“Romance”, la singularidad de DORSO

Dorso Romance 1990 - album cover

 

En matemáticas, al hacer representación gráfica de una función, se habla de singularidad para referirse a un punto de una curva que rompe con la continuidad de la línea que representa esa función. Es un resultado que se “sale de la trayectoria”, representando una discontinuidad, que usualmente es el del tipo “salto” (gráficamente un punto que sobresale de la curva). Este concepto, que finalmente refleja un comportamiento anómalo dentro de un camino trazado, hace mucho sentido cuando nos enfocamos en la banda y en el disco que son materia de la presente reseña: Dorso y su álbum Romance (1990).

Hablar de Dorso es hablar de una leyenda viviente del thrash metal chileno. Una que ha sido precursora y protagonista clave de este género en Chile desde sus orígenes en la primera mitad de la década de los 80. Su dilatada carrera, ad portas de cumplir 40 años en 2024, nos ha entregado una destacada discografía, sobre todo para el público amante de la oscuridad, el cine macabro y la literatura lovecraftiana. Dichas temáticas han caracterizado gran parte del imaginario dorsaliano, plasmándose en plenitud en álbumes como El Espanto Surge de la Tumba (1993), Disco Blood (1998) y Recolecciones Macabras del Campo Chileno (2012).

Sin embargo, al revisar atentamente la curva de producción fonográfica en Dorso, sobresale de aquella robusta trayectoria del thrash metal una singularidad: su disco Romance. Uno que irrumpe, por única vez, con una notable propuesta de rock progresivo que sorprende (hasta el día de hoy) tanto a seguidores del metal duro como a los más tradicionales del prog. ¡Vaya qué singularidad!

El contexto

Desde sus inicios en la etapa de colegio, por allá en 1984, Dorso se forja al alero de tempranas influencias progresivas (los clásicos Yes, King Crimson, Rush estaban presentes en sus primeras presentaciones). Sin embargo, sus integrantes rápidamente se vuelcan hacia el sonido del metal que les llega con una fuerza abrasiva desde el extranjero (Slayer, Exodus, Metallica…). Captan la expansión del thrash en el mundo y su impacto en Chile, y no quieren quedarse afuera. Eran tiempos duros bajo la Dictadura, de represión a toda manifestación o reunión social que representara una amenaza al régimen militar, y la tribu urbana de metaleros a la que pertenecían debía buscar dónde desenvolverse.

Mientras se hacían espacio y participaban de “tocatas” en lo más profundo y álgido del underground santiaguino (como las realizadas en el desaparecido y emblemático gimnasio Manuel Plaza), Dorso edita un par de demos y su primer larga duración: Bajo una Luna Cámbrica (1989). Este trabajo surgió de notables esfuerzos de autoproducción, y no exento de dificultades para encontrar un baterista estable. Dejan clavada la bandera del thrash y del death metal, y los resultados fueron muy elogiosos para esta promisoria banda en el circuito, que se empieza a consolidar como uno de los actores fundamentales del movimiento.

Sin embargo, al poco andar de ese álbum, ya empezaban a respirarse otros aires. En el mundo se estaban cayendo los muros y en Chile se estaban viviendo las primeras elecciones democráticas post dictadura. Estos vientos de cambio, de plena convulsión política, comenzaron a restar atención al movimiento thrash metal chileno, en tanto el mercado musical se estaba abriendo y las apuestas iban por nuevas propuestas emergentes. En este contexto, trasciende el interés hacia Dorso por parte del sello internacional BMG para producir un nuevo álbum, quienes dan carta blanca, con plena libertad creativa y poniendo a disposición las mejores condiciones de producción y grabación local de ese entonces. El álbum en cuestión sería el segundo de Dorso: Romance.

El álbum

Con esto, la banda llega a las sesiones de registro en la sala Kannasound, en Santiago, en octubre de 1990, bajo la producción ejecutiva de Marcelo Marambio. Los tres miembros oficiales (Rodrigo “Pera” Cuadra, bajo, voz y teclados; Yamal Eltit, guitarras; Eduardo “Topo” Topelberg, batería) se sumergieron en la proeza de grabar un disco ambicioso y arriesgado. Así, daban rienda suelta a su ímpetu juvenil (no superaban los 23 años de edad) con la que querían demostrar su raigambre musical. Ven una oportunidad, entonces, de reincorporar con fuerza sus primigenios influjos del rock progresivo y sostener su base metalera, registrando una obra con tintes sinfónicos de nada menos que 75 minutos de duración.

«Romance» fue en un momento de mucha pretensión. Queríamos hacer algo largo, conceptual. Aprovechamos que estábamos con BMG y ellos nos ponían un estudio sin restricciones. Quisimos hacer ese disco sinfónico, pero también Metal. ahí hicimos «Romance» y me encanta el disco y cada disco de Dorso tiene una onda distinta. «Romance» me gusta mucho, hay cosas que yo escucho ahora que cambiaría, pero el disco se grabó en esa época, es un disco que tiene hartos años ya, y hay que dejarlo como está. Tiene un sonido súper de la época. Comparado con los mega sonidos que uno puede lograr ahora en estudio, este es un sonido mucho más chico, pero a la vez tiene todo el feeling del momento, que es lo más importante.

Rodrigo Cuadra, 2011 (Fuente: entrevista «Absenta Musical»)

Romance tiene varios elementos deseados en un álbum de rock progresivo: un concepto que envuelve los temas, una interpretación virtuosa ante los diversos estilos y frecuentes cambios de ritmos, una lírica atractiva tanto narrativa como fonéticamente, temas larga duración con riffs y coros que se transforman en verdaderos himnos.

La historia conceptual se desarrolla como un clásico drama, en un momento y lugar del medioevo. Allí Reytec (el protagonista), envuelto en el obsesivo deseo de conocer y ver a su musa que vive encerrada en los jardines y paredes de su mansión, se acerca desesperadamente a la Madre de las Tinieblas (la antagonista), bruja de seres inanimados, para suplicar por un pacto que le permitiese llegar a su amada. Ella le concede poderes astrales para visitarla como un ser fantasmal, pero a cambio de una condición que no queda claro al momento del trato. Reytec cumple su deseo y hace visitas nocturnas en estado energético a su amada, quien en sueños se entrega a él consumando la unión.

Sin embargo, se van evidenciando las condiciones de aquel trato, y que lo obliga a cometer asesinatos en la mansión para incrementar las mesnadas del reino de la bruja. Reytec se siente traicionado y, para romper con el hechizo de la bruja y proteger a su amada, visita y despierta a la joven. Ella lo reconoce de sus sueños, para luego unir sus cuerpos en condición humana en un ritual de purificación.

Musicalmente, la obra recoge con maestría cada pasaje de la historia con una ecléctica variedad de influencias. De la música clásica, como el instrumental Andante Gore. El jazz se encuentra en la acometida de Romance, que además incluye música arabesca y un llamativo guiño a nuestra cueca chilena. El folk acústico aparece en Ave Dorsal. La música de medio oriente lo hace en El Harem. La sección de metal sinfónico asoma con Psicópata Peligroso, que cierra con una guitarra a lo Steve Hackett. También aparece el funk, la música étnica y experimental en Romance II, que incluye una sección del tema “Suspiria” de los italianos Goblin.

Y, por supuesto, el thrash metal, el rock progresivo y la música electrónica de la vieja escuela que están presentes a lo largo de todo el disco, y que alcanzan altas cotas en Madre de las Tinieblas y en Proclamación. Notables son las ejecuciones en sus piezas instrumentales En el Jardín y La Ira de la Triada, que fungen como interludio y suite, respectivamente.

La influencia electrónica en Dorso está en el «Romance». Hay Ambient, hay secuencias y tiene que ver principalmente con lo que es Tangerine Dream, que es una de las bandas más importantes, son los que inventaron la Electrónica Progresiva y con Klaus Schulze y con otros más, como Jean Michel Jarre, etc. Va más por eso, de los 80 para atrás.

Rodrigo Cuadra, 2011 (Fuente: entrevista «Absenta Musical»)

Técnicamente, usan decenas de recursos, como el tapping, slapping y bajo distorsionado de “Pera” Cuadra; los barridos de heavy metal clásico, contratiempos y doble bombo en las baterías de Topelberg; distorsión, fuzz y overdrive en las guitarras de Eltit. Se suma a ello diversos sonidos atmosféricos de teclados y emuladores de instrumentos clásicos. La voz de Jasmín Eltit (como la bruja) y la de “Pera” (como Reytec y otros personajes), si bien no son virtuosas, dotan de toda la dramatización y sonido orgánico que se requiere para enfatizar la historia. En definitiva, la suma de todos estos elementos hace de Romance un disco grandioso.

Yamal Eltit, Rodrigo Cuadra, Eduardo Topelberg. El Dorso de «Romance».
Epílogo

Dorso realiza el lanzamiento de Romance en el Teatro Providencia (actualmente el Teatro Nescafé de las Artes). No con cancha explanada, sino con butacas, invitaciones a diversas personalidades afines a BMG, y la atenta mirada de la prensa y de varios exponentes de la escena thrash chilensis. La presencia de músicos se completó en el escenario con el apoyo de Patricio Scacchi en teclados y Jazmín Eltit en los coros, con quienes tocaron de manera íntegra el nuevo álbum. La música y el ambiente tranquilo en los asientos, contrastaban con lo interpretado y experimentado en las antiguas tocatas ochenteras donde abundaba el headbanging, el moshpit y los aborrecidos escupitajos. Había ocurrido un cambio que sorprendió a muchos, pero lamentablemente no a favor.

La tibia recepción de parte de los asistentes, en su mayoría acérrimos seguidores del thrash puro, como también de la producción y el sello discográfico que no obtuvieron los resultados esperados, generó desde el primer momento una serie de críticas negativas hacia el nuevo álbum. La prensa especializada lo elogió, pero no aportó suficiente convicción a los músicos para continuar en esta senda. Ellos se habían percatado que habían quedado en un punto medio del thrash de las tocatas hardcore que compartían con agrupaciones como Pentagram, Necrosis, Massakre y Warpath, por una parte. Por la otra, con el sonido de fusión progresiva de bandas emblemas como Los Jaivas y Congreso.

Este desconcierto caló hondo en la banda, que luego de encomiables esfuerzos creativos no soportó la estrechez de la escena metalera que no supo comprender la obra maestra que se había gestado. Posteriormente, Topelberg y Eltit pierden el entusiasmo por seguir en Dorso (aunque Eltit retornaría una década después), quedando sólo el carismático “Pera” Cuadra como único impulsor del proyecto. Él lo volcaría nuevamente hacia el thrash metal, pero con más énfasis en los tintes gore y macabro que lo han caracterizado hasta hoy.

Así, Romance queda como una singularidad en la historia de Dorso. Una anomalía discográfica, pero que en el fondo refleja el alma genuina de la banda desde sus orígenes, y que con el pasar del tiempo ha sido revalorada y comprendida, haciéndose en parte justicia a esta obra maestra, y transformándose en disco de culto para los amantes del rock progresivo.

Entrada a concierto de Dorso, bajo el alero del sello BMG.
Ficha Técnica

DORSO – «Romance» (1990)
BMG – 135322 (Primera edición en caset)

A1. Andante Gore (Introducción) (2:53)
A2. Madre De Las Tinieblas (9:22)
A3. Proclamación (12:46)
A4. En El Jardín (0:44)
A5. Psicópata Peligroso (8:59)
A6. Reytec (6:19)
B1. Romance (9:26)
B2. Ave Dorsal (2:37)
B3. La Ira De La Triada (9:48)
B4. Romance II  (9:03)
a) Romance Nocturno
b) Bar
c) Ritual De Purificación
B5. El Harem (2:42)

 

Rodrigo Cuadra: voz, bajo eléctrico, teclados, guitarra acústica, timbales
Eduardo Topelberg: batería, percusión, accesorios, voces
Yamal Eltit: guitarra eléctrica, guitarra eléctrica, laúd, voces

Jasmin Eltit: invitada, voz
Carlos Figueroa: invitado, batería en «Bar»
Alejandro Gaete: invitado, guitarra en «Bar»

Todos los temas compuestos, arreglados y producidos por Rodrigo Cuadra, Yamal Eltit y Eduardo Topelberg, excepto «Andante Gore» y «Ave Dorsal», por Rodrigo Cuadra.
Todas las letras pertenecen a Rodrigo Cuadra.
Los temas «Reytec» y «Romance» fueron mezclados en Noche de Brujas.

Productor Ejecutivo: Marcelo Marambio
Mezcla y producción: Dorso, Jaime Valbuena
Productor Audiovisual: Carlos Meklenburg

Asistentes de Producción: Eduardo Topelberg, Gonzalo González, Quique Yorio
Ingeniero de Grabación: Jaime Valbuena
Grabado en Octubre de 1990 en Kannasound

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