Hermeto Pascoal: En todo contexto la musica está, y estará
Soy músico de jazz cuando toco jazz… pero es solo una parte de lo que hago, no la única
Hermeto Pascoal
Hermeto Pascoal, legendario compositor y multiinstrumentista brasileño conocido como O Bruxo (“el Brujo” o “Hechicero”) falleció hace pocos dias al escribir estas líneas; el 13 de septiembre de 2025 a los 89 años.
Pascoal, un maestro de la sonoridad para muchos, y un perfecto desconocido para otros, deja atrás una trayectoria tan prolífica como inclasificable. Apodado el hechicero de los sonidos por su capacidad para hacer música con cualquier objeto, hacía gala de una creatividad inagotable y una imaginación sin límites. Además, era dueño de una personalidad excéntrica y entrañable, de barba y siempre cabellos blancos desaliñados, regalando sonrisas mientras transformaba la música en magia cotidiana.
Nadie hubiese anticipado en su natal Brasil que Hermeto se convertiría en una de las figuras mas interesantes de la música del siglo XX. Aquel hijo de campesino, nacido el 22 de junio de 1936 en la zona rural de Lagoa da Cano creció rodeado de sencillez y sonidos naturales. Su condición de albino le impedía trabajar bajo el sol en el campo familiar, por lo que de niño pasaba horas tocando el acordeón de su padre y escuchando el canto de los pájaros.
De manera autodidacta aprendió también flauta, percusión y piano desde muy temprano, mostrando un talento innato. Ya a los 14 años debutó en la radio de Recife junto a su hermano, y en los años 50′ se trasladó a Río de Janeiro y luego a São Paulo en busca de oportunidades. Durante esa década forjó su oficio tocando en clubes, programas radiales y orquestas de baile, desarrollando una versatilidad instrumental asombrosa.
Ya en estos años de juventud, Pascoal absorbió por igual las raíces de la música popular brasileña, como el forró, chorinho, frevo, baião, samba y la libertad del jazz, combinándolas con experimentación vanguardista e incluso elementos de música docta.
De hecho, en los años venideros, Hermeto prefería definir su arte simplemente como música universal, un concepto personal que aludía a un lenguaje sonoro sin fronteras ni géneros. Bajo esta filosofía integradora, podía igual sentirse cómodo tocando con una sinfónica, en un club de jazz, en una escuela de samba o en un baile campesino; para él toda la música era una sola en esencia.
Volviendo a nuestra historia, en los años 60′ Pascoal comenzó a dejar huella en la escena brasileña integrando proyectos fundamentales. Formó el Sambrasa Trio en 1964 y poco después se unió al Quarteto Novo (1966) junto al afamado percusionista Airto Moreira, Heraldo do Monte y Theo de Barros, un grupo seminal que fusionó el jazz con ritmos nordestinos como el baião y el forró. Con Quarteto Novo grabó un aclamado debut homónimo y acompañó a artistas como Edu Lobo y Elis Regina, contribuyendo a lo que luego se conocería como el jazz fusion brasileño. A finales de los 60 participó también Brazilian Octopus y realizó sus primeros arreglos orquestales para festivales de la canción, mostrando ya su habilidad como director de orquesta.
El gran salto internacional llegó cuando Airto, ya en ese entonces colaborador de Miles Davis, lo invitó a viajar a Estados Unidos. Miles quedó fascinado con el brasileño al punto de invitarlo a grabar en su álbum «Live-Evil» (1970), que incluyó tres composiciones de Pascoal: «Little Church«, «Nem Um Talvez» y «Selim«.
Miles le tomó bastante aprecio, incluso apodandole cariñosamente el albino loco y llegó a declarar que Hermeto era el músico más impresionante del mundo. A pesar de estos halagos, el brasileño rechazó integrarse formalmente a la banda de Miles para seguir su propio camino creativo.
En 1971 lanzó en Estados Unidos su primer disco solista llamado «Hermeto», que sería retitulado en una siguiente edición como «Brazilian Adventure«. Ya de regreso a su pais natal, grabó A Música Livre de Hermeto Pascoal (1973). Sería en ésta década donde consolidaría su propuesta con trabajos cada vez más atrevidos y experimentales como «Missa dos Escravos» (1976), conocido internacionalmente como «Slaves Mass«, mientras «Zabumbê-bum-Á» (1979) lo consolidó como una figura importante de la vanguardia.
Sus grandes vitrinas mundiales vendrían en 1979, cuando deslumbró en el Festival de Jazz de Montreux de Suiza, y en 1980 en el festival Live Under the Sky de Tokio, cementando su reputación global como superestrella del jazz fusión.
Pascoal continuó explorando nuevos horizontes en los 80′ y 90′. LPs indispensables para quien tenga un minimo de interés en el brasileño, como «Cérebro Magnético» (1980) y «Hermeto Pascoal & Grupo» (1982) mostraron su madurez creativa, mientras que «Lagoa da Canoa«, «Município de Arapiraca» (1984) introdujo el concepto de música universal el cual es el sonido musical extraído de ruidos cotidianos, lo que lo haría muy famoso en los años posteriores.
Además de la música universal, tambien acuñaría el concepto de Som da Aura donde cada persona tiene un sonido propio, una especie de vibración interna, y él podía “traducirla” en música. En sus shows o encuentros, a veces pedía la fecha de nacimiento de alguien y componía en el momento una melodía que correspondía a su “aura sonora”.
Volviendo a su discografía, para la mitad de los 80′ en adelante tendríamos trabajos como «Brasil Universo» (1986) y «Só Não Toca Quem Não Quer» (1987), coronando la década con «Por Diferentes Caminhos» (1988), de puro pianoforte, que reveló otra faceta de su virtuosismo. Para entonces Hermeto ya era reconocido como una leyenda viviente en el pais de Pelé, por su genialidad sin parangón.
En 1992 lanzó «Festa dos Deuses«, girando exitosamente por Europa, y en 1995 protagonizó shows tan singulares como uno muy lúdico junto a su grupo en Rosario (Argentina) dentro de una piscina montada en el escenario para deleite de más de 2000 niños.
Ya en el nuevo milenio, lejos de retirarse, Pascoal se mantuvo prolifico. En 1999 publicó «Eu e Eles«(donde toca todos los instrumentos), en 2003 «Mundo Verde Esperança» (composiciones inéditas revitalizadas) y posteriormente trabajos en dúo con la cantante Aline Morena –su esposa en aquellos años– como «Chimarrão com Rapadura» (2006) y «Bodas de Latão» (2010).
A sus 80 años celebró en 2017 con una gira por su pais natal y tres álbumes nuevos, incluyendo material de archivo y grabaciones con una Big Band. Incluso en sus últimos años de vida, no paró de crear nueva música, con «Planetário da Gávea» (2022) y «Pra Você, Ilza» (2024). Este último, dedicado a su compañera de vida Ilza, mostrando que su impulso creativo no dejaba de latir.
Su último show fue hace muy poco a la hora de escribir estas líneas, en junio de 2025 en Río de Janeiro, convirtiendose en una celebración anticipada de su cumpleaños 89; con Hermeto improvisando junto al público en un ambiente festivo. Pocos meses después, su luz se apagaría físicamente, pero dejándonos más de siete décadas de música revolucionaria.
La música universal
Resulta casi imposible encasillar la música de Hermeto Pascoal en un solo género, y parte de aquella rebeldía a las etiquetas, proviene de su concepto de la música universal.
Su curiosidad infantil por los ruidos cotidianos nunca lo abandonó, y mientras de niño fabricaba instrumentos caseros y tocaba para los pájaros en el campo; de adulto continuó experimentando con todo tipo of objetos no convencionales. Incorporaba gruñidos de animales, juguetes, ollas con agua, tubos, copas de vidrio, cuernos de vaca, relatos deportivos, sonidos de su barba y cuanto elemento estuviera a su alcance para ampliar su paleta tímbrica. Famosamente, en la pieza “Missa dos Escravos” apretó un cerdito vivo para que su chillido formara parte de la melodía, incluso posando con el lechón en brazos en la portada de aquel disco de 1977.
Igualmente podía soplar por un tubo de PVC, raspar una tetera o hacer gárgaras amplificadas si eso servía a la música. Lejos de ser meras excentricidades o rarezas solo por el hecho de ser rarezas, estas exploraciones eran para Hermeto una manera de demostrar que todo sonido es música en potencia si se le aplica creatividad, y podían cumplir un determinado rol en cada composición.
Durante los 80′ comenzó a utilizar rios, lagunas o piscinas como auténticos resonadores de su arte. De allí esa icónica imagen que proviene del documental Hermeto Pascoal e sua Música Universal, donde aparece haciendo burbujas en el agua, soplando garrafas y tocando una flauta rodeado de otros músicos.
Otra de sus hazañas fue el proyecto Calendario do Som. Entre junio de 1996 y junio de 1997, Hermeto se propuso escribir una composición por día durante un año completo. El resultado fueron 366 piezas originales, abarcando una diversidad pasmosa de géneros, que plasmó en un grueso volumen publicado en 1999.
Su idea era regalarle a cada persona que conocía en su vida, una música para su cumpleaños, demostrando nuevamente su generosidad artística. Aquel tour de force hizo escuela en otras agrupaciones de jazz fusion brasileñas.
Pascoal, a la mejor usanza de los grandes gurúes de la músicas, fue además un maestro generoso. A lo largo de décadas, en su banda militaron jóvenes talentos a quienes Hermeto estimuló constantemente a romper esquemas. Músicos como Jovino Santos Neto, Itiberê Zwarg, Carlos Malta, Marcio Bahia, entre muchos otros, se formaron en la “universidad Hermeto” sobre los escenarios. Su influencia pedagógica se extiende a talleres y clínicas que ofreció en diversas partes del mundo, siempre alentando a los estudiantes a escuchar todos los sonidos, y a desarrollar una voz propia sin prejuicios estilísticos.
En Brasil, su figura es venerada en todas las áreas de la sociedad, desde el mismísimo presidente de su pais a la fecha de escribir estas líneas, Lula Da Silva; hasta el músico callejero mas humilde. Todo músico brasileño quiere ser un poco Hermeto, dicen en los círculos artísticos, para señalar su estatus mítico.
O mito
Según relataron sus familiares, en el preciso instante en que Hermeto Pascoal falleció, su grupo se encontraba tocando en el escenario, cumpliendo su deseo de que la música nunca se detuviera. Él mismo había enseñado a los suyos a no temerle a la muerte, sino a celebrarla con sonidos de la naturaleza. De hecho, pidió que quien quisiera homenajearlo hiciera sonar una nota en su instrumento, en la voz, en la tetera, y se la ofreciera al universo. Esa nota de poesía final corona la vida de un hombre para quien todo en la vida era música, desde el viento hasta un vaso de agua, y que así lo demostró cada día de su existencia.
La partida de Hermeto Pascoal, asi como el de tantos otros músicos de su generación, marca el fin de una era, pero su legado musical perdura y es probable que su sombra comience a alargarse a medida que se vaya haciendo cada vez mas conocido entre las nuevas generaciones.
Un hombre que supo fundirse con la música para ser uno solo, donde en cualquier contexto está, y estará.






