King Crimson – Larks’ Tongues In Aspic (1973)
El rey carmesí se sienta en su majestuoso trono para conmemorar los 50 años de una pieza musical que, sin duda, debiera estar en un sitial especial dentro de la colección de fans del rock progresivo: Larks Tongues In Aspic.
Una producción que representó un giro importante respecto del trabajo que anteriormente venía realizando la banda liderada por Robert Fripp. A excepción suya, no sólo incluyó una renovación completa de los músicos sino la consolidación de una propuesta algo diferente, que si bien rescata la esencia vanguardista de los comienzos, agrega un sonido más pesado e imponente.
significado más allá de un toque poético, lo que en español sería algo así como
«lenguas de alondra en gelatina».
Inicios
En 1972, Fripp junto a Boz Burrell, Mel Collins y Ian Wallace habían actuado en el «Auditorio Municipal» de Birmingham. A partir de ese momento se marca un distanciamiento cuando los tres últimos deciden unirse a Alexis Korner para formar «Snape».
Desde ese momento, Fripp comienza a pensar en futuros reemplazantes y a revisar algunos cassettes que posteriormente formaron parte del vivo Earthbound, sin mucha claridad en la continuidad de la banda. Con dicha inquietud en mente, sostiene sucesivos encuentros con quienes terminarían uniéndose al proyecto: Jamie Muir, Bill Bruford, John Wetton y David Cross. De esta forma, a mediados de año la nueva formación hace noticia con una publicación en primera plana en la revista británica «Melody Maker».
Estilo
Lo más llamativo de esta producción es la profundidad y amplitud de su sonido; a ratos con pasajes muy pesados y estridentes, combinados con momentos de mucha dulzura y delicadeza.
Se presenta la novedosa inclusión de un violín y viola en manos de David Cross junto a una segunda percusión a cargo del excéntrico Jamie Muir. Éste último, lejos de ser un acompañante bien comportado al servicio de Bill Bruford en la batería principal, asumió un rol absolutamente opuesto, mezclando una amplia gama de sonidos estrambóticos de cuánto objeto percutible se atravesara por su camino (campanas, silbatos, cencerros, bocinas, platillos, etc). Paradójicamente, su desordenada y alocada performance fue un complemento perfecto para el orden establecido por Bruford.
Gran parte de esta faceta se puede apreciar en la presentación en vivo que realizaron en noviembre de 1972 en el «Beat Club». Con un Muir golpeando sus baquetas en cualquier superficie, mientras hacía histriónicos movimientos dancísticos arriba del escenario.
En este disco también podemos apreciar a un Fripp consolidado en su rol de líder y sosteniendo muy firmemente los claroscuros de los temas. en guitarra eléctrica (una Gibson Les Paul Custom con tres cápsulas dobles) y mellotron. Aquí lo vemos alcanzar niveles de virtuosismo y maestría poco antes vista; con pasajes de alta complejidad y velocidad que surcan en los mares de una genuina progresión.
Por su parte, vemos a un John Wetton quien, además de deleitarnos con su delicada voz, nos sorprende con una pulcra y elegante interpretación en bajo (un Fender Precision Bass). Destaca un estilo «fingerstyle» bastante pastoso y recargado (muy parecido a lo que hace Geddy Lee en «Rush» o Mario Mutis en «Los Jaivas»), que escapa de la tradicional faceta melódica y rítmica del instrumento.
Éste último, junto a Fripp y Cross, logran complementarse muy bien con exquisitos contrapuntos que recorren varios pasajes del disco.
Finalmente, resulta imposible referirse al estilo que impera en este álbum sin hacer una mención a las asincopadas y alambicadas armonías de Bruford en la batería (una Ludwig de maple con platillos Paiste).
Con un sonido seco y anecoico que aportan sus golpes de caja y tambores, muy característico del jazz tradicional, mezclado con el ímpetu y fuerza propias del rock. Un sello característico de su estilo que consolidó por muchos años sucesivos, hasta su inmersión en la batería electrónica a fines de los 70’s.
El otrora miembro fundador de Yes, se había alejado recientemente de dicha agrupación para enfilarse en King Crimson y participar de esta nueva propuesta. Muy probablemente, una de las mejores incorporaciones que pudo tener esta banda en su historia.
¡Un álbum tan apasionado como exigente!. Con sendos riffs distorsionados y solos improvisados en las piezas instrumentales «Lark’s Tongues In Aspic I & II», contrastados con sutiles y melódicas baladas en «Exiles» y «Book Of Saturday», con la voz de Wetton. Por último, en un tono más intermedio destacamos a «Easy Money» y «The Talking Drum», ésta última con matices muy étnicos y experimentales que ha sido utilizada en muchas presentaciones en vivo como transición entre temas.
Lista de canciones y créditos
- «Larks’ Tongues in Aspic, Part One» (13:36)
- «Book of Saturday» (2:49)
- «Exiles» (7:40)
- «Easy Money» (7:54)
- «The Talking Drum» (7:26)
- «Larks’ Tongues in Aspic, Part Two» (7:12)
- Robert Fripp: guitarra eléctrica, mellotrón y dispositivos.
- David Cross: violín, viola y mellotron.
- John Wetton: bajo y voz.
- Bill Bruford: batería.
- Jamie Muir: percusión.
- Richard Palmer-James: letras en los temas 2, 3 y 4.
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