estatura; dos, no ha tocado durante… mucho tiempo. Y conociendo el tipo de persona que es, mientras siga tocando, trabajando, va a hacer cosas maravillosas. Eso lo siento con certeza.

Fripp: Estábamos hablando de giras y demás. Tengo muchas dificultades, cuando toco en un show, con cámaras y grabadoras. Porque, como mínimo, parecen robar la inocencia disponible en el momento presente. Si hubiera una audiencia de mil cien personas en el Savoy Theatre, todos los cuales pudieran escuchar sin expectativas ni demandas, sin preocuparse por las grabaciones en pequeñas máquinas como esta (señala la grabadora de casetes) o tomar fotos… chico, creo que podrías hacer que el mundo gire hacia atrás.

McLaughlin: Es cierto, pero miremos desde otro punto de vista. Recuerdo que hace unos años, estaba en el Village Vanguard para ver tocar a Bill Evans. Estaba tocando con Philly Joe Jones, y Chuck Israels estaba sentado esa noche. He escuchado a Bill tocar muchas veces, pero estaba simplemente… transfigurado. Fue muy bueno, tan grandioso. Era tan inteligente, tan hermoso, tan elegante, tan elocuente, ¡todas esas palabras y todas esas… tan inspirado! Estaba tocando como un ángel. Y créeme, lamenté no tener una grabadora. Lo lamenté. Querer poder escuchar eso de nuevo es algo perfectamente natural.

Fripp: Bueno, sí, pero…

McLaughlin: Quiero decir, ¿no… escuchas discos?

Fripp: Muy raramente, muy raramente.

McLaughlin: ¿En serio? ¿Raramente escuchas música de algún tipo?

Fripp: Digo, no vas a escuchar Gamelán balinés a menos que tengas la serie Explorer Nonesuch y así sucesivamente, pero de lo contrario preferiría ir a ver un show en vivo. Como dijo Blake una vez: «Aquel que ata a sí mismo una alegría, destruye la vida alada (libre)». Ahora, si sabes que tu experiencia será en este momento, sin antes ni después… estás allí, tienes que estar allí. Es muy distinto si supieras que vas a ir a casa a escucharlo después…


McLaughlin: Al escuchar la música… no estaba pensando en una grabadora en ese momento. Simplemente… quiero decir… Dave Liebman estaba allí y estaba saltando arriba y abajo en mi asiento porque estaba tan emocionado… porque no dejaba de venir… como una fuente, y yo estaba allí con la boca abierta, simplemente bebiéndolo todo. No pensé en la grabadora hasta después, pero…

Fripp: Algunos de los conciertos más sorprendentes que he visto no fueron musicalmente muy buenos. Solo escuchando cintas después… quiero decir, había un verdadero desastre sucediendo. No se trataba de notas, se trataba de la energía en la sala, entre la banda y la gente y la música.

McLaughlin: Hmm… no en este caso. No. Porque he escuchado a Bill tocar mucho, tantas veces que he perdido la cuenta, y escucho sus discos. Y fue esa noche… y fue solo ese set, porque el segundo set fue totalmente diferente. Ya no estaba esa magia. Y en otros casos, creo que es directamente la inspiración del músico lo que crea un entorno mágico. Esto me sucede también en los ensayos, cuando no hay audiencia, algunas de las mejores cosas que he tocado…

Fripp: Pero por ejemplo, al estar presente al hacer el amor con alguien, ¿lo grabas en una cinta de video para reproducirla después?

McLaughlin: Tal vez (risas). Si eso es lo que te gusta. Quiero decir, todos tienen sus gustos. No creo que realmente podamos criticar, no podemos imponer nuestro juicio a nadie más. Si van a hacerlo… quiero decir, ¿por qué no?

Fripp: No… bueno, lo que digo es esto: me resulta muy distractor trabajar con fotógrafos y grabadoras. Y me siento violado, cuando, después de haber dicho eso, de repente, ahí lo tienes…

McLaughlin: Claro. Me he enojado mucho con algunos fotógrafos que simplemente entran y, sin decir una palabra, están como, «posa para la foto». Me hace estallar de enojo. Pero tenemos que tener control y… también… tengo que poder aceptar y no perturbarme. No creo que sea bueno para la música. Necesito ser… autosuficiente y no depender de ningún entorno exterior. Y no puedo… no quiero ponerme en el camino del desarrollo de la tecnología que tenemos porque es tan… es parte de la naturaleza humana. Lo entiendo.

Fripp: Cuando estuviste en Reading en 1975, estabas usando una guitarra sintetizada. ¿Has visto las nuevas guitarras sintetizadas Roland? Están saliendo al mercado pronto… son fenomenales. Como guitarra realmente es sensacional.

McLaughlin: No… sé más o menos lo que está sucediendo con los sintetizadores de guitarra. ¿Conoces a la gente de Synclavier? Tienen un sistema, de hecho, hay uno que pedí y que llegará a finales de esta semana. Es un sintetizador digital…

Fripp: ¿Es polifónico?

McLaughlin: Oh, sí, es una máquina bastante extraordinaria, porque involucra el uso de un ordenador con disco flexible, con estas pantallas CRT. De hecho, tiene memoria digital de dieciséis pistas en su interior, para que puedas grabar digitalmente, directamente, lo que tocas. Habrá un programa para la guitarra, un programa de software que permitirá que el hardware sea utilizado por la guitarra. Tendrás acceso a todas las formas de onda, que de hecho puedes crear en la pantalla CRT, porque puedes mostrarlas visualmente, o puedes mostrarlas matemáticamente. No es… ¿cómo dicen?… síntesis sustractiva; es síntesis aditiva. Eso significa que no estás gobernado por parámetros fijos. Es realmente un instrumento extraordinario. Además, tendrán disponible este programa de transcripción que significa, por supuesto, que lo que se graba se puede mostrar en la pantalla en notación musical…

Fripp: ¡WOW! ¿Y esta gente es estadounidense?

McLaughlin: Sí, estadounidense – New England Digital. Creo que por primera vez habrá una verdadera posibilidad de una guitarra realmente sintetizada. Porque hasta ahora lo que se ha puesto en el mercado ha sido, creo, muy ineficaz.

Fripp: Una cosa que no te pregunté antes cuando estábamos hablando de Tony y Miles y demás; ¿cómo fue tocar con Jimi Hendrix? Escuché una cinta…

McLaughlin: Si es lo que escuché… eso es lo que les negué el permiso para publicar, porque lo que escuché fue alrededor de tres o cuatro minutos de algo que realmente no estaba sucediendo, simplemente…

Fripp: Estoy inclinado a estar de acuerdo…

McLaughlin: Exacto, y dije: «No es posible. No puedes simplemente lanzar esto con los nombres y estafar a la gente. ¡No puedes hacerlo!» De todos modos, aparte de eso, Jimi era… una persona muy, muy amable. Y un guitarrista realmente revolucionario en los sonidos que sacaba de la guitarra. Quiero decir, cambió todo el curso de la guitarra, él solo, en mi opinión. Por supuesto, ahora hay muchas variaciones de eso, pero lo hizo con tanta gracia y con destreza, y con verdadera pasión. No puedo pedir más que eso.

Fripp: ¿Encuentras que escuchar a muchos otros músicos confunde tu propio trabajo? Si escucho a alguien a quien aprecio mucho, tanto que creo que podría confundir lo que estoy haciendo. Dejo de escucharlos. Por ejemplo, disfruto mucho de «Extrapolation». ¿Lo grabaste en un día?

McLaughlin: Oh, no. Dos o tres tardes, creo.

Fripp: Y cuando Mahavishnu comenzó, deliberadamente no lo escuché, porque me habría influido y… estaba

McLaughlin: Sí, entiendo eso. Pero me gusta escuchar a personas a las que aprecio. Me gusta, quiero dejar que me influyan. Porque creo que siempre aprendo. Y de todos modos, nunca sonaré como ellos.

Fripp: No, pero si tuvieras veintiún, veintidós años…

McLaughlin: Ah, bueno, cuando tenía veintiún, veintidós años, lamentablemente para mí, no había guitarristas que estuvieran a la altura de Coltrane, Miles, Bill Evans o Red Garland. De hecho, fui más influenciado por los trompetistas y los pianistas.

Fripp: Fuiste el primer guitarrista para mí que tenía las habilidades para enfrentarse a estas personas en los mismos términos. Podía escuchar a los guitarristas de jazz tomar el camino fácil, simplemente porque no podían ir por lo que el trompetista podía llegar.

McLaughlin: Sí, sí. Creo que es una maldición y una bendición. Lo mismo con el piano. Es tan difícil moverse en una guitarra de la manera armónica en que uno puede hacerlo en un teclado. Quiero decir, requiere… no se puede hacer… ¡excepto (chasquea los dedos) Ted Greene! (silba) Este tipo es realmente increíble. Es el único guitarrista que logra esta cosa que realmente me entusiasma.

Fripp: Si escucharas a las personas a las que te gustaría influenciar, ¿quiénes serían?

McLaughlin: Mmm… creo que todavía mis favoritos eternos, mis héroes eternos: Coltrane, Miles, Cannonball Adderley. ¿Has escuchado el álbum en vivo, recién lanzado? Miles en 1959, con Coltrane, Cannonball y Bill Evans. Cannonball, Coltrane… ufff, hay dos monstruos. Me encanta la interacción, la especie de intimidad que logran juntos. Es lo mismo de instrumento, y han trabajado mucho en entornos similares. Creo que eso es lo que me gusta de tocar con Paco (De Lucía) y Al Di Meola, porque están tocando mi instrumento, y es íntimo, otra guitarra. ¿Sabes cómo es tocar con otra guitarra?. Hmm, creo que sí (risas). Acabo de escuchar algo de King Crimson. El nuevo, «Discipline».

Fripp: Habíamos estado juntos durante seis semanas cuando lo hicimos.

McLaughlin: Ese no eres tú cantando, ¿verdad?

Fripp: No, es Adrian. Hemos avanzado bastante desde ese álbum.

McLaughlin: Umm-hmm. Es curioso, hubo momentos en los que incluso escuché algunas… alusiones a The Mahavishnu Orchestra, de una manera extraña.

Fripp: Hmm. Eso no fue… intencional, porque, como dije, cuando escuché The Mahavishnu Orchestra, deliberadamente no lo escuché, porque… me habría seducido, habría estado demasiado cerca de esa música. Pero ciertamente, Mahavishnu y Billy Cobham fueron una gran influencia en Bill (Bruford).

McLaughlin: Ah-hah. Sí, está tocando muy fuerte.

Fripp: No habría pensado que fuera una banda que te hubiera interesado especialmente. No habría pensado en la música rock…

McLaughlin: Bueno, estoy interesado en… quiero decir, acabas de pasar por enormes problemas para venir y hablar conmigo, y significa mucho para mí, y quería saber más sobre ti.

Fripp: Creo que, si quisieras escuchar algo de mi trabajo que creo que te gustaría, sería…

McLaughlin: Bueno, no creo que debas prejuzgarlo de esa manera.

Fripp: Está bien, pero la expectativa está ahí, porque todo es improvisado, quiero decir, es completamente improvisado. Es un álbum que hice con Brian Eno, «No Pussyfooting». El lado uno es… acababa de reunirme y pasé la tarde con él con una copa de vino y café, esto fue en 1972, y él tenía un sistema de grabación con dos Revox (grabadoras de cinta). No me explicó nada, y yo no tenía idea cómo sonaría, pero enchufé la guitarra y toqué. Fue simplemente, ahí está, hazlo. Nunca había escuchado la guitarra sonar así, sin embargo, me proporcionó la capacidad técnica para obtener un sonido que había estado escuchando internamente durante unos cinco años, pero nunca logré conseguir.

McLaughlin: Eso está muy bien; muy útil también. Entonces, de repente, te sentiste liberado…

Fripp: Liberado es la palabra. Tenía muchas dificultades trabajando con otros músicos, porque no soy un intérprete tan enérgico, y tengo muchas dificultades con bateristas entusiastas retumbandome. Así que solo poder desarrollarme a mi propio ritmo, sin sugerencias útiles… realmente fue liberador.

McLaughlin: Me gustaría escucharlo. Tú me envías ese casete y yo te enviaré un casete de «Epiphany».

Fripp: Hecho. Un cliché, si lo hicieras por mí: ¿qué consejo le darías a un joven músico?

McLaughlin: Tiene que aprender su instrumento. Tiene que aprender armonía, ritmo y melodía, los tres aspectos predominantes. Creo que debería familiarizarse con las diversas culturas musicales que existen en el mundo, porque todas son enriquecedoras. También creo que volvemos a esta paradoja, Robert… tiene que aprender todo lo posible y luego poder olvidarlo todo en un instante. Eso es lo más difícil de todo (risas). Pero tiene que haber… siempre hay más por saber. ¿Consejo? Trabaja. Una palabra de siete letras y en letra grande. Eso es lo único que hacemos finalmente, ¿no es así? Tenemos tiempo, y ¿qué hacemos con el tiempo?

Fripp: (pausa) Bueno. Eso es maravilloso. Eso está muy bien.


Melómano y coleccionista de música en formato físico. Baterista de Hobbie. Uno de los administradores del grupo de Facebook chileno "King Crimson en Chile", con contacto directo con el sello DGM de Robert Fripp y David Singleton. Me gusta escribir sobre música.

You may also like

Comments are closed.