Ange con «Le Cimetière des Arlequins», teatralidad y provocación

Segundo Acto: “De Marioneta a Arlequín

Le Cimetière des Arlequins es el segundo trabajo oficial de los franceses Ange y reafirma su linaje conceptual presentado anteriormente en Caricatures de 1972, sin embargo, este posee tintes mucho más tétricos y disonantes respecto a su antecesor debido al particular uso del órgano y el melotrón por parte de los hermanos Décamps, quienes promulgan una marcada veta operística —muy de la escuela nouvelle chanson—, de alma bohemia y una jocosidad que rozaba la insolencia. Su sonoridad, a diferencia de sus influencias británicas como Genesis o Jethro Tull, es más oscura, pero también cautivadora en muchos pasajes acústicos que giran en torno a una narrativa juglar hipnótica.

Para 1973, Ange ha desarrollado una identidad muy ligada a las artes escénicas, y sus presentaciones destacaron por la extravagancia performática de su carismático líder Christian Décamps quien es cantante, maestro de ceremonia y actor a la vez, muy en la línea de Peter Gabriel o Ian Anderson, pero completamente antagónico. Esta amalgama de influencias y propia inspiración los posicionará como precursores del theatrical rock en Francia, y bajo ese faro surgirán bandas como Mona Lisa, Pentacle o Atoll, nacidos en la cúspide del género progresivo galo en los albores de la década de los 70’s.

Le Cimetière des Arlequins será grabado en París durante 1973, principalmente en el Studio des Dames a cargo del ingeniero Henri Loustau, aunque el tema “Route aux Cyprès» fue capturado en el famoso Château d’Hérouville, en el Studio Michel Magne a cargo del ingeniero Andrew Scott, todo bajo la producción del sello Philips. Pero el nexo de la banda con la casa discográfica se remonta a 1970, cuando Ange gana el Grand Prix du Golf Drouot con una versión de “Epitaph” de King Crimson, lo que les valió firmar un contrato de grabación que dejará como herencia a Caricatures (1972), y que ahora estará detrás de este trabajo que será certificado Oro en 1976.

La portada es una ilustración realizada por el pintor alemán de origen ruso Jacques Wyrs en 1972, y sus trabajos están presentes en el arte de artistas como Klaus Schulze, Eloy y Sadao Watanabe.

Su concepción fue tan pretenciosa que en la búsqueda de un sonido propio experimentaron con técnicas de grabación en el estudio, puntualmente con el uso estereofónico y efectos panorámicos que buscaban instalar una sensación densa y claustrofóbica. Este rasgo compositivo influyó en un sonido final no muy limpio, pero que, aun así, solo será un matiz más dentro de una obra que refulge de originalidad. Otro punto destacable es su poética; su desenfadado lirismo que es mucho más místico y delirante, lleno de personajes absurdos presentados a través de acordes atípicos para su época. Esta personalidad radica en la imaginería creativa de Francis y Christian Décamps quienes proponen un universo fantasmagórico, solo contrastado por la inspiración musical del bajista y guitarrista Daniel Haas, el guitarrista y flautista Jean-Michel Brézovar y el baterista Gérard Jelsch, quienes hacen de este vendaval un lenguaje melódico absolutamente original.

De izquierda a derecha: Jean-Michel Brézovar, Daniel Hass, Christian Décamps, Francis Décamps y Gérard Jelsch.

El álbum inicia con una versión libre de «Ces gens-là«, una desgarradora canción de amor original del cantautor belga Jacques Brel, quien a modo de chisme narra la mediocre existencia de una familia a quien odia profundamente, pues no aprueban la relación de él con la hija menor de ésta llamada Frida. Pero la estrofa dedicada a la musa sería omitida por la banda como respeto a uno de los referentes de la Chanson française, quien marcó a un novel Christian Décamps con su expresividad, mordaz ironía y satírica pluma. El tema tiene un aura minimalista, macabra si se quiere, donde la interpretación de Christian está tan apegada a la original que lo hace magistral y sórdida a la vez. La reverberación del órgano, el sonido de la guitarra en tono blusero y los precisos quiebres rítmicos hacen que el relato sea un eterno ir y venir. Este tema se lanzará como single y será su primer éxito en Francia.

Aujourd’hui C’est La Fête Chez L’Apprenti-Sorcier” es un tema de tres minutos y medio que nos presenta un riff de guitarra pasado por efectos panorámicos, junto a una profunda oscuridad en los teclados que resulta inquietante por momentos. La letra de Christian es críptica, y en él cita Merlín y Aladino por ejemplo. Toda la estructura se desarrolla a través de un sonido vertiginoso hasta la parte central, donde baja la intensidad entre susurros, flauta y el peso rítmico del bajo que será un lapsus antes de volver a la carga. Una canción extraordinaria.

Bivouac (1ère Partie)” comienza con una festiva introducción de coros acompañada de un teclado lúdico, que pronto decantará en un tema ambiguo y lleno de tensión, con una retórica que nos presenta el absurdo diálogo entre unos condenados, un alquimista, la muerte y un mono. En tanto, la música se encamina hacia una interesante sección instrumental, con una magistral ejecución en órgano y una guitarra eléctrica que transita entre capas sobre una base jazzística que va in crescendo. Es una pista novelística, pero esencialmente incidental, que es preludio a “L’espionne Lesbienne”, cuarto tema del álbum, y de alguna manera la continuación de “Bivouac”. Su aura melódica tiene una naturaleza siniestra, que se sostiene gracias a una narrativa multifacética fantástica: “Tú eres la ciprina que lubrica las catacumbas, la mecha de hemoglobina que hará palpitar la bomba!”, “Ella es lesbiana, ella es una perra, ella es una hiena…”. Su metáfora resulta provocadora para nuestros tiempos, pero su estructura conserva aquel irreverente magnetismo de la época.

Bivouac (Final)” es un álgido tema instrumental donde el órgano retumba en cada rincón, con una guitarra que suena filosamente tétrica y que navega entre efectos que resultan un torbellino caótico. Llegando al final del mismo su intensidad va decreciendo, dejando una oscura estela armónica a su paso.

De Temps en Temps” es una balada rock ecléctica de rítmica simple, acompañada de un órgano exuberante y una dramática narrativa con un final que te expulsa de allí. Existe un puente instrumental a la mitad del tema, breve, pero lleno de intensidad en la guitarra de Jean-Michel Brézovar, y será el momento más notorio de la pista. Extrañamente, esta es una canción que no se jacta de raros coros, sino de una prosa directa y sin rodeos, casi autobiográfica, que suena cadenciosa como himno a la soledad.

«La Route aux Cyprès» es el único tema que fue registrado en el Castillo de Herouville y su sonoridad lo evidencia. Resulta ser un paseo por senderos y cerros iluminados por la luna y las estrellas, donde sin embargo ronda el espectro de la muerte. Es una hermosa balada acústica inspirada en un cuadro de Vincent Van Gogh que serpentea por sutiles flautas y teclados que adornan la poesía de Christian Décamps. Es sobria pero exquisita, con una fascinante ejecución en guitarra acústica de Daniel Hass que musicaliza la metáfora del poeta entre dósis de narcóticos divinos, nubes de loza y vientos de acuarela.

«Le Cimetière des Arlequins» es una suite de casi nueve minutos, oscura y teatral que cierra el álbum, y donde su lírica juega con la ficción y la realidad en torno a la vida humana transpuesta al mundo de las marionetas, los cuales desfilan hacia el lugar de su descanso final: “Es demasiado tarde, así que ve al templo de los recuerdos, guarda tus catafalcos, ya no tendrás tiempo para vivir. Sapos de alquitrán, caimanes y maniquíes de cera, ¡Arlequines!, ¡Pasen, pasen, gente linda!, ¡Elijan su tumba!. ¡En el cementerio de Arlequines!”. Un cierre grandilocuente para una canción surrealista que reflexiona acerca de la identidad propia del ser humano, junto a sus miedos y deseos, que invita a la contemplación de las ínfimas cosas fugaces de la vida.

Tras el lanzamiento de esta obra en Francia, Ange se presentará en el Reading Festival, Inglaterra, el domingo 26 de agosto de 1973 ante unos 30.000 espectadores, con un cartel que aquel día encabezó Genesis, y que también tuvo a P.F.M. y Lesley Duncan por nombrar a algunos. A su regreso a casa, su estatus como banda cambió, y el disco se disparó posicionándose entre los más vendidos de aquel año, quedando como un registro perpetuo en la historia del arte y el rock. El Cementerio de Arlequines representa un paso adelante que influirá en sus futuras obras conceptuales, y desde acá en adelante, y sobre todo con su formación original, lograrán crear increíbles temáticas que son imperecederas en la escena gala, y sobre todo en Europa, con una madurez e imaginativa que hasta hoy implora un recuerdo. Es definitivamente una pieza digna de ser apreciada en la vida.


Músicos:

  • Christian Décamps: voz principal, piano, órgano Hammond.
  • Francis Décamps: teclados, Melotrón , efectos especiales, coros.
  • Daniel Haas: bajo, guitarra acústica.
  • Jean-Michel Brézovar: guitarra eléctrica, flauta traversa, coros.
  • Gérard Jelsch: batería, percusión.

En busca del eterno resplandor sónico.

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