«Storia di un Minuto» de PFM: progresivo italiano en estado puro

Storia di un Minuto cover

Premiata Forneria Marconi (PFM) editaba en 1972 su primer álbum, titulado Storia di un Minuto. Con este debut, se comenzaba a escribir una extensa historia, abriendo el camino a un nuevo sonido dentro del rock. Efectivamente, el rock progresivo italiano maduraba su forma a partir de aquí. Si bien varias agrupaciones del país ya venían trabajando en ello, todavía no se habían desprendido totalmente de sonidos psicodélicos propios de la década anterior. Con Storia di un MinutoPFM consagraba, en cambio, la fusión perfecta entre la tradición italiana más clásica con los sonidos predominantes en la época.

Un poquito de historia

La historia de PFM, sin embargo, había comenzado algunos años antes. En 1964, bajo el nombre de Black Devils, unos muy jóvenes Franz Di Cioccio y Franco Mussida tocaban en un cuarteto que completaban el guitarrista Pino Favaloro y el bajista Tony Gesualdi. Cultivando un sonido beat muy propio de la época, el grupo cambió su nombre a Quelli, con el que conseguirían algunos éxitos en su país.

Quelli, en poco tiempo, sufrió varios cambios en su formación. Entre ellos, en 1966 se incorpora el bajista Giorgio Piazza, y en 1967 lo hace Flavio Premoli en teclados. El grupo iba tomando forma. Sin embargo, Mussida debió cumplir con su servicio militar, por lo que en 1967 se integró el guitarrista Alberto Radius (quien después fundaría Formula 3, otra bella banda rock progresivo). Al menos, hasta que Mussida pudo volver, dejando a Radius fuera. En 1969, luego de varios singles editados durante esos años, lograron lanzar su único LP, auto-titulado. (Puedes escucharlo en este enlace).

Quelli permanecería actuando hasta 1970. Ese año, conformados nuevamente como cuarteto (Di Cioccio, Mussida, Premoli y Piazza) tras la salida de su vocalista, se atreven a cambiar su nombre a Krel. Como Krel, alcanzan a editar tres singles. Ya se notaba un claro cambio en la complejidad de la composición, con interesantes arreglos instrumentales. (Puedes escuchar su canción “Finche le Braccia Diventino Ali” en este enlace).

El nombre definitivo de Premiata Forneria Marconi surgiría tras la incorporación de Mauro Pagani. Con él en sus filas, el grupo decidió dar un giro definitivo en su estilo y su identidad. Pagani frecuentaba una tradicional pastelería ubicada en Chiari, conocida como “Forneria Marconi”, del cual el grupo tomó su nombre. Lo de “Premiata” surgiría poco después, para sonar con un nombre que impresionara de mejor forma.

PFM Forneria Marconi Chiari
El pasado y el presente de la «Forneria Marconi», pastelería que inspiró el nombre para PFM (clic para ampliar).

Así, la inclusión de Pagani fue clave. Sus influencias estaban fuertemente asociadas al rock progresivo, lo que congeniaba muy bien con los demás miembros. Esta influencia fue notoria en una presentación en Milán en octubre de 1971. Junto con tocar canciones de su propia composición, añadieron en su repertorio “21st Century Schizoid Man” y “Pictures of a City” de King Crimson, así como “Nothing Is Easy”, “Bouree” y “My God” de Jethro Tull. La suerte estaba echada.

El contexto de Storia di un Minuto

El año 1971 fue, entonces, decisivo para el quinteto. Siguiendo el camino de las bandas británicas que habían construido un sonido propio dentro del rock apelando a sus raíces europeas (distanciándose con ello del rock estadounidense), la Premiata buscaba algo similar, pero rememorando su propia identidad nacional. Ese año ganaron el “Festival di Avanguardia e Nuove Tendence”, compartiendo el trofeo con Osanna y la interesante Mia Martini. La canción con la que compitieron fue “La Carrozza di Hans”.

Esta canción sería escogida para ser parte de su primer single: La Carroza di Hans / Impressioni di Settembre, lanzado también en 1971. Ricordi, el sello con el que habían editado anteriormente como Quelli, no quería arriesgarse con un grupo de sonido tan poco convencional y con un nombre así de extraño. Así, se unieron al histórico Numero Uno. Este sello discográfico sería con el cual PFM editaba Storia di un Minuto.

No es justo decir que este sea el primer gran álbum de progresivo italiano. Muchas bandas ya habían comenzado a incursionar en el género, pero todavía con atisbos notorios de rock psicodélico en su sonido. Así, grupos como MetamorfosiIl Balletto di BronzoIl Rovescio della Medaglia o Collage sonaban aún con mayor o menor influencia de este estilo.

Para esa fecha, además, aún no debutaban grupos como Quella Vecchia LoccandaBanco del Mutuo SoccorsoAreaMuseo RosenbachAlphataurusCampo di Marte o los mismos Ossana. Otros grandes como CelesteGoblinCherry Five y Maxophone publicarían recién en la segunda mitad de la década. Lo más cercano al progresivo italiano como lo conocemos lo había hecho, quizá, I Giganti con su álbum Terra in Bocca (1971), aunque carecía todavía de un sonido sinfónico arrollador, y aún planteaba toques de beat que le caracterizaron en sus primeros discos.

Por tanto, Storia di un Minuto de PFM traía un sonido bastante novedoso para la época. Además, logró la masividad que muchos otros grupos, en el mejor de los casos, alcanzaron parcialmente, casi todos ellos tras varias décadas.

Las canciones del álbum 

Hablar de Storia di un Minuto de PFM no es fácil, simplemente porque su belleza es difícilmente expresable con palabras. Esta belleza sublime se vio acrecentada por la propia grabación del disco, realizada en vivo. Con ello, lograban asegurar que sobre los escenarios alcanzarían con facilidad lo que ofrecía la grabación en el LP.

PFM toca la puerta brevemente con Introduzione, de cálidos sonidos pastorales, en que un suave coro es sutilmente acompañado por guitarra acústica, flauta y bajo. Al menos hasta que entran teclados y Moog que le dan una enérgica entrada a Impressioni di Settembre.

Esta pieza vuelve al sonido pastoral. Al igual que la anterior, juega mucho con los cambios de intensidad. Diría que es en aquí donde se alcanza un equilibrio perfecto entre el trabajo melódico, de composición y de arreglos sinfónicos de PFM. Una de las cosas interesantes, además, es que su «estribillo” es netamente instrumental, en un sobrecogedor cambio marcado por la entrada del Moog que se superpone a la voz. En su última aparición dentro de la canción, el sonido de las percusiones previas a esta explosión le otorga mayor dramatismo incluso, acompañándose de flautín.

Las letras de Impressioni di Settembre estuvieron a cargo del letrista Mogol, uno de los fundadores del sello Numero UnoEstas letras muestran tres elementos clave: la descripción de un simple amanecer, la apelación al recuerdo de alguien y, en un sentido más filosófico, el sentido de tragedia del sentido del yo (ego).

Me quiero detener aquí. Por una parte, el propio Mogol dio a entender que el rocío, el caballo, el campo, el olor a tierra y el sol abriéndose paso entre la niebla eran parte de la imagen que él tenía de un amanecer. Estos elementos, conjugados, se entrelazan con una cierta sensación de soledad. “Respiro la niebla, pienso en ti” nos dice, complementado al final “estoy solo, solo el sonido de mis pasos”. El corolario de estas secciones se encuentra en su título, ya que septiembre coincide con la llegada del otoño, que se suele asociar a una época melancólica.

Lo anterior plantea directamente el tercer elemento mencionado, acerca de la tragedia del ego. Algo muy propio en la modernidad, sin duda. Las referencias a la soledad (incluso el caballo huye) se conjugan con versos que apuntan al sentido propio de la existencia y a lo efímero de las vivencias que tenemos. Así como Mogol nos ofrece una representación perfecta de la imagen del amanecer del campo, aparecen aspectos muy confusos, que contrastan. ¿En quién piensa? Además, se busca a sí mismo.

Los últimos dos versos son decisivos. “pero mientras tanto el sol ya se filtra a través de la niebla/ El día como siempre será”. Todas las preguntas hechas en la soledad previa del amanecer se disipan, adviniendo un día como cualquier otro. Sin nada nuevo que ofrecer. Podemos inferir, entonces, que podría ser otro día en que, quien narra la historia, no podrá encontrarse a sí mismo. Pero al menos es un nuevo día, y la esperanza se mantiene. Una hermosura de letra que se mezcla con la inmensidad musical de PFM.

Tras el melancólico inicio de Storia di un Minuto, PFM ofrece toda la intensidad de È Festa. El uso de contrapuntos aquí es maravilloso, mezclando la fuerza del rock con un estilo clásicamente italiano. El Moog nuevamente centra parte de la atención, pero especial mérito tiene la guitarra eléctrica. Con ella, en palabras de Di Cioccio, se erige la primera “tarantella rock”.

Aquí Mussida se luce realmente, con escalas que construyen secuencias frenéticas a ratos. Luego de una laguna breve de suaves teclados, en apenas cuatro versos que pasan casi a segundo plano, llega una sección que agrega tonalidades de jazz. Otra vez las líneas de guitarra eléctrica resaltan aquí, en un estilo de clara influencia de Fripp, que parecen jugar a contratiempo. El final de la canción resulta épico, utilizando una vez más percusiones que agregan profundidad y fuerza a este cierre.

PFM finaliza el lado A del disco con Dove… Quando… Parte I, la pieza más cálida de Storia di un Minuto. La guitarra acústica y la flauta toman buena parte del protagonismo, tras una conjugación de voces que funcionan a coro, apenas impostadas. De este modo, el sonido alude a un estilo propio de la Baja Edad Media.

La letra aquí nos vuelve a poner en la perspectiva de la melancolía, aunque esta vez quizá más desgarrada y directa. Nos sitúa en la posición de quien extraña a su amor, y que se pregunta qué estará haciendo, y dónde estará. Esa sensación vacía, de incertidumbre absoluta y descarnada que, posiblemente, todos hemos vivido alguna vez. La delicadeza lírica radica, no obstante, en que no se muestra a una persona sufriendo. No es una canción de desamor, sino de aceptación. Por lo tanto, no existen aquí clichés de canciones románticas, ni un sentido posesivo. Es simple y llana melancolía.

El lado B del disco comienza con Dove… Quando… Parte II. Esta pieza, totalmente instrumental, toma la melodía de la primera parte, con protagonismo de teclados, adornados con el violín de Pagani. Pero antes del minuto, cambia repentinamente a la que, quizá, represente las secciones más “clásicas” de PFM en Storia di un Minuto.

Efectivamente, pianos y teclados se apoderan del sonido, que fusiona la música académica, el jazz y el folk con algunos arreglos de rock que hacen de esta, a nivel musical, una de las piezas más ricas de la discografía del grupo. Diferentes pasajes y ritmos que fluyen muy bien entre sí, demostrando toda la capacidad de cada miembro del grupo.

El final se empalma perfectamente con la siguiente pieza: La Carrozza di Hans. La letra fue escrita por Pagani, evocando el propio viaje de la vida, utilizando la carroza que no se detiene como alegoría, según Franco Mussida. Fue el propio Mussida quien compuso la música, sobre las cuales fueron creadas las letras con posterioridad.

En esta pieza, tenemos una estructura clásicamente progresiva. De nuevo asoman influencias de King Crimson, especialmente en los pasajes improvisados. También aparece el juego de intensidades, en que los momentos cálidos son constantemente cortados por fugaces apariciones de órgano. La vida es retratada, así, con un sentido similar a lo que Genesis hizo en “Firth of Fifth” (ver Selling England by the Pound) con el simbolismo del río. La improvisación da rienda suelta en los pasajes intermedios del tema, para retomar hacia el final la melodía del inicio.

PFM culmina Storia di un Minuto con Grazie Davvero. El sonido eminentemente pastoral recobra fuerzas al inicio de esta pieza, donde el uso de Mellotron resulta decisivo. El sentido orquestal, de hecho, otorga un sonido majestuoso que, una vez más, busca producir contrastes sonoros con las secciones cantadas.

Una auténtica tormenta, que atraviesa por un conjunto de sensaciones, que bien pudo cerrar con la fanfarria orquestal pero que, sin embargo, se desarma hacia el final para entregar una salida acústica breve y delicada a esta pieza. Le letra, algo críptica, habla sobre una lluvia que moja todo, pero que aun así hace sentir tranquilo a su interlocutor. Otra obra maestra de PFM.

En síntesis

Posiblemente Storia di un Minuto sea el disco más “auténtico” de PFM. Como buen disco debut, por cierto. Expresivo y lleno de melancolía, sus sonidos resultan sobrecogedores y sus letras son capaces de hacernos sentir la mayor de las nostalgias. El sentido “otoñal” de la mayor parte de sus temas se recogen muy bien en el arte del disco, en que tanto su exterior como su interior se construyen sobre tonalidades rojas, amarillas y marrones. Una acertada paleta del arte, compuesto por Caesar Monti, Marco Damiani y Wanda Spinello.

Ya en su siguiente trabajo (Per un Amico), el grupo desarrollaría una veta de rock progresivo italiano más tradicional, pasando posteriormente a internacionalizar su carrera. Sin embargo, en Storia di Un MinutoPFM consolidó lo que una serie de bandas, y ellos mismos, habían construido previamente: el sonido más propio y vernáculo del progresivo italiano. Así, esta Historia de un Minuto se convertía en una mucho más extensa. En una historia para toda la vida.

Uno de los iniciadores de ProgJazz, siempre buscando proyectos emergentes, aunque sin dejar de disfrutar de las bandas clásicas. Siento un placer especial al investigar e interpretar el significado y la intención de cada disco que escucho.

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