Amarok de Mike Oldfield, uno de los discos más vanguardistas de los 90′
Mike Oldfield llegaba a fines de la década de los ochenta envuelto en una discusión (como de costumbre) con Virgin Records y Richard Branson. Éste le suplicaba que ideara una secuela de «Tubular Bells» (1973), ya que Oldfield había manifestado su interés en volver a desarrollar una obra completamente instrumental como las de los 70′, para abrir la nueva década de los 90′.
Lo cierto es que Mike ya venía bastante resentido por algunas políticas impuestas por Virgin. Por esto, y por otras inquietudes artísticas había manifestado un rechazo total a esa idea, por lo que decidió (a modo de venganza por las presiones) rizar aún mas el rizo con la creación de un disco instrumental que ocupase todo un CD sin pausas, completamente vanguardista y rompe moldes, del que no se pudiese extraer ningún tipo de single ni melodía clara, ya que no tendría un hilo conductor, que bebería de todas las influencias que había encarado en su carrera llevando la tecnología disponible de 1990 a su máximo potencial, corriendo el riesgo de generar un pastiche totalmente inabordable e incongruente.
Casi nos podemos imaginar a Mike diciendo «¿Rock?, ¿y yo para que quiero eso?»
El álbum se compuso en pequeñas piezas desde fines de 1989, juntando lo grabado en cada momento con lo que estaba grabado el día anterior, y solo en los momentos cuando Oldfield se sentía verdaderamente inspirado, sin ningún tipo de presiones. Además volvió a trabajar con dos vocalistas que ya lo habían acompañado en «Ommadawn» (1975): Bridget St. John y Clodagh Simmonds (presente también en «Hergest Ridge» de 1974). A su vez, se incorporaba Paddy Moloney con su gaita irlandesa, quien fuera también músico invitado en «Ommadawn».
Con ello se logró una pista homónima unificada de 60 minutos de duración ininterrumpidos.
El resultado es la obra maestra de «Amarok» (1990). Uno de esos discos complicados que cuesta digerir por la cantidad de motivos y estilos que contiene, de una riqueza equivalente a un mar profundísimo y obscuro, que hay que escuchar con mucha paciencia y sobre todo muchas veces, pero que con las sucesivas escuchas termina siendo muy satisfactorio, ya que es un abre-mentes increíble. Mentalmente hay que liberarse de toda clase de ataduras, como estilos o pre-concepciones musicales. Es radicalmente distinto a todo lo que Mike Oldfield hizo antes y después de él, aunque si nos ponemos puntillistas, probablemente encontraremos ciertos nexos musicales con el ya mencionado «Ommadawn», tal como sugiere Mike.
¿Qué significa el término «Amarok»? Podría ser el nombre de un lobo mitológico de la tradición de los inuit, llamados popularmente como esquimales, o podría asociarse con la frase en inglés «I am a rock» (soy una roca) como dijo Oldfield.
¿A que suena? a Mike Oldfield, y a muchas cosas mas. Un verdadero tour de force que nos lleva por toda su carrera y hasta me atrevería a decir por todos los países del mundo, donde mediante sutiles repeticiones de melodías aquí y allá, Oldfield consigue una sensación de cohesión a un trabajo que de buenas a primeras parece totalmente improvisado. Es muy difícil de explicar con palabras. Como te comentábamos, fue concebido esencialmente para CD, pero por una mera cuestión física la versión de LP y cassette realizan un brusco corte, tratando al máximo de no romper la continuidad, y sobretodo, porque simplemente era imposible trazar una mitad.
El aluvión de efectos y pistas de «overdubbing» es brutal, agotando al máximo las posibilidades del estudio de grabación de la época, y desde luego sin posibilidad alguna de ser reproducido en directo. Un virtuoso Mike acelera el tiempo, lo ralentiza, experimenta con ritmos, sonidos, timbres, vocoders, coros celtas y africanos, loops, y una cantidad de instrumentos inmensa que realmente nos hace dudar que haya sido solo una persona la que fue capaz de componer, interpretar y parir tal proyecto. Tenemos los instrumentos tradicionales favoritos de Oldfield como todo tipo de guitarras y bajos, además de acordeones, arpas, teléfonos, aspiradoras, mensajes en código morse, ruidos de pasos, agua, motores, juguetes, y un largo etcétera. Vamos, ni siquiera Pink Floyd en «Ummagumma» (1969) se atrevió a tanto.
A destacar un fragmento del código morse, donde de una manera muy sutil, Mike «mandaba a la mierda» a Richard Branson. El mensaje deletreado, quedaba bastante claro: «FUCK OFF RB»
Cuando Amarok llegó a las tiendas, tuvo muchos detractores, desde los nuevos fans que estaban acostumbrados a las piezas vocales con una linda melodía como «Moonlight Shadow» o «Crime of Passion», hasta los fans mas clásicos que esperaban obras como las de los primeros tiempos. Amarok, al contrario de lo que había en trabajos como «Tubular Bells» (1973), es una continua montaña rusa de emociones musicales con melodías que se suceden una detrás de otra a la velocidad del rayo, que dejan al oyente con la sensación de que no tienen un objetivo claro, pero que con las sucesivas escuchas, se revelan como cohesivas.
¿Y que hizo Virgin con un trabajo de una sola pista de 60 minutos de duración, totalmente anticomercial, con un nombre extraño y al margen de cualquier tendencia de la época, que incluso involucraba una ofensa a su director? pues que apenas lo promocionó, vendiéndose muy mal en su época, pero que con el tiempo alcanzó un estatus de culto, erigiéndose como lo mejor de Oldfield.
Mike tendría su revancha. Luego del lanzamiento del mucho más convencional (y débil) «Heaven’s Open» (1991) para cumplir con el último disco que le obligaba su contrato con Virgin, en 1992 firmó un nuevo pacto discográfico con Warner Music Group (en esa época WEA) y adivinen que fue lo primero que editó con ese sello….si, Tubular Bells II (1992). No nos queremos ni imaginar la cara que debe haber puesto Branson al enterarse.
Sin lugar a dudas, «Amarok» es uno de los discos más sorprendentes, experimentales e innovadores, no solo de los 90′, sino que de todos los tiempos, proveniente de uno de los artistas más arrojados del que tengamos memoria.