«Wasteland»: la versión más melancólica de Riverside
Desde la recóndita Polonia toca soplar velas por el álbum Wasteland de Riverside. Pocas de momento, tan solo cuatro, tantas como años desde su lanzamiento, el 28 de septiembre de 2018. Escaso espacio de tiempo, pero suficiente para estar ya entre la élite de los álbumes actuales de rock progresivo moderno.
Supone el séptimo de la banda, y el primero sin Piotr Grudziński, guitarra líder, tras su trágica y prematura muerte. ¡Otras velas en tu honor Piotr! Una terrible noticia, de las que no nos gusta informar. Será su marcha terrenal, en gran medida, responsable tanto de la temática como de la atmósfera melancólica y derrotista que rodea a Wasteland. En este sentido, el batería Piotr Kozieradzki no podía estar más acertado cuando dijo que Wasteland “transporta muchas emociones que reflejan lo que ha estado ocurriendo últimamente en la banda en los últimos años. Es una cara mucho más heavy y oscura de Riverside”.
En la línea compositiva, ante la ausencia de un guitarra principal, Mariusz Duda, líder y alma creativa de Riverside, decidió contratar a Maciej Meller y Mateusz Owczarek para grabar y componer los solos de algunos de los temas. Además, contó con la colaboración del violinista Michał Jelonek. La aportación del violín a lo largo del LP es excelente, dando mayor dramatismo y profundidad al álbum. Un gran acierto.
Las canciones de Wasteland
The Day After es una introducción de Mariusz Duda a capella, con un áurea profundamente desalentador. La lírica, absolutamente derrotista, es transmitida con una voz tan cercana, tan aislada de ruidos exteriores, que parece estar en tu propio interior. Por si fuera poco, el eco y su vocalización extremadamente orgánica y sin retoques nos permite apreciar su canto al natural. Finalmente, la melancólica voz poco a poco se va desvaneciendo, mientras un sonido ambiental gana peso junto a un desgarrador violín. Estos tan estudiados detalles, aunque no lo parezcan por su aparente simpleza, son una auténtica masterclass de ingeniería musical. ¡¡Qué manera de empezar!!
Sin tiempo para digerir este apoteósico inicio, una guitarra rítmica e hipnótica se lanza con todo en Acid Rain. Apoyado por el riffeo de guitarra, entra Mariusz Duda, con su elegancia habitual. Va ganando peso el tema con los segundos, hasta dar paso al precioso estribillo. El teclado, tan importante en Riverside, hace delicias en forma de solo, hasta volver a la posterior estructura puente-estribillo. A la mitad del tema, una sección que combina sintetizador, guitarra y batería a contratiempo nos recuerda a Lunatic Soul tras la entrada de un pegadizo coro polifónico. Esta gente estudia cada nota, cada sonido y cada silencio de una manera increíble.
Vale of Tears comienza con una batería lenta y producida, a la que se le añade intermitentemente, a modo de descargas, un riffeo electrónico. Nos recuerda a Muse, pero el parecido queda en un simple espejismo. Pronto, un estribillo con un toque medieval llena de colorido el ambiente. Final inesperado, muy thrash progresivo, para rematar con un gran solo a cargo de Mateusz Owczarek.
Bajo una base de guitarra electroacústica y un lento piano transita Guardian Angel, sin grandes sobresaltos durante todo el corte. Solamente unos punteos ocasionales ofrecen una llamada de atención en un ambiente sumamente calmado pero cargado de emotividad. Un tiempo lento y simple, pero suficiente para saciar nuestro exquisito y exigente paladar.
Lament es un ejercicio de desahogo. Estilo rock gótico, a lo HIM, con un estribillo pesado y doom a la vez que pegadizo. De nuevo, Mariusz Duda juega con su preciosa voz. Además, se puede apreciar el banjo rellenando las pequeñas grietas que van dejando por su paso el resto de músicos. Un juego de sonidos increíble y efectivo. Poco después, un sensitivo violín, recurso muy utilizado en Wasteland, cierra otra inmaculada pieza. Emociones a flor de piel…
The Struggle for Survival, con sus casi 10 minutos, es el tema más largo y experimental del álbum. Varias capas de estructuras rítmicas se van añadiendo dando forma y sentido a esta pieza instrumental. Los pasajes caóticos dan paso a los más eléctricos. Por momentos, parecemos escuchar algo totalmente distinto a Riverside, algo setentero y clásico. Para aumentar su intríngulis, una batalla a muerte se libra entre Michał Łapaj al teclado y Maciej Meller a la guitarra. Duelo que, por cierto, dejamos en empate.
Bajamos marchas con River Down Below. Las preciosas guitarras acústicas nos dan una idea del contenido lírico. Una historia en la que el protagonista pide a algo o alguien que se siente a su lado, que lo echa de menos y que le cuente la historia de su vida. Muy metafórico. Posiblemente sea un símil del río como una vida que se termina. Por enésima vez, las melodías son la protagonista del tema. Una delicia que parece no agotarse nunca. Épico solo de guitarra de Maciej Meller, plagado de feeling para cerrar otro grandísimo tema.
Wasteland, que da nombre al titulo de la obra, quizás sea el tema que contenga mayores contrastes y cambios. Comienza con una sección de cuerdas, quizás banjo de nuevo, escoltado por varias guitarras acústicas. Entre medias, enchufamos amplificadores y activamos distorsión a las guitarras, para enganchar en una ambientación con un aire muy western. Uno no puede dejar de imaginarse a unos valientes cowboys del lejano oeste.
Todo lo bueno se acaba… The Night Before es un precioso dúo a piano con Mariusz Duda ofreciéndonos protección con su susurro. Es el cierre ideal a este mar de dramas y desesperación. Un haz de esperanza que parece protegernos. Hablo en tercera persona porque es tan real y profundo lo que nos hace sentir que parece que formamos parte directa en la trama. Un don, el de remover nuestras emociones a través de la música, al alcance de muy pocos.
Para concluir…
Wasteland es, en la carrera de Riverside, un trabajo que supuso un antes y un después. Determinó su reputación internacional y su entrada de lleno entre los más grandes de la escena rock prog. Siempre sobre la base de méritos propios, con pequeños pasos, pero firmes. Ya años atrás, con Shrine of New Generation Slaves, dieron una llamada de atención con un álbum excelente, solvente e impecable al que se le hacía fundamental continuidad. Wasteland supone, además de esa perfecta conexión, un álbum de madurez. Un derroche de sentimientos que llega a los más profundo del alma. Justo lo que buscaban.