«The Overview» de Steven Wilson: Fragmentos espaciales

Introducción

Ah, el «niño» dorado del progresivo moderno vuelve a la carga. Es que Steven Wilson sigue siendo una figura fetiche dentro del rock progresivo moderno, tanto con su reciente vuelta con Porcupine Tree, como en su carrera en solitario. La prensa y legiones de fans lo han consolidado como un artista de avanzada, siempre en búsqueda de nuevas formas de expresión musical provenientes de su extensa maleta de influencias. Y es que razón no falta, aunque no exento de controversias en los últimos años.

The Future Bites (2021) profundizó una dirección de la cual Wilson jamás ha renegado: El pop, pero bien hecho. El problema es que aquel disco exigía aceptar esas variantes poperas en su totalidad, con visibles defectos, cosa que aún divide a los fans al día de hoy. Sin embargo, The Harmony Codex (2023) logró equilibrar de mejor manera sus distintas facetas, mezclando prog, rock, electrónica y ambient con una buena cohesión. Básicamente «todo lo que he sido y siempre seré«, como puedes encontrarlo en nuestra reseña acá.

Por eso, cuando se anunció que The Overview marcaría su regreso al rock progresivo «de las raíces», las expectativas eran altísimas. Al final del día, esto no era del todo cierto, como veremos a continuación.

Fuera de este mundo

Como la mayoría de los fanáticos saben a estas alturas, el título hace referencia al «overview effect» o llamado en español «efecto perspectiva«, la cual es una experiencia que los astronautas describen al ver la Tierra desde el espacio por primera vez. Esta perspectiva generaría un cambio cognitivo de conciencia, junto con una sensación de asombro y fragilidad: la belleza de nuestro planeta se vuelve más evidente, pero al mismo tiempo luce insignificante en la inmensidad del cosmos. Steven habría quedado profundamente intrigado por esto gracias a Alexander Milas, fundador de «Space Rocks«, una organización que busca llevar los descubrimientos astronómicos a la gente de a pie, con música, material audiovisual y presentaciones en vivo.

Esta dualidad del efecto perspectiva, entre la maravilla y la angustia existencial, es el eje conceptual del álbum, reforzándolo con el arte de promoción, presentando dos esferas que pueden interpretarse como planetas o como símbolos de esa dicotomía entre lo sublime y lo insignificante.

El disco se acompaña de una efectiva película creada por el director y colaborador de largo tiempo Miles Skarin. En esta reseña no haremos grandes referencias a ello, ya que este editor no es especialista en desarrollos audiovisuales – nos abocamos a la música – pero observamos desde ya, que algunas secciones se nos antojan imprescindibles de acompañarlas con la experiencia visual. Si no, se pierde gran parte de su impacto.

El trabajo se divide en dos grandes movimientos musicales de alrededor de 20 minutos de duración: «Objects Outlive Us» y «The Overview«, cada una subdividida en múltiples piezas. La primera hablando de la humanidad, y la segunda, de la ciencia, cronometrando 41 minutos. El británico declaró que la duración de un disco en formato LP es la adecuada para escuchar música, y nosotros no podemos hacer nada más que asentir con la cabeza. ¡Qué refrescante escuchar placas en su justa medida de duración y no estiradas con ideas artificialmente extendidas!

Lo primero que observamos es que el trabajo no es un retorno al progresivo sin más: es una suerte de extensión de lo que ya vimos en «The Harmony Codex», unido a su sensibilidad proggy de siempre, la de sus primeros discos solistas como «Grace for Drowning» o «The Raven that Refuses to Sing», con trazas de esos Porcupine Tree pre «In Absentia» (incluyendo «The Sky Moves Sideways»), integrando elementos de rock, pop, electrónica y ambient. Todo en una empresa de gran ambición de lograr dos piezas largas que tengan un carácter propio y cohesivo. Más allá de la extensión de las canciones, son sonidos que el británico nos tiene acostumbrados hace mucho tiempo.

Este editor escuchó el trabajo en lossless de 96 kHz y 24 bits en un DAC Fiio M9, unido a unos cascos Beyerdynamic Custom Studio, para obtener una experiencia de alta fidelidad como demanda un disco proveniente de uno de los productores más dotados que tiene nuestro género favorito. Y en eso no hay reparos. La calidad sonora del trabajo es absolutamente excepcional, con frecuencias bajas definidas, altos brillantes en una exquisita medida, dinámicas altamente presentes y una espacialidad auditiva espectacular. Si Steven nos quería colocar en el espacio, créanme que lo logra en una experiencia nocturna en una habitación oscura y los cascos puestos. Steven Wilson sigue siendo el benchmark en el audio del rock progresivo moderno.

Uno de los aspectos más llamativos es cómo el disco juega con la percepción del tiempo. En varias secciones, la música parece desorientar al oyente, sin puntos de referencia claros sobre cuándo termina o empieza una idea, y eso también es su principal talón de Aquiles. Aunque la primera mitad mantiene una progresión más lógica y fluida, ya para la segunda encontramos transiciones que pueden hacer que el oyente se desconecte del viaje musical, o peor aún, que no recuerde muy bien que acaba de escuchar. Las comparaciones son odiosas, pero en trabajos que comparten su estructura (del cual hay varios guiños), como «Tubular Bells» u «Ommadawn», las ideas fluyen de manera exquisitamente orgánica. Al lado, The Overview se siente demasiado fragmentado, tal como sugieren todas las pequeñas partes de los objetos que nos sobrevivirán.

Y esto nos lleva a otra cuestión de debate. Su dependencia de la experiencia audiovisual, sobre todo en la segunda pieza. La proyección cinematográfica de Miles Skarin complementa nuestra mente de manera brillante a nuestros oídos. El gran problema es que si solo tenemos acceso a la música, esta se revela como si nos estuviéramos perdiendo de la mitad de la experiencia en no pocas oportunidades. Tomemos, por ejemplo, la narrativa hablada de Rotem Wilson (esposa del británico) sobre datos de constelaciones y planetas. Sin el apoyo visual, estas secciones pueden sentirse un poco vacías, perdiendo parte del efecto inmersivo que Wilson busca generar. ¿Recuerdas la lista de los instrumentos en la segunda parte de Tubular Bells nombrada por el maestro de ceremonias Vivian Stanshall?, es algo así, solo que sin estar tan íntimamente ligado a la música como en el disco de 1973.

Y esto puede ser correcto o incorrecto de la manera que se vea. Es cierto que hoy en día la música es contenido, que la experiencia visual es igual de importante que el audio, y para Wilson siempre ha sido algo muy a tener en cuenta; pero este editor piensa que un trabajo musical debería poder funcionar por sí solo.

En todo caso, en este mar de ideas musicales, hay momentos más que estelares. De la primera parte, «The Buddah of the Modern Age» nos recuerda a la apertura de ese disco de los océanos topográficos, con su canto casi monocorde, desembocando en «Objects: Meanwhile», que suena absolutamente heredera de los mejores momentos de «The Raven», y eso no es decir poco (atención a la cita de Life on Mars de un tal David). Por otro lado, el crescendo de «The Cicerones/Ark» es, cuando menos, emocionante. «Cosmic Sons of Toil» rockea con estilo, como en los mejores momentos de «Hand», mientras que el solo de Randy McStine (a quien tuvimos la suerte de entrevistar, puedes leerlo acá) en «No Ghost on the Moor/Heath Death of the Universe» es absolutamente delicioso.

La segunda parte es donde más podemos palpar la experiencia y gusto de Wilson por trastear con sintetizadores y abrazar nuevos sonidos electrónicos, sobre todo en cosas como «Perspective» e «Infinity Measured in Moments» (¡que bien lograda esa sección de las palmas 👏!), unido a competentes letras del XTC Andy Partridge. Si nos concentramos en la música y cerramos los ojos con los cascos puestos, efectivamente se siente como un viaje espacial imaginario.

El disco cierra con una contemplativa y extensa capa sonora junto a un seductor solo de saxofón de Teo Travis, la cual no dudamos que debe pegar 100 veces más con el acompañamiento audiovisual adecuado.

Todo es cuestión de perspectiva

En términos conceptuales y audiovisuales, The Overview es posiblemente el proyecto más ambicioso de Steven Wilson. La calidad de producción y ejecución están a la altura de sus mejores trabajos. Sin embargo, en cuanto a fluidez musical, hay momentos donde las transiciones no logran el mismo nivel de naturalidad que en obras anteriores, sobre todo para un trabajo que ambiciona dos extensas piezas de 20 minutos.

Pese a ello, al igual que otros discos que tienen esta estructura como «Tales from Topographic Oceans», es un disco que merece múltiples escuchas para ser apreciado en su totalidad. Si bien su impacto a largo plazo está por verse, de momento el efecto perspectiva se posiciona como una de sus obras más intrigantes y desafiantes.


«The Overview» 

«Objects Outlive Us» (23:17)

– No Monkey’s Paw
– The Buddha Of The Modern Age
– Objects: Meanwhile
– The Cicerones
– Ark
– Cosmic Sons Of Toil
– No Ghost On The Moor
– Heat Death Of The Universe

«The Overview» (18:27)

– Perspective
– A Beautiful Infinity I
– Borrowed Atoms
– A Beautiful Infinity II
– Infinity Measured In Moments
– Permanence

Personal:

Steven Wilson: voz, guitarras, teclados, sámpler, bajo, percusión, programación

Adam Holzman: teclados

Randy McStine: guitarra

Russell Holzman: batería (¡que bien toca este joven!)

Craig Blundell: batería

Teo Travis: saxofón soprano

Andy Partridge: letras


ProgJazz es un colectivo unido por la amistad nacido en 2007, y que busca difundir música sobre la base del rock progresivo, el jazz, la música de vanguardia y todos sus géneros asociados.

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