«Red» (1974), un regalo de King Crimson a nuestros sentidos

Un disco capital del rock progresivo y si nos apuran, de la música popular. Red de King Crimson es un disco alabado tanto por la escena progresiva como por otras corrientes, tales como el heavy metal, grunge y escenas alternativas. Fue grabado en los estudios londinenses de Olympic, y fue el lunes 8 de julio de 1974 en que la banda ingresaba a los estudios para el que sería su último trabajo en los setenta. El último antes de que Robert Fripp decidiera que era el final de esta encarnación de King Crimson.
Antecedentes de Red
Ian McDonald recuerda: «Creo que John Wetton sintió que el grupo estaba preparado para su ‘gran momento’. Sintió que el grupo estaba, por primera vez, a punto de ser muy popular». Pero el iconoclasta Fripp no tenía eso en mente. «Nunca dejé que King Crimson cayera en la trampa del éxito», decía. «Varias veces estuvimos muy cerca de tener un éxito comercial gigantesco. Siempre he tratado instintivamente de evitar este éxito».
Red de King Crimson es uno de esos álbumes que expresan el fin último de un grupo de música, la epítome de un paradigma, todo aquello con lo que siempre se soñó y persiguió. No es raro que, después de Red, King Crimson se disolviera y no reapareciera sino hasta seis años más tarde. Una formación nueva, un estilo totalmente renovado y un paradigma sustancialmente distinto, ciertamente. Luego de un disco como Red, cualquier cosa corría serios riesgos de sonar trivial.
John Wetton resumía perfectamente el ánimo de King Crimson en la preparación de Red: «En aquella época éramos una banda de heavy metal, realmente».
El ingeniero inglés George Chkiantz , que ya había trabajado con King Crimson en Starless and Bible Black, fue traído de vuelta para la preparación de Red. En el estudio dos del Olympic se dio toda la alquimia necesaria para crear este monumento sonoro. John Wetton tenía la preferencia de conectar su bajo directamente en la mesa de mezcla, y es por eso que pasaba el mayor tiempo en la sala de control con George. La batería de Bill Bruford ocupaba la parte derecha del estudio, y sonaba más potente y articulada que nunca. Todo ello hacía evidente de que este trabajo iba a ser el más poderoso disco de la banda. De manera indudable y convincente, Red capturaba la energía y ese poder telepático que tenía King Crimson en vivo.

Las canciones de Red
Ya desde las primeras notas, con la mítica Red (que fue la primera pieza que ensayaron), el oyente se da cuenta que es un disco con mucho cuerpo y presencia. Este es un tema compuesto en su totalidad por Robert Fripp, quien, por alguna razón, no convencía a Bill Bruford, y sólo por la insistencia de Fripp y Wetton fue practicada. Bruford recuerda que la composición le recordaba a un tema llamado Tea for Two, de 1924, compuesto por Vincent Youmans.
Con unos poderosos riffs, un bajo a toda potencia y la maestría de Bruford, es una especie de movimiento telúrico que nos remueve cada célula. El riff principal había sido ensayado en un soundcheck del grupo en Salt Lake City, y algunas secciones del tema habían sido parte de las improvisaciones tan naturales y electrizantes en vivo del grupo. Pero no fue hasta que estuvieron en el Olympic que Red tomó su forma definitiva.
Impresionado con la energía del tema, Wetton recuerda que se discutió una canción titulada «Blue», pero que no llegó a nada. Según Fripp, el manuscrito con las notas de este potencial tema todavía están en su poder, y lo había presentado en tempranos ensayos, pero fue un callejón sin salida. Cabe señalar que una sección de violonchelo (interpretado por Julian Lloyd Weber) contenía originalmente otra sección, eliminada por Fripp, que resurgió 21 años después en «VROOOM VROOOM» del disco Thrak.
La épica, delicada y a la vez energética Fallen Angel nos muestra la última vez que Fripp toca una guitarra acústica en un disco del rey carmesí. Aquí hay un par de invitados que le dan una dimensión diferente al tema: el cornetista Mark Charig y Robin Miller en el oboe, que ya habían participado en dos discos anteriores de King Crimson (Lizard e Islands). La letra, compuesta por Wetton y por el miembro fundador de Supertramp, Richard Palmer-James, nos cuenta el lamento de un hombre que vive la tragedia de ver cómo su hermano se une a una pandilla callejera, y que luego es acuchillado hasta la muerte en las calles de New York.
Algunas secciones de la melodía de Fallen Angel fueron tocadas en vivo dos años antes, en octubre de 1972, cuando fue parte de una especie de intro de Easy Money. La energía sigue en el tope con Bruford dando unos toques llenos de electricidad, y con Wetton y Fripp creando laberínticos vórtices de sonido.
One More Red Nightmare nos trae una gran sorpresa: el regreso fugaz de Ian McDonald, miembro de la primera encarnación de King Crimson. McDonald, con su arte, dibujó hermosas pinceladas de sonidos, mientras Fripp se preocupaba de construir las texturas del tema. Si Wetton y Bruford buscaban a alguien que los desafiara y que pudiera competir con ellos en esa enorme catedral de sonidos que creaban, era precisamente Ian.
Fripp había tocado en conciertos pasados el riff del tema en forma improvisada (por ejemplo, en el Toronto’s Massey Hall). Este riff luego fue ensayado en los estudios para llegar a la composición final del tema. La voz de Wetton en One More Red Nightmare desarrolló una gran expansión, ya que se sentía más seguro de cómo su registro e interpretación se proyectaban, dándole así mayor comodidad.
El siguiente track de esta obra maestra es Providence, que es una improvisación grabada el 30 de junio de 1974 en el Palace Theater de la ciudad que le da el título a esta pieza. Podemos escuchar la capacidad telepática que tenía la banda en vivo para crear de la nada verdaderas joyas. Durante ocho minutos, podemos escuchar cómo Fripp, Bruford, Wetton y David Cross dan vida a una melodía venida de algún lugar evolucionado.
El inicio de esta improvisación es atmosférica, mágica, dramática en ciertos aspectos, por el juego melódico disonante que realizan Cross y Fripp en el mellotron, para dar paso al enorme e imponente bajo de Wetton y a la vorágine de la percusión de Bruford. Lo que escuchamos en el disco es un extracto de la improvisación que solo podríamos disfrutar completa en el box set editado en 1992 llamado The Great Deceiver y en el disco 19 de otro box set: The Road to Red, editado en 2013.
Llegamos al final de Red con un tema que es la quintaesencia de King Crimson. un track que pasa de una contemplación sublime a un estado de caos melódico: esa maravilla llamada Starless. Un tema escrito en sus acordes y melodía por John Wetton, y que al principio fue rechazado por Fripp y Bruford. De hecho, había sido creado en las sesiones de Starless and Bible Black. Sin embargo, fue revivido para este disco con nuevas letras, pasando por varias revisiones y contando con la contribución de Palmer James. También incorporó un riff de bajo creado por el maestro Bruford.
Participan de la canción, nuevamente, Ian McDonald y un viejo conocido, Mel Collins. En la etapa inicial de Starless, la introducción fue hecha por David Cross, para luego ser interpretada por Fripp en la guitarra, añadiendo mínimos cambios a lo que había hecho Cross (aunque en vivo este último interpreta la introducción original al violín y Fripp esta en el mellotron).
Describir lo que provoca esta obra de arte sensorial es difícil de explicar; es como ser tocado por una energía que nos acaricia para luego arrojarnos hacia el abismo, solo para que, como ave fénix, volvamos a renacer desde las cenizas. Starless por momentos nos emociona y al mismo tiempo nos invita a conocer el lado más oscuro del rey carmesí. La asfixiante batería de Bruford produce una oleada de maquiavélica felicidad que tiene su clímax en el minuto 7:58 con ese quiebre galáctico del platillo chino.
¿Qué más se puede decir de Starless? Solo que es un final épico para un disco enorme como una catedral, y que sería el punto final de esta encarnación.
Nos dejamos caer en la vorágine, la muerte y el ocaso, la luz y las tinieblas… en fin, en la vida de este más que imprescindible regalo a los sentidos que nos da King Crimson con Red.