AVKRVST y «Waving at the Sky»: Una carta de amor oscuro al prog moderno

«Waving at the Sky» es el esperado segundo álbum conceptual de la banda noruega AVKRVST, lanzado hace unos días a la hora de escribir estas líneas, sigue la oscuridad del debut predecesor.

Dicho disco llamado «The Approbation», el cual reseñamos acá en su momento, fue un trabajo que si bien adolecía de ciertas influencias demasiado derivativas, tenía suficiente material bien compuesto para hacer una experiencia auditiva placentera. Es por ello, que una secuela albergaba grandes esperanzas acerca de la dirección que podían tomar los noruegos

Compuesto y grabado nuevamente en la cabaña remota de su Noruega natal –detalle que vuelve a impregnar la atmósfera íntima y melancólica del disco– y girando en torno al concepto de un terrible caso de asesinatos en el país nórdico, nos da como resultado una obra que vuelve a exhibir el homenaje estilístico a sus influencias, además de la afirmación de una voz propia en desarrollo, consolidando a AVKRVST como una de las promesas más firmes del género.

La paleta sonora claramente sigue rindiendo tributo a los gigantes del prog post 2000′: se perciben pasajes que evocan la melancolía introspectiva de Porcupine Tree y los contrastes sombríos de Opeth, entre otros referentes; pero esas influencias, ahora sí, están moldeadas con personalidad suficiente para resultar en una experiencia sólida y que no nos haga desear cambiar el disco e ir a escuchar «Damnation» o «In Absentia».

Es otro escalón en su buena evolución, y eso, es digno de mención.

Piezas desde un oscuro cielo

El disco abre con “Preceding”, una introducción instrumental que funciona como obertura y declaración de intenciones. En pocos minutos, esta pieza recorre diversas facetas: arranca con capas de sintetizadores que pronto dan paso a pesados riffs y una sección rítmica precisa, con guiños a la grandilocuencia de Rush. La pieza se pasea por atmósferas contrastantes, ya que tras los sintetizadores, todo se acelera con un riff de bajo musculoso y guitarras palm mute que aportan ese cariz metalero contemporáneo que tanto atrajo a los fans de su primera entrega.

En su sección media tenemos un breve remanso de arpegios limpios, hasta que la banda vuelve a irrumpir en su faceta más pesada: buenos drum fills, riffs disonantes y hasta un pasaje de voz en off que intensifica la narrativa conceptual. Esta obertura vertiginosa condensa en sí misma la esencia del sonido de AVKRVST y enlaza perfectamente con lo que está por venir.

The Trauma” mantiene la energía con un tono claramente deudor del Opeth de inicios de los 2000, con una fiesta de doble bombo y riffs afilados, unidos a una atmósfera opresiva que reflejan la temática sombría de la obra. La voz de Simon Bergseth se introduce recién hacia la mitad de la pieza, estirando las sílabas de forma dramática sobre la instrumentación, sin restarle tensión al conjunto. En sus compases finales, la banda redobla la apuesta incorporando esos buenos guturales que habíamos escuchado en «The Approbation»; un recurso bien utilizado que añade agresividad.

Después de este arranque avasallador, el álbum se sumerge en pasajes más atmosféricos que realzan su profundidad emocional. “Families Are Forever” destaca como uno de los momentos cumbre del disco: una pieza bañada en un halo melancólico, donde el mellotron extiende acordes nostálgicos sobre un fondo de una buena sección rítmica. La melodía vocal aquí es sentida y rica en matices, desembocando en un excelente solo de guitarra que corona el clímax de la pieza.

En este pasaje, los noruegos muestran su mejor cara, privilegiando la sutileza y el detalle por sobre la fuerza bruta, lo que acerca su sonido por momentos a la emotividad sinfónica de un Genesis setentero o incluso al prog de Anathema. A continuación, “Conflating Memories” adopta un cariz aún más pastoral e íntimo. Sus acordes iniciales de guitarra acústica y la voz susurrante dan el talante de la pieza. Paulatinamente, la canción suma capas instrumentales: armonías vocales delicadas, teclados e incluso flauta, construyendo un paisaje sonoro de gran belleza.

Estas composiciones centrales reducen la velocidad y la densidad sonora respecto al inicio, pero invitan al oyente a sumergirse en la faceta más reflexiva del álbum, aportando un buen balance al conjunto.

La energía repunta con “The Malevolent”; una pieza directa, cabeceadora y vertiginosa en que la banda abraza su faceta agresiva sin perder su sensibilidad melódica. Construida sobre un tenebroso riff acentuado por estallidos de órganos, este corte despliega una intensidad que rivaliza a la ferocidad técnica de Opeth, pero logrando a la vez un estribillo sorprendentemente accesible y pegadizo.

En un acierto notable, AVKRVST cuenta aquí con la participación especial de Ross Jennings de HAKEN, cuyo color de voz realza los matices y eleva la tensión dramática.

Ghosts of Yesteryear”, por su parte, equilibra las dos mitades del universo sonoro de AVKRVST. Sus secciones iniciales irrumpen con potencia, aunque evitando los clichés del djent; en lugar de ello, la banda opta por una pesadez más orgánica, emparentada con la escuela de Porcupine Tree en sus pasajes más robustos, o con las cosas más pesadas de King Crimson.

La pieza sorprende con un contrapunto atmosférico de pasajes de guitarra acústica arpegiada y recursos tímbricos como flauta o maderas, que dibujan un escenario otoñal y espectral de aquel bosque de la cabaña. Esta oscilación constante entre la crudeza del metal progresivo y la sensibilidad melódica aporta una profundidad especial, dotando a la pieza de una atmósfera intrigante y cinematográfica; por momentos cercano a un soundtrack de terror gótico.

Lejos de sentirse fragmentado, “Ghosts of Yesteryear” fluye con naturalidad gracias al buen quehacer de la banda para manejar las dinámicas, manteniendo a nuestros oídos lo suficientemente entretenidos ante cada giro dramático.

La pieza homónima, de más de doce minutos de duración, cierra el álbum a modo de epílogo épico que sintetiza todos los elementos desplegados previamente. La pieza inicia con delicados arpegios de guitarra y esa aura melancólica latente en la obra, incorporando suaves colchones de teclado y mellotron. A medida que avanza, la pieza crece en intensidad y va entretejiendo los motivos musicales y narrativos del álbum: pasajes instrumentales de fuertes influencias del neoprog, secciones de letras habladas extraídas de emisiones reales que subrayan el trasfondo conceptual, y estallidos de guitarras acompañadas por el registro vocal más áspero de Bergseth, recordándonos la oscuridad de la historia.

Sin embargo, tras estas incursiones en la penumbra, la composición se encamina hacia un desenlace inesperadamente esperanzador: en sus minutos finales aflora una tonalidad más luminosa, casi catártica, que rompe con la tensión previa y deja al oyente con una sensación agridulce de cierre triunfal.

Esta épica final no solo resume la paleta emocional del disco –que va de la tristeza contemplativa a la furia desatada– sino que reafirma el compromiso de AVKRVST con la tradición del álbum conceptual progresivo.

Otro paso en la evolución

De cara al futuro, el potencial de AVKRVST resulta incuestionable. Si logran desprenderse un poco más de sus influencias más evidentes y se atreven a explorar territorios menos transitados, podrían consolidarse como una voz realmente única en la escena progresiva moderna. Los músicos han expresado su intención de profundizar en un sonido más original y maduro con este segundo trabajo, un objetivo que «Waving at the Sky», sin duda, alcanza.

Con el camino ya trazado, y su capacidad compositiva, es muy probable que su propuesta evolucione de ser un admirable homenaje a sus héroes, a convertirse en un referente del progresivo moderno por derecho propio.


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