Billy Cobham y «Spectrum»: La fusión latina que conquistó el Atlántico
Los primeros años 70′ fueron época fértil para una nueva revolución en el jazz en Estados Unidos. Tras los revolucionarios nuevos LPs de Miles Davis y Weather Report, surgieron otras formaciones como Return to Forever o The Mahavishnu Orchestra, dispuestas a fundir elementos del rock, del funk, del latin jazz y del post bop en un nuevo y atrevido lenguaje.
«Spectrum» cae justo en este contexto, aunque con sutiles diferencias: Sus raíces son eminentemente latinas y se nutre del funk y rock, pero mantiene la sofisticación rítmica del jazz moderno.
William C. «Billy» Cobham –baterista nacido en Panamá y criado en Nueva York– irrumpió en la escena norteamericana del jazz a finales de los años 60′ tras formar parte de la banda de Horace Silver y en la agrupación Dreams. Antes de ello se había formado en la High School of Music and Art y participó en bandas militares durante su servicio obligatorio.
Su virtuosismo llamó la atención de alguien llamado Miles Dewey Davis III, con quien participó en la grabación de «A Tribute to Jack Johnson» (1971) y otros proyectos de enorme importancia. Ese mismo año, Cobham cofundó con John McLaughlin la legendaria Mahavishnu Orchestra, banda que depuró el nuevo lenguaje eléctrico de Miles sobre el jazz, hacia terrenos que después terminaríamos llamando jazz rock. Allí Cobham nos dejó como legado una batería absolutamente explosiva que no dejaría indiferente a nadie en ambos lados del Atlántico.
Al disolverse la Mahavishnu en 1973 -aunque según Billy, lo echaron– ya era una figura reconocida y con un buen número de músicos queriendo trabajar con él. Motivado por esto, y por algunas ideas que no alcanzó a plasmar en la banda de McLaughlin, decide incursionar en su debut en solitario, encontrando apoyo en Atlantic Records, que le brindó presupuesto y libertad creativa para producir «Spectrum», su debut como líder; un disco que cimentaría el estatus del panameño como baterista estelar
«Spectrum» es un LP -como el lector inteligente lo intuye- marcado por su carácter de baterista al frente. Cobham sitúa a los toms en primer plano, no solo rítmicamente, sino como la voz melódica principal. El enfoque es complejo y variado: las composiciones son desafiantes, llenas de compases irregulares y explosivos fills donde se construyen armonías y arpegios a la velocidad de la luz. Basta tomar la afamada introducción de Stratus, que alterna patrones a contratiempo y subdivisiones atípicas antes de encarar el famoso groove central de funk rotundo. Esa pieza da el talante sobre el trabajo en general, con Cobham explotando polirritmias sincopadas, pasando con naturalidad del 11/8 a secciones en 4/4 sin perder un ápice del beat.
En todo caso, el trabajo es mucho más que un drum fest. Billy sabía cuándo dar espacio a los solistas y cuándo tomar el protagonismo. A pesar de la complejidad de esta forma de trabajar, las piezas se ejecutaron en vivo, y casi todas finalizadas a la primera toma, dotando al álbum de una gran frescura.
«Spectrum» incorpora texturas electrónicas innovadoras para la época, y sin duda es gracias al talentoso tecladista Jan Hammer, quien aportó no solo teclados eléctricos como el Fender Rhodes o el piano acústico, sino también abundantes sintetizadores, tales como el MiniMoog y el ARP. El resultado son pasajes de atmósfera retrofuturista, como el interludio de “Snoopy’s Search”, un collage de sintetizadores que desemboca en el cierre jazzy funky de “Red Baron”.
Sin embargo, la base armónica sigue siendo esencialmente orgánica. El uso de sintetizadores está cuidadosamente dosificado, con un Hammer que se dedica a enchufar cables y perillas en el Moog, añadiendo colorido electrónico, pero nunca reemplazando del todo el sonido cálido del Rhodes clásico.
Todos estos juegos de teclados logran una gran química con los beats sostenidos y el doble bombo marcando corcheas y semicorcheas, mientras el panameño introduce fills virtuosos y pequeños solos de batería a placer -como en «Quadrant 4» o «Anxiety«-, demostrando que la batería llegó para quedarse como instrumento solista, influyendo a una enormidad de gente que se sentaría en los sillines del futuro. Asi, el afroamericano es un director impulsando el beat y motivando la dinámica de cada canción, ejerciendo de interlocutor con los demás (guitarras, teclados, bronces) de forma natural.
En conjunto, estos arreglos electrónicos y el virtuosismo de cada miembro generan texturas densas y caleidoscópicas, muy distintas a las de la Mahavishnu: menos noise e histrionismo, más espacios para ciertos silencios y grooves maestros
El dream team de Cobham
Más allá de analizar canción por canción un disco de jazz fusión puro -algo que no tiene mucho sentido- es mucho más interesante analizar los aportes de cada músico, tan peculiares como disimiles entre sí.
Para comenzar, el ya mencionado Jan Hammer tiene uno de los roles principales, destacándose en teclados y sintetizadores. En diversas pistas, sus líneas de Moog dialogan directamente con la batería, trascendiendo las fronteras del jazz convencional. Además, contribuyó composiciones menores, como la emotiva “To the Women in My Life”.
La incorporación del guitarrista Tommy Bolin, proveniente del hard rock y vinculado a grupos como Zephyr y The James Gang, sorprendió al mundo del jazz. Elegido por Cobham debido a su versatilidad y sonido contundente, Bolin llenó el álbum de energía vital mediante riffs poderosos y solos fulgurantes. Es una lástima que su legado haya quedado tan opacado por su posterior paso por Deep Purple, época marcada por el abuso de drogas que deterioró considerablemente su nivel musical, y finalmente, su propia vida.
Si nos preguntan a nosotros, es mucho mejor recordarlo con «Spectrum» que con «Come Taste the Band».
Por otro lado, el barbón Leland Sklar, famoso por acompañar a artistas como James Taylor, Crosby, Stills & Nash, y posteriormente a Phil Collins, fue responsable del bajo eléctrico en la mayoría del álbum. Proveniente del mundo del rock y la fusión, Sklar proporcionó exactamente el tono macizo y profundo que Cobham buscaba, especialmente en piezas como “Stratus”, donde su Fender Jazz Bass amplificado con moderación sostiene perfectamente el groove.
Joe Farrell aportó matices más propios del jazz tradicional, tocando flauta y saxo soprano. Veterano del sello CTI y colaborador de figuras como Chick Corea y Mongo Santamaría, dio calidez y lirismo a piezas como “Spectrum” y “Le Lis”, complementando perfectamente la base funky del álbum y enriqueciendo la textura global con elegancia y sutileza.
Jimmy Owens, en trompeta y fliscorno, participó brevemente, pero dejó una impresión notable. Su trabajo en la pieza homónima, enriqueció considerablemente la paleta sonora, fundiendo el fliscorno con la flauta de Farrell sobre un sólido groove impulsado por Cobham y Carter.
Y hablando de Ron Carter, toda una leyenda del contrabajo y colaborador histórico de Miles Davis y John Coltrane, aportó sus características cuerdas graves. Su bajo acústico, profundo y elástico, creó una base rítmica sólida y orgánica que contrastaba con el sonido eléctrico predominante en las demás piezas.
Finalmente, Ray Barretto añadió al disco ese distintivo sabor latino caribeño con sus congas, destacando especialmente en “Stratus” y “Red Baron”. Aunque no se destacan citas específicas de sus aportes, la influencia afro latina de su percusión es claramente palpable.
Además de estos protagonistas, otros músicos menores como el guitarrista John Tropea en “Le Lis” y el ingeniero Ken Scott contribuyeron con aportes puntuales pero significativos, complementando la riqueza sonora de Spectrum, lanzado un 1 de octubre de 1973.
Otro infaltable de la fusión
El impacto de Spectrum trascendió el ámbito del jazz ni bien estuvo a la venta en las disquerías a partir del 1 de octubre de 1973. El álbum fue un éxito comercial, llegando al primer puesto en la lista Billboard de jazz y al #26 en el ranking general, algo inusual para un disco de fusión pura. Su popularidad se mantuvo décadas después, donde incluso Atlantic Records lo considera uno de sus mejores álbumes de jazz, y piezas del disco aparecen en varias listas de streaming de #lomejordeljazz
Un sin número de bateristas ingleses se verían fuertemente influenciados por «Spectrum» en el correr de la década. Phil Collins diría que si hubo un baterista que lo dejaba boquiabierto por su fluidez y velocidad en los toms durante los 70′, era el panameño. Bill Bruford tomó muchísimos elementos prestados de Cobham para encarar su nuevo estilo frente a los tambores en la encarnación de King Crimson 1973-74. Otros monstruos modernos como Danny Carey han citado el virtuosismo de Cobham como inspiración. Fuera del prog, tendríamos a Alex Van Halen citando al panameño para su obra magna del doble bombo llamada Hot for Teacher. Incluso en subgéneros electrónicos como el drum’n’bass pueden rastrearse ecos de aquel beat intenso.
No solo configuró el pistoletazo de salida para una carrera brillante dentro de la fusión norteamericana, sino que es una obra de referencia de la historia del jazz fusión, y una nueva manera en la que la batería puede liderar una banda y conectar con públicos muy diversos.






