Reseña: Meshuggah – Immutable (2022)

Aludiendo al título del ya lejano debut Contradictions Collapse (1991), el universo de Meshuggah se expande en un constante colapso de fuerzas opuestas entre sí. No se malentienda: los suecos llevan más de tres décadas puliendo una firma imitada al hartazgo, pero jamás igualada. Una bestia pantagruelesca en constante conflicto interno, mientras avanza sin mirar atrás y expande los dominios de su caosfera hacia los últimos bastiones de la razón humana. Destruir, borrar y mejorar el metal, llevándolo hacia terrenos donde muy pocos se atreven a poner un pie.

Imposible mantenernos ajenos al título de su nuevo lanzamiento. Y con toda razón, porque aludiendo al colapso de contradicciones con que los de Umeå han logrado imponer términos en cuanto a energía y despliegue técnico, «Immutable» parece jugar con la idea de quienes pensamos que Meshuggah se ha vuelto un conjunto predecible y al que puedes asimilar con facilidad después de 30 años y 8 LPs en estudio. La realidad es todo lo contrario: «Koloss» (2012) y «The Violent Sleep of Reason» (2018), fuera de la calidad a toda prueba, destacan por su extrema viscosidad y, a la vez, denotan una uniformidad que puede ser bienvenida por su honestidad, como hay una facción que se mantiene reticente.

De ahí las vueltas de tuerca con que Immutable marca la diferencia para Meshuggah, con destellos al catálogo noventero y su vibra más progresiva, si cabe definir en ese sentido a joyas como «Destroy Erase Improve»(1995) o el fundamental «Chaosphere» (1998).

Las piezas de «Immutable» de Meshuggah

Desde el ensordecedor arranque con “Broken Cog”, los 66’ de duración se vuelven una travesía por el lado psicótico de una humanidad condenada. Meshuggah es un psicópata que acecha a su víctima, con un sigilo que descoloca hasta al más preparado. Eso al menos nos provoca el firme susurro de Jens Kidman, quien hacia el final del corte explota junto con la banda y nos clava una puñalada en el estómago, hasta ensañarse y alejarse sin rastro de sangre inocente en sus manos.

De ahí, “The Abysmal Eye” nos sumerge en un tormento de oscuridad que pone a prueba nuestras facultades mentales, sin saber que hacer salvo estar preparados para recibir un castigo sónico con el voltaje hasta el techo.

Al igual que “The Abysmal Eye”, “Light the Shortening Fuse” fue editada como single de adelanto, pero en el contexto de álbum, se disipa todo prejuicio proferido por quienes acusan a Meshuggah de hacer “más de lo mismo”. O de volver a los tiempos de Chaosphere y DEI, lo cual es imposible por tratarse de una agrupación cuya consigna es mirar hacia adelante. Aquí no hay lugar para la nostalgia, y a cierto minutaje, queda claro que el título Immutable adquiere significado real para quienes sabemos que aquí hay algo mucho más grande que lo que digan los fans o la “industria musical”.

Cómo no quedar marcando ocupado en instancias de muerte como “Phantoms” y “God He Sees in Mirrors”, donde la hecatombe sónica es inevitable. “Dios no juega a los dados con el Universo”, decía el renombrado físico alemán Albert Einstein; la naturaleza no se rige por el azar, sino por principios determinados. El azar es una ilusión, como nos recuerda Meshuggah en cada surco de su catálogo. Immutable no es la excepción y lo reafirma con una autoridad ganada a pulso.

Los casi 10’ de “They Move Below”, conforman un descenso exploratorio hacia los confines de la naturaleza disonante de Meshuggah. Lo que es su estilo, fuera del lenguaje técnico: una bestia espeluznante que camina a paso firme, proyectando un hálito de inconformismo con espasmos de sanación en medio del eterno desastre. O como reza un corte de su placa anterior, una criatura nacida en disonancia. Sin duda, un capítulo que permite diseccionar el ADN instrumental de los suecos, en especial las habilidades de Dick Lövgren en el bajo, un músico que pone a disposición su experticia técnica en favor de la profundidad del sonido ya clásico de estos señores.

La inmediatez de “Kaleidoscope” y el hermetismo de “Black Cathedral”, entablan un conflicto de hermanos que puede fascinar y desconcertar a la vez. Si tanto Koloss como The Violent Sleep… conforman un muro sin grietas cada uno, Immutable expone la orientación experimental con que la música tira su carta más jugada. Nada de irse a la segura, aquí hay algo que es menester descubrir por uno mismo, incluso a riesgo de perder lo poco y nada que nos queda de cordura a estas alturas.

Por cierto, no puede ser más escalofriante lo que ocurre en “I Am That Thirst”, un recordatorio de que no es necesario por parte de Meshuggah circa 2022 una “(r)evolución” cuando la jerarquía de las canciones habla por sí sola. Así como en “The Faultless” Fredirk Thordendal capitanea la escaramuza guitarrera con sus solos de personalidad sideral, mientras Mårten Hagström lo secunda sin descuidar en absoluto los flancos.

Si acaso es justo y necesario mencionar el trabajo de Tomas Haake, el doble pedal en “Armies of the Preposterous” es el momento para aquello. Una metralla implacable de música pesada hasta los huesos, donde el castigo supera todo rango de dolor humano. Completando el cuadro, faltan las palabras para agradecer a Jens Kidman y su portentosa voz, la cual se mantiene en forma habiendo pasado los 50 años. Tan extraordinaria como “Past Tense” y la paz fúnebre que transmite al final de este 9no descenso al Maesltröm del metal de vanguardia.

A modo de síntesis

De todos los pensamientos que a uno le queda tras esta paliza de más de una hora, es obligatorio resaltar la frescura con que Meshuggah se mantiene relevante a nivel de lanzamientos discográficos. A diferencia de otros casos en que el piloto automático se nota a kilómetros, o las malas copias que se cuelgan de etiquetas como “djent”, Immutable es un tremendo ejemplo de categoría al servicio de la música. Hay pelotas, técnica y aprendizaje perennes, lo que en estos tiempos de etiqueta y software se valora enormemente.

Recogiendo -y con todo el derecho- el legado de los sumos sacerdotes King Crimson, Meshuggah lidera junto a los veteranos canadienses Voivod la oleada ‘old-school’ del metal avant-garde que hoy goza de vigencia incuestionable. Dejando de lado las barreras estilísticas, incluso podríamos situar a ambas bandas en el mismo sitial que hoy ocupa Marillion, otros maestros que no paran de sorprender y, al mismo tiempo, se mantienen fieles a su propia integridad artística.

Immutable no solamente le hace honor a su título, sino que se lo refriega en la cara a quienes hablan de ‘estancamiento’ en una banda que da un nuevo paso adelante sin renegar de su permanente locura. Como en sus trabajos anteriores lo han demostrado, y como el propio Einstein lo afirmó, no existe lo probable en el caos concatenado de Meshuggah.

Puedes escuchar «Immutable» en Spotify:

Audiovisual de profesión, melómano por gusto y periodista musical desde el estómago. Amante de la música pesada y el rock de vanguardia, tanto de viejo cuño como lo nuevo. Desconfío de quien reniega de Jimi Hendrix en la música.

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