Bill Bruford: «No vendo destreza, vendo ideas»

Créditos de la fotografía: Leon Barker

Hemos tenido el enorme placer de tener una amena conversación con la leyenda de la batería, el Dr. William «Bill» Bruford.

Un músico que definitivamente no necesita presentación alguna para los visitantes de esta página. Bill ha sido el maestro de las baquetas para un sin número de bandas del más alto nivel: Yes, King Crimson, Genesis, Gong, Bruford, Earthworks, etc…. y después de un largo período de retiro de los escenarios para dedicarse al estudio y pedagogía, ha vuelto a la carga con el Pete Roth Trio.

Antes de comenzar la entrevista – y para conocer más sobre el Pete Roth Trio (PRT) y su música – te recomendamos visitar su página web oficial en www.peterothtrio.com, donde podrás encontrar información sobre sus próximos shows y proyectos. Además, te invitamos a explorar el canal de YouTube de Bill Bruford, un verdadero tesoro de videos archivados donde el legendario baterista comparte no solo sus actuaciones, sino también descripciones detalladas de puño y letra sobre su proceso creativo sobre el escenario y su visión musical. ¡No te lo pierdas!

La entrevista con Bill Bruford

PJ: Hola Bill. El trabajo que realizan en el Pete Roth Trio (PRT) fusiona procedencias musicales muy distintas. ¿Qué parte de una pieza nueva se planifica de antemano y cuánta surge de la improvisación durante los ensayos?

BB: Con frecuencia suceden cosas magníficas en los ensayos “de cocina”. (Pasamos mucho tiempo grabando improvisaciones en la cocina de Pete). Al escucharlas después, los accidentes felices pueden abrir un terreno de juego más amplio en el que desarrollamos toda una pieza. Recuerdo perfectamente que algo así ocurrió con “Sheltering Sky” de King Crimson, en 1980, para el álbum «Discipline». Estoy seguro de que Robert Fripp trabajó la melodía principal, pero el ambiente caluroso y polvoriento del Sahara surgió allí mismo.

Con la música del PRT pasa igual. Nada es accidental, por supuesto, pero una combinación concreta de timbre, tempo, groove u armonía puede merecer ser explorada. Entonces quizá haya que escribir una melodía específica o cambiar la armonía. Creemos firmemente que la improvisación es el «patio de juegos» generativo de una canción, aunque luego ni el oyente ni el propio artista puedan identificar su origen exacto. A través de la improvisación, un grupo accede a música que sus integrantes jamás habrían concebido por separado.

PJ: Los pequeños clubes de jazz colocan al público casi dentro de la música. ¿Cómo influye esa cercanía en tus decisiones sobre el escenario, comparado con los días del prog en grandes recintos?

BB: Cuanto más grande es la sala, menos espacio hay para la frescura genuina: para música que ni público ni músicos hayan generado antes de ese modo. Uno de los atractivos de estar en una banda nueva es que aún no tenemos disco, así que la gente acude a nuestros conciertos con pocas expectativas. Cuando estás a cinco metros de mi bombo, la cosa cambia.

Habitualmente montamos el escenario formando un pequeño semicírculo, muy pegados entre nosotros, sin importar el tamaño real del espacio. Buscamos conectar entre nosotros y con la audiencia. En cambio, pese al aparente despliegue de las estrellas del rock de estadio, el ambiente es sorprendentemente frío: los instrumentistas están a muchos metros y los pequeños gestos que dicen “Te oí, ¡fue genial!”, dejan de ser posibles.

PJ: La química del trío pide a gritos ser capturada sin filtros. ¿Están considerando un álbum en directo o un concierto filmado?

BB: ¡Es fantástico no tener disco! Nadie sabe qué haremos y la audiencia confía en que sucederá algo que todavía desconoce.

La música es interactiva, inmediata, íntima, cercana y accesible. Invitamos a mirar dentro del funcionamiento de una banda que piensa sobre la marcha: ves cómo el tobillo se conecta al hueso de la pierna y de allí al muslo. Es una mezcla de influencias e ideas que solo nosotros tres podríamos «cocinar». Si los términos ya obsoletos de “jazz” y “rock” no fueran tan inútiles, diría que nuestra música tiene un pie en ambos campos. Como muchos de mis colegas recientes, Mike y Pete saben poco de rock y menos aún de rock progresivo.

PJ: Tras Europa y Japón, ¿existen planes para llevar el trío a Sudamérica—sobre todo a Chile o Argentina, donde tuvimos la suerte de ver a Earthworks a principios de los 2000′?

BB: Parte de mi largo retiro fue precisamente deshacerme del equipaje que conlleva el supuesto “liderazgo”, con mi nombre encima de la puerta del camarín o en la cabecera de un disco. Piensa en el PRT como un pequeño y ocasional taller móvil donde disfrutamos tanto trabajando la música en privado como girando por el mundo. Ya hice eso; ahora todos queremos limitar las giras de largo recorrido. Probablemente, nos quedemos cerca de nuestra base en el Reino Unido por un tiempo.

PJ: Te has definido como “mentor” y compañero de Pete Roth. ¿Cómo equilibras esos roles y qué han aprendido el uno del otro hasta ahora?

BB: Pete fue alumno mío en la Academy of Contemporary Music de Guildford (2002‑2004). Necesitaba un técnico de batería/road‑manager para una gira de Earthworks por el Reino Unido. Pete reunía las cualidades necesarias—fiabilidad, puntualidad—y tenía una gran sed de información guitarrística: Howe, Fripp, Holdsworth, Torn, Towner. Así que recorrimos el país con mi batería en mi cómodo Mercedes-Benz, con la música a todo volumen. Él venía del mundo de Joe Pass, John Scofield y, más tarde, Julian Lage. Veinte años después, cuando buscaba un músico local para ensayar tras mi larga pausa, su nombre saltó a la mente. Con un par de discos publicados, me sorprendió ver cuánto había madurado. Pete recomendó a Mike para el contrabajo y el bajo eléctrico. Empezamos con el acústico, pero la música prendió fuego y pasamos al eléctrico.

Muchas bandas prosperan por equilibrio de necesidades: yo aporto una plataforma internacional; Mike y Pete, la energía y el apoyo para llevar esto a los escenarios.

PJ: ¿El trío te ofrece un paisaje creativo completamente nuevo o también la oportunidad de revisitar partes de batería de tu legado en un entorno fresco?

BB: ¡Después de 50 años tras la batería, nada es “totalmente nuevo”! Pero el formato de trío es fresco e inusual, aunque ya estuve en un trío para el álbum «If Summer Had Its Ghosts» con Ralph Towner y Eddie Gómez. De hecho, ahora tocamos la pieza principal de ese disco con el Trío. Algunas canciones, como esa, son muy maleables y suenan bien con distintos instrumentos y estilos.

PJ: Tras casi 15 años alejado de las baquetas, ¿qué persigues artísticamente con este trío?

BB: Mi habilidad técnica siempre ha sido la justa, sin más. A este nivel, lo interesante es lo que se te ocurre tocar en el momento, más que la perfección al ejecutarlo. ¿Por qué elegiste tocar eso en ese instante con esas personas?

Después de una pausa de 13 años, el talón de Aquiles de cualquier baterista es la fluidez: pasar sin baches de una dinámica, timbre, tempo, compás o idea a otra. Nada de asperezas, por favor. Quienes presumen de golden chops (destrezas avanzadas) suelen entrar en un pacto tácito con la audiencia: mostrar la destreza todo el tiempo, y la música se olvida. No somos Buddy Rich aquí. No vendo destreza; vendo ideas.

PJ: ¿Extrañas algo de tus días en King Crimson? ¿Qué te impresionó de la formación con tres baterías (2014‑2021) al verla desde el público?

BB: No extraño nada de mis trabajos previos ni de la música a la que di vida. Estoy completamente absorbido por tocar lo mejor posible en el presente.

La formación de tres baterías la sentí como un recital de música docta moderna. Parecía muy pre‑preparada, con breves interludios de intercambio fragmentado. La participación del público se limitaba a la observación reverente y aplausos educados al final de cada pieza. Una invitación previa desde una voz en off a “hacer una fiesta” quedó socavada por una desconexión casi total con el movimiento humano, en el escenario o el auditorio.

La ausencia de un beat constante solo habría permitido el «baile sinuoso» del rock psicodélico pre‑progresivo, si alguien se hubiese atrevido. Las complejas mecánicas métricas impedían el llevar el ritmo con los pies y situaron al conjunto dentro de los límites del high progressive rock (rock progresivo de alto nivel), uno de los pocos estilos populares—junto al bebop—en esencia inbailable.

En conjunto, fue una velada inusual, repleta de las rarezas que siempre han caracterizado a la banda. Siempre fue así.

PJ: ¿Cómo influyeron tus años de investigación y escritura académica en tu forma actual de afrontar las giras y la actuación en vivo?

BB: A veces me cuesta silenciar la mente analítica y simplemente tocar sin juzgarme. Pero creo que es un problema común a muchos músicos. En el PRT somos una organización relajada que ya no ve mérito—si es que alguna vez lo hubo—en la gira constante hasta la extenuación. A medida que viajar internacionalmente lleva más tiempo y se vuelve más difícil e impredecible, vamos más despacio. Pero no hay nada como un público entusiasta disfrutando la música en tiempo real. Es un privilegio, y en PRT lo amamos. Ninguna “captura” mediante grabación, streaming o filmación, sustituye al momento real.


Damos gracias a Bill Bruford y a todo su equipo por el tiempo dedicado a ProgJazz

ProgJazz es un colectivo unido por la amistad nacido en 2007, y que busca difundir música sobre la base del rock progresivo, el jazz, la música de vanguardia y todos sus géneros asociados.

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