Holman Trío en vivo: “Ritos de la tierra en una nueva etapa”
“Uno de los mejores bajistas del mundo”. Así lo definió, categóricamente, el productor musical Leonardo Pavkovic, el mánager de Stick Men y fundador del prestigioso sello discográfico MoonJune. Fue a mediados del año pasado, en el marco de la histórica visita de Soft Machine a Chile, cuando Holman Trío, comandado por el maestro Ernesto Holman, protagonizó el acto soporte para los ingleses y se mandó una cátedra de talento y jerarquía enormes, donde la comunicación y la idea original conforman una base sin precedentes en las corrientes vanguardistas en Chile y, por qué no, Sudamérica.
No podíamos empezar el reporte del concierto en el Centro Cultural GAM el sábado recién pasado sin la mención en el párrafo anterior. En las impresiones de Pavkovic, uno que “algo” sabe de las corrientes de vanguardia desde el impulso por sobre la etiqueta, hay un reconocimiento hacia uno de nuestros próceres en la música chilena. Y es que la firma de Ernesto Holman trasciende más allá de la clínica y lo virtuoso, pues su estilo que él bautizó como etno-jazz proyecta un mensaje tan profundo como de alcance cotidiano. La dignificación de las raíces, la búsqueda constante de la identidad local en el rock chileno y, sobretodo, un sentido del espectáculo que abarca desde lo elegante hasta lo crudo, todo eso es lo que hace de Holman Trío una obligación y, al mismo tiempo, un deleite.
En plenos días del Wiñol Tripantu, la invitación de Ernesto Holman a su concierto responde a su compromiso y experiencia con la cosmovisión mapuche. El inicio de un nuevo ciclo a nivel global y personal, es el hilo motriz del etno-jazz como una forma de hacer y ver las cosas, tal como se puede apreciar en su reciente placa titulada “We Adkintun” (“Nueva Etapa” en mapudungún), editada el año pasado por Directive Music Collective y, con toda razón, el breviario de un estilo único que hermana el ingenio del jazz con los rasgos culturales de una comunidad. Y es ahí donde Holman pavimenta desde hace décadas su propia ruta como artista, creador e intérprete.
Da Trío
El concepto de renovación tiene razón de ser gracias a la apertura a cargo de Da Trío, una joven agrupación a la cual el propio Holman se refiere de manera directa como revelación del etnojazz. Liderado por el pianista y compositor Darío Barraza, el arranque con La Cúspide nos sumerge en una música que asuma con fineza y crece en dimensión y matices con un brío que devuelve el calor a la helada noche santiaguina. La raíz folklórica de su propuesta, se mueve con agilidad como un pincel en pleno lienzo sonoro. Una montaña rusa de atmósferas y ritmos que desemboca en un torrente creativo de alcance ilmitado. El bajo de Víctor Carmona y la batería de Sebastián Acevedo dialogan con una fluidez de veteranos de mil lides, a la vez que el piano de Barraza se suma a la conversación como guía sonoro en un viaje tan corto en duración como fascinante por los recovecos a donde nos transporta.
Baile y Tierra Nueva (inspirada en los estudios de la recordada folklorista y compositora Margot Loyola) nos lleva a los ritos de una danza tradicional del Norte Grande de Chile llamada cachimbo. Son los ritmos del Chile desértico fluyendo en la sangre de estos jóvenes que ofician de intérpretes y, en algunos pasajes, se adueñan con la propiedad de quienes llevan una vida estudiando y comprendiendo la identidad de una zona cuyo legado cultural ha sabido florecer en medio de la aridez. De la misma forma en que Paisaje y Contraste, desde su arranque con brocha de música docta, se revela como un homenaje a la chilenidad y su maravilla visual. Y por muy obvio que suene, es menester reafirmar la fama de Chile como una tierra de paisajes con dimensión extraordinaria y contrastes propios de su fisonomía de norte a sur y mar a cordillera. Para quien escribe al menos, un gusto y una sorpresa más que agradables poder apreciar la energía y el talento de Da Trío como nóveles estandartes del jazz con raíz chilena. Siempre desde el impulso de la expresión.
Holman Trío
Ya con el auditorio del GAM atiborrado, hace su aparición en solitario el maestro Holman, quien interactúa con los asistentes para, a continuación, iniciar el espectáculo musical con un muy sentido (y siempre necesario) homenaje a Víctor Jara, a través de la pieza titulada A.V.J. Hay una calidez y un vibrato únicos en su sonido, donde la figura de Víctor se encuentra omnipresente y más vivo que nunca cuando la ejecución lo amerita. De ahí se suman el baterista Josué Villalobos y el tecladista Sebastián Moya, completando el cuadro en una presentación de nivel magistral de inicio a fin. A veces cuesta encontrar calificativos para describir lo que pasa en Atardecer (Ellakomen Antu), donde el rito hacia la tierra al que alude Holman en su discurso toma rumbo hacia el lado sensible de nuestra condición humana. Qué notable y pletórica la labor de Sebastián Moya en el sintetizador, mientras el bajo de Holman canaliza los sueños y penurias de la tierra que habitamos.
¿Hablemos de momentos destacados, así como lo más cercano a una reunión de amigos que se juntan por un rato para recordar las incursiones de un pasado glorioso? Bueno, ahí tenemos a Joe Vasconcellos como invitado ilustre en la reversión de un clásico de Congreso y, en palabras de Ernesto Holman, un himno absoluto de la música chilena, Hijo del Diluvio. El corte más bestial del fundamental Viaje por la Cresta del Mundo (1981), aquí en una versión con ropaje sonoro acorde a su talla y rememorando la garra de una época dorada, adjunto a su línea de bajo hoy icónica en la música chilena. Qué tremendo, sobretodo para los más jóvenes, ser testigo de las cualidades de Vasconcelos como cantante y percusionista extraordinario. Un nombre fundamental en la música popular de Chile, sumándose a la cita como parte importante de un ensamblaje musical que une los caminos del tiempo y el espacio en un solo propósito.
Del álbum We Adkintun desfilan dos piezas de proporción sideral en el universo creativo de Holman Trío. El Séptimo y Newentun, la segunda destacando por su equilibrio entre belleza e intensidad, con la voz del poeta mapuche David Aniñir acompañando desde la distancia la caminata por los misterios del sur del mundo. Y aquí nos permitimos destacar la urgencia con que Holman se refiere a la tristeza que nos marca a Chile como identidad; el rito con la tierra parece estar ausente y eso deriva en una deuda musical con la falta de tradiciones. Por ende, hablamos de una celebración y un deber la música de Holman, secundado por músicos de cualidades supremas, quienes disponen sus habilidades para esta fiesta de purificación y apertura hacia el origen.
En el tramo final, resulta un placer escuchar en vivo Purrún al Viento. Sobre todo por el disfrute con que Josué Villalobos deja la vida en cada golpe, sin duda la columna vertebral de una canción que Holman compuso y grabó en solitario. Su debut en vivo se adapta con facilidad al objetivo de Holman Trío como un todo, y te recuerda lo que debe ser y sonar el rock chileno. Sí, la palabra rock acá no puede ser más apropiada cuando hay una potencia bestial, textualmente hablando. Para quien escribe, y de acuerdo con el significado de la palabra purrun – danza, en mapudungun-, en un espacio libre de asientos es la indicada para el baile de manera inmediata. Y Holman Trío lo lleva a los cánones de lo popular y lo docto con una naturalidad impensada para quienes lo vemos desde afuera. Entre las trutrucas en pistas grabadas y la euforia del público, tenemos una postal grabada a fuego.
Como broche de oro, Choike y Cueca resume lo que el propio Holman define al inicio de la presentación como “echar toda la carne a la parrilla”. Increíble el trabajo que se manda Sebastián Moya en el piano, en diálogo constante con la ‘voz’ de Holman, mientras Josué Villalobos en la batería encuentra su forma de canto y grito mediante los golpes con que su instrumento invoca a los espíritus que habitaron nuestra tierra hace más de cinco siglos.
Conclusión
Para abrochar esta reseña, una observación muy personal. Es llamativo que el inicio del invierno en esta parte del mundo coincida con el inicio de una nueva era según la cosmovisión mapuche. La estación que simboliza el frío y la pérdida, ofrece otro punto de vista; lo nuevo que marca el cambio de una vida a otra, el de la mentalidad pasada al resurgir y el cambio. La temporada en que el sol nos abandona y la luna nos deja tristes con la soledad, también nos da la oportunidad de hermanarnos con los ríos y bautizarnos con la lluvia de un diluvio universal.
Holman Trío es sinónimo de celebración y rito hacia la tierra, sobretodo en la época del año en que el cielo llora a raudales. Una nueva etapa, un ciclo inédito, una era desconocida. Todo eso que su líder e ideólogo nos invita a conocer dejando de lado la tristeza habitual en favor de la ceremonia y la danza como llaves de entrada.
Galería
Créditos para Ada Pérez Berti (@ada.callejera).