«El Gavilán» de Violeta Parra, una pieza adelantada a su tiempo
«Escribe como quieras, usa los ritmos que te salgan, prueba instrumentos diversos, siéntate en el piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, sopla la guitarra y tañe la corneta. La canción es un pájaro sin plan de vuelo que jamás volará en línea recta. Odia las matemáticas, ama los remolinos.»
Violeta Parra
Un día como hoy, la cantautora chilena Violeta Parra habría cumplido 105 años. Una de las plumas compositoras y letristas más dotadas de Latinoamérica, además de archivista del folclore chileno y «rescatadora» de diversos ritmos que probablemente se habrían perdido en el olvido de no ser por su inquieta visión musical. Aquella misma inquietud que la llevó a escribir una de las piezas mas misteriosas y vanguardistas de su catálogo: «El Gavilán».
Primero es lo primero. Violeta nació el 4 de Octubre de 1917 en el antiguo pueblo de San Fabián de Alico, y pasó su infancia en la Región de Ñuble de Chile durante los años 20. Creció en un ambiente tradicional rural de la época, para luego asentarse en Santiago durante los 30, (probablemente como parte del famoso movimiento chileno de «la cuestión social» que vivía sus últimos años). Esto le daría una visión de mundo muy particular, y un hambre de reivindicación de la herencia tradicional del campo y de sus pueblos antecesores.
Ya estamos en los 50, y la estatura en el mundo del folclore de Parra es incuestionable. Si bien durante su carrera musical rescató de forma totalmente formal y tradicional los más diversos ritmos y estilos que ya en aquella época mostraban signos de desaparición -en parte por la ausencia de registros fonográficos- también tuvo hambre de ir más allá y animarse a romper los moldes. El Gavilán refleja absolutamente aquellas inquietudes musicales vanguardistas.
Entre los antecedentes e influencias de esta pieza (siempre las hay), se encuentran, aunque de manera difusa, ciertos ritmos fúnebres de origen mapuche. Ejemplo de ello recae en el jerarquizado por historiadores musicales de principios del siglo XX «Machi ül y Amül püllün ül» o «Canción para que se vaya el espíritu«. Con ellos, Parra habría estado en contacto en algún punto de 1955, de las cuales habría rescatado su fuerza interpretativa y espiritual.
Análisis de El Gavilán
El Gavilán, compuesta y perfeccionada durante toda la segunda mitad de los 50 para ver su forma «final» en 1959, sigue un esquema completamente novedoso, a la mejor usanza del rock progresivo que en aquella época ni siquiera soñaba con aparecerse aún. Si bien tiene una indudable raíz folclórica, la pieza rebasa notablemente la duración de cualquier pieza acústica de la época (12 minutos). Además de aquello, recoge armonías muy poco comunes para la época y que son totalmente ajenas al folclor latinoamericano. Por ejemplo, una cierta atonalidad, acordes disminuidos y agresividad de ejecución que le dan un ambiente muy particular y «opresivo». Recordemos que ni siquiera hemos llegado a la década de los 60 aún.
Nos metemos de lleno a una introducción melancólica, donde se nos presenta una escena de desamor y fraseos típicos del folclore en un contexto oscuro que resulta muy curioso incluso a día de hoy, y que van construyendo una lenta tensión hacia el clímax de la pieza, que ocurre a los ocho minutos aproximadamente.
Mi vida, yo te qui-
Yo te quise, veleidoso
Mi vida, creyendo
Creyéndote, lisonjero
Mi vida, creyendo
Creyéndote, lisonjero
Mi vida, se me par-
Se me parte el corazón
Mi vida, del verte
Del verte tan embustero
Violeta Parra – «El Gavilán» (12:19)
Después de unos intermedios muy interesantes de arpegios muy inusuales para esos años, llega la segunda parte y el clímax instrumental de guitarra acústica llena de energía, con acordes disminuidos que, en una eventual versión eléctrica, no desentonarían en ningún disco de metal. Es un canto de rabia desde lo más profundo, de tristeza y desazón, con una letra oscurísima. No nos queremos ni imaginar cómo habría sido escuchar esto en 1959.
Gavilán, gavilán, que me muero, gavilán
Gavilán, gavilán, que me muero, gavilán
Gavilán, que me muero, gavilán
Gavilán, gavilán, que me muero, gavilán
Gavilán, que me muero, gavilán
Gavilán, gavilán, que me muero, gavilán
Que me muero, gavilán
Que me muero, gavilán
Que me muero, gavilán
Violeta Parra – «El Gavilán» (12:19)
Este ambiente nunca se hace más luminoso, hasta su abrupto final. No queremos ahondar más en la música en sí, ya que en este ejemplo, más que nunca, «las palabras cojean al hablar de música». Esta es una de las piezas de música popular contextualizadas en su época más impresionantes que haya tenido el placer de escuchar.
El Gavilán no dejó a nadie indiferente. Fue el puntapié para una renovación musical a nivel chileno y latinoamericano, que partiría desde La Nueva Canción Chilena durante los años 60 hasta 1973. Así, ejemplos híbridos, como esta pieza, se comenzarían a dar en muchas nacientes bandas que llevarían la batuta de la vanguardia, mezclando este nuevo hacer de composición al mismo tiempo que bebían de los nacientes movimientos de música progresiva y avant garde de Europa. Encontramos entonces casos como Inti Illimani, Congreso (quienes se referían a esta pieza como «una suerte de cueca apocalíptica«) o Los Jaivas. Incluso en agrupaciones y solistas menos adheridas a estos géneros, como Quilapayún y Victor Jara.
Y así, viéndola desde 2022, resulta ser un verdadero puente entre el viejo folclore de primera mitad del siglo XX y la renovación que tendría la escena musical completa, con el rescate de la musica latinoamericana (folclore chileno en este caso) y la llegada de movimientos de música popular anglosajona que empaparían a las nuevas agrupaciones ya descritas.
¿Quieres escuchar cómo se oirían esos notables acordes disminuidos en un contexto moderno?, les regalamos además, este efectivo cover de la banda de metal progresivo de Éntomos: