Hindemith 76 – In Musica: «Algo que decir… Y lo dijeron»

La reciente partida del destacado fagotista chileno Emilio Donatucci, nos impulsa a sumergirnos en un hito de culto para la historia musical de Chile en los últimos 50 años. Y es que su nombre, adjunto a su impecable labor como solista de las orquestas Filarmónica y Sinfónica de Chile, quienes disfrutamos de la música de vanguardia más pura lo relacionamos con el mítico Sexteto Hindemith 76, agrupación legendaria tanto por los nombres que lo componen como por su estilo ecléctico e innovador para su época.

Antecedentes

Hablar de Hindemith 76 es referirnos a un período tan fructífero como adverso, más aún por la situación que vivía Chile en plena dictadura. Dentro de la incertidumbre local, hubo tiempo y voluntad para que la simbiosis de fuerzas nos entregara un par de lanzamientos hoy difíciles de adquirir. En especial uno que marcó la identidad artística de sus creadores, el fundamental «In Musica».

Liderado por el vibrafonista Guillermo Rifo, el contrabajista Adolfo Flores y un nóvel pianista de 17 años que responde al nombre de Nino García, Hindemith 76 se estrena a lo grande en 1975 con el álbum «El Cantar de Nuestra América», placa de exquisita factura sonora y con el despliegue vocal de la contralto Carmen Luisa Letelier dándole su propio matiz a las versiones de Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui y otros clásicos del cancionero latinoamericano. Al año siguiente, con el ingreso de Emilio Donatucci (quien ya contaba con un nutrido CV a nivel local y sudamericano cómo músico de orquestas sinfónicas y de cámara), la flauta de Alberto Harms encuentra su complemento para el distintivo sonoro del sexteto que completaba el eximio baterista Orlando Avendaño.

El encanto de «In Musica» radica, primero que nada, en la decisión de priorizar su propio material. Pese a que «El Canto…» obtuvo una tremenda recepción a nivel de crítica, el grupo siente que pueden concebir algo propio y se despachan un compendio de piezas únicas en su especie, donde la música docta, el folklore, el jazz y el paisaje urbano se ensamblan en favor de una firma tan impensada como atemporal.

Las «Canciones»

El charango que da el arranque a «Sauras», es una seña inmediata de la identidad sudamericana de Hindemith 76, con Harms y Donatucci ejerciendo su labor en los vientos con una jerarquía abrumadora y el vibráfono de Guillermo Rifo aportando con sus cucharadas de luz e ingenio. Mientras, el contrabajo de Adolfo Flores y la batería de Orlando Avendaño dan cuenta de una vena rockera que encaja como anillo al dedo en el propósito de un grupo que navega en su propio mar de libertad con un horizonte fijo.

Si no mencionamos en el párrafo anterior a Nino García (encargado de los arreglos del corte inaugural), es porque había que hacerlo por lo que hace en la siguiente «Balada». La manera en que el piano arropa la pieza mientras el fagot de Donatucci se transforma en voz de lamento y nostalgia, es sobrecogedora, al igual que su sección ritmo afroamericano dándole sabor a esta música taciturna en apariencia. Al igual que en la más vigorosa «Cueca del Cerro», la cual se distingue de la melancolía del corte anterior por su estado de ánimo mucho más colorido.

Es justo y necesario explayarnos sobre «Tango Cerro Alegre», cuyo nombre es tremendamente significativo. Escrita por Nino García (nacido en Valparaíso un 23 de septiembre de 1957), evoca los paisajes del Puerto Principal y su cerro más pintoresco. Es la virtud de representar la urbanidad local lo que hace de Hindemith 76, a través de In Musica en su totalidad, un nombre transversal cuando se trata de vanguardia musical desde el impulso de hacer cosas que otros ni siquiera pensarían hacer.

El lado B del vinilo da el ¡vamos! con «Descuadradito», con Orlando Avendaño jugando de 10 clásico en los tarros. Si alguien escucha esta pieza y la compara con lo que venían haciendo en su placa debut, pensaría que es otra agrupación. Una afirmación que puede sonar exagerada, pero no tanto ante un corte de tamaña magnitud de creación y genio. ¿Rock progresivo? ¿Jazz-fusión? Como le llamen, se siente como una brisa fresca el escuchar a un sexteto de músicos doctos «despeinándose» sin perder en absoluto un ápice de su jerarquía artística. Notable y abrumador.

Y como en este trabajo de leyenda hay una paleta de colores para todos los gustos y momentos, lo de «Tonada para un Niño Triste» llega a ser conmovedor de entrada. El vibráfono de Guillermo Rifo emulando las lágrimas al caer, le da un aire desgarrador e inocente a la vez. Qué sensibilidad te transmite, y más con Emilio Donatucci dejando en claro que su instrumento tiene algo que te remece tanto como un instrumento eléctrico. Sólo que en vez de electricidad y distorsión, hay un propósito por decir algo. Y lo dice.

En la recta final, «Piazzollada» te da una idea de para dónde va la cosa. Entre las numerosas influencias que tuvo Nino García en su formación musical, la de Astor Piazzolla es decidora al momento de comunicar una idea, viajando a través de la obra y período del legendario músico argentino para reforzar su propio lenguaje. Y que todo eso lo haga un joven de 17 años, cual veterano de mil y una lides como sus colegas más laureados en esa época… Maravilloso.

Culminando el viaje, «El Puente del Arzobispo» plasma en la música la vista urbana de la ciudad de Santiago, y es ahi donde la figura creativa de Guillermo Rifo expone sus credenciales en su objetivo como artista y comunicador. Háganse un favor y escuchen «Providencia al Mediodía», «Santiago de Noche» y «Alameda», todas de su autoría y fieles muestras de un genio creativo que lleva el lugar común de la urbe local a la mejor música jamás escrita. Un músico para la ciudad, en todo su brillo de inspiración.

Tras la edición de «In Musica», ese mismo año 1976 ve la disolución de Hindemith 76, con cada uno de sus integrantes tomando un rumbo propio como músicos. No sabemos exactamente cuáles fueron las razones de su separación; como tampoco podemos omitir el factor cultural del contexto histórico en nuestro país, cuando el horror de la desaparición forzada y la represión hacia quienes pensaban distinto convergían en la postal de un Chile sumergido en el Lado Oscuro de la Luna.

Conclusiones

Si hubiese que recurrir a alguna referencia desde el otro lado del Atlántico, Hatfield and the North y Khan aparecen como ejemplos de talento y legado con base en un lanzamiento. No en el mero sentido de cantidad, sino de categoría, en el lugar y momento indicados. Y Hindemith 76, a través de In Musica, se permite engrosar la lista por mérito propio.

Puede que su lanzamiento durante los tiempos oscuros, nos guste o no, le diera a Hindemith 76 un lugar en nuestra historia como vía de escape en un panorama complicado. No solamente eran músicos con formación de conservatorio, sino un grupo humano con la intención de expresar una idea y/o un sentimiento, retratando a través de la música lo cotidiano de nuestra urbe. Y con Emilio Donatucci reuniéndose con sus socios Guillermo Rifo (fallecido el año pasado) y el entrañable Nino García (quien puso fin a su vida en 1998), es probable que el temple mitológico de Hindemith 76 se extienda hoy más que nunca hacia el mundo inmaterial. Por cierto, «In Musica»… ¡Qué nombre tan sencillo y potente para un álbum!

Audiovisual de profesión, melómano por gusto y periodista musical desde el estómago. Amante de la música pesada y el rock de vanguardia, tanto de viejo cuño como lo nuevo. Desconfío de quien reniega de Jimi Hendrix en la música.

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