«Ceremonia II»: segunda parte de la trilogía de Bizirik

Hoy queremos revisar Ceremonia II, próximo lanzamiento de estudio de Bizirik. Este es un proyecto del bajista chileno Cristián Larrondo, quien no resulta ningún desconocido en la escena progresiva del país. En efecto, Larrondo ha dejado huella por medio de la icónica banda Mar de Robles y, actualmente, en los siempre innovadores Ábrete Gandul. Sin embargo, Bizirik (que se puede entender del euskera como “vivo”) representa su visión artística más personal, iniciada en 2018 con su trabajo debut: Ceremonia I, que constituye la primera de tres entregas. Así, Ceremonia II representa la continuación de este viaje.
Inspiración de Ceremonia II
El concepto central de esta trilogía ha sido definido por la opresión humana, en diferentes momentos históricos. En Ceremonia II, la opresión se inspira en las movilizaciones callejeras en Chile, iniciadas en octubre de 2019. Dichas movilizaciones fueron el resultado de un sostenido y creciente descontento en la ciudadanía chilena hacia la organización política y económica del país. Un descontento en que confluyó una serie de intereses, algunos de ellos transversales en la sociedad, terminando en un debate para un cambio constitucional en el país.
Así, estas manifestaciones, que lograron gran resonancia a nivel internacional, fueron el puntapié inicial de Ceremonia II de Bizirik. De hecho, en noviembre de 2019 nacía la primera pieza para este álbum: “Tropel Alienígena”. Larrondo invitó a Rodrigo de la Prida (fundador de la vanguardista banda chilena Horeja) para grabar las guitarras, con un resultado que le agradó tanto, que decidió el primer cambio respecto de su antecesor de 2018: extender más invitaciones a otros músicos.
De este modo, diferentes músicos participaron en los arreglos de las 11 piezas que componen el álbum. Una experiencia principalmente colaborativa, a diferencia de su lanzamiento debut, aunque la composición seguiría a cargo de Larrondo. Entre estos músicos, no nos sorprende que aparezcan nombres de Mar de Robles, como Rodrigo Moris y Julio Tobar. Tampoco sorprenden nombres de la escena chilena de rock y música de vanguardia, como Claudio Corcione y Fernando Jaramillo(Exsimio), Felipe Moreno (Anticueca), Alfredo Smith (Autómata), Oliver Moris (Traumatic Noise), Tomás Díaz, Juan Gronemeyer(Chico Trujillo, La Floripondio) y el propio Rodrigo de la Prida. Asimismo, asoma el mexicano Ramsés Luna, quien fuera parte de Cabezas de Cera.
A poco tiempo de haber comenzado el trabajo, cayó el inconveniente de la pandemia por Covid-19 sobre el proceso de grabación de Bizirik. Por esta razón, las sesiones de grabación se hicieron completamente por separado, según la ubicación de cada músico. Sin embargo, esto no fue un obstáculo para que podamos apreciar un trabajo fluido y bien mezclado, permitiendo a cada instrumento cobrar protagonismo en diferentes secciones del disco.
Las piezas de Ceremonia II
Si atendemos a los títulos de cada pieza, es posible apreciar una clara continuidad conceptual o temática entre ellas. El álbum comienza con Matadero Imperial, lanzado como single el 7 de noviembre de 2020. Este “matadero” puede entenderse como el contexto más general en que se desenvuelve la opresión que inspira a Ceremonia II. El contexto económico y político, marcado por la desigualdad, la justicia y la ambición por el poder. De hecho, en el video se presentan escenas de la sátira que hizo el gran Charles Chaplin sobre el poder totalitario en su película El Gran Dictador.
Musicalmente, “Matadero Imperial” nos ofrece una hipnótica entrada seguida de un golpe de guitarra (Corcione), fretless (Larrondo) y batería (Jaramillo). Las cualidades de Larrondo con su Chapman Stick quedan a la vista también, en una pieza que muestra agresividad y tensión, esta última otorgada sobre todo por las secciones de saxo sintético de Ramsés Luna.
A continuación, Vagabundo Otero representa la acumulación de rabia, en un breve pasaje a cargo de Larrondo y las fabulosas percusiones de Gronemeyer. Una pieza de interesantes efectos de bajo fretless, y de repentino cierre.
Un suave dulce para sumergirnos en Tropel Alienígena, que vuelve a darnos energía, sobre la base del gran desempeño del Chapman Stick. Este título bien puede representar el estallido social en sí mismo. Nos muestra, musicalmente, una turba de gente enardecida. La misma turba que la Primera Dama de Chile calificó como “una invasión alienígena”. Así, el video hace gala del sutil sentido de humor de Bizirik, mostrando un manipulado cuadro del Guernica con personajes y lugares que protagonizaron estas manifestaciones callejeras, trabajo del ilustrador @Kastropintor. En el video, además, aparece un conjunto de imágenes de carteles de diferentes artistas (créditos al final del video). Dichas imágenes son fruto tanto de las propias fotografías de Larrondo durante las movilizaciones, como de la recepción de ellas por parte de los mismos artistas.
En cuarto lugar, el álbum nos ofrece una pieza de 7:30 minutos: Vulgoinsurgencia. La atmósfera que construye es oscura, de buen ritmo, que se rompe con sostenidos efectos electrónicos, con un sutil aumento de intensidad que también se desvanece poco a poco. Posteriormente, Asunto de Drogas continúa con un breve pasaje de poco más de un minuto, lleno de detalles sonoros, exentos de melodía. Sobre estos suaves efectos, se superpone una voz masculina (extraída desde un programa televisivo). Esta voz declara, en calidad de testigo, los rastros que se encontraban en la escena de un crimen. En esta pieza, Larrondo diría que: “mi idea era recrear esas situaciones casi esquizofrénicas que nacieron de los encierros”.
Beligerantes Vinagres nos trae de vuelta sonidos de guitarra, a cargo de Oliver Moris. Con una atmósfera agresiva, este título retrata a esa clase política avinagrada, que lleva décadas en el poder, algo usual no solo en Chile, sino en toda América Latina. Cada sociedad parece tener sus propios beligerantes vinagres, cuyas acciones acumulan ansiedad, descontento y violencia, avalando el sacrificio humano en pos del crecimiento económico de unos pocos. Aquéllos que, en Chile, llegaron a declarar una guerra.
Como séptima pieza, Generación Experimental no sólo nos muestra un pasaje con dominio absoluto del Chapman Stick (con el dúo Larrondo/ Díaz), sino también un experimento sonoro que fluye de gran manera, gracias a la impecable ejecución de ambos.
El disco continúa con Reclusión Domiciliaria, su pieza más extensa, con más de nueve minutos de duración. Ejecutada íntegramente por Larrondo, nos muestra una sensación de caos que nace en el contexto del encierro que la pandemia nos ha traído. Según Larrondo, de hecho, el objetivo era “que se percibiera un caos ordenado, ya que todos estamos en buena onda, pero enloquecidos con el encierro”.
Nuevamente tenemos aquí sintetizadores, efectos electrónicos y obsesivas líneas de Stick. Sobre esta base, se despliegan voces con frases emanadas desde conversaciones entre los músicos y del entorno familiar y de amistades de Larrondo. En tal sentido, constituye un tema genuinamente personal. Pasado el minuto 7, una intensa cortina sonora da paso a una sección dominada por sonidos electrónicos, que se apagan paulatinamente.
La novena pieza es Tropelista, en que resalta una profunda interpretación de guitarra por parte de Rodrigo de la Prida, co-autor de este tema. Aquí, cada golpe de la batería de Smith y cada pulsación de cuerdas tiene una intención sonora clara, logrando otra pieza de gran nivel. De este modo, acumulan tensión inicial, que pasados los dos minutos sube en un nivel su intensidad, hasta hacer explosión en los 3:20. Con dicha explosión, además, se marca un interesante cambio melódico y rítmico, con gran presencia del bajo fretless. El título “Tropelista”, además, se construye claramente sobre los abusos de poder cometidos por la policía chilena sobre la ciudadanía durante las manifestaciones que inspiraron el disco.
El sonido vuelve a cambiar en Concilio Concertado. Un título que bien podría representar el pacto que tuvo lugar entre diferentes integrantes del escenario político chileno para traer “paz” y terminar con las protestas callejeras, prometiendo un plebiscito constituyente. Este pacto, que fue visto como un nuevo acto de traición de la clase política hacia la ciudadanía, es mostrado con los pasajes más melódicos y suaves del disco. Sin embargo, su sentido original es más simple: una reunión virtual entre los músicos, con la cercanía suficiente como para haberse sentido casi fuera presencial.
La mezcla entre guitarra acústica, guitarrón, flauta, fretless y Stick, permiten el desarrollo de armonías altamente agradables. Particularmente el sonido que extrae Felipe Moreno de las 25 cuerdas del guitarrón chileno permite construir esta suavidad al tema.
Finalmente, Bizirik cierra el álbum con Ceremonia. Este tema no es solo importante como cierre ni por ser homónimo a la trilogía, sino además porque en la entrega de 2018 no había ninguna canción con este nombre. En tal sentido, aquí es donde Larrondo quiere expresar todo lo que significa esta trilogía, considerando que se encuentra en la mitad de ella. Así como Ceremonia I viajaba por historias pasadas mezcladas con otras contemporáneas, Ceremonia II se construye en un momento histórico y socio-político clave en Chile. El mismo Larrondo sostiene que, de este modo, esta pieza musical “merece permanecer de alguna manera para los arqueólogos del futuro”, parafraseando al grupo Congreso.
De este modo, siguiendo la temática de Ceremonia II, podemos entender esta pieza de cierre de otras dos maneras. La primera de ellas, como el acto ceremonial que siguió ocurriendo en las calles, a pesar de este “concilio concertado” forjado desde la clase política y de la propia “Reclusión Domiciliaria”. La segunda, en tanto, apuntaría a que todo lo ocurrido no tuvo más peso que un ritual de opresión, propio de la dialéctica que da vida a la historia humana.
Como sea, en esta pieza final tenemos una apertura parsimoniosa, que toma fuerza con la entrada del Stick y, especialmente, de la guitarra de Rodrigo Moris. Es un tema entretenido, con diversos cambios y transiciones rápidas, que le otorga una fluidez muy natural. De esta manera, este cierre ocurre equilibrando un pulso ágil con una ejecución instrumental sin apuros, marcando un cierre elocuente y claro para el álbum.
En síntesis…
Si entendemos el arte como una forma de representar el mundo mediante elementos estéticos, tenemos aquí arte en estado puro. Ceremonia II, en efecto, presenta una parte importante de la cosmovisión de Bizirik, acompañado de un grupo de artistas que muestran, en conjunto, que compartir una idea nos puede entregar maravillosos resultados. A pesar de la distancia.
Uno de los puntos muy altos de este trabajo es su capacidad de disfrutarse incluso sin entender el mensaje semi-soterrado que atraviesa el disco. De hecho, ni siquiera es necesario compartir la visión política expresada en Ceremonia II para apreciar la música de Bizirik, que posee valor propio. Por esta razón, personas chilenas y extranjeras podrán apreciarlo en la medida en que ponen atención a sus detalles. Precisamente, una de las maravillas de la música instrumental.
Sin embargo, entender y compartir al menos una parte de dicho mensaje facilitará, desde luego, el comprender Ceremonia II como un todo, ubicándonos en la perspectiva de Bizirik. De sobra está mencionar el derroche de virtuosismo y trabajo técnico, que quedan en segundo plano cuando se presta atención al álbum completo. Sobre todo, considerando el eje central de la trilogía de Ceremonia: la opresión en su sentido más amplio, crudo y actual.
Un disco absolutamente recomendado para amantes del rock progresivo en sus formatos más eclécticos, especialmente de King Crimson. En el sitio web de Bizirik, en su canal de YouTube así como en su Bandcamp, podrás encontrar próximas novedades acerca de este lanzamiento.