ID.Entity, de Riverside: «¿qué han hecho esta vez?!!»

Riverside, ¿qué han hecho esta vez? Es que ni siquiera nos advirtieron. Había algunas pistas, pero al menos era necesario un pequeño aviso. Como en los aviones, cuando se prende la luz de abrocharse el cinturón antes del despegue. Aquí, con ID.Entity, Riverside demuestra cómo esa catarsis de toda esta crítica a lo establecido -que se traduce en luchas de poder, el capitalismo desmedido, la deshumanización producto de la constante mentira que envuelve a las redes sociales- fue creada en movimientos sonoros absolutamente variados. Movimientos que nos empujan a sentir la satisfacción de esa primera bocanada de aire después de estar mucho tiempo bajo el agua.
Escuchar este disco completo ha sido gratificante de principio a fin. Se percibe la gran evolución que, como banda, Riverside ha conseguido a lo largo de los años, sin temor alguno al qué dirán respecto de explorar el camino, cambiar la ruta, ampliar la vista para enriquecer el trayecto. Debo admitir que mi experiencia personal fue como estar dentro de un video juego. Y es que no pude dejar de relacionar ciertos pasajes de “Friend or Foe?”, “Landmine Blast” y “Big Tech Brother” con algunos sonidos de los clásicos Doom o Wolfenstein 3-D. Ello, por supuesto, hace experimentar un flashback directo a los años 80 y 90, pero sin perder un ápice de la firma Riverside.
La experiencia de ID.Entity se compone de siete canciones que muestran, sin introducciones ni frases amables, distintas problemáticas sociales. Friend or Foe? arranca diferente a como la habíamos escuchado días atrás durante su lanzamiento. Michał Łapaj abre bien la propuesta con ese teclado que nos remonta al synth-pop ochentero. Con Riffs fuertes en la guitarra de Maciej Meller que lo destacan notoriamente, y un Mariusz Duda no guardándose nada, el mensaje va directo: “¿Quién pretendes ser para complacer a todo el mundo? ¿A quién imitas ahora?” Esto va conducido por un in crescendo que atrapa inmediatamente, y que no nos va a soltar hasta el término del disco.
Le sigue Landmine Blast, con un bajo que se luce totalmente, acompañado de una batería fuerte y virtuosa en manos de Piotr Kozieradzki, conectándonos a los tan reconocibles sonidos de Riverside. Big Tech Brother es un temazo de aquellos. Si bien la introducción me hizo recordar el disco “The Audio Guide To Happiness Part II” de Jolly -con aquella voz muy propia de un asistente virtual- lo que sigue es un deleite para los oídos. No sólo en lo instrumental, sino que en el mensaje de fondo: una denuncia por cómo terminamos siendo números para las grandes corporaciones que suman o restan para sus propósitos. De fondo, resuenan esos riffs fuertes y crudos, que acompañan los pasajes por los que nos pasea Duda con las texturas de su tan característica voz.
Post-Truth es la canción de Meller, aquí su firma queda estampada. Todo el viaje y la progresión que hace con la guitarra, es absolutamente sublime. Si a ello le sumamos el virtuosismo que hace todo el cuarteto, resulta una pieza disfrutable al máximo.

En seguida, viene The Place Where I Belong, que le agrega el factor balada al disco. Un corte de 13 minutos, en donde Duda saca su potencial en la narrativa que acompaña, en perfecta sincronía, al tremendo sonido de ese Hammond al que Łapaj nos tiene tan bien acostumbrados.
El disco culmina con las ya conocidas I’m Done With You y Self-Aware. La primera, encargada de arrojarnos esa primera carnada antes del lanzamiento del trabajo completo, allá por noviembre de 2022. Una pieza que engancha fuerte, suficiente para despertarnos la curiosidad. La segunda, la más pegadiza, cierra con un tono más esperanzador, al evidenciar la importancia de volver a conectarnos en un estilo un poco más atmosférico, más rápido y más alegre, a pesar del concepto que engloba todo el álbum.
Durante la pandemia y luego de ella nos dimos cuenta que, muchas veces, nuestra identidad la define lo que hacemos rutinariamente, forzadamente para poder subsistir. Pero que, en la realidad, no refleja lo que verdaderamente somos ni el rol que cumplimos dentro de la sociedad. De alguna forma, este disco remueve esas placas, nos invita a la reflexión producto de sus propias interrogantes sobre quiénes son y qué verdaderamente buscaban entregar en este, su último trabajo. Lo que se puede leer entre líneas, es lo afiatados que están como banda hoy por hoy, después del cierre de un ciclo con “Wasteland”.
De alguna forma, en este trabajo se percibe cómo cada miembro entregó parte de su identidad al disco. Se vive esta constante interacción entre ellos, desde su propia mirada, y eso lo hace un trabajo aún más disfrutable. Ello influirá directamente en sus presentaciones en vivo: porque este álbum, ya en la primera escucha, se disfruta y vislumbra, como un show musicalmente explosivo, que por supuesto, alimenta las ganas de todos quienes esperamos su pronta visita a nuestro país.
En un mundo donde la música se consume en píldoras, se agradece experimentar proyectos tan directos y honestos, que inviten al auditor a ser activos participantes dentro de este proceso comunicativo lleno de originalidad.
Lo que, a título personal, me tiene absolutamente contenta, es que ID.Entity se bebe como un excelente vino de guarda, al ser este trabajo un reflejo de todo el recorrido que ha tenido Riverside a lo largo de los años. Es el resultado de una propuesta diferente, llena de experiencia; una evolución que he disfrutado desde 2003 y que muestra, en gran medida, todo lo que tienen para ofrecer.
¡Tremendos! Y una vez más, gracias.