«Curious Ruminant» de Jethro Tull: Esta vez, es personal

Necesito seguir haciendo más música, mi tiempo es finito
Ian Anderson, The Prog Report, 2025
Hemos escuchado a cabalidad el nuevo álbum de Jethro Tull, «Curious Ruminant«, lanzado oficialmente el 7 de marzo de 2025. El tercero de una entrega que podríamos ligar con «The Zealot Gene» (2021), el cual revisamos acá y «RökFlöte» (2023), al cual vimos desplegado en vivo acá
«Curious Ruminant», como el lector agudo inferirá, conserva todos los elementos esenciales que han definido al Jethro Tull en esta suerte de renacimiento de la década del 20′. La flauta y desgastada voz de Anderson siguen siendo el pilar central, complementada por la guitarra acústica, mandolina, órgano Hammond y pasajes eléctricos interpretados por el guitarrista Jack Clark, quien tiene a Martin Barre muy en mente. También tenemos a John O’Hara en piano, teclados y acordeón, David Goodler en bajos y Scott Hammond junto al hijo de Ian, James Duncan en baterías. Además, el álbum cuenta con la participación especial del ex-tecladista Andrew Giddings en algunas piezas, quien entró a la banda en 1991.
Un rumiante curioso, metafóricamente, es alguien que reflexiona profundamente, que «rumia» ideas y pensamientos, lo que referencia el estilo lírico y filosófico del disco: Un Ian Anderson más personal que nunca nos transparenta sus reflexiones y preocupaciones actuales, como la religión, la música, la guerra, la política mundial, la traición y su propia mortalidad.
Mientras que «The Zealot Gene» exploraba un concepto narrativo basado en la dualidad humana, con el gen malvado intrínseco de la humanidad, y «RökFlöte» tenía un enfoque mitológico, «Curious Ruminant» con su introspección filosófica y sus sonidos folk, evoca a discos como «Songs from the Wood» (1977) o «Heavy Horses» (1978), aunque con mucha menos energía que aquellos clásicos; incluso a oídos de este editor, es menos enérgico en comparación con el anterior.
El disco reúne nueve piezas, algunas de las cuales provienen de demos que datan de 2022, integrados de manera natural, sin afectar la cohesión del conjunto, con un nivel de composición destacable. Anderson ha optado por un enfoque más contemplativo, abrazando su desgastada voz para utilizarla de manera más narrativa, casi como una recitación poética. Esto podría no ser del agrado de todos los oyentes, pero a estas alturas está claro que no podemos exigirle más a un Ian de 77 años.
La producción es nítida y equilibrada, con un énfasis especial en la flauta y las guitarras acústicas. O’Hara en los teclados y Hammond en la batería aportan una base rítmica sólida, mientras que Jack Clark tiene momentos muy inspirados. No obstante, se nos antoja que el acordeón está demasiado presente en muchas piezas, en detrimento de la guitarra eléctrica.
Las canciones del rumiante curioso
«Puppet and the Puppeteer» abre el disco de gran forma, con una exploración de la manipulación entre el artista y su audiencia. ¿Quiénes son realmente los titiriteros y las marionetas, el artista o el público? La pieza presenta un equilibrio entre pasajes acústicos y momentos eléctricos más marcados, con la flauta liderando la melodía. La pieza homónima que le sigue, gira en torno a la contemplación y la complejidad del pensamiento humano. Su estructura instrumental incluye una mezcla dinámica de apropiados stacattos de guitarra eléctrica y acústica, con una buena batería de Hammond.
«Dunsinane Hill» hace referencia a Macbeth y la ambición política, ofreciendo un sonido más robusto con una base rítmica pesada y una flauta que serpentea a lo largo de la canción. «The Tipu House» tiene una buena cadencia rítmica, y recuerda mucho a ese Jethro de fines de los 70′ que todos aprendimos a amar, mientras que «Savannah of Paddington Green» toca temas ecológicos sobre una famosa área de conservación verde en Londres, conteniendo reminiscencias de «Broadford Bazaar» de «Heavy Horses».
«Stygian Hand» nos suena como la pieza perfecta para un festival irlandés, con buenos arreglos y un acordeón en la primera línea. «Over Jerusalem» toca el conflicto en Medio Oriente y, aunque la voz de Anderson evidencia sus limitaciones, la instrumentación y los arreglos recuerdan la riqueza melódica de los discos clásicos de la banda. Acá, Anderson opta por no colocarse en ningún bando de los que ya conocemos, sino que, más bien, reflexiona sobre el daño que las religiones le han hecho al mundo; tema que ya tocaba en 1971 con «My God» e «Hymn 43» del inmortal «Aqualung»
«Drink from the Same Well» es la pieza más extensa del disco, con 16 minutos de duración. Según Anderson, es una composición que estuvo en desarrollo durante muchos años para ver su forma final acá, con el sonido clásico de Tull. Para finalizar tenemos «Interim Sleep» cierra el álbum con un tono sereno, basado en una combinación de flauta y guitarra acústica, marcando un final introspectivo.

El sonido clásico del viejo Tull
«Curious Ruminant» es un trabajo sólido que sigue la línea de los últimos discos de Jethro Tull. Para los fans de la era folk de fines de los 70, hay suficientes elementos en este disco para generar interés. Sin embargo, aquellos que busquen un Jethro Tull más enérgico y orientado al rock progresivo puro, pueden sentir que la producción se queda un poco corta en intensidad.
Pese a las limitaciones vocales de Anderson, la instrumentación y la composición siguen siendo de alta calidad, y el álbum presenta momentos destacados que, de todas maneras, justifican su escucha.
Ian ha declarado que en estos últimos años le urge crear más música, ya que se ha dado cuenta de que su tiempo en la tierra es finito, y a su edad «se encuentra preparado para lo peor». Todo indica que podemos esperar más entregas del viejo y querido Tull.
Jethro Tull – Curious Ruminant
Personal:
- Ian Anderson – voz, flauta, guitarra acústica, mandolina, producción, ingeniería, mezcla
- Jack Clark – guitarra eléctrica
- David Goodier – bajos
- John O’Hara – piano, teclados, acordeón
- Scott Hammond – batería
- James Duncan – batería, cajón
- Andrew Giddings – piano, teclados, acordeón