«Going for the One» de Yes: La epopeya Suiza de lujos, gloria y controversias

Estamos en septiembre en 1976, mientras Yes va de camino a Suiza. La banda está mejor que nunca: los shows de aquel año habían sido un éxito rotundo y financieramente fueron espectaculares. Por lo mismo, los comandados por Jon Anderson se unían a una larga lista de exiliados fiscales de la escena musical británica que dejaron de imponer en su tierra natal, debido a una nueva carga impositiva del 95% de ganancias sobre onerosos montos, como los que ellos estaban ganando.

Yes tenía agendado varias semanas en el Mountain Studios en Montreux (que dicho sea de paso, hoy en día es un museo dedicado a sus dueños desde 1979, Queen); pero aún no pueden hacer efectiva la reserva, ni ingresar al estudio, ya que Emerson Lake and Palmer estaban retrasados en sus grabaciones y aún no terminaban de darle forma final a «Works Vol. 1» y «Vol. 2». Todos estos factores recién nombrados, marcan a fuego las composiciones de la banda, tanto por el frío clima suizo, como también por la larga espera que predispone al desarrollo de composiciones largas, sin prisas, pero sin pausas.

Como te comentamos en nuestra entrada del disco «Relayer» sobre las razones de la salida de Patrick Moraz en Yes; para aquellos días, con la banda esperando por su turno, el suizo era aún miembro de facto de la banda. Probablemente, si ELP no se hubiese retrasado, habríamos escuchado al tecladista interpretar las composiciones y arreglos que él dice haber aportado, en todas las piezas del venidero disco.

Aunque para esas fechas ya estaba consciente de que algo se tejía sobre su cabeza, no se enteraría del todo hasta diciembre de 1976 cuando la famosa publicación «Melody Maker» anunció la vuelta de Rick Wakeman a la banda. Si, literalmente «se enteró por la prensa», aunque no solo él, sino que también Rick, a quien aún no se le pedía formalmente su reingreso al grupo.

Si bien, las decisiones pragmáticas, comerciales, y en muchos casos, despiadadas, ya eran parte de Yes y todo su management para aquella época, esta sería la primera de una larga lista de desaires y malentendidos que tendría la banda y sus integrantes en su larga historia, hasta el día de hoy. Todo esto causado, probablemente por el gusto de la agrupación por el dinero abundante y lujos. Te contamos más de aquello en las declaraciones de Eddie Jobson cuando se unió a la banda en 1983.

Y sí, la jugada de Wakeman reingresando a la banda tenía total sentido. Si bien el británico venía algo escuálido en su cuenta corriente luego de derrochar muchísimo dinero en las presentaciones del disco «The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table» (1975) y en otros lujos; las ventas de aquel disco, unidas a las de «Journey to the Centre of the Earth» (1974) se equiparaban de igual a igual con cualquier lanzamiento de Yes post 73′. Y eso, para una carrera solista de un tecladista compositor, era simplemente increible.

Y hablando de dinero, en Yes no se tenía que notar pobreza. Aunque Suiza era (y es) uno de los países más caros del mundo, la banda dinamitó cash como si no hubiese un mañana. Se llevaron consigo desde el Reino Unido un equipo completo de ingenieros de sonido, otro equipo completo de documentalistas (de allí son las imágenes que podemos ver del proceso de grabación), y por si fuera poco, se trajeron en una especie de vacaciones todo pagado a varios amigos de la banda, sus esposas y familiares. Se alojaban en los hoteles más lujosos de la ciudad, y cenaban todas las noches en los restaurantes más caros de Ginebra.

Solo la familia de Steve Howe rentó 9 habitaciones de un hotel cinco estrellas con vista al lago Lemán.

¿Cómo pasaban el tiempo en los fines de semana? Arrendando automóviles Rent a Car para correr carreras en torno al lago y ver quién era el que los destrozaba antes que todos. Led Zeppelin y The Rolling Stones eran conocidos por sus extravagancias, pero créanos que Yes post 74 no se quedaba muchos peldaños atrás.

¿Están muy entretenidos los detalles sabrosos? Acá van algunos más. Por estas fechas Yes mandó a colocar su logo en su flamante nuevo jet privado. Esto fue cuasi fatal, ya que en uno de los vuelos de la banda, el vinilo plástico de las letras se desprendió y se atascó en uno de los motores, lo que provocó un aterrizaje de emergencia. Mientras el jet estaba en reparaciones, Howe decidió comprar un par de pasajes en primera clase en el Concorde; uno para él, y otro para su guitarra.

Para los descansos en soledad de Rick durante su estadía en Suiza, decidió comprar una cabaña en las montañas. Lamentablemente, ocurrió una nevazón tan fuerte que prácticamente la sepultó. Como sacar la nieve habría tardado semanas, Wakeman decidió ir a comprar una segunda propiedad. Todo mientras aún mantenía sus caballos de carreras, sus Rolls Royce y Jaguars, los equipos de fútbol y las mansiones en la campiña inglesa.

Jon Anderson muchos años después diría que durante los 6 meses (!) que estuvieron en Suiza gastaron tanto dinero, que finalmente no se ahorró nada yendo para allá para evitar los altos impuestos británicos.

Mientas se grababa el disco, el fundamental Roger Dean fue invitado a Suiza para escuchar la nueva música y crear una portada en base a lo que le inspirara. Le presentó a la banda una pintura llamada «El vuelo de Ícaro«, incluyendo al personaje griego desnudo, pero fue rechazada por Jon Anderson, quien quería algo mas audaz y menos continuista que las portadas anteriores.

Después de estos desencuentros artísticos, Jon decidió recurrir a Hipgnosis, quien les presentó una fotografía del Plaza Towers en el distrito Century City de Los Angeles, fotografiado por Aubrery Powel (Po) durante una gira con Wings en 1975. A esta fotografía se le añadieron motivos geométricos con los cuales Storm Thorgerson estaba trabajando en la época, junto al hombre desnudo de espalda, inspirado en el hombre de Vitruvio de Leonardo Da Vinci, quien contempla un futuro tecnológico de edificios modernos. Todo esto hace alusión al Kundalini, el concepto hindú de los puntos del cuerpo donde fluye la energía.

Steve Howe nunca estuvo muy de acuerdo con la idea de colocar un hombre desnudo, y Atlantic Records colocaba pegatinas con el lema de «la vuelta de Rick Wakeman» encima del trasero del hombre, en un intento de censurar una fotografía un tanto explícita. Y no, el hombre desnudo no era Anderson, como se decía en aquella época.

Finalmente, el disco, producido por la misma banda, fue lanzado un 7 de julio de 1977. ¿Valió la pena tanto derroche para el venidero disco «Going for the One«?

Escrita originalmente por Jon Anderson durante las sesiones de «Relayer» (1974), y con rockeros (y muchas veces sobrecargados) arreglos de Alan White, la pieza homónima abre un rotundo nuevo capítulo en la banda de canciones más directas y concisas, con cripticas letras de deportistas que luchan por alcanzar la grandeza y el lugar número uno; lo que en realidad son metáforas de un concepto chino proveniente del taoísmo llamado wu wei, que nos habla de la fluidez de las cosas. Las acciones son más fuertes mientras menos esfuerzo coloquemos, o dicho de otra forma, mientras menos nos esforcemos por el ideal, más podremos lograr. Simplemente, dejando fluir.

La canción originalmente tenía incluidos varias melódicas (pequeños teclados que se soplan) interpretadas por Squire, White y Howe; pero que luego fueron enterradas en la mezcla. Nunca podremos oír como se escuchaba originalmente, o una toma alternativa de esta canción, ya que las cintas máster del disco están perdidas.

Una de las piezas más bellas del rock progresivo británico hace su aparición: Es que «Turn of the Century» con sus delicados arpegios y la performance simplemente celestial de Anderson se revela como un combo demoledor. Originalmente compuesta por White durante las sesiones de «Relayer» con arreglos más pesados, fue correctamente modificada por el resto de la banda para crear una absoluta joya sonora.

«Century» nos cuenta una historia derivada de la antigua leyenda griega de Pigmalión: Tenemos un escultor llamado Roan y los dos amores de su vida: Su arte y su pareja, la que parece ser también la modelo del artista. Cuando llega el invierno, la mujer cae gravemente enferma y muere, por lo que Roan decide hacer una escultura en piedra de su gran amor, mientras el teclado de Wakeman parece querer situarse en el papel de los propios dedos del escultor, en una sección que simplemente quita el aliento; hasta el clímax de la guitarra de Howe que coincide con la finalización de la escultura, cobrando vida y con la reunión de ambos amantes nuevamente.

Musicalmente, está llena de maravillosas imágenes sonoras de anhelos, pérdidas, y de como nos relacionamos con amores pasados. Es realmente una obra maestra.

«Parallels» de Squire parece una nueva relectura de una plantilla de composición muy amada por la banda que inauguró «Siberian Kathru«. Originalmente pensada para su «Fish Out of the Water» (1975), sugiere que Chris quiere encontrar nuevas direcciones para su vida, o «paralelas», a su estilo de estrella del rock and roll derrochador, y su nuevo hábito adquirido por «la harina blanca» 👃. De ahí la referencia a la flor de la india que siempre puede volver a florecer de nuevo.

Esta adicción que Squire no dejaría hasta comienzos de los 80′ fue una de las razones del distanciamiento que tuvo con Jon Anderson a fines de los 70′.

Además, acá tenemos la primera aparición del órgano de la iglesia de San Martín en la ciudad de Vevey que aparece en el disco, que se encontraba a pocos kilómetros del estudio. Lo curioso es que todo lo que tocó Rick se grabó vía línea telefónica.

«Wonderous Stories» es la única pieza del disco que fue realmente escrita en Suiza. Inspirado por un paseo matutino de Jon en el lago Lemán de Ginebra y donde él cuenta que escribió toda la canción en su cabeza en aquel momento, es una alegoría cristiana sobre un viajero que se encuentra con el que a todas luces es Jesus, para encontrar el perdón. Rápidamente, asciende a las puertas del cielo, pero aún no es su hora. Este hombre sabe que en algún tiempo volverá a esos divinos lugares para escuchar más de la sabiduría de Cristo y de sus «historias maravillosas».

Musicalmente, es una pieza bellísima. Las mandolinas y guitarras portuguesas de Howe, junto a la verdadera hamaca sonora que generan las líneas de bajo de Squire, junto a la angelical voz de Anderson hacen de esta pieza una verdadera delicia auditiva. Como curiosidad, originalmente «Wonderous Stories» aparecía mal escrita en las primeras ediciones en vinilo; y esto habría sido una falta de ortografía del mismo Jon.

Y para cerrar, el grand finale. Es que Awaken es una verdadera catedral sonora y es referida por Jon y Steve como la pieza definitiva de todo el catálogo de la banda. Todo comenzó con un riff de tintes árabes de Howe en su mandolina que se desarrolló en la gira de Relayer con Patrick Moraz, donde era llamada «High Vibration» y luego «Eastern Number«. Patrick siempre ha indicado que gran parte de las ideas del desarrollo de Awaken eran totalmente suyas, afirmaciones respaldadas más tarde por el propio Steve, al punto de llegar a decir que debió habérsele incluido en los créditos.

En términos compositivos, comparte varias trazas que nos llevan a «Close to the Edge«, desde las ideas musicales del sincopado ritmo principal, incluyendo las líneas de «Awaken Gentle Mass Touch» que nos remiten al concepto de «Total Mass Retain«, entendiéndose masa como el peso de nuestra alma, que nos está llamando a despertar. Todas estas letras están inspiradas en otra alegoría cristiana llamada «The Singer» del escritor Calvin Miller, donde se retrata a Jesus como un trovador que viaja por el mundo esparciendo su mensaje de amor y redención.

La parte de «Workings of Man«, que inaugura el órgano de iglesia de Wakeman es una cosa maravillosamente gloriosa y barroca que desemboca en un mundo hermoso, de paz y meditación, como un camino de iluminación ascendente hacia el cielo, que nos lleva al climax del disco; ahí, donde las palabras cojean al hablar de música. Solo Yes puede crear algo así.

Las versiones modernas del disco traen algunos bonuses, de los cuales podemos destacar el jam de Howe con «Montreux’s Theme«, la interpretación en bajo de Chris del clásico himno cristiano de «Amazing Grace» (en español, «Sublime Gracia«) y el hermoso dueto de Wakeman en el órgano de iglesia y Howe en la acústica de «Vevey»

El disco fue recibido de forma muy positiva, alcanzando el número uno de los charts británicos y el octavo puesto en Estados Unidos, y aunque superó en ventas a «Tales from Topographic Oceans», extrañamente fue superado por su sucesor de 1978, el a todas luces inferior «Tormato«.

La banda dio el puntapie inicial en Ohio, durante el verano americano por todo Estados Unidos, para desembocar en octubre en el Reino Unido y el resto de los paises europeos hasta diciembre de 1977. El setlist comprendía el disco completo, unido a los grandes clásicos de siempre, salidos de «The Yes Album«, «Fragile«, «Close to the Edge» y específicamente «Ritual» de «Tales from Topographic Oceans«. Quizá por la falta de Moraz, no fue interpretado nada de «Relayer».

Esta gira también marca el debut del legendario «bajo triple» de Chris Squire, una idea original de Rick Wakeman imaginada «mientras estaba borracho», para Roger Newell de su English Rock Ensemble. Al parecer estaría derivado del «doble bajo» que Mike Rutherford usaba por esa misma época, pero llevado al extremo. De cualquier forma, Squire perfeccionó el modelo, aligerandolo, el cual finalmente fue donado a la famosa cadena de cafetería y museo del «Hard Rock Café».

«Going for the One» es sin duda alguna un nuevo capítulo de la banda, y un disco que enmarca un cierre a una carrera unitaria absolutamente magistral en los fiordos del rock progresivo de los 70′. Si bien de aqui en adelante las cosas se torcerían una y mil veces para los británicos, encapsula una época de exploración musical y evolución, manteniendo la esencia de Yes y alcanzado cotas celestiales.

A la banda le quedaría aún mucha gasolina en el tanque y muchos triunfos que lograr en la nueva década que se acercaba a pasos agigantados, aunque con otras formaciones. Esa es ya, otra historia.


Melómano y coleccionista de música en formato físico. Baterista de Hobbie. Uno de los administradores del grupo de Facebook chileno "King Crimson en Chile", con contacto directo con el sello DGM de Robert Fripp y David Singleton. Me gusta escribir sobre música.

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