Una década sin Chris Squire

Por años, la gente me preguntaba por qué tocaba un bajo Rickenbacker. Solo basta con apuntar a «No Opportunity Necessary, No Experience Needed» de Yes y esas increibles lineas de Chris Squire para responder esa pregunta

Geddy Lee, 2017

El 27 de junio de 2015, el rock progresivo perdió a uno de sus pilares fundamentales. Chris Squire, bajista, vocalista y cofundador de Yes dejaba este mundo luego de una breve batalla contra la leucemia. A más de una década de su fallecimiento al momento de escribir estas líneas, su presencia sigue resonando en cada nota de sus sucesores en aquella agrupación que pareciera nunca tener fin, y cada armonía vocal que dejó en legado. Sin mencionar a las legiones de bajistas que vendrían después de él, y que siguen tomándolo como referencia.

Christopher Russell Edward Squire nació el 4 de marzo de 1948 en Kingsbury, un suburbio del noroeste de Londres. De niño cantó en un coro de iglesia, experiencia que le dio bases sólidas en arreglos corales y técnica vocal. Su espíritu rebelde que marcaría su personalidad de acá al futuro ya se mostraba en 1964, cuando fue expulsado de la escuela por llevar el pelo demasiado largo y nunca más regresó a las aulas. Aquella rebeldía adolescente coincidió con un alborotado panorama en Europa y el Reino Unido en los 60′, mientras Squire absorbía influencias diversas, desde la música litúrgica que cantaba en la iglesia hasta los ritmos del Merseybeat británico de la época.

Pronto unió las voces con cuatro macizas cuerdas, empezando a tocar el bajo de forma autodidacta, inspirándose en figuras como Paul McCartney y John Entwistle, cuyos estilos melodiosos y potentes marcaron su forma de encarar el instrumento. Sus primeros pasos musicales fueron en bandas locales como The Syn y luego Mabel Greer’s Toyshop, donde coincidió con el joven cantante Jon Anderson y el guitarrista Peter Banks. Con ellos forjaría la semilla de Yes a finales de 1968.

La química entre Squire y Anderson, alimentada por su amor compartido a los juegos vocales de grupos como Simon & Garfunkel, Sly and the Family Stone o The Beach Boys, dio origen a una nueva banda de rock que debutó en 1969 con el álbum «Yes«, sumando al tecladista Tony Kaye y a Bill Bruford en la batería. Aquel primer disco, de influencias de pop psicodélico, barroquismo y ciertas trazas de lo que había hecho The Beatles con «Sargent Pepper’s» y los comandados por Brian Wilson con «Pet Sounds» tomaría vuelo rápidamente en ambos lados del atlántico.

La férrea presencia

Desde aquel naive primer álbum hasta entrados los años 2010, Chris fue el único miembro constante de Yes presente en todos los discos de la banda, además de ser el gran «director de orquesta» de los sucesivos cambios estilísticos y de formación. En la década de los 70′, Yes se erigió como referente del rock progresivo, y una verdadera potencia musical británica, con obras maestras como «Fragile» (1971), «Close to the Edge» (1972), «Tales from a Topographic Oceans» (1973) o «Relayer» (1974), los que además de contar con soberbias composiciones y arreglos, cambiarían el sonido del bajo eléctrico para siempre.

Alto y corpulento sobre el escenario, vestido de capa o trajes brillantes con su Rickenbacker colgado al estilo de un guerrero sónico, Squire aportaba no solo la base rítmica sino un protagonismo poco común para su instrumento. De hecho, no es exagerado decir que fue el bajista que terminó de llevar el bajo de rock al primer lugar como instrumento solista, generando líneas independientes que dialogaban de tú a tú con la guitarra y los teclados.

Su instrumento predilecto, y su verdadero ícono era el bajo americano Rickenbacker 4001 adquirido en 1965 en una época cuando no había mas de tres unidades en todo el Reino Unido; y si bien utilizaría otros bajos en el futuro, siempre terminaba volviendo a su adorado 4001. A partir de aquel legendario instrumento, Squire configuró un tono agresivo, brillante, dinámico y a la vez melódico, obtenido mediante una técnica ingeniosa de bi amplificación. Separaba la señal estéreo en frecuencias altas y bajas, enviándolas a amplificadores distintos, esto es, uno de guitarra para los agudos y otro de bajo para los graves. Todo esto, con mucho treble y poco low end, para originalmente no colisionar con el Hammond de Kaye.

El resultado, claramente inspirado en The Ox, era un rugido con mucho ataque, un sonido saturado pero definido, que cortaba en la mezcla sin perder cuerpo. Además, siendo un músico curioso y autodidacta, fue de los primeros bajistas de rock en aplicar efectos de guitarra como trémolo, phaser, o wah-wah para expandir su paleta sonora. Piezas emblemáticas de Yes como “Roundabout” o “Heart of the Sunrise” se apoyan en esas líneas de bajo llenas de trucos y a la vez virtuosas que Squire ejecutaba con uñeta. Un sonido que si bien tenía influencias, no se había escuchado jamás en ningún lado.

Además de ello, en «The Fish (Schindleria Praematurus)» podemos escuchar uno de los primeros ejemplos de armónicos utilizados en el bajo, técnica que después terminaría de popularizar Jaco Pastorius.

Aquel sonido de Squire era tan particular como su apodo, “Fish”, denominado asi segun cuenta la leyenda, por Bill Bruford; ya que solían compartir habitaciones en las giras y Squire podía pasarse la tarde entera en baños de tina. Durante una de esas tardes de relajo en un tour noruego, Chris inundó una habitación de hotel en Oslo al olvidar la ducha abierta, ganandose el titulo de «pez» ipso facto. El apodo caló hondo, ya que además coincidía con su signo zodiacal Piscis, por lo que Squire lo adoptó con orgullo, llegando a usarlo en títulos de piezas como “The Fish (Schindleria Praematurus)” de «Fragile» y hasta en su futuro álbum solista.

Otra contribución esencial de Squire al “sonido Yes” fueron sus voces. Poseía un registro tenor agudo que complementaba a la perfección la voz de contratenor de Jon Anderson. Juntos creaban armonías celestiales como en coros de “I’ve Seen All Good People” o el hitazo de “Owner of a Lonely Heart”.

En 1975, en pleno apogeo de Yes, Squire se tomó un respiro para expresar su visión personal con la obra maestra de «Fish Out of Water«, su primer y único álbum solista. Este LP resultó ser un deleite progresivo que recogía todos los ingredientes que hacen grande al género; lleno de piezas extensas de múltiples secciones, métricas impredecibles, y ese bajo grueso navegando por todos los rincones del sonido. Squire brilló no solo en el bajo, sino también en guitarras y voces, unido a una cuidadosa y a veces infravalorada pluma compositiva.

Además, el personal era de absoluto lujo. Bill Bruford en batería, Patrick Moraz en teclados, Andrew Jackman en orquestaciones, Mel Collins en bronces y Jimmy Hastings (Caravan) aportando flauta. El resultado fue simplemente mágico, en piezas como “Hold Out Your Hand” o “Silently Falling” capturando a Squire en su mejor momento, revelando un genio que podía brillar igual de fuerte fuera de la banda madre.

Aunque Yes siempre fue su hogar principal, Squire no temió seguir explorando proyectos paralelos cuando la banda entraba en recesos. A inicios de los 80′, tras el atribulado disco «Drama» (1980), formó junto al guitarrista Jimmy Page y a su gran amigo Alan White un power trío bautizado XYZ (siglas de ex-Yes & Zeppelin). Si bien la aventura de XYZ fue breve y no llegó a editar material oficial, dejó canciones esbozadas que más adelante Yes reciclaría en nuevos álbumes. Te contamos mas de ese proyecto, acá.

La transición de Yes a los años 80′ tuvo a Squire como arquitecto. Él fue quien invitó al talentoso guitarrista sudafricano Trevor Rabin a unirse a un nuevo proyecto llamado Cinema, embrión de la resurrección de Yes con un sonido que trataba de congeniar los sofisticados arreglos de siempre con un sonido mas comercial. El resultado fue el exitoso «90125» (1983), que con su olfato musical (y excelente para los negocios), había ayudado a reinventar la banda para una nueva generación.

Durante los años 90′ y 2000′, Chris continuó dedicado a Yes a tiempo completo, con altos y bajos, pero aún así halló espacios para colaborar externamente. Junto al multi instrumentista, y el que sería su delfín para el futuro de la banda, Billy Sherwood, lanzó el proyecto Conspiracy, cuyo debut en 2000 incorporó ideas y bases que también aparecerían en futuros discos de Yes.

Ya en 2012, Squire unió fuerzas con un viejo colega progresivo. El ex guitarrista de Genesis Steve Hackett, para crear «Squackett» y publicar «A Life Within a Day«, explorando sonoridades modernas sin renunciar al sello clásico que ambos compartían.

Incluso cerca del final de su vida, Squire se mantenía creativo. Si bien Yes había caido en una suerte de espiral de controversias entre ex miembros antiguos y recientes, en 2014 vería la luz «Heaven & Earth» y hasta poco antes de fallecer seguía tocando en giras mundiales, ilusionado con el futuro de la banda que fundó en su juventud, y que «nunca debía detenerse».

La noticia de la enfermedad de Chris Squire llegó en mayo de 2015 y sacudió al mundo de la música. Se le había diagnosticado una forma rara de leucemia. Tan solo un mes después, el 27 de junio de 2015, Squire falleció en Phoenix, Arizona, a los 67 años de edad dejando un enorme vacío. El futuro de Yes era incierto, pero solo por un breve tiempo,

En un comunicado oficial, sus compañeros lo describieron como el puntal de la banda desde el principio hasta el final, destacando que su estatus de pionero en su instrumento influyó a incontables bajistas alrededor del mundo. Además, una de sus voluntades antes de pasar a otro plano, era que la agrupación debía seguir sin él, creando y celebrando la música que tanto amó por los escenarios del mundo.

No es exagerado argumentar que sin Squire, no existirían los John Wetton, los Mike Rutherford, Geddy Lee, Jeff Berlin, Les Claypool, Nick Beggs, Guy Pratt, Justin Chancelor, Colin Edwin…la lista de los bajistas que aprenderían del británico que aquellas nobles cuerdas graves podían dirigir trayectorias completas de agrupaciones, es simplemente interminable.

Una década

Diez años han pasado sin Chris Squire entre nosotros, pero su espíritu perdura en cada cuerda grave que retumba, y cada pasaje instrumental del aún vivo Yes. Su estilo, agresivo, pero elegante, intrincado, pero emotivo, virtuoso, pero lleno de expresión, redefinió el rol del bajista en el prog rock y más allá. Incluso, después de su muerte, siguen apareciendo nuevas bandas que reflejan sonidos que beben directamente de sus creaciones y sonoridades.

Muchos argumentarán que con su partida Yes terminó de fallecer, y que hoy en día es solo un pálido reflejo de lo que fue en sus mejores momentos. Probablemente, ningún reemplazo llene completamente el espacio que dejó, pero esa ausencia se convierte en presencia cada vez que la actual agrupación comandada por Steve Howe sube al escenario, y Sherwood enchufa su Ibanez al amplificador.


ProgJazz es un colectivo unido por la amistad nacido en 2007, y que busca difundir música sobre la base del rock progresivo, el jazz, la música de vanguardia y todos sus géneros asociados.

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