Passport y Cross-Collateral: El jazz fusión con sabor teutón

Passport – Cross-Collateral (1975)

Passport se fundó en 1971 en Alemania, inicialmente con el joven Udo Lindenberg en la batería. En sus primeros años la formación cambió varias veces, pero a partir de 1974 se consolidó la alineación “clásica” con Klaus Doldinger en saxofón y teclados, Curt Cress en batería y percusión, Wolfgang Schmid en bajo (y guitarra) y Kristian Schultze en teclados.

Con esta formación estable, Passport grabó una seguidilla de álbumes a mediados de los 70′ que definieron su sonido, combinando jazz electrónico atmosférico con la energía del rock y la sofisticación del prog. Doldinger quería alejarse del jazz tradicional de sus inicios y experimentar con ritmos más modernos, como cuando declaraba: siempre me importó mantener los pies en la tierra con piezas rítmicas y armónicas que el público recordara(…)con Passport combiné mi bagaje de jazz y blues con estilos melódicos, y fue mi productor Siggi Loch quien me dio la idea de incorporar el rock.

Esa visión artística llevó a Passport a crear una suerte de jazz rock accesible pero innovador, que cautivó tanto a fanáticos del jazz como a seguidores del rock progresivo. En ese sentido, un embajador excelso de la abundante discografía de estos alemanes es «Cross-Collateral«, el cual fue grabado en noviembre de 1974 en los Tonstudio Dierks de Alemania, un estudio conocido por producciones rockeras, lo que encaja con la intención de Doldinger de darle ese filo a su música.

En todo caso, las fuentes de inspiración de Doldinger y compañía eran amplias, absorbiendo elementos del jazz, del ya mencionado rock, del blues y el soul, e incluso flirteando con la electrónica experimental que provenía de las ramas más vanguardistas del Krautrock, junto con ritmos latinos. Igualmente, Passport lograba que su fusión mantuviera un hilo conductor pegadizo, evitando caer en las pirotecnias a granel de sus colegas de la época.

«Cross-Collateral» encuentra a Passport en su apogeo creativo. Doldinger, además de su característico saxofón (tanto soprano como tenor), aporta teclados como el Moog, el Fender Rhodes e incluso el Mellotron, que aportan atmósferas espaciales y etéreas a varias piezas. Su estilo al saxofón es melódico y rítmico; en lugar de solos bebop desatados, Klaus prefiere frases memorables y sincopadas que se quedan en el oído.

A su lado, Kristian Schultze brilla en un órgano que va desde casi la new wave hasta capas sinfónicas mas propias del prog británico. En particular, el Rhodes añade destellos de calidez en piezas más lentas como “Albatros Song” y “Damals”; mientras Wolfgang Schmid aporta excelentes líneas de bajo, algunas veces ágiles y otras melódicas sin olvidarse de rockear cuando es debido. Por otro lado, Curt Cress en la batería deslumbra con su precisión y energía, alternando grooves con fills orgánicos y explosivos que sostienen la intensidad del disco.

Esta combinación da a Passport un sonido compacto y pulido, a la altura de cualquier colega fiero de la era. No es casualidad que en su momento se comparara el nivel de estos alemanes con bandas estadounidenses como Weather Report, Return To Forever o incluso recordaran a ciertos pasajes jazzísticos del mejor Frank Zappa.

Tenemos también una característica portada del disco, diseñada por Wandrey’s Studio de Hamburgo, responsable de todo el llamativo arte de Passport en los 70′. Acá podemos ver las gafas de Doldinger sobre un fondo onírico azul traslapado con un avión comercial en una composición al estilo del famoso pintor René Magritte, guardando una coherencia estética que sin duda alguna contribuyó a la identidad de la banda, casi tanto como su sonido.

Un viaje colateral cruzado

Reseñar un disco de jazz fusión canción por canción como éste, no tiene mucho sentido, ya que la mayoría son jams sessions destellantes y expansivos. En ese sentido podemos destacar la pieza homónima, de 13 minutos de duración, que llega inmediatamente después de la abertura de Homunculus, el cual es corazón del disco y un verdadero tour de force del jazz rock europeo.

Arranca con un pasaje turbulento de estilo stop start, en el que la banda alterna ráfagas explosivas con silencios dramáticos. Doldinger nos regala líneas frenéticas y fluidas con un saxo en llamas, mientras Curt Cress parece tener ocho brazos en la batería atacando con furia y precisión.

A mitad de la pieza, la intensidad da paso a un interludio funk con un ritmo más cadencioso, con Schmid marcando un bajo elástico y Cress agregando fills creativos, creando un groove contagioso. Este segmento funky resulta tan embriagador que productores de hip hop años más tarde samplearían varias partes de esta sección.

Tras el funk, la pieza retoma un solo de sintetizador y luego vuelve a subir la temperatura con el saxofón hasta culminar de forma apoteósica. Una épica que no puede dejar escuchar ningún fan medianamente serio del jazz fusión.

Tampoco nos podemos olvidar de Will-O’The-Wisp, un jazz ágil y serpenteante. Grooves endemoniados, cambios de tempo, métricas extrañas; todo mientras los teclados de Schultze y el saxofón de Doldinger dialogan a placer. Una pieza digna del mismísimo Herbie Hancock.

En fin, seguir enumerando todas las piezas es una tontería. Todo el LP es absolutamente supremo.

El adiós a Doldinger

A exactos 50 años de su lanzamiento, «Cross-Collateral» se revela como uno de los puntos culminantes en la discografía de Passport y en la historia del jazz fusión europeo, ese que podía competir de tú a tú con Estados Unidos. Entre los conocedores, este disco es de culto, valorado por su sabor teutón y groove transatlántico.

El legado de Klaus Doldinger, quien nos dejó el 16 de octubre en 2025, va bastante más allá de este LP. Escribió páginas importantes de la historia del jazz alemán e internacional con Passport, realizando más de 5000 presentaciones en 50 años de carrera; y sus inquietudes musicales lo llevaron a nutrir su jazz con influencias de música electrónica, rock, blues, soul e incluso world music, desde ritmos africanos y brasileños hasta toques marroquíes.

Además, amplió su alcance componiendo bandas sonoras inolvidables, desde la melancólica melodía principal de Das Boot hasta la música orquestal del filme de The NeverEnding Story, sin olvidar la famosa sintonía de la serie alemana Tatort. Manejaba el arte de la tensión y el relajo como pocos.

Al cumplirse medio siglo de «Cross-Collateral», celebramos un disco que sigue sonando a música ágil y fresca, mientras es un tributo adecuado a Klaus, que hasta poco antes de su partida continuó activo y creativo, llevando su pasaporte musical por escenarios de todo el mundo.


ProgJazz es un colectivo unido por la amistad nacido en 2007, y que busca difundir música sobre la base del rock progresivo, el jazz, la música de vanguardia y todos sus géneros asociados.

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