«Alturas de Machu Picchu» de Los Jaivas (1981)

Alturas de Machu Picchu Los Jaivas front

Al momento de escribir esta reseña, el grupo chileno Los Jaivas celebra 40 años de su mítico álbum Alturas de Machu Picchu. Una obra muy querida y apreciada no solo por el grupo, sino posiblemente por casi todo Chile, y por buena parte de Sudamérica. Un disco que, recogiendo el poema homónimo de Pablo Neruda, supo musicalizar magistralmente sus versos y la esencia del altiplano andino en que se erige la majestuosidad de los fragmentos que quedan de la que fuera, posiblemente, una construcción ceremonial del pueblo incaico.

Personalmente, escribir sobre Alturas de Machu Picchu me resulta difícil. Por una parte, su música está lejos de ser exclusiva de un nicho de seguidores del rock progresivo, resultando transversal tanto en Chile como en América Latina por su profundo sentido de pertenencia a esta tierra. Por otra, me cuesta mucho ser objetivo en su apreciación. En buena medida, debido a que crecí, como tantas personas, escuchando canciones de este disco en la radio, viendo videos en televisión y en diferentes festivales y escenarios de distinto tamaño, en los cuales Los Jaivas se han presentado durante décadas, de forma casi ininterrumpida.

Aun así, me aventuro a reseñarlo, no sin antes hablar de cómo llegó a gestarse esta magnífica obra que, definitivamente, pertenece a todo el pueblo latinoamericano. 

La génesis de Alturas de Machu Picchu

Este disco no fue una idea original de Los Jaivas. Más bien, representa el resultado de una serie de sucesos que, básicamente, pueden sintetizarse en tres factores.

El primero de ellos, es la evolución propia del grupo, que los llevó a vivir en Francia. Ya en El Indio (1975), la banda había incursionado en piezas de mayor complejidad y extensión, como “Tarca y Ocarina”. En su siguiente trabajo (Canción del Sur, 1977), aunque gozaron de menor impacto, agregaron un elemento clave que se usaba en el progresivo de la época: el Mini-Moog. Ello los había acercado al rock progresivo, fusionando el rock con la música y temáticas latinoamericanas. Incluso, en 1980 presentaban en Radio France un trabajo muy elaborado sobre Violeta Parra.

En este contexto, aparece el segundo factor: la petición del productor peruano Daniel Camino para que Los Jaivas trabajaran en un disco inspirado sobre “Alturas de Machu Picchu” de Pablo Neruda. El grupo no se sentía del todo seguros para llevar a cabo un álbum de esta envergadura. En parte, porque no creían ser suficientemente dignos de tal honor y de la responsabilidad que conlleva. Después de todo, musicalizar la obra de un Premio Nobel de Literatura no es poca cosa. Por este motivo, esta petición sólo quedó como un lindo sueño.

Sin embargo, Daniel Camino insistió. En enero de 1981, Los Jaivas reciben un ejemplar del libro, junto con una carta que decía que estaba tramitando las autorizaciones para filmar en las ruinas. La oferta era muy en serio, aunque el grupo continuaba receloso de aceptar un proyecto de esta envergadura.

Pero es aquí donde tiene lugar el tercer factor, que se acerca mucho a la mera casualidad. El multi-instrumentista Alberto Ledo, que había abandonado el grupo, les había dejado como un “legado” la grabación de un tema compuesto por él. Una pieza corta, instrumental, llena de vientos. A todo el grupo le había gustado, aunque no tenían ningún plan específico para este tema.

Así, Eduardo Parra, mientras arreglaba su cama, sintió el aire en su rostro al levantar la sábana. Ese momento resultó una auténtica epifanía, pues por su cabeza se cruzaron dos cosas. La primera, las palabras iniciales del poema de Neruda: “Del aire al aire, como una red vacía/ iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo”. La segunda, este legado musical de Ledo, que aún resonaba en su interior.

Esa pieza debía, sí o sí, ser “Del Aire al Aire”. Eduardo llamó al resto del grupo para plantearles esta idea. Los Jaivas, entonces, se dieron cuenta que tenían una base. Se dieron cuenta que ya habían comenzado con el proyecto de Daniel Camino. Los Jaivas comenzaban a gestar Alturas de Machu Picchu.

Preparando Alturas de Machu Picchu

Los Jaivas compusieron Alturas de Machu Picchu sin haber pisado nunca este mítico lugar. Ninguno de sus integrantes lo conocía. Por esta razón, debieron asimilar muy profundamente la poesía de Neruda para poder empaparse de todo el sentido que tenía su interpretación de la antigua ciudad. Ello, junto con fotografías y otros registros audiovisuales y bibliográficos, les facilitó aceptar este gran desafío.

Inicialmente, debían decidir cómo estructurarían el disco. ¿Incluirían letras, o sería solo instrumental? Mientras leían y re-leían el poema, el grupo fue seleccionando fragmentos sobre los cuales era posible incorporar letras dentro de las melodías. “Águila Sideral” y “Sube a Nacer Conmigo Hermano” fueron las primeras canciones compuestas. Estas las grabaron en junio de 1981, y las enviaron para la edición de un single promocional. El lugar escogido fueron los estudios EMI-Electrola, en la ciudad de Colonia, Alemania, aprovechando que tenían unos días libres durante una de sus giras.

En julio de 1981, ya de vuelta en Francia, comenzaron a grabar el resto de las piezas. Esto se extendió hasta agosto del mismo año, grabando y mezclando en los estudios Pathé-Marconi de París. En este lugar se grabó nuevamente “Águila Sideral”, versión que sería la definitiva que conocemos en el álbum. La versión de Colonia, en tanto, solo quedó editada en el single.

La carátula original quedó a cargo de René Olivares, que es el artista que ha hecho casi todo el arte de la discografía del grupo. Una pintura al óleo, llamada “Intihuatana”, apareció en las ediciones de Chile, Perú, Argentina y Alemania. La edición francesa, de 1982, tiene la figura del “diablo” de la Fiesta de La Tirana, obra del mismo Olivares. Aunque esta imagen sería utilizada originalmente para el arte de su siguiente disco (Aconcagua, 1982), el productor Hernán Poblete sugirió utilizarla por lo evocador de su diseño. Desde entonces, esta carátula se mantendría como la oficial de Alturas de Machu Picchu.

Los Jaivas Alturas de Machu Picchu LP Francia
Carátula de la edición francesa de «Alturas de Machu Picchu», con la imagen del «diablo» de La Tirana. (Clic para agrandar)

Una vez terminado Alturas de Machu Picchu, Los Jaivas vuelven a Sudamérica. En agosto de 1981, en el Estadio Obras de Buenos Aires, presentan algunas piezas del disco, que todavía no era posible tocar en vivo íntegramente. A ello le siguieron varias presentaciones en Chile y Perú. Entonces filmarían, en las propias ruinas de Machu Picchu, el histórico registro en video.

Las canciones

Siete piezas componen Alturas de Machu Picchu de Los Jaivas. El instrumental Del Aire al Aire, del ya mencionado Alberto Ledo, abre el disco. Zampoña, trompe y trutruca se acompañan por cascabeles y bombo legüero, así como por algunas vocalizaciones. Una pieza que bien puede representar el propio ascenso hacia el impresionante escenario que constituye la antigua ciudad incaica.

El sonido de trutruca abre una excelsa pieza: La Poderosa Muerte. Tomando desde el Canto II hasta el VII del poema, aquí el grupo exhibe la impresión original que a Neruda le produjo conocer Machu Picchu. Es decir, la pequeñez humana frente a esta magnífica arquitectura. No sólo lo pequeño que puede sentirse el espectador, sino la insignificancia de la propia vida humana que trabajó, con sus manos, en su construcción.

Arpegios de piano en 6/8 acompañados de quena y arreglos de trutruca preceden a las voces, lideradas por “Gato” Alquinta, en una dramática sección que toma fragmentos finales del canto II. La entrada de la batería de Gabriel Parra inicia un nuevo pasaje, con una modificación de la melodía anterior. El Mini-Moog se mantiene sobre el obsesivo piano, añadiendo los versos finales del canto III. Aquí el ritmo comienza a acelerarse, construyendo varios de los pasajes más intrincados del disco. Entre piano, batería, bajo y ocarina primero, luego incorporándose la guitarra de Alquinta. Varios cambios finalizan con una tremenda interpretación de batería de Gabriel.

Un coro interpreta los versos iniciales del canto VI (saltándose el IV y el V), en un pasaje que muestra toda la magnificencia de esta pieza. Un nuevo cambio de ritmo retoma los 6/8, para que esta vez sólo Alquinta cante la última estrofa del canto VII, que plantea la crudeza humana como el costo de la grandeza de la ciudad. Un nuevo frenesí liderado por batería, Moog y bajo terminan apagándose en una explosión, dando fin a esta preciosa pieza. De lo más brillante dentro de toda la discografía de Los Jaivas.

Amor Americano comienza en 2/4 con un juguetón bajo, para cambiar a 3/4 en su sección principal. Representando el canto VIII, suena con una marcada base de folklore altiplánico. Esta pieza es, ciertamente, mucho más melódica, dando un respiro al misticismo de las dos pistas anteriores.

Etéreos sonidos abren Águila Sideral, gracias a la guitarra eléctrica pasada por Mini-Moog de Eduardo Parra. Los Jaivas, obedeciendo al muy descriptivo canto IX del poema de Neruda, vuelven a una densa interpretación, cuyos arreglos necesitaban dar un aire “espacial”. Por ello, la voz de Alquinta también es procesada con un efecto flanger. Incluso la batería requirió grabarse en dos ocasiones, para darle al sonido de la caja el eco que aquí suena. De este modo, no solo es una pieza magistral en su musicalización, sino además el que más tiempo de trabajo demandó en el estudio.

Antigua América comienza con una ceremoniosa introducción, llena de vientos, que se extiende por más de un minuto. Un ágil piano abre paso al resto de los instrumentos que, poco a poco, confluyen en la melodía principal, en 6/4. Hacia los 2:20 la melodía cambia, acelerándose una vez más. Esta pieza es casi totalmente instrumental, y recién pasados los 3:40 entran las voces, muy acompasadas, que repiten los tres primeros versos del canto X. Esta canción se basa en el fragmento de una canción que compuso Los Jaivas para una película grabada en 1976 en Argentina, llamada “Caminos”, que finalmente nunca vio la luz.

Sube a Nacer Conmigo Hermano debe ser la canción más aclamada del disco, debido a su musicalidad y su ágil pulso. Por ello, es una pieza imperdible del grupo en sus presentaciones en vivo. La melodía inicial, en 6/8, la propuso Eduardo Parra, en tonalidad Si bemol menor. A diferencia de las piezas anteriores, aquí tenemos un gran desarrollo lírico, que surca casi toda la canción. De hecho, el canto XII es incorporado casi íntegramente. Los Jaivas decidieron cortar ese canto, para agregar sus últimos versos a Final, otra ceremonial pieza que da cierre a Alturas de Machu Picchu.

Los Jaivas grabando en Machu Picchu (clic para agrandar)

De este modo culmina esta obra maestra de Los Jaivas. Una obra maestra que muestra la sensibilidad de Neruda al servicio de la música, aportada por el genio de Los Jaivas en todo su esplendor creativo. Así, Alturas de Machu Picchu se convertía en un auténtico canto latinoamericano, que cruza cualquier frontera entre países. Un canto a nuestros orígenes, a nuestra historia y, por lo tanto, a nuestro presente también. Por sobre todo: un canto al ser humano y su sacrificio por un “bien mayor”. Sacrificio que parece no acabar nunca en América Latina.

Uno de los iniciadores de ProgJazz, siempre buscando proyectos emergentes, aunque sin dejar de disfrutar de las bandas clásicas. Siento un placer especial al investigar e interpretar el significado y la intención de cada disco que escucho.

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