Reseña: «Sky Void of Stars», Katatonia respirando el presente
Este 2023 es un año clave para Katatonia. Partiendo por el ámbito histórico, son tres décadas exactas de “Dance of December Souls” (1993, producido por Dan Swano, el gurú del metal sueco), un debut que, si bien se parece poco y nada a sus recientes producciones en estudio, nos muestra a un conjunto que la tenía clara en su propósito. Siempre dando el paso adelante, el salto a lo inesperado, con la emoción como elemento prioritario. En cualquier otro caso, 30 años no pasan en vano, pero en el caso de Katatonia ese mismo propósito ha logrado un desarrollo de proporciones dantescas.
Con todos estos años de carrera, y una discografía rebosante en calidad y cantidad, la lógica indica que los suecos ya lo hicieron todo y, por ende, un trabajo más a estas alturas es más un regalo que un deber. Pero Jonas Renkse y Anders Nyström, fundadores e ideólogos del legendario grupo de Estocolmo, la tienen clara al momento de trabajar sus ideas y plasmarlas en el estudio con la voluntad necesaria en estos días. Porque tras el golazo que fue “The Fall of Hearts” (2016) en la década recién pasada, y los kilos de categoría que conforman “City Burials” (2020), el lanzamiento de ”Sky Void of Stars” nos deja un sabor más que dulce a primeras. Sin duda, un trabajo esperado y, a la vez, sobresaliente. Como muy pocos veteranos pueden hacerlo sin caer en el “piloto automático” o el afán de permanecer relevantes a cualquier costo.
Pero exactamente, ¿qué hace distinto a “Sky Void of Stars” respecto, por ejemplo, a su antecesor “City Burials”? Podría ser la lucidez con que su nueva placa fluye a lo largo de casi 50’ de música, y el foco puesto en la convicción de las canciones, mucho más que en el sonido más progresivo de “City Burials”, un álbum rutilante en su propuesta, pero que muchas veces pierde su orientación, descontando que su lanzamiento no tuvo gira promocional -razones conocidas, ni preguntar- y quedó ahí relegado a un puesto secundario. De ahí que el duodécimo álbum de Katatonia, una vez anunciado terminando el año recién pasado, nos dejara con altas expectativas por el contexto actual, y más aún con el anuncio de su gira, la cual se desarrolla por estos días en Europa -junto a Sólstafir y SOM– y los traerá de vuelta a Latinoamérica en estos días de marzo.
Análisis de las canciones de «Sky Void of Stars»
“I thought things would take off, but they cooled down…”, proclama Renkse en el arranque con “Austerity”, el corte inaugural para estos 45’ de música en su edición regular. Liberador e intenso, con algunos espacios de tregua agonizante, todo eso que le da a Katatonia un distintivo clásico. Y así como no necesitan de una intro pomposa para inaugurar una placa de maestría suprema, tampoco necesitan preámbulos de ningún tipo para que asome pegada “Colossal Shades”, una muestra de elegancia y autoridad de otra liga. Un inicio de disco con la energía a tope, algo que Katatonia puede lograr con la voluntad de hacer música fresca, sin dormirse en los laureles de la consagración y poniéndole a las canciones una voluntad juvenil.
La intro con percusión y sintetizador que introduce “Opaline”, deriva en una mezcla exquisita de música industrial y rock con tintes electrónicos. Una prueba más que contundente de que Katatonia ha logrado un equilibrio que va de la mano con la exploración hacia terrenos ignotos (o no tanto). De la misma forma en que “Birds” acelera las pulsaciones y marca un pasaje vibrante hasta la médula. donde las guitarras de Nyström y Roger Öjersson basan su solidez en la rica paleta de sonidos con que Katatonia sorprende y gusta.
“Drab Moon” nos trae una dosis de ese metal con matices doom que se mantiene inalterable como sentimiento, pero dispuesto a los usos correspondientes por parte de una agrupación que abraza la evolución de manera genuina. Al igual que la siguiente “Author”, cuyo inicio de piano eléctrico está emparentado con las metrallas de guitarra con que Katatonia preserva sus raíces metaleras, mientras da el paso adelante hacia su objetivo. Tal como lo viene haciendo desde los días de “Discorauged Ones” (1998) y el angular “Tonight’s Decision” (1999), Katatonia circa 2023 patenta nuevamente un estilo único en su especie, donde la oscuridad se encuentra con la luz y la melancolía se convierte en una causa que muchos dicen abrazar y pocos lo logran de forma segura.
El significado de “Impermanence”, si lo traducimos con respecto a sonido y música, adquiere un peso enorme por la influencia de Katatonia en los nuevos referentes durante la última década. En particular, es necesario reconocer en Soen el recambio del metal progresivo como impulso a la exploración, por lo que la voz invitada de Joel Ekelöf cae de perilla en un andamiaje tan clásico como excitante. Mientras que “Sclera”, tras la espeluznante lentitud de su arranque, desborda claridad e ingenio con una soltura que nos deja sin reacción. Y aquí debemos hacer énfasis en la personalidad doom de Katatonia desde sus inicios hace poco más de 30 años, por la forma en que la bruma y el dolor se concentran en el fondo creativo y, sobre todo, nos sumerge en una introspección que obedece solamente al propósito de sus creadores.
Si resaltamos el aspecto instrumental, y más en los pasajes mencionados en el párrafo anterior, las miradas -y oídos- las acapara Daniel Moilanen como el sustento principal de una agrupación que aprovecha sus virtudes a pura exquisitez y voluntad. Recordemos que Moilanen, con un CV que abarca desde el metal más vanguardista hasta el black metal más podrido, se integró durante el proceso de “The Fall of Hearts” (2016), y su despliegue en el estudio resume el último lustro de unos Katatonia que disfrutan a concho el viaje sin pensar siquiera en el destino de llegada.
Llegando al último tramo del álbum, “Atrium” puede descolocar a quienes piensan que Katatonia tomó un viraje hacia un estilo más radial o comercial. Pero si tomamos como referencia a King Crimson en su fase ochentera (concretamente “Beat”) o a los propios Marillion con Steve Hogarth, los suecos no dudan en arriesgarse cuando lo importante es el carácter de las canciones. Y abrochando lo que nos parece un álbum rutilante, “No Beacon to Illuminate Our Fall” nos presenta un paisaje de lobreguez con destellos de esperanza, con el dinamismo propio de una agrupación cuya lozanía encandila hasta al más conocedor.
Algunas ediciones incluyen el bonus track “Absconder”, un cataclismo sonoro en toda su forma, metafóricamente hablando. Katatonia no solamente suena gigante, sino que le da a la armonía un dramatismo sobrecogedor. Las guitarras de Nyström y Öjersson, sumando el bajo de Niklas Sandin, se forman en fila como un ejército en pleno combate, mientras la voz de Renkse nos recuerda -esta vez y las que sea-, el rasgo de humanidad con que Katatonia forja un nuevo capítulo en tres décadas de carrera ininterrumpida.
Y es que la carrera de Katatonia suma más de tres décadas gracias a su sentido de la evolución como un paso natural y no para “demostrar” nada ni hacer las cosas por un lugar de provecho. Por muy lejana que nos parezca la crudeza primitiva de “Dance of December Souls”, hay algo ahí que lo une a placas disímiles -en apariencia- como “Discorauged Ones”, “Tonight’s Decision”, el más ganchero “The Great Cold Distance” (2006), la sensibilidad de “The Fall of Hearts” y este “Sky Void of Stars” recién salido del horno, y hablamos de un puñado en una discografía que se extiende hasta el cinturón de Orion. Y es el ingenio con que Katatonia encuentra la clave para marcar la diferencia, donde la luz y la sombra se encuentran para conversar y expresar sus sentimientos el uno al otro.
De todo lo que hemos dicho y se puede decir “Sky Void of Stars”, nos gusta remarcar la forma con que Katatonia vive y respira el presente. Donde muchos acostumbran a imaginarse a sí mismos antes y después, Jonas Renkse y sus compañeros de viaje hacen todo lo contrario. Lo que algunos le llaman “zona de confort”, en realidad no es más que el distintivo al que sus creadores se aferran como un órgano vital. Y para lograr aquello, y parafraseando a Thomas Alva Edison, basta con un 1% de talento y un 99% de sudor. Como el gran abismo vacío de estrellas, el hoy de Katatonia no puede ser más exorbitante.