«Tales from the Artichoke Wood»: el viaje pictórico de Lizard

Hace años un buen amigo me recomendó a un grupo llamado Lizard, y me indicó específicamente que escuchara Tales from the Artichoke Wood. Sí, Lizard, al igual que el disco de King Crimson. Sin lugar a dudas, las influencias que esta banda toma del rey carmesí son bastante notorias. No obstante, sus influencias también provienen del neo-prog y del progresivo clásico británico. Con ello, logran un sonido bastante propio, por lo que no es correcto esperar una burda copia, ni mucho menos.
Oriundos de Polonia, Lizard se formó en 1990, aunque recién en 1997 lanzaron su primer disco, titulado “W Galerii Czasu”. En tanto, Tales from the Artichoke Wood es su tercer disco de estudio, publicado en 2005, que recientemente fue liberado en streaming (en Spotify y otras plataformas no estaba). Hasta entonces, la forma de conocerlos era solo por copias en CD, que cuenta solo con una edición. Además, hay poca información de este disco en internet. Las letras tampoco son fáciles de encontrar, solamente se hallan algunas, principalmente en sitios polacos.
Editado el 29 de marzo de 2005, Tales from the Artichoke Wood de Lizard ha permanecido por más de 15 años, hasta cierto punto, en el anonimato. Al menos hasta ahora.
Antecedentes
Lizard tiene una notoria fijación con la pintura. Ya su primer álbum, cuyo título se traduce como “En la Galería del Tiempo”, muestra en su artwork algunos cuadros, incluyendo un tema llamado “autorretrato”. En Tales from the Artichoke Wood esto también Lizard lo hace presente, pero de forma más directa. Aunque tenemos en el arte del disco algunos cuadros, el afán pictórico del grupo es planteado como eje de todas sus canciones.

Así, esa fijación se traduce también en este disco, en que se representa un mundo imaginado. Lizard refuerza esto en el propio arte de Tales from the Artichoke Wood, con dos frases:
“¿Existe el hotel de la imaginación en el mar de los sueños?
¿Se han conocido allí los tres extraños? Quizás…”
Esos tres extraños a los que se alude son tres grandes pintores: Vincent Van Gogh, Salvador Dalí y Pablo Picasso. Aunque los tres se pueden considerar genios de la pintura, ciertamente tienen marcadas diferencias que podrían hacer algo extraña su interacción. Veamos cómo lo hizo Lizard.
Tales from the Artichoke Wood, Pt. 1
El álbum comienza con Tales from the Artichoke Wood Pt. I. Esta pista, de 8:46, se puede traducir como “Cuentos del Bosque de Alcachofas”. ¿Alguien conoce un bosque natural de alcachofas? Pues no, excepto por obras de arte y por algunos platos que llevan ese nombre.
Cuando comemos una alcachofa, primero debemos desmembrarla de sus hojas para llegar al corazón. En tal sentido, la alcachofa representa un secreto, un misterio, algo que se encuentra oculto y que hay que desentrañar. Al menos, si queremos llegar a ese corazón.
Por lo tanto, la evocación de un bosque de alcachofas como título del álbum no sólo remite a algo que no existe (imaginario), sino también a algo misterioso que debe ser interpretado, comprendido. Implica un proceso para develar un mundo. Por lo tanto, este tema funciona como la introducción al mundo imaginario en que conviven estos tres extraños.
La letra de este primer tema habla de un gato (que aparece en la portada), que es el que va construyendo una historia que atrapa, a través de la música, a quienes entran al bosque. Esta letra contiene una serie de elementos surrealistas y de alta carga de abstracción, que se acompañan bien por el eco de la voz suave de Damian Bydlinski, quien también toca una sutil guitarra. La guitarra comienza a subir la intensidad, comenzando aquí a notarse las influencias de Fripp. Pasando el minuto 2, se toma la sección principal, en una explosión de rock progresivo moderno.
Vincent: Impression 1, 2 & 3
Luego de esta introducción de casi nueve minutos, hay tres piezas musicales que representan “impresiones” de Vincent Van Gogh (Impression 1, 2 y 3). Como sabemos, este pintor (quizá el mayor representante del postimpresionismo) tuvo una vida bastante triste. En buena medida, sus padecimientos mentales y el escaso reconocimiento de sus obras lo encerraron hasta el suicidio. Aunque hay versiones que hablan de un asesinato casual, lo cierto es que este artista nunca pudo disfrutar de su éxito en vida. Pues bien, las letras de las secciones recurren bastante al miedo, y a esa sensación de amenaza y locura: en el fondo, de sentirse encerrado en sí mismo.
La música de estas tres piezas tiende a ser más suave y lenta respecto de las demás impresiones. El tono nostálgico acapara la breve primera impresión, que con sonido de violín se une a la segunda, en que se plantea la letra. El sonido aquí es definitivamente elegante dentro de su acompasamiento, pero melódicamente muy bien logrado.
La tercera impresión, en tanto, aumenta el pulso, en que domina la sección rítmica y un intenso fraseo. El coro, que se construye in crescendo, representa el pasaje que más me gusta. Hacia la mitad, el sonido influenciado por el neo prog se une a tonos que me recuerdan mucho a U.K., especialmente por su juego entre bajo, batería y sintetizador en compases irregulares.
Salvador: Impression 1, 2 & 3
Luego es el turno de Salvador Dalí, con otras tres impresiones. Dalí ha pasado a la historia como un artista vanguardista, y es innegable que su trabajo orientado al surrealismo es un sello que lo distingue. Además, su obra trascendió a otras artes. Sin embargo, era asimismo usualmente despreciado. Y no sólo por otros artistas, sino por el público en general, sentimiento de desprecio que era mutuo.
La excentricidad y narcicismo de Dalí dan sustento a la letra de estas tres impresiones de Lizard, con tonos musicalmente más agresivos y con líricas que abordan la idea de que toda persona que no tenga suficiente imaginación debe irse de su lado. También la letra “expulsa” a quienes tienen un sentido convencional de pensar, sentir y apreciar su alrededor.
La primera parte comienza con relojes (un conocido símbolo de su obra) y campanas en medio de una aterradora atmósfera. Luego, rápidamente suena el teclado emulando vientos, que presentan melodías de la segunda parte. Esta comienza con guitarras distorsionadas de estilo crimsoniano innegable. El desarrollo instrumental, aunque no es excesivamente complejo, resulta convincente y musicalmente muy atractivo, a pesar de su oscuridad y la extrañeza que puede producir.
La tercera impresión de Salvador inicia con un juego de guitarra, que se acompaña por teclados brillantes y, en menor medida, platillos y casi imperceptibles líneas de bajo. Así, van construyendo una atmósfera densa que se extienda hasta casi los 3:40. Solo desde entonces se puede apreciar una melodía propiamente tal, que desemboca en el riff principal de la impresión anterior.
Pablo: Impression 1 & 2
Como tercer artista, Lizard construye dos impresiones sobre Pablo Picasso. Él, así como Dalí, llevó su arte más allá de la pintura, y desde su niñez se identificó (incluso a sí mismo) como un genio del arte. Su obra lo llevó a ser reconocido, respetado e incluso querido tanto por sus pares como por el público, siendo quizá el artista visual más trascendente del Siglo XX. Al menos en cuanto a lo que significa su nombre.
Esta brillantez se traspasa tanto a la letra como a la música. Ambas impresiones, que son cantadas, parecen inspirarse en “El Libro de los Sueños” del cineasta Federico Fellini. En la música, se expresa en un sentido que va aumentando la intensidad, incorporando incluso algunos arreglos con palmas, simulando aplausos rítmicos.
La primera impresión de Pablo, luego de esas palmas, se hace más acompasada para dar paso a una sección cantada. Este track, bastante simple en su composición, solo se interrumpe por golpes de guitarra y, hacia el final, nuevos aplausos rítmicos. La voz no es la mejor del disco aquí, pero encaja bien con el sentido de la letra, que habla sobre los tres primeros sueños de Fellini. Esto es, con Picasso joven, adulto y en su vejez, en que asimismo pasa de ser un Joven Rey a un dios.
Pero sin dudas la segunda parte se lleva todos los elogios, irrumpiendo con un nuevo riff crimsoniano, tras el cual viene la sección cantada. Aquí, la letra se inspira sobre el cuarto y último sueño de Fellini, el que tuvo lugar cuando Picasso ya había fallecido. Por lo tanto, aquí se pregunta acerca de su legado, el recuerdo que dejará y cómo será el mundo sin él. Desde los 3:15 el bajo hace recordar la estética de Red de KC, desplegándose un juego instrumental de casi 5 minutos de extensión, que consolida un magnífico outro.
Lizard cierra el álbum con Tales from the Artichoke Wood Part II. Aquí retoma la melodía de la pieza inicial, cambiando levemente la letra para dar a entender que la historia se sigue escribiendo, en una composición bastante letárgica, pero agradable. Esta melodía se termina apagando poco a poco, representando de este modo el fin del sueño.
En síntesis
Con Tales from the Artichoke Wood, Lizard intentó equiparar la música con colores y formas, lo que representa una propuesta arriesgada. Si bien musicalmente se asumen pocos de estos riesgos más allá de algunas secciones de métrica más irregular, el hecho de vincular la música, la pintura y la personalidad de tres artistas da como resultado una amalgama de elementos que pueden resultar difíciles de interpretar, pero que, sin embargo, nos deleitan una vez que adquirimos el sabor.
Un disco elegante y sobrio, que equilibra la energía y creatividad plasmada en su disco debut con las atmósferas alcanzadas en Psychopuls, segundo disco que había sido editado un año antes. Desde aquí en adelante, la historia de Lizard parece haber alcanzado cuotas de madurez cada vez más altas. De hecho, luego de este lanzamiento, Lizard ha continuado con su carrera hasta el día de hoy. Su último (séptimo) disco, Half-Live, publicado el año 2018, y especialmente Master & M de 2013 dan buena cuenta de ello.