Gentle Giant y «Free Hand», manos libres para una genialidad absoluta

En términos de genio, innovación y composición, Gentle Giant solo está por detrás de The Beatles

Steven Wilson, 2025

«Free Hand» (1975) supuso una catarsis artística para Gentle Giant. El grupo acababa de dejar atrás una etapa conflictiva con su anterior discográfica, Charisma Records, quienes les había presionado en varias ocasiones para sonar un poco más comerciales. Aquellos roces llevaron a un rompimiento irremediable con el sello.

Pero como el gigante gentil no admitía concesiones, y liberados de esas ataduras, los hermanos Shulman y compañía se sentían con una renovada sensación de libertad creativa. La banda estaba en un momento de madurez, ya que tras varios discos aclamados, pero de ventas modestas, confiaban en que su nueva casa Chrysalis, finalmente, les permitiría llegar a un mayor público sin sacrificar su esencia.

Acá sí podrían trabajar con manos libres. Sí, de allí el título.

Derek Shulman, frontman de la banda, más tarde diría: llegamos a Chrysalis porque vimos que Jethro Tull tenía gran apoyo comercial y una libertad creativa total. Habíamos girado con ellos y aprendimos mucho del negocio con Ian Anderson. Eran unos verdaderos amigos para nosotros. En esta reseña tienes lo que pensaba el escocés sobre los gigantes gentiles. Prosigamos.

Irónicamente, el primer disco bajo su nueva casa discográfica, «Free Hand», resultó ser su trabajo más accesible hasta ese momento, pero logrado bajo sus propios términos y sin compromisos creativos.

En la primavera europea de 1975, Gentle Giant compuso y grabó el álbum en apenas siete semanas, durante sesiones en abril en los estudios Advision de Londres, totalmente autoproducidos, con una nueva modalidad de trabajo de llegar al estudio con los arreglos listos, evitando improvisaciones inútiles. Ray Shulman y Kerry Minnear, las plumas compositivas más dotadas del gigante, escribieron la mayor parte de la música, primero por separado y luego en conjunto, mientras Derek Shulman se encargaba de las letras.

Este enfoque disciplinado dio origen a canciones elaboradas, cohesionadas, pero con una accesibilidad que carecían trabajos anteriores, donde cada detalle reflejaba la fotografía del momento, una química muy especial entre los músicos.

La portada creada por Cream art studio no es la más atractiva del mundo, pero al menos de forma conceptual da el pego, con esas manos atadas con una cuerda, a punto de soltarse. En Estados Unidos dicho arte recibió un adecuado remozado para aquel mercado, con colores más vibrantes para hacerlo destacar en las góndolas de las disquerías.

«Free Hand», lanzado el 22 de agosto de 1975, brilla por su equilibrio entre complejidad progresiva e inmediatez melódica; pero más allá de eso, lo que realmente lo despega del resto de sus colegas de la época son sus contrapuntos increíbles: saxos, flautas dulces, vibráfonos, violines, fugas y minifugas vocales, instrumentales y mixtas; todo arropado con ritmos poderosos, pero también con beats cálidos y melodiosos en métricas endiabladas uniendo jazz, pasajes juglarescos, piezas barrocas y secciones de rock progresivo de altísima factura.

Fuera del universo de Gentle Giant, es muy difícil encontrar algo que suene remotamente parecido.

La mano libre

El LP abre con el pequeño hit de «Just the Same«, una pieza alegre y de alta energía que exhibe el ingenio rítmico del grupo. Comienza con esos característicos chasquidos de dedos sincopados antes de que entren piano eléctrico, bajo y batería, marcando un contagioso ritmo en 6/8. La voz de Derek aporta fuerza a una melodía pegadiza, mientras el arreglo suma palmas y pasajes instrumentales con sabor a jazz fusión. Es una apertura accesible pero refinada, que sienta el tono del álbum.

Le sigue «On Reflection«, una de las cimas creativas de los gigantes. Inicia con un pasaje a capella fascinante, con cuatro voces entrelazadas en un canon polifónico de asombrosa complejidad y belleza. Luego se incorporan piano, vibráfono y bajo para desarrollar una sección instrumental delicada, que da paso a un interludio sereno cantado por Kerry Minnear antes de retomarse el brío inicial. La letra reflexiona sobre un amor perdido, en medio de una pieza que combina rigor académico y sensibilidad de forma magistral.

Ver esta pieza ser interpretada en vivo en el registro de la BBC de 1978, es realmente para quedar con la mandíbula por el piso. Te lo dejamos acá.

La pieza homónima quizá es la más reconocible de la banda. Está construida sobre buenos riffs de Gary Green y un creativo ritmo, donde Derek ofrece una de sus interpretaciones más poderosas. Es quizá la canción más directa del álbum, con un gancho inmediato, pero bajo la superficie se suceden cambios inesperados de tempo y arreglos peculiares propios del virtuosismo del grupo. La letra es básicamente un alegato de independencia creativa, alude a tener «mano libre» tras romper con viejas ataduras, en clara referencia a su situación discográfica pasada.

El siguiente corte, «Time to Kill«, comienza con un efecto de sintetizador que imita los sonidos del famoso videojuego Pong, el cual se estaba popularizando entre la juventud de la época. Tras esa intro, y una disonante sección de piano, comienza una pieza de espíritu rockero y múltiples cambios de tempo y vericuetos progresivos que le aportan complejidad. Si bien la letra alude a la apatía de “matar el tiempo” sin rumbo, reflejando cierta desilusión generacional, la ejecución es vibrante y muestra al quinteto en plena forma.

Con «His Last Voyage» llega la pieza contemplativa. Sobre una atmósfera serena y ligeramente jazzística, marcada por el vibráfono y el exquisito bajo de Ray, aparece la infravalorada voz suave de Minnear elevando esta pieza hacia altas cotas de belleza camerística. La letra narra una travesía final por el mar, impregnando la pieza de melancolía. Es una composición elegante y subvalorada, que ofrece un respiro introspectivo antes del tramo final.

«Talybont» es un breve instrumental de sabor medieval que recupera la vena renacentista del grupo. En apenas dos minutos, el clavecín y las flautas dulces tejen melodías cortesanas. De hecho, esto no es casualidad, ya que fue compuesta para la banda sonora de una película de Robin Hood que nunca se filmó, y donde el gigante iba a ser parte del BSO. Pese a su brevedad, añade color al álbum y celebramos que el grupo haya decidido reciclarla para este disco.

Ese cierre llega con «Mobile«, una pieza vertiginosa que retoma la fuerza rockera, pero claro, ese rock marca de la casa. Derek lidera con voz potente sobre un fondo de riffs acelerados y buenos aporreos a los parches por parte de John Weathers. La pieza captura la vorágine de la vida en gira, aludiendo a estar siempre «móvil» en las giras, y sugiere a la vez la soledad que conlleva.

Es un clímax tardío que combina destellos melódicos con la cara más rockera de GG, dejando al oyente con la adrenalina en alto, y cerrando el LP con nota alta.

En modo «Mobile»

La gira promocional se enfocó principalmente en Norteamérica, con varias fechas en ciudades clave como Nueva York, Chicago, Los Ángeles y San Francisco.

En esta etapa, el repertorio en vivo mezclaba las piezas más reconocibles de Free Hand, tales como “Just the Same”, “On Reflection” y la titular, con clásicos de discos anteriores de «The Power and the Glory» (1974) e «In a Glass House» (1973). El público pudo apreciar de primera mano la increíble capacidad del grupo para trasladar su intrincado trabajo de estudio al escenario, recurriendo a constantes cambios de instrumentos, polifonías vocales y un nivel de virtuosismo colectivo muy pocas veces visto en términos de música popular.

La gira también incluyó fechas en Europa, aunque de manera más acotada, mientras que en el Reino Unido tocaron en salas medianas y festivales universitarios.

El declive, a la vuelta de la esquina

«Free Hand» recibió elogios de la crítica y además resultó ser el mayor éxito comercial de Gentle Giant en toda su carrera. Alcanzó el puesto 48 en la lista Billboard de EE. UU., aunque en la isla británica casi pasó desapercibido.

Lamentablemente, el grupo no pudo capitalizar del todo el impulso de «Free Hand». Si bien la banda sonaba más poderosa y ajustada que nunca sobre el escenario, el giro estilístico que tendría Chrysalis en 1976 para apoyar agrupaciones más directas en su propuesta, y la pronta irrupción del punk y la new wave, comenzaron a debilitar rápidamente su posición.

Aun así, y ya a medio siglo de su salida, «Free Hand» permanece como la fotografía del talento y la originalidad del que sea probablemente el mejor Gentle Giant. Escucharlo hoy sigue siendo asombroso; y perdón que nos repitamos, pero pocas obras, contadas con los dedos de una mano en la música de masas, tienen esta amalgama tan libre, desafiante y atemporal.

Ya en un mundo totalmente distinto al que lo vio nacer, conserva de manera intacta su capacidad para maravillar.


ProgJazz es un colectivo unido por la amistad nacido en 2007, y que busca difundir música sobre la base del rock progresivo, el jazz, la música de vanguardia y todos sus géneros asociados.

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