«Visions» (2011): el efecto revitalizador de Haken
El 24 de octubre de 2011, hace exactamente 11 años, se lanzaba Visions, segundo trabajo de los londinenses Haken. Una de las bandas revelación en la escena metal prog del momento que se ganó la atención de los medios especializados. Producido a través del sello discográfico Sensory, sigue la línea compositiva de Aquarius, su trabajo anterior, grabando cada miembro sus partes por separado desde sus casas para compartir los archivos posteriormente entre sí. Un proceso que, para muchos, se carga de un plumazo lo romántico de las grabaciones in situ, en directo y de manera orgánica. No obstante, el resultado final es brillante, con una producción inmejorable.
La formación, al igual que con su LP debut, está compuesta por Ross Jennings a las voces, los virtuosos Richard Henshall a la guitarra y teclados, Charlie Griffiths en la otra guitarra, Thomas MacLean al bajo, Ray Hearne en la batería, tuba y djembe y Diego Tejeida en los teclados y diseño de sonido. Una conjunción de excelentes músicos de una calidad pasmosa. El hecho de contar, en ciertos momentos, con dos teclistas, mejora la experiencia y el acabado final de los arreglos, tan importantes en Visions. Además, para darle el toque orquestal que caracteriza este trabajo, cuentan con la colaboración de un cuarteto de cuerdas y un corno francés, mezclados con secciones sintetizadas de instrumentos de viento, de metal y cuerdas.
En Visions, Haken nos ofrece una obra conceptual, en cuya portada aparece un ojo que recuerda al Journey to the Centre of the Eye de los históricos Nektar. Un ojo, por cierto, símbolo de intrigas y misterios, que sirve de puerta de entrada al contenido lírico. Por lo visto, Ross Jennings se inspiró en una premonición que tuvo sobre su propia muerte. Así es que, a través de ese testimonio, se creó la historia sobre la que gira toda la trama: la de un niño que ve su propia muerte en sus sueños y, creyendo que ocurrirá en la realidad, se pasa el resto de su vida tratando de evitarla.
Visions: perturbador sueño premonitorio
Premonition es un prólogo estrictamente instrumental que nos introduce, a través de violines, cello y piano, en una atmósfera apesadumbrada y melancólica. Pronto entra la banda en acción, pasando a transformarse en una pieza más dinámica y directa. Los riffs, de una marcada influencia petrucciana, van y vienen hasta dar protagonismo a Teijeda en una sección de teclado de genial virtuosismo. Los londinenses hacen gala de su exquisito nivel tocando partes rítmicas al unísono, un ejercicio de máxima complejidad. Es así que todos los miembros juegan un papel fundamental y protagonista. Los pocos más de 4 minutos pasan volando, pero agarraros, porque se vienen emociones fuertes.
Arpegios con áurea misteriosa emergen para adentrarnos en un ambiente oscuro e intranquilo en Nocturnal Conspiracy. Solo la preciosa voz de Ross Jennings parece darnos algo de tranquilidad, pero no sin ausencia de cierta nostalgia. Con los minutos, el tema va ganando peso y fuerza gracias a la comunión entre los seis miembros. Los riffs van y vienen, uno ya pierde la cuenta. Por su parte, Tejeida, tanto a los teclados como al piano, ofrece el relleno y la profundidad necesaria. Esta conjunción genial es la responsable de pasajes en los que son apreciables esos destellos creativos y directos de metal progresivo, habituales en álbumes posteriores como pueden ser Affinity o Virus. Sin duda, uno de los temas más complejos que Haken ofrece en Visions. Una gozada.
Turno para Insomnia, que transita por un pasaje inicial confuso. Se tercia con constantes líneas vocales hacia un eje más melódico, más ordenado y apetecible. No obstante, cargada de angustia, ya que el protagonista no deja de pensar en la muerte, un destino fatal que cree fijado para él, lo que le impide dormir y conciliar el sueño. Una sensación que lo lleva al borde de la locura y a la máxima desesperación. Una instrumentación, que recuerda a la banda sonora de un videojuego, parte el tema en dos partes. A partir de aquí se da rienda suelta a secciones de enorme virtuosismo, en las que se aprecian visiblemente las determinantes influencias de Dream Theater.
The Mind´s Eye es un tema orientado hacia el pop-metal, con un inicio synth-metal. Una pieza de corta duración y sin grandes alardes técnicos que busca la atención y el gancho del oyente. Los fantásticos estribillos son el plato fuerte, sobre el que recae todo el peso del tema, convirtiéndose en un hit. De esos de los que te quedan en el recuerdo largo tiempo. Por su parte, los armónicos de guitarra producen un efecto sonoro melodioso, vital a la hora de transitar en este paisaje de paz y delicadeza. Lástima que este tema sea tan olvidado…
En contraste al tema anterior, Portals es otra instrumental de altísima calidad, una respetuosa batalla entre virtuosos. A pesar de volar en una atmósfera de creatividad ilimitada, todo fluye con orden y criterio. Nadie pisa a nadie y todos destacan por encima de todo. Teclados y guitarras se combinan y entrecruzan. Mismo se pueden apreciar influencias de King Crimson en algunas bases rítmicas. El pulso se agudiza, dando lugar a métricas cambiantes que generan un dinamismo confuso. Pero las premisas musicales se mantienen intactas: evitar saturaciones individuales innecesarias y lograr la cohesión que dé sentido al todo. El solo final es colosal, llevándonos a una ascensión espiritual.
Shapeshifter es un corte con una línea metalera que, al comienzo, recuerda a Devin Townsend y sus variados proyectos. Riffs potentes y directos que contrastan con el papel de Ross Jenning, sobretodo por la mitad del tema, en donde alcanza una hermosura embriagadora. Un parón repleto de elegancia y sentimiento. No podían faltar los solos, con feeling y sensibilidad, para atraparnos en otro tema genial. Fugazmente, entre arpegios y una tenue voz, casi susurrada, se apagan las últimas luces.
Deathless irradia una atmósfera de aire esplendoroso. Un dulce piano y la emotiva y conmovedora voz de Jenning son la base que dirigen la, seguramente, parte más bella de todo el álbum. Incluso el puente instrumental, al que se le añaden el triángulo, maracas y otros instrumentos de percusión, colaboran en este ambiente preciosista y lleno de colorido. El broche final en un entorno como este, de pureza, solo lo puede conceder un lento y dulce piano. Una maravilla que no podrás dejar de escuchar una y otra vez, gracias a la sencillez y sensibilidad que transmite. Música que enamora y ensancha el alma.
Como colofón a semejante y ambicioso proyecto, Haken tiene reservado para el final, como premio para los supervivientes de esta travesía, su bien más preciado: Visions. Se trata del tema que da título al álbum, la gran obra magna, reunida en una suite de más de 20 minutos, al estilo Octavarium de Dream Theater, que transita desde lo sinfónico y orquestal hasta lo más heavy y experimetal. Un guiño a los neoyorquinos, de los que son admiradores declarados. A lo dicho anteriormente, se añaden complejas secciones jazz fusión, partes melódicas con Ross Jenning a la cabeza, virtuosos solos de teclado y preciosos solos de guitarra. Una conjunción de fragmentos, recopilados, como si se tratara de una unión de secuencias musicales.
Es así que la cantidad de detalles, de arreglos, es increíble, una muestra más de la absurda excelencia que atesora cada uno de los miembros. Si es que van sobrados. Es tal la densidad creativa, que puedes pararte a escuchar este tema una y otra vez, y no dejar de descubrir cientos de sutilezas ocultas. El cierre, a violín in decrecendo, alza el tema homónimo a altos niveles de majestuosidad. Una joya de muchos quilates.
Haken: efecto revitalizador
Haken forma parte de la oleada de nuevas bandas responsables de revitalizar directamente el género. Con un sonido muy elaborado y complejo que transita desde las partes más fuertes y virtuosas hasta las más melódicas y experimentales. Son apreciables claras influencias de Yes, de Rush, de Gentle Giant, de Dream Theater, pero con un estilo propio. Con una manera muy personal y característica, que hace que Haken, en Visions, simplemente suene a Haken. En este sentido, no son un plagio o una copia barata, y qué mejor prueba que sus posteriores trabajos, como pueden ser The Mountain o Affinity. Aquí está, precisamente, el mayor de los méritos de los londinenses.