Vangelis y «L’Apocalypse Des Animaux»: Donde comienza el frío mar
Hacia 1970, Evangelos Odysséas Papathanassiou ya había dejado la revolucionaria banda franco-griega Aphrodite’s Child – con su maravilloso debut «666» – y se encontraba en París explorando la electrónica de vanguardia emergente.
Su primer gran encargo como solista llegó cuando el documentalista francés Frédéric Rossif lo eligió para musicalizar la miniserie televisiva «L’Apocalypse des Animaux» filmada entre 1969 y 1970, mostrando una gran cantidad de animales salvajes en su hábitat. Vangelis compuso la música en aquel 1970 antes de ver las imágenes editadas. Si eso no es ser un genio, no sabemos lo que es.
Este proyecto fue pionero: La música combinaba sonidos electrónicos y orgánicos, sirviendo como plataforma perfecta para mostrar su talento en la creación de música expresiva con orquestación electrónica, algo de lo que sería reconocido enormemente en un futuro a mediano y largo plazo
En los albores de los años 70′ los sintetizadores aún eran raros en la música popular y solo algunas bandas adelantadas los habían adoptado, tales como ELP. Es correcto decir que Vangelis se sumergió en ellos por esa misma época, por lo que es un infravalorado pionero. Así es como el sonido característico del griego se gestó aquí, intentando reproducir con el teclado timbres acústicos y melodías simples pero expresivas.
En esta banda sonora de «L’Apocalypse des Animaux» tenemos una mixtura de electrónica clásica -órgano eléctrico, sintetizadores analógicos rudimentarios, percusiones suaves- mezclado con instrumentos acústicos como guitarra y trompeta, claras influencias de su estadía en el hijo de Afrodita.
¿Y por qué apocalipsis? El término apocalipsis en la biblia significa revelación, por lo que estamos asistiendo a una verdadera revelación de los animales; y no una catástrofe, como podría sugerir el título.
Vangelis trabajó en tiempo real sobre capas sonoras complejas como solo él sabía hacerlo en términos de música popular. Investigaciones sobre su método revelan que configuraba meticulosamente los timbres –probando clarinetes, trombones y cuerdas digitales– y usaba pedales para controlar simultáneamente volúmenes y cambios tímbricos. El propio instrumento era su orquesta: aprovechaba el aftertouch (pulsar más fuerte tras el primer contacto) y pedales configurables para alternar capas. Esta aproximación multitímbrica –simultáneamente melódica y polifónica–, junto a un reverb abundante, prefigura el sonido orquestal épico de sus futuros trabajos, pero aquí con un sabor aún íntimo y artesanal
A lo largo del disco se perciben los equipos disponibles del griego por aquella época. Aunque el Yamaha CS-80 aparecería después, ya usaba órganos eléctricos, pianos Rhodes o Wurlitzer, guitarras, bajos sintetizados muy rudimentarios y el mítico Korg Synthesizer. Sus baterías y percusiones son drum machines, muy, muy prehistóricas; incorporando ocasionalmente percusiones reales de cuenco o tam-tam, con mucho reverb.
Si bien hoy en día todo este aparataje es absolutamente antediluviano, Vangelis usó la tecnología disponible con gran inventiva. Un solo músico tocando todos los papeles, sin multitracking ni secuenciadores; y son esas capas de sonido le da al LP una sensación orgánica y viva, muy humana en su ejecución.
En la selva
Lanzado un 5 de junio de 1973 después del éxito televisivo de la transmisión durante el 70-71 por la señal estatal francesa ORTF, el trabajo dura unos 36 minutos y consta de siete piezas que recrean paisajes sonoros inspirados en la fauna y la vida natural, sincronizados con las imágenes del documental.
“Apocalypse des Animaux (Générique)” es la pieza introductoria y de cierre. Abre con ritmos percusivos pseudoafricanos sobre rudimentarios pads de sintetizador y una melodía sencilla que repite un motivo tribal. Sirve como fanfarria electrónica, ofreciendo un ambiente de jungla juguetona, presentando capas de sintetizadores marcando un beat sincopado suave y melodías cortas, preparando el terreno. Su energía y ritmos nos sitúan ante la esencia de la serie: una ambientación lúcida y casi ritual.
En “La petite fille de la mer” tenemos la pieza más extensa de la cara A, y es de una belleza casi insoportable. Muchos latinos que vivieron en los 90′ la recordarán como la banda sonora del hipnotista español Tony Kamo, pero es mucho más que eso: Destacada por su belleza melancólica, tiene una base de piano eléctrico Rhodes, acompañado de una delicada guitarra acústica arpegiando. El sintetizador de fondo crea un manto casi difuminado, que efectivamente remite a un mar abierto e inmenso.
La melodía principal, sencilla y nostálgica, se pasea con un sonido de órgano distante como una especie de lamento marino. En conjunto transmite fragilidad y belleza cruda, con aquella niña siendo una “pequeña hija del mar” cuyos sentimientos fluyen con los peces y la marea.
“Le Singe Bleu” lleva la trompeta por todo lo alto, con un tempo lento, casi de lamento. La sensación que evoca es de soledad urbana y animal al mismo tiempo, ya que va acompañada de un mono azul que mira al horizonte. La progresión armónica es muy simple, repetitiva, enfatizando la sensación de nostalgia infinita. Es un ejemplo temprano de ambient donde el silencio y las pausas son tan importantes como las notas, y un maravilloso antecedente de lo que estaría por venir en Inglaterra de la mano de Brian Eno.
Por su parte, “L’Ours Musicien” es una pieza concisa, juguetona, casi salida de unos dibujos animados. Luego irrumpe una melodía infantil muy simple, apoyada quizás en un xilófono o glockenspiel electrónico, como una caja de música, mientras el griego juega con el concepto de un osezno que toca dichos instrumentos.
Entramos a terrenos sombríos en “La Mort du loup”. Vangelis construye un verdadero requiem dramático con acordes menores lentos, en lo que es casi un ambiente fúnebre. La línea melódica sugiere lamento sincronizado con el documental por el “fin” del lobo, reflexionando sobre la muerte en la naturaleza, con solemnidad e impotencia.
Inauguramos el lado B del LP con una pieza que hizo escuela: “Création du monde” y sus 17 minutos de duración se adentran plenamente en texturas ambientales electrónicas minimalistas, con repeticiones suaves de sintetizadores, ecos y filtrados que suben y bajan. A lo largo del desarrollo hay motivos sencillos de piano eléctrico y guitarras tenues, que surgen y se desvanecen en la neblina sonora. La progresión armónica es casi inexistente, más bien se trata de crear paisajes con cambios graduales de timbre y amplitud. Este segmento evoca la noción de creación en medio de una bandada de gaviotas, un verdadero nacimiento desde el más allá.
Jon Anderson más tarde declararía que la creación del mundo fue una pieza que lo influyó enormemente en las futuras canciones del Yes post 73′. Sería tanto que iría a buscar a este genio de los teclados a su casa a Paris para importárselo para su banda en el Reino Unido, luego de la salida de Rick Wakeman. Acá te dejamos la anécdota que hemos subtitulado para ti.
“La Mer Recommencée” cierra el álbum con un aire de resurgimiento y contemplación tras la creación previa. Sigue la tónica ambiental: suaves arpegios de piano o guitarra sobre capas de sintetizador líquido y sutiles percusiones. La sonoridad recuerda a un mar tranquilo o a un amanecer. En el seguimiento narrativo, sugiere el renacer tras el caos, cerrandose el ciclo natural.
¿New age?
Este apocalipsis de los animales es una obra reflexiva y rica en atmósferas que documenta el momento de eclosión creativa de Vangelis, no siendo para nada una mera curiosidad vintage; ya que recoge el germen de conceptos que luego madurarían en sus bandas sonoras más célebres y conocidas.
Es fuerte pensar que ya ni Vangelis, ni Rossif, ni los animales grabados están entre nosotros 😞, pero el poder de la música recrea el eco natural suspendido en el tiempo, recordándonos que solo somos un destello en tiempo muy corto.
Cada pieza, con su propia narrativa sonora y paleta instrumental detallada, contribuye a una verdadera pintura sobre la naturaleza vista a través de los surcos. En retrospectiva, marcó el punto en que un virtuoso griego empezó a forjar su sonido característico, delimitando un sendero que influiría en el desarrollo del ambient, la música de cine, y sí, el new age.







