Samla Mammas Manna y “Måltid”: La hora de comer ha llegado

Antecedentes
Samla Mammas Manna, un nombre insólito y desafiante en cuanto a pronunciación, esconde una historia cautivadora tras de sí. Se cuenta que fue extraído de un poema sueco infantil carente de sentido, lo que posiblemente explique su anhelo de traspasar fronteras musicales. Si intentáramos traducirlo, podría interpretarse como “Recolectar el alimento materno”, arrojando cierta luz sobre la amalgama que esta fascinante banda intenta forjar con una interesante mezcla de folklore, rock progresivo y jazz.
Este grupo sueco inició su audaz travesía musical en 1969, cuando el tecladista y compositor Lars Hollmer y el percusionista Bebben Öberg unieron fuerzas para dar forma a sus extravagantes ideas. Así, dieron vida a un sonido influenciado por el folk, el rock y las estructuras del jazz. Aunque algunos oyentes sienten que son duendes que juegan con los instrumentos, la música de Samla Mammas Manna no debe subestimarse. Es una melodía original, repleta de ingenio vibrante, condimentada con las esencias más exquisitas del folclore escandinavo, entretejida con elementos complejos y eclécticos de la composición progresiva y psicodélica. De cierta manera, esto se asemeja a lo que hacen otras bandas que fusionan las tradiciones ancestrales con lo contemporáneo, permitiendo una visión más libre de la evolución del folklore. En esta línea, se pueden mencionar ejemplos como Los Jaivas y Congreso (Chile), Celeste (Italia) y Som Imaginario (Brasil), entre otros.
Tres años después de su debut con un álbum homónimo en 1971, el percusionista Öberg deja la banda. Sin embargo, dos años más tarde, con una nueva formación, Samla Mammas Manna da a luz una obra maravillosa que marca un sonido muy propio.
La musica de Måltid
El álbum que nos convoca es su segundo trabajo, titulado Måltid, que significa “hora de comer”. Publicado por Silence Records y grabado durante el otoño sueco en 1973, el álbum surgió de una sorprendente sesión de tres días en un estudio, donde Samla Mammas Manna nos regaló una obra memorable. Las melodías son psicodélicamente pegajosas, eclécticas, juguetonas y sumamente creativas. El tecladista Lars Hollmer se destaca especialmente aquí, combinando un estilo entretenido, pero serio, demostrando su versatilidad al alternar entre toques de piano al estilo bebop y folk junto a pasajes de fusión completa en el Fender Rhodes. Hollmer también aporta suaves tonos de Mellotron a la banda, evocando a Matching Mole. Además, se sindica como el compositor principal de la banda. También está la banda que brinda una actuación impresionante a lo largo del álbum. Destaca la guitarra flotante pero penetrante de Coste Apetrea, el bajo atento de Lasse Krants y la batería frenética pero controlada de Hasse Bruniusson. Esto convierte al disco en un trabajo excepcional que mantiene una cualidad atemporal, como si el tiempo se detuviera, manteniéndolo fresco y jovial, a pesar de las constantes críticas sobre la mala calidad de audio que algunos alegan, sin embargo, ese mismo sonido le da un toque de baja fidelidad que lo condimenta sin sobrepasarse, además, esto no impidió que la banda girará dentro de un inicial circuito de Rock In Opposition donde jugó un rol fundamental. Pero eso es otra historia.

Samla Mammas Manna 1973 – La formación del “Maltid”: (De izquierda a derecha) Lars Hollmer, Lasse Krants, Hasse Bruniusson y Coste Apetrea.
La diversidad y el humor son elementos fundamentales en el álbum. Por esta razón, las partes vocales son agudas y francamente extravagantes en la mayor parte del disco, aportando un ambiente alegre y juguetón a la música, aunque podría no atraer a oyentes más convencionales al escuchar música progresiva. Las letras son escasas en el álbum y, a pesar de ser clasificados por algunos como avant-prog pertenecientes a RIO, Samla Mammas Manna mantiene un enfoque consciente en la sofisticación musical. Los tiempos poco convencionales y los contrapuntos, elementos comunes en la música de Henry Cow, raramente aparecen, al igual que las armonías inusuales y las complicadas alteraciones. Aunque presentes, las improvisaciones son menos frecuentes en el disco. El grupo parece otorgar prioridad a la calidad excéntrica de su música, a los cambios constantes dentro de una misma composición, lo que las hace variadas y sorprendentes, lo que en realidad resulta sumamente entretenido.
Las canciones de Måltid
El álbum se presenta de manera impactante con una magnífica composición inicial, Dundrets Fröjder. Esta pieza sin duda alguna establece su presencia de manera contundente al comenzar con el chirriar de cuerdas de una guitarra distorsionada y los acordes del Fender Rhodes, concluyendo con una melodía ágil, repetitiva y sorprendentemente pegajosa. De inmediato, te sumerge en la esencia de lo que está por desplegarse. En esta canción, se suceden hasta 13 cambios de melodías, intensidades, momentos y explosiones que, en 10 minutos y 46 segundos, crean un viaje ida y vuelta verdaderamente inolvidable. Se recomienda precaución a quienes padecen problemas cardíacos, ya que la experiencia puede resultar emocionantemente intensa.
A continuación, emerge Oförutsedd Förlossning (Parto Imprevisto). Aquí, el distintivo universo de Samla Mammas Manna se manifiesta en plenitud, como un hilo conductor que recorre este álbum y que resultará familiar para quienes han explorado el primer trabajo discográfico de la banda. Una voz aguda declama y entona una serenata desordenada, desencadenando un pasaje instrumental en el que el piano y la guitarra adquieren protagonismo. Aunque es una de las escasas canciones con letra en este disco, su evolución está salpicada de matices que la acercan al formato de canción convencional. Sin embargo, su carácter no cede ni un ápice a las convenciones radiofónicas. Lo irónico de todo esto es la pasión con la que el cantante la presenta, lo cual, curiosamente, actúa como un bálsamo ante lo que sigue a continuación.

Unas campanadas resuenan, anticipando la llegada de Den Återupplivade Låten (La Canción Revivida), que nos reintroduce a un Samla Mammas Manna más ecléctico en lo instrumental, con una fuerza y cohesión como banda que rayan en la impecabilidad. En esta etapa, la banda nos guía a través de un recorrido casi cinematográfico y lisérgico, capaz de evocar la intensidad del impacto inicial, la serenidad de la contemplación, el suspenso onírico, la furia de la existencia y culminar en la melancolía de la realidad.
Folkvisa i Morse (Canción folklórica Matutina) es una delicada melodía que recrea, a modo del Alan’s Psychedelic Breakfast de Pink Floyd, el desayuno de una persona cuyos movimientos y tarareos se oyen tras la música que lo acompaña. Sin embargo, la melodía en ciertos momentos se oscurece, decae en un trance en que quizá el ánimo decae y la cabeza da vueltas para incorporarse para volver a dormir.
Con Syster System, retornamos a las criaturas que entonan, danzan y desatan sus travesuras una vez más. Una melodía de piano singular toma forma, creciendo, ascendiendo y descendiendo, mientras se entremezcla con gritos onomatopéyicos y diversos sonidos que asumen el papel de percusiones. Luego, hace su aparición Tärningen (El Dado), cuya atmósfera evoca ligeramente los primeros acordes de Yes, con una melodía de guitarra y piano que se entrelazan en un sincronizado compás de alegría, aumentando hasta desembocar en un cambio que se enriquece con un solo de teclado de Lars Hollmer, sencillo pero eficaz.
La siguiente canción evoca a momentos en los que vikingos, caballeros andantes y doncellas compartían las tabernas, bebiendo y cantando al unísono. Svackorpoängen (Los Puntos Débiles) se presenta como un auténtico himno interpretado por toda la banda, uniendo sus voces en una especie de celebración ebria. La melodía entona un estribillo ininteligible pero contagioso, marcado por un ritmo galopante. Esta canción se erige como una de las favoritas del álbum, enriquecida con ese inconfundible folklore nórdico que Hollmer y sus compañeros saben plasmar magistralmente.
Avanzando con paso decidido, Minereten se erige como un claro ejemplo de cercanía al jazz. Aquí, la batería asume un papel más destacado, marcando una línea melódica en la que la guitarra brilla y nos acerca a las alturas celestiales. Por detrás, se despliega una capa de teclados que, en conjunto con el bajo, establece una cadencia constante y serena. No obstante, el sello distintivo de lo “samlesco” no tarda en hacer su aparición nuevamente, llevándonos a un estado psicodélico mediante un ritmo persistente de cualidades circenses. En esta atmósfera, los sonidos de duendes y criaturas juguetonas se hacen presentes una vez más.
El cierre oficial del álbum llega con Værelseds Tilbud, que de alguna manera actúa como el descenso del telón en esta obra notable, una que ha dejado una huella profunda al influir en numerosos grupos y solistas que continuarían explorando la senda del folk progresivo.
Es importante resaltar que en una edición del CD lanzada en 1993 se añadieron tres canciones adicionales a la obra original. Una de ellas es una improvisación titulada Minareten II, la cual mantiene una melodía constante, pegajosa y repetitiva, donde las voces vuelven a adueñarse del escenario. A continuación, nos encontramos con una muestra del primer álbum de Samla Mammas Manna, Circus Apparatha, donde la voz (aparentemente perteneciente a un joven Lars Hollmer) se asemeja a la de un joven Sting. Sin embargo, lo intrigante de este punto de convergencia entre los discos radica en los cambios de ritmo entre lo circense y elementos más oscuros y dramáticos. Concluimos esta adición con Probably the Probably“, la más experimental de la serie, la cual deja una especie de estela que se manifestará de manera continua en la obra de Samla Mammas Manna: juegos de voces acompañados por una instrumentación inquieta, rica en matices, con toques psicodélicos y progresivos, aunque en ningún momento se toma demasiado en serio, a menudo adoptando un carácter perturbador sin perder su distintivo y genial sentido del humor.
50 años de Måltid
“Måltid” es una obra que, a sus 50 años cumplidos en la fecha que escribimos estas líneas, se arraiga en la memoria de manera perdurable, emanando calidez y gracia en cada nota. En lugar de cansarte, te sumerge en el corazón de un bosque encantado, donde los duendes desatan su danza en torno a una fogata, avivando el ritual de la llegada de la primavera. Este álbum no se sumerge en la oscuridad; en ningún momento evoca sentimientos de melancolía o nostalgia. Por el contrario, es una creación repleta de imágenes positivas e incluso momentos humorísticos.
Es posible que las teclas maestras de Hollmer aporten ese toque profundamente nórdico, impregnado de leyendas y mitos, mientras que la guitarra de Apetrea nos sumerge en ciclones de notas mentales que se entrelazan con el hipnótico bajo y la rítmica batería. A pesar de estos atributos tan alineados con una visión optimista y alegre de la vida, es crucial advertir a los melómanos que, bajo los efectos de ciertos estímulos lisérgicos, este disco podría desencadenar problemas cardíacos. Lo afirmo desde mi propia experiencia.