Cynic y «Focus»: donde nadie ha ido jamás
Antecedentes
La frase que titula esta nota pertenece al universo de Star Trek. Desde la frase que corona la intro en la serie clásica de los 60s y pasó a ser la consigna icónica de la saga, hasta el título de algún episodio de su primera temporada. El caso es el mismo, pues si hubo un propósito que marcó a fuego las aventuras de la tripulación del USS Enterprise en sus misiones de exploración, es la búsqueda como motor principal. La búsqueda de nuevas formas de vida y nuevas civilizaciones, llegar a donde nadie ha ido jamás.
Si bien la historia del rock y el metal de vanguardia calza con dichos principios del universo imaginario de Gene Roddenberry, el caso de los legendarios Cynic debe ser de los muy pocos ejemplos en que la búsqueda se traduce a niveles de exploración impensados para el contexto que los vio nacer. Y la aparición de su LP debut titulado «Focus» (1993), materializó lo que muchos pensaban. O mejor dicho, lo que jamás esperaron encontrarse.
Fundado en 1987 por Paul Masvidal y Sean Reinert, le bastaría a Cynic sus buenos años para concretar su debut en grande, a pesar de que sus orígenes como parte de la entonces naciente camada del death metal parecían pesar más. Tras grabar cuatro demos, y el paso de Masvidal y Reinert por los Death de Chuck Schuldiner -período «Human» y su gira promocional con paradas en Europa-, recién en 1993 se concretaba el sueño del LP debut, uno que, al parecer de muchos y sus propios creadores, estaba demasiado adelantado para su generación.
No es para nada un secreto la relación friccionada entre Cynic y el productor Scott Burns, este último el responsable del sonido de todo el death metal americano, sobre todo la escena de Florida. «Focus» fue concebido entre una serie de desacuerdos, y con toda razón. La bestialidad chocante del death metal al cual era asociado Cynic en sus inicios, tomaba una dirección donde muy pocos se atrevían a dar el paso, o simplemente, no pensaban hacerlo ni en broma.
La libertad que poco y nada caracterizaba al death metal y sus rasgos bordeando en el cliché, Cynic la respira y vive hasta el sudor, como queda de manifiesto en «Focus». Metal progresivo desde el impulso, por marcar la diferencia apelando a lo honesto y lo reflexivo, denotando un carácter espiritual impensado en el estilo que los vio nacer cuando quinceañeros. Y el arranque con «Veil Of Maya» nos sumerge de inmediato en este viaje de solo ¡35′! hacia el corazón de una firma tan maravillosa como revolucionaria… y arriesgada, en comparación a otros colegas que se iban a la segura.
Las canciones de «Focus»
«Veil Of Maya» es todo lo que uno (no) espera encontrar en el metal. Una libertad creativa traducida en música elegante y potente, con líneas melódicas de alta complejidad y, a la vez, efectivas hasta para el oído más exigente. El metal y el jazz encontrándose para forjar caminos hacia lo ignoto y exponer la naturaleza de sus creadores. Las guitarras de Paul Masvidal (el vocoder con efecto de robot en la voz, de otra liga) y Jason Göbel se entienden con una química escalofriante, mientras Sean Malone te da una cátedra en el bajo como todo un veterano de clínica y siempre disponiendo su experticia a lo que realmente. Y la batería de Sean Reinert, una combinación de brutalidad y buen gusto enorme para el estilo que sea.
Lo que «Veil Of Maya» arranca como presentación en toda su forma, «Celestial Voyage» lo consagra por mérito propio. Nada de artificios ni trucos en el estudio, solo un despliegue de talentos individuales que unen fuerzas para concebir la mejor música como si sus vidas se debieran a aquello. La voz de Masvidal, con el vocoder dándole un efecto robótico, asoma sin discusión como una seña de identidad que, nos guste o no, le da a la música un toque multidimensional. «Atheist» también solía poner en la licuadora sus kilos de death metal y jazz con su pizca de sonidos afrolatinos, al mismo tiempo que Cynic en el albor de los ’90s. Una cosa poca.
Lo que surge amenazante, «The Eagle Nature» adquiere su forma literal. Un águila en pleno vuelo en busca de su presa, donde el death metal aparece como un recurso sin opacar en lo absoluto la naturaleza progresiva de Cynic. Mientras que «Sentiment» -¡vaya título!-, nos sumerge de lleno en la devoción de Masvidal y sus colegas de ruta por el jazz-fusión en su esencia. La voz hablada de Sonia Otey le da a la música una atmósfera propia e inusual, al punto de que la criatura del ’93 parece venir del año 3094. Indescriptiblemente maravilloso.
El sonido de la ola que le da el ‘vamos’ a «I’m but a Wave to…«, nos presenta a un conjunto que recrea imágenes y metáforas mediante la música. Una muestra -de muchas en este disco- de lo que era Cynic ante los ojos de una escena que vio en ellos a un ser distinto en todo aspecto. ¿Jazz-metal? ¿»Death metal técnico»? La etiqueta que sea, en un LP con los ribetes de «Focus’, se queda corta y poco apropiada ante tamaña categoría. Donde hoy es visto como un recurso, Cynic se jacta de un propósito único.
«Uroboric Forms» es donde más destellan los solos virtuosos de guitarra, pero nada de eso se convierte en distractivo ni empaña la identidad de Cynic, sino que nos prepara, de alguna forma, para el lienzo sonoro de maestría que es «Textures«. Posiblemente, lo más cercano a «La Villa Strangiato» de Rush por la cantidad de cosas que ocurren en una canción 100% instrumental.
Una partida con guitarras formando un mantra orquestal, con la batería de Sean Reinert mostrando sus credenciales en el manejo de dinámicas de todo tipo, al punto de proyectar una grandeza que muchos logran después de años de carrera y aprendizaje. En tanto, la voz que le saca Sean Malone al bajo -y al Chapman Stick en algunos pasajes-, le da cara y hombro a próceres como Jaco Pastorius, y es cosa de escuchar a ambos para entender por qué. De ahí, las guitarras de Masvidal y Göbel le dan a la música un sello expresivo y solemne. Imposible de encasillar, como lo es la buena música, y más sentido tiene viniendo de una banda compuesta por veinteañeros que llevaban bastantes años en el circuito tratando de forjar su propio sello artístico.
El cierre con «How Could I«, es el triunfo del ingenio, como todo lo que es «Focus». La presencia (justa) de teclados y sintetizadores, corona la imaginería futurista de Cynic, incluso a tres décadas de que Focus apareciera en las tiendas de discos. Con qué soltura y prestancia la música puede abrir el vórtice hacia otra dimensión, donde la única verdad universal es que nada es seguro.
Tras su gira promocional durante la temporada 1993-94, y en medio de diferencias tanto personales como musicales, Cynic se disolvió y hubo que esperar hasta 2008 para que «Traced In Air» los viera de vuelta, ya no como unos extraños, sino como un culto para quienes quedaron pegados en los ’90s con esta música de raíz metalera y personalidad libre.
Por otro lado, y tras la muerte de Sean Reinert y Sean Malone (ambos compañeros inseparables, fallecidos en 2020 con meses de diferencia), Paul Masvidal reactivó a Cynic después de un hiato de 5 años, quedando como el único fundador sobreviviente. «Ascension Codes» (2021), su lanzamiento más reciente, refleja el estado de gracia con que LA leyenda del prog metal se mantiene en la brecha, siempre mirando hacia adelante desde el impulso.
Conclusiones
En septiembre, «Focus» cumplirá sus 30. Puede que ‘Traced In Air», «Kindly Bent to Free Us» (2014) o el mencionado «Ascension Codes» peleen su lugar en el podio, pero en el ’93, Cynic hizo lo que pocos -o casi nadie- pensaban que se podía hacer en la música extrema. Incluso a pesar de los prejuicios ajenos, que no eran unos pocos, sino los de toda una generación. Como el capitán James T. Kirk y el Sr Spock a bordo de la nave estelar Enterprise, Cynic viajó y llegó a donde nadie había ido antes.