Keith Jarrett y «The Köln Concert»: Cuando la desventaja, es perfección

Me vi obligado a tocar con lo que había, y sentí que debía resaltar las cualidades que tuviese ese instrumento

Keith Jarrett

El «Concierto de Colonia» de Keith Jarrett cumple 5 décadas alrededor de los días que escribimos estas líneas.

¿Qué más agregar a un trabajo que es a estas alturas legendario en la historia del jazz?; grabado el 24 de enero de 1975 en la Ópera de Colonia, Alemania, ante 1.400 personas a medianoche, este doble LP se convirtió en el disco de pianoforte de jazz más vendido de todos los tiempos, con alrededor de 4 millones de copias, y sin duda, se erige como una de las piezas mas logradas en términos de música popular.

En aquella fría y lluviosa noche germánica, un Jarrett de tan solo 29 años improvisó durante más de una hora de música completamente ad libitum, creando una obra maestra que cimentó su reputación como uno de los mejores pianistas de su generación. Hacer de la necesidad virtud es una frase que parece creada para describir este show, ya que fue una presentación que por poco no sucedió, pero que gracias a la perseverancia y la inspiración se transformó en un hito de la música popular.

Keith Jarrett, nacido en Pensilvania un 8 de mayo de 1945, fue un niño prodigio del piano. De pequeño ya interpretaba piezas avanzadas de Bach y Beethoven, y a los 17 años decidió dedicarse al jazz en lugar de seguir la carrera clásica. En la década de 1960 se forjó un nombre tocando con Art Blakey, Charles Lloyd y el propio Miles Davis, lo que le dio reconocimiento internacional.

A principios de los 70′, Jarrett orientó su camino musical hacia la exploración personal, firmando con el entonces joven sello alemán ECM de Manfred Eicher, atraído por su énfasis en la calidad artística. En 1973, emprendió una gira europea de conciertos 100% improvisados completamente en solo, una idea bastante insólita para aquella época, lo que llevó a crear interpretaciones de profunda espiritualidad, desarrolladas sin piezas predefinidas, sino ex nihilo sobre el escenario.

De esa tanda de shows justamente surge «The Köln Concert«; sin estándares ni piezas preestablecidas. Sin embargo, lejos de ser un caos, la música tiene una lógica interna y un flujo orgánico que demuestra una asombrosa imaginación del norteamericano. A lo largo de la grabación, Keith desarrolla motivos mínimos sobre dos o tres acordes que va transformando gradualmente; y de hecho, en esta improvisación afloran ecos de blues, country, rock, pop, música barroca y hasta cadencias que recuerdan a Bach o a himnos religiosos, todo filtrado por el genio improvisatorio de Jarrett.

Todo va relativamente mal

El evento de Colonia, sin embargo, lo tenía todo para convertirse en un desastre. Fue organizado por Vera Brandes, una promotora de 17 años, quien logró alquilar la prestigiosa Ópera de Colonia para su ciclo New Jazz in Cologne. Era el primer concierto de jazz en ese recinto histórico, programado a las 23:30 tras una función de ópera.

Keith llegó a Colonia agotado aquella noche lluviosa, ya que había manejado 600 km desde Zúrich con Eicher en un pequeño Renault 4, sufriendo fuertes dolores de espalda y sin apenas dormir. Para colmo, antes del concierto apenas pudo probar bocado debido a retrasos en la cena, por lo que estaba en mal estado físico para afrontar el show. Las circunstancias previas no podían ser menos ideales, pero lo peor estaba por revelarse en la sala.

Keith había solicitado expresamente un piano de concierto Bösendorfer Imperial de 97 teclas, considerado uno de los mejores pianos del mundo. Sin embargo, por confusión del personal del teatro, en el escenario colocaron por error uno de aquel fabricante, pero más pequeño y de media cola destinado a ensayos corales.

Cuando Jarrett probó el instrumento horas antes del show, descubrió horrorizado que estaba desafinado, con registros agudos metálicos y apagados, graves sin potencia, cuerdas rotas y pedales defectuosos. Se intentó buscar un reemplazo de emergencia, pero trasladar otro piano a la fría y lluviosa Colonia en tan poco tiempo no era simplemente posible de un punto de vista logístico.

Ante este panorama desalentador, Keith, visiblemente malhumorado con todo lo que estaba atravesando, amenazó con cancelar el concierto. De hecho, llegó a subirse a su Renault dispuesto a marcharse, hasta que Brandes, empapada bajo la lluvia, le suplicó que se quedara. Conmovido, Jarrett bajó la ventanilla y le dijo: “Nunca lo olvides, solo lo hago por ti”, accediendo a tocar a regañadientes.

Cuando los planetas se alinean

Clavado a las 23:30, Keith salió al escenario del Kölner Opernhaus y se sentó frente a ese piano a mal traer, decidido a convertir aquellas limitaciones en lienzo creativo, o por lo menos, tratar de hacer lo mejor posible con lo que tenía a disposición. Comenzó con una sencilla progresión de cuatro notas, y según se supo después, era una melodía inspirada en un órgano de campanas de una tienda cercana que sonaba esa noche de carnavales, lo que arrancó algunas risas del respetable.

Esa pequeña broma musical rompió la tensión inicial, dando paso a más de una hora de magia sonora ininterrumpida. A medida que Jarrett improvisaba, parecía entrar en trance, moviendo su cuerpo acompañando con pequeños tarareos y exclamaciones de sus frases musicales que quedaron para siempre inmortalizadas en el acetato. La audiencia, sorprendida por la belleza que emergía de aquel piano defectuoso, fue quedando hipnotizada en un silencio maravillado.

De hecho, el norteamericano se valió de evitar las notas que no sonaban bien, enfatizando patrones rítmicos repetitivos y explorando solo las zonas “aprovechables” del instrumento con una concentración casi sobrehumana. Al cabo de unos 66 minutos, que incluyeron un breve encore final de 7 minutos, Jarrett cerró el concierto con una delicada coda lenta. El teatro estalló en aplausos eufóricos, sacando al pianista de su trance creativo.

Contra todo pronóstico, una noche que estuvo a punto de suspenderse resultó en una de las actuaciones más sublimes registradas.

Esa necesidad de improvisar “sobre cómo improvisar” aquella noche, reinventando su enfoque habitual, marcó la diferencia entre un gran show y el show de su vida. Hoy es un enigma qué habría pasado si Jarrett hubiese estado descansado y con un piano perfecto; quizá el resultado técnicamente hubiera sido “mejor”, pero difícilmente habría tenido la misma aura.

El legado

El éxito de «The Köln Concert» fue tan inesperado como arrollador. Pocos meses después de su lanzamiento en noviembre de 1975, el álbum se había convertido en un fenómeno mundial.

Como te mencionamos, es el disco de jazz solista más vendido de la historia, y fue aclamado universalmente tanto por críticos del género, como de música contemporánea.

Pianistas de todo el orbe quedaron impactados; y de hecho, muchos académicos rogaron a Jarrett que publicara la partitura de la obra, a lo que él se resistió argumentando que aquella música solo tenía sentido en el instante en que fue creada. Finalmente, autorizó una transcripción en 1990, eso sí, indicando que quien intentara tocarla debería usar la grabación como referencia viva.

Se han realizado interpretaciones y homenajes diversos; desde versiones para guitarra clásica por Manuel Barrueco hasta relecturas por pianistas contemporáneos, pero, como dice Robert Fripp, es en el momento donde sucede lo inesperado; por lo que estas versiones, aunque técnicamente perfectas, carecen de la magia del original.

También se ha vuelto un verdadero ejemplo de resiliencia y de, citando nuevamente a Fripp, convertir una aparente desventaja, en una ventaja, siendo un verdadero caso de estudio de como sortear las dificultades para muchas áreas más allá de la música, como la economía y las ciencias.

Por otra parte, el legado del concierto de Colonia perdura en la era de las plataformas de streaming. La primera parte del concierto ha superado las 11 millones de reproducciones en Spotify, presentando a nuevas generaciones la magia de Keith Jarrett.

La repercusión mediática y casi mítica de este show ha generado una gran estela que ha permeado la cultura de masas. En 2011, la BBC realizó un especial de la serie Witness con Vera Brandes narrando las dificultades previas, y más recientemente, en 2023 se estrenó la película “Köln 75”, un drama que recrea las frenéticas horas previas al concierto desde la perspectiva de Vera y el equipo técnico, resaltando cómo los “andamios invisibles” detrás de un momento histórico son igual de importantes.

En este 2025, y con motivo de su 50° Aniversario, el director francés Vincent Duceau presentó el documental “Lost in Köln”, enfocado en desentrañar el destino del famoso piano de la Ópera de Colonia y los múltiples rumores a su alrededor. Este documental revela testimonios contradictorios sobre qué ocurrió con el piano después de aquella noche, al punto de que varios pianos reclaman ser “el auténtico” mientras Jarrett rehúsa hacer comentarios al respecto.

De hecho, Keith siempre ha tenido sentimientos encontrados respecto a la fama de «The Köln Concert», y tampoco le tiene un apego especial. Aunque agradecido por el impacto, en entrevistas posteriores llegó a quejarse de que el álbum se había vuelto casi una banda sonora de fondo y de que corremos el riesgo de volvernos adictos al pasado si no aprendemos a olvidar la música una vez interpretada.

Al final del día, «The Köln Concert» es mucho más que jazz o que una improvisación al piano. Es un monumento a la inspiración en estado puro, una composición espontánea caída del cielo que continúa maravillando y ejerciendo influencia medio siglo después de haber resonado por primera vez en aquella inolvidable noche de 1975.


ProgJazz es un colectivo unido por la amistad nacido en 2007, y que busca difundir música sobre la base del rock progresivo, el jazz, la música de vanguardia y todos sus géneros asociados.

You may also like

Comments are closed.