Reseña: «From Silence to Somewhere» de Wobbler

Wobbler From Silence to Somewhere reseña progjazz 2017

 

Luego de la gira de Rites at Dawn, vinieron cambios para los noruegos de Wobbler. Su guitarrista original, Morten Eriksen, deja la banda y en su lugar entra en 2014 Marius Halleland, un viejo conocido del grupo. Fue así que lentamente Wobbler fue dando forma a su cuarto disco de estudio: From Silence to Somewhere. Seis años pasaron luego de su último trabajo, pero la espera sería compensada con creces, gracias a un excelente nuevo disco. Para muchos, el mejor del quinteto.

Y es que en From Silence to Somewhere encontramos a un Wobbler maduro, afiatado, hallando un sonido y sello más propio, sin dejar de lado los guiños a la época dorada del prog de principios de los 70.

 

Las canciones de From Silence to Somewhere

El disco abre con From Silence to Somewhere, un tema épico al estilo «Close to the Edge» o «Supper’s Ready». Luego una de una introducción con dueto de guitarras y de un exquisito solo de teclado acompañado por toda la banda, cerca del minuto 3 una línea de moog nos da la melodía principal, junto con arpegios de guitarra y mellotrón. Posteriormente entra la voz, cantando la misma melodía, acompañada de percusión y bass pedals. A la siguiente estrofa se suman más instrumentos, y a los 5:27 el tema da un giro con un puente, con dueto de flautas, que sigue con voces llevadas por el ritmo de la batería.

Posteriormente una parte delicada con mellotrón, flautas que nos dan un poco de introspección con relación a la etapa del viaje de realización del protagonista (el héroe de la narrativa en la letra), quien se encuentra luchando por encontrar la luz. Vuelve la canción a la carga con la batería, un coro de voz tarareado y luego se repite la letra de las dos estrofas anteriores. 

A los 9:30 el tema da un giro dramático, con un teclado creando una atmósfera tensa, como presagiando una batalla, a la que se le van sumando notas discordantes de los otros instrumentos. Luego de un riff de bajo con wah-wah, comienza la batalla entre el órgano hammond y el moog, con una frenética batería, flautas que aparecen y se van, hasta que a los 11:45 las guitarras llevan el tema con un riff marcado y luego de un efectivo solo, el tema vuelve a un intermedio ecléctico con bajo y guitarra con wah-wah. Esta parte instrumental concluye con el retorno de la melodía principal, esta vez con toda la banda creando una verdadera sinfonía épica entre teclados, bass pedals y dueto de guitarras.

Un cierre magnífico que culmina con el sonido de un gong… ¡Pero no se ha acabado la música! Es la calma luego de la batalla. Un coro de voces renace de las cenizas y, tras algunos arpegios de guitarras, vuelve la canción de forma similar a los 3:00. Luego de una estrofa cantada, el tema llega a su clímax, repitiendo la letra de «From the mould, the mother womb…» pero esta vez con Andreas W. S. Prestmo cantando al unísono dos voces a tope, mientras la banda acompaña con toda su energía.

From Silence to Somewhere cierra con una delicada coda desde los 18:35, en la que el héroe de la epopeya ha alcanzado su realización.

El segundo tema del disco, Rendered in Shades of Green, sirve como una pausa. Un suave interludio instrumental de piano, cuerdas y glockenspiel. Luego viene Fermented Hours, que comienza con una frenética introducción, similar a «Sound Chaser» de Yes. Después del anuncio de las voces, cae un riff que da espacio a un disonante solo de guitarra, seguido de ataque de notas de Hammond. La voz entra en esta caótica atmósfera de guitarras y batería, hasta que una línea de bajo da una pausa para un extraño relato en italiano. A éste le sigue la banda galopando al ritmo de la batería y los riffs, hasta que todo cambia y llega la calma a los 2:20, con el órgano Hammond marcando una percusiva melodía, y el bajo alternando entre notas altas y bajas.

La voz canta la receta del conjuro que prepara el hechicero, hasta que a los 4:28 el teclado da otro giro a la canción, con la banda incorporándose de a poco, mientras que el hechicero recita una fórmula en italiano para su poción. Continúa un breve interludio instrumental, una estrofa cantada en donde mencionan por primera y única vez “Fermented hours”, hasta que un riff, al unísono entre el bajo y la guitarra, guía a la voz hacia un desenlace tenso, con teclados góticos y sonidos de campanas.

Luego de un puente de guitarras y teclados descendentes, la canción vuelve al riff principal, con toda la energía de la banda. Sigue entonces la voz y los instrumentos, llevando a un clímax ascendente que termina en un Mi al unísono, al estilo «A Day in the Life». 10 minutos de excelente ejecución, en donde la banda muestra toda su capacidad para crear tensión y distintas sonoridades.

Foxlight es la última canción del álbum y es una de las mejores de la banda. Comienza con un suave conjunto de guitarras acústicas, flauta y mellotron. Se escucha una voz que canta “see the sunrise” para luego difuminarse entre voces que van y vienen, al igual que flautas, piano y xilófono, que van dibujando notas altas. Todo muy sutil, dando un toque pastoral a la canción. A los 2:03 entra el bass pedal, y luego de un interludio, desaparece la flauta y comienza un solo de piano eléctrico, acompañado de las guitarras acústicas. En esta parte es imposible no acordarse de «Supper’s Ready».

A los 3:44 todo cambia y comienza una fuerte ejecución de clavicordio seguido de toda la banda llevando riffs, alternando entre teclados y clavicordio. Finalmente, a los a los 4:40, entra la voz diciendo algo así como “Heme aquí, en esta encrucijada, batallando con las opciones para mi epitafio”. Se trata de otra canción de búsqueda, de realización y trascendencia espiritual. Como en todo el disco, dando un cierto aire conceptual a las letras. 

Foxlight sigue entre numerosos, breves y poderosos cambios de ritmos y tonos, hasta que un solo de clavicordio trae la calma y el tema va haciéndose cada vez más suave, hasta que prácticamente sólo quedan un par de guitarras, voz, mellotron y luego flauta. Cuando parece que el tema finaliza, una voz irrumpe con fuerza y nos trae la última parte, con un aire medieval alegre, en donde se alternan moog, Kalamazoo, solo de guitarra y coros, dando un final positivo al peregrinaje del héroe de la narración.

 

En suma, un álbum redondo, ejecutado con solidez, energía y un gran sentido de la música por toda la banda. Uno de los mejores de la década pasada.

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