Nubya Garcia en Chile: Encuentro de mundos (no tan) opuestos

Si hablamos de referentes actuales en el jazz, Nubya García cumple con los requisitos indispensables. Source, su LP debut editado en 2020, despeja las dudas respectiva y, sobretodo, conforma un deleite de sabores y mezclas infinitas para quienes buscamos en la música algo inesperado. Una mezcla de estilos disímiles en apariencia, pero que convergen en una firma tan calurosa como rica en matices. Dubstep, reggae, cumbia, soul… Pasando por el filtro de los Coltrane–Rollins–Shorter y obteniendo un resultado tan sabroso y ceremonial como su espectáculo en vivo.
Precisamente es lo que hace de Nubya una figura prominente en estos tiempos, pues el éxito de Source le valió ser parte del prestigioso festival británico Glastonbury el año pasado (cancelado en 2020 por la emergencia sanitaria) y tocar a tablero vuelto dos noches seguidas en el legendario Ronnie Scott’s Jazz Club de Londres. Y la jornada de noche, en el Club Subterráneo de la capital, por cerca de dos horas nos transportó a la bohemia londinense, con un abundante marco de público y el ambiente calentándose por cortesía del reconocido DJ chileno Boogie Mike. Una serie de mezclas y scratches, donde la música negra en todas sus variantes nos avisaba de un encuentro inédito y esperado por los melómanos congregados en el recinto de la comuna de Providencia.

Desarrollo
Con un local barrotado, y el vapor etílico del whisky escocés coronando la noche santiaguina, Nubya Garcia le da el ‘vamos’ a su debut en Chile, la primera de tres estaciones en Sudamérica. El corte que titula su placa, nos sumerge de entrada en la exquisitez con que la música hermana estilos y preside el encuentro de carácter ritual. El saxo tenor de Nubya marca de inmediato su huella, respaldado de un grupo que acompaña e interactúa de memoria. Es la fluidez de la unión entre John Coltrane y Bob Marley, influencias que la instrumentista británica reconoce en entrevistas e invoca en su música con un sentido de libertad abrumador.
Necesario resaltar la labor de la banda, en especial el baterista Sam Jones. Dueño de un técnica elegante y potente en el groove más ligado a los ritmos afroamericanos, complementándose a la perfección con Daniel Casimir, cuyo despliegue en el contrabajo tiene sus momentos de protagonismo cargados a la expresividad con que el jazz reluce su esencia de impulso. Y en el piano y teclados, el lujo de tener a Deschanel Gordon se justifica en el diálogo sonoro que entabla junto a Nubya como amigos de toda la vida.
Con un equipo jugando de memoria y destilando magia a raudales, asumimos de inmediato la única regla bajo la cual se rige Nubya y sus amigos: no hay reglas. La sensualidad de Garcia como líder y maestra de ceremonias, va de la mano con un sentido musical a la usanza de los próceres del género, con el silencio jugando un papel vital. No es la nota que tocas, sino las que no toca es, como reza el viejo adagio, aplicable, por supuesto, al tándem que hace de la belleza musical una bestia enorme y poderosa.

Conclusiones
Podemos resumir la visita de anoche en una tonelada de pasión y jerarquía que nos remontan a las épocas pasadas del jazz en su fase más vanguardista. Un pasión tan genuina como los agradecimientos hacia un público entregado al espíritu de una música que une caminos y credos en torno a un ambiente de rito y sanación. Es lo que nos imprime Nubya Garcia como nombre obligatorio para el estilo en estos días, y más aún cuando se trata de unir mundos y culturas distintos en apariencia. Aunque, en realidad, no lo son tanto cuando hay un propósito tan grande y supremo como la música de la inmensa minoría.
Galería Nubya Garcia