En abril de 1972, Reale Accademia di Musica se estrenaba con su álbum homónimo. Este disco se me antoja tan oscuro como esclarecedor. Parece un completo sinsentido, pero genera un rango de emociones que abarca ambos extremos.
Reale Accademia di Musica fue conformado en Roma, por Henryk (Enrique) Topel Cabanes, Federico Troiani, Pierfranco Pavone, Roberto Senzasono y Pericle Sponzilli. Inmediatamente fueron invitados por un productor (Maurizio Vandelli) para grabar el disco que nos convoca. El guitarrista original, Sponzilli, abandonó la banda luego de las primeras sesiones de grabación, y fue reemplazado por Nicola Agrimi. Un dato de color: las composiciones son todas de Pericle Sponzilli y Enzo de Luca.
Si bien hubo un álbum posterior con algunos cambios en la formación – y la inclusión de uno de los músicos como principal nombre de la banda – y también se utilizó el nombre para subsiguientes discos, poco tienen que ver con el primero. Fue una banda de una relativa corta duración y, como sucede en muchos casos con las mismas y el RPI (Rock Progressivo Italiano), hay muy poca información al respecto, y a ciertos melómanos nos deja con algunas incógnitas melancólicas…
La presentación gráfica del disco es un collage – que si bien sigue los cánones del progresivo – es a la vez algo diferente: la imagen principal de la tapa nos muestra un teatro de marionetas, con una actuando. Siendo una pintura, la cara es la foto de una mujer, y está comandada por un águila. La imagen del teatro está detrás de una división que sigue hacia el lomo y la contratapa, en donde se presenta un personaje con rasgos humanos, aunque la cara es de una especie de cerdo. Al fondo aparece la fachada de una carnicería, y claramente este personaje es el carnicero, ya que se puede apreciar un cuchillo en su mano.
La parte interna presenta a un personaje de rasgos similares, vestido de frac y tocando un violín – un instrumento que no está incluido en el disco – y el nombre con la misma tipografía de la tapa. Hay múltiples detalles que estoy obviando, pero esta descripción general intenta aclarar un tanto la sentencia inicial. Los diseños gráficos de los discos muchas veces nos propenden a escucharlos, y otras veces a subestimarlos: en este caso – y en el mío en particular – genera al menos intriga. Los créditos de esta obra gráfica son de Wanda Spinello.
El primer tema es Favola, y hace honor a su título. La música comienza lenta, con una guitarra acústica y un teclado, primero “limpio” y luego con un poco de distorsión, que suena como algún modelo de clavinet (¿es tal vez un piano eléctrico?) En la pausa de la fábula, una pequeña orquesta ingresa, con algunos vientos y cuerdas, cambiando ese pasaje intermedio. Al retornar la voz, se vuelve a la cadencia inicial, y el tema se va cerrando tal cual comenzó. Funciona como buen preámbulo del disco.
El segundo corte es Il Mattino, y arranca de una forma similar al anterior, con paso cansino, tanto en el piano como en la voz de Topel. Nos transporta a un lugar melancólico, y resulta un maridaje perfecto con la letra – que nos relata acerca de la felicidad, simplicidad e ingenuidad de la infancia, y cómo se pierde al crecer. En el intermedio, el piano se vuelve algo más protagonista, acentuando tonos. En un lento crescendo, se incorpora el órgano, la batería, y luego la guitarra, para regalarnos un hermoso diálogo entre todos esos instrumentos. Con un corte rotundo se vuelve al ritmo inicial, junto con el recitado de Henryk. En este sentido se repite la fórmula, aunque extendida en el tiempo, del primer tema.
El tercer tema, y último del lado 1 del disco, es Ognuno Sa. Tiene una introducción corta, más alegre, con el piano y el órgano destacándose. Topel canta con una voz algo trabajada (distorsionada), y al terminar la primera estrofa, Troiani ejecuta un solo de piano simple pero efectivo: mantiene el interés en la canción. La segunda estrofa es algo más larga, siempre hablando de cuestiones que “todos sabemos”, y se recrea la fórmula del solo, esta vez durando algún tiempo más. Este tema sirve de puente: está bien colocado en el final del primer lado, es algo más alegre que los anteriores, y nos prepara el terreno para lo que sigue.
Padre abre el lado 2 del disco. La letra es verdaderamente movilizante y dura, y la música acompaña a la perfección. Intuyo que habrán compuesto la melodía para la letra, aunque bien podría equivocarme, y funcionaría igualmente bien. Tiene una intro con el órgano arpegiando y la guitarra acentuando los acordes. En algún momento se completa una melodía más “acabada” que dura unos pocos momentos, para darle paso al inicio de la interpretación de Topel; el bajo lo guía solo en las primeras frases, y se van acoplando escalonadamente la batería, el órgano y la guitarra.
Un espacio de reflexión instrumental se produce al finalizar el tercer verso: muy calmo con el mellotron primero, y luego algo más denso con la guitarra como protagonista. Uso esa palabra porque tiene que ver con la atmósfera de la letra, que habla de un padre que, evidentemente, ha desperdiciado su vida, que ha perdido sus sueños, excusándose en otros. Se incluye una frase que me quedó grabada desde el primer momento en que la escuché: “tú dices que siempre la has amado, que le has donado tu vida” en donde habla de la madre, que da pena por no haberse atrevido a vivir.
Lavoro in Città es la segunda entrada de este lado, y cambia rotundamente el ambiente. Es un tema más simple, en donde se habla del trajín de trabajar en una ciudad. Comienza cantando Troiani, y la melodía se mueve al ritmo de su voz. La entrada de Topel renueva el ambiente caldeado del inicio, y los arreglos entre piano, órgano y la guitarra, si bien simples, describen un paisaje agradable, que acompañan a la letra. El tema finaliza con otro cambio de ritmo, esta vez más “movido”, con una guitarra jazzeada, una pandereta y el piano.
El disco cierra con Vertigine. Si bien la letra no es el punto más alto en este caso, el ímpetu en la interpretación por parte de todos hacen del tema una perla. El hammond, contorneándose entre la densidad y la dulzura; el buen uso del mellotron, la batería con los golpes justos, el bajo siguiendo su línea sin desviarse, la guitarra con sus apariciones precisas… es, lo que se dice, una pieza bien lograda.
Si bien no es un disco en donde podemos encontrar actuaciones superlativas en relación a algún instrumento – incluyendo la voz – está muy bien balanceado. Creo que esto es lo más destacable, junto con algunas de las letras que son dignas de un análisis más profundo y multidisciplinario. No es el típico disco de progresivo italiano, y tal vez por eso me atrevo a alentarlos a escucharlo.
Puedes escuchar «Reale Accademia di Musica» en Spotify:
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