Wish You Were Here: la reinvención del éxito de Pink Floyd

Wish You Were Here es el octavo álbum de estudio de Pink Floyd. Editado el 12 de septiembre de 1975, este disco representa no sólo una magnífica reinvención del grupo luego de The Dark Side of the Moon, sino además el nacimiento de dos de las piezas más populares de la banda. Especialmente la balada que da nombre al disco, que se convertiría en un auténtico himno de Pink Floyd, sólo comparable con “Money” o con “Another Brick in the Wall, Pt. 2” en popularidad.
Antecedentes de Wish You Were Here
Pink Floyd había cambiado su status económico tras DSOTM. El grupo sentía una gran presión por producir un disco digno de ser su sucesor. De hecho, reinaba cierta desconfianza y temor al respecto. En este contexto, surgió la idea de hacer un disco con música concreta, hecha de objetos cotidianos. Esta idea no era nueva, ya que fue un proyecto que había sido desechado en 1971. Su objetivo inicial era evitar comparaciones, haciendo algo poco convencional y extraño. Durante octubre de 1973 grabaron algunas piezas, como “The Hard Way” y “Wine Glasses”, pero finalmente desistieron.
De este modo, Pink Floyd llegó a 1974 sin una idea clara. El grupo corría el riesgo de estancarse y, sobre todo, de desgastarse, lo que ya comenzaban a sentir sus integrantes.
Con la banda funcionando a media máquina en términos creativos, Roger Waters recordó al inagotable genio de Syd Barrett, escribiendo un poema que lo recordaba. Sin embargo, no todos estaban de acuerdo en la forma que Roger quería presentarlo. Waters pretendía dividir “Shine On You Crazy Diamond”, mientras David Gilmour quería que ocupara todo el lado A del disco. Finalmente, Waters convenció al resto: el disco hablaría sobre Syd y sobre lo perversa que puede ser la industria discográfica.
De este modo, Pink Floyd volvía a sus orígenes, lo que resultó la mejor receta para un escenario con tanta incertidumbre. El disco resultaba mucho más melódico que su antecesor. Cada canción valía por sí sola, por lo que se pueden escuchar individualmente a diferencia de muchas piezas de DSOTM. Aunque puede ser menos experimental, el ser más conciso representaba un nuevo paso en su estilo. Así, este regreso al pasado fue sólo la inspiración, ya que supieron construir una nueva estética del grupo.
El arte de Wish You Were Here
La carátula tenía que representar un concepto difícil: la ausencia. Esto resultaba un enorme desafío para el ilustrador Storm Thorgerson. Una idea inmediata hubiera sido una portada de color blanco, pero ya existía en un álbum demasiado conocido de The Beatles. Por esto, Thorgerson decidió poner una cubierta de plástico negro sobre el LP, que ocultara la verdadera carátula. Con ello, podía construir un efecto de ocultamiento, constituyendo una experiencia no vista anteriormente por el público.
En la carátula vemos una fotografía semi-quemada sobre un fondo blanco. En ella, dos hombres de traje, que aparentemente cierran un trato, con el hombre a la derecha que se quema. Esta imagen constituye una de las portadas más icónicas dentro del rock de todos los tiempos. La fotografía fue tomada en una zona abierta de los estudios de Warner Bros. de Burbank, en Los Angeles, California.
En la realización de esta carátula, efectivamente hubo un hombre quemándose, así que el fuego no fue post-producido. Ronnie Rondell, el hombre en llamas, trabajaba en Hollywood como doble de acción. En la sesión, tenía ropa ignífuga bajo su traje, y al momento de tomar la fotografía un asistente le prendió fuego. El problema fue el viento, que hacía perder el control de las llamas. Finalmente, después de 15 tomas, Rondell terminó con una flama sobre su rostro, cayendo al suelo mientras le lanzaban espuma con un extintor y lo cubrían con una manta para apagar el fuego. Excepto por su bigote, no hubo mayores secuelas para él.

La parte trasera del LP tiene a un hombre de negocios sosteniendo un disco y un maletín. Al no tener rostro, da la apariencia de la impersonalización de su rol, del escaso componente humano. Está ausente. El interior, en tanto, contenía dos imágenes. Una con la silueta borrosa de una mujer con una especie de sábana roja semi-trasparente en un bosque. La segunda, con un hombre en el agua zambulléndose. Esta última es una fotografía que se tomó en una posición de yoga, para evitar que el agua se moviera. El pobre hombre, aunque estaba con un tanque de oxígeno, debió contener la respiración para que no aparecieran burbujas en la superficie.
El plástico negro en que se envolvió el LP tenía una pegatina, con dos brazos robóticos estrechando sus manos. Atrás, se hace referencia a los cuatro elementos (aire, fuego, agua, tierra). Como especulación astrológica: esta imagen bien puede ser una referencia a los signos zodiacales de los cuatro miembros de la banda. En efecto, Waters es Virgo (tierra), Gilmour es Piscis (agua), Wright es Leo (fuego) y Mason es Acuario (aire).

La grabación del álbum
La primera pieza en componerse fue “Shine On…”, que fue grabada en enero de 1974, junto con “Raving and Drooling” y “Gotta Be Crazy” (que aparecen en Animals). Luego, el grupo se fue de gira, todavía por The Dark Side of the Moon. En junio de 1974, cuando llegaron a Francia, se encontraron con que una bebida (de marca “Gini”) utilizaba la imagen de Pink Floyd en su publicidad.
Sin embargo, esto fue totalmente legal, ya que el grupo había firmado un contrato con esta marca en 1972. Esta situación no fue del agrado de Pink Floyd, especialmente de Waters, quien comenzó a escribir una canción llamada “How Do You Feel”, la que nunca terminó.

El disco propiamente tal se grabó entre enero y marzo de 1975 en una primera instancia. El lugar fue el Estudio 3 de Abbey Road. Los primeros días estuvo John Leckie como ingeniero de sonido (Alan Parsons había comenzado su carrera con Eric Woolfson), quien luego fue reemplazado por Brian Humphries (quien trabajó en Ummagumma).
El trabajo en estudio fue largo y agotador. La banda parecía cansada aunque, afortunadamente, no se muestra ello en el resultado final. Incluso, hubo varios días en que no avanzaban, a pesar de estar muchas horas en el estudio. La sensación del grupo era de que se encontraban aislados unos de otros. Los roces internos por el predominio de Waters comenzaron aquí. Entre esa sensación, Waters fue el motor que mantuvo el rumbo y la fuerza del grupo, lo que le dio, a fin de cuentas, mayor control en Pink Floyd.
Con una gira de por medio, la grabación de Wish You Were Here se retomó entre el 5 de mayo y el 5 de junio. Ese día ocurrió el ya conocido encuentro entre Pink Floyd y Syd Barrett, quien había visitado el estudio sin previo aviso. Roger y Dave no pudieron contener las lágrimas. Aunque no podían saberlo, este fue el último encuentro entre los cinco.
Luego de una nueva gira, las últimas sesiones fueron en julio de 1975, en que el disco se terminó de grabar y mezclar.
El álbum
Wish You Were Here abre con Shine On You Crazy Diamond, Pt. 1. La épica pieza dedicada a Syd (juego de iniciales con Shine, You y Diamond), el diamante loco cuyo brillo refulgente iluminó todo, pero de manera fugaz. La pieza muestra la tragedia y la admiración, el dolor y la nostalgia del grupo por su ausencia. El bajo, los teclados y la guitarra dominan el ambiente, mientras Nick Mason atenuó batería con almohadas en el bombo, que además estaba con una afinación baja. Ello le brindó mayor calidez a su sonido, y una presencia más sutil en la mezcla final.
La primera parte se comenzó a construir en 1973, para Household Objects, con el sonido de copas sobre las que se pasaba un dedo para producir sonidos de diferentes tonos. Se tituló inicialmente, para Wish You Were Here, como “Rick’s Drone”, y comienza con una serie de sobregrabaciones de Richard Wright, que otorgan ese ambiente denso y enriquecido por múltiples capas. El acompañamiento de Gilmour con su reverberada Black Strat moldea incluso mejor este inicio. Un verdadero ensueño.
La segunda parte comienza con Dave pulsando cuatro notas: Sib, Fa, Sol, Mi. Estas notas, grabadas con micrófonos ubicados a distancia para capturar mayor profundidad, constituyen, incluso con su simpleza, uno de los momentos más sobrecogedores del disco. Y por qué no decirlo, de toda la discografía de Pink Floyd. En esta parte entra la batería y el bajo, los que aumentan la intensidad del tema de manera paulatina antes de un nuevo solo de Gilmour, tan delicado como el primero.
La tercera parte retoma una atmósfera suave, que hacia los 7:33 se rompe con la entrada de un nuevo solo de Gilmour, esta vez más intenso que los anteriores, aunque manteniendo la delicadeza y serenidad del pulso.
La cuarta parte muestra la letra de esta pieza, con una dramática y bien lograda voz de Waters, aunque algo exigida en los tonos más altos. Las armonías vocales junto con el trabajo de las coristas Venetta Fields y Carlena Williams cierran un cuadro sonoro que retrata perfectamente la melancolía de la letra. A los 8:49, se puede escuchar una risa justo antes de la frase “you shone like the sun”, en el lado izquierdo de los auriculares.
La quinta parte, que es la última de este primer movimiento, termina con un impecable solo de saxo (cortesía de Dick Parry), con un arpegio de guitarra que cambia la dinámica del tema, hacia una que da la sensación de vértigo y velocidad.
El disco continúa con Welcome to the Machine, refiriéndose a la industria discográfica. Podemos apreciar a una persona que, en un tono paternalista, llama a su “hijo” para que sea parte de esta máquina. Sin embargo, la letra resulta siniestra, sobre todo por el sentido de control que se imprime en ella. La máquina sabe dónde has estado, y es capaz de definir tus sueños, siendo capaz de aplastar los sueños de quien entre en ella. Esta canción emula sonidos sintéticos ya desde las primeras notas de la canción, gracias al VCS3.
Esta canción contó, para sus presentaciones en vivo posteriores, con un video animado. El artista fue Gerald Scarfe, el dibujante y caricaturista que creó las animaciones para The Wall. Ciertamente, la estética de su obra resalta toda esa oscuridad en “Welcome to the Machine”, al punto de que en YouTube incluso hasta hoy aparece un aviso de contenido inapropiado al momento de verlo. Así que puede verse en este enlace.
Los dardos hacia la industria discográfica aparecen también en el siguiente tema, Have a Cigar. Tras un sonido de puerta, se escuchan voces en una fiesta. Esta continuidad tiene sentido conceptual también, ya que en esta canción se muestra al artista ya en la cima, conversando con directores y ejecutivos. Un escenario en que estos ni siquiera conocen a los músicos, pero que los celebran en la medida en que aumentan sus ventas. “Por cierto, ¿quién es Pink?” fue, de hecho, una pregunta que el mismo grupo había recibido anteriormente.
En esta canción, Gilmour y Waters intentaron hacer la voz, incluso cantando juntos. Pero finalmente el grupo llamó a Roy Harper, quien se encontraba trabajando en Abbey Road para el álbum HQ. Aunque su desempeño no convenció a Waters, finalmente fue esa la toma escogida por el grupo. La canción termina con un corte ecualizado, para que sonara como grabada desde una radio, enlazándose así con la siguiente.
Así, Wish You Were Here comienza con arreglos acústicos como si fueran parte de la radio sintonizada con la que termina la canción anterior. Sin dudas, esta es la gran balada de Pink Floyd, y es una de las canciones más reconocidas en su repertorio. Sus letras giran en torno a una serie de cuestionamientos que Waters plantea sobre sí mismo, construyendo dualidades respecto de preferencias y distinciones. Aunque su significado puede tener una interpretación amplia, incluso como canción de amor (de un modo similar a “If” que lanzaron cinco años antes).
Para “Wish You Were Here”, se grabaron arreglos de violín, a cargo del excelso Stéphane Grappelli. Sin embargo, la versión final de la mezcla desechó sus líneas, que seguramente no fueron del gusto de Pink Floyd. Después de todo, su estilo de jazz bien podía no encajar con una balada rock. La canción termina con el sonido de viento, producido por el VCS3, y que une esta canción con la pieza final.
El disco culmina con Shine On You Crazy Diamond, Pt. 2. Aquí, la letra exacerba la confusión mental y el aislamiento social que Barrett había vivido en esos años. Dividida en cuatro partes (de la sexta a la novena), comienza empalmada con los vientos de Wish You Were Here. Sobre este, se despliega primero el bajo, luego guitarra y sintetizador. Para cuando entra la batería, el sonido resulta ya muy inquietante. El slide-guitar de Gilmour es aquí absolutamente maravilloso.
La parte 7 regresa a la sección cantada, nuevamente con las armonías vocales (masculinas y femeninas) de la parte 4 del inicio. Inmediatamente luego del último verso, comienza la parte 8, en que la melodía gira sobre el mismo final del primer movimiento. La parte 9 da un cierre que nuevamente ralentiza el ritmo, esta vez con el protagonismo de Richard Wright. Un final completamente solemne y fino, lleno de delicadezas. Rick incluye aquí las notas de “See Emily Play” casi al cierre. Un final digno para este homenaje a Syd, el eterno corazón de Pink Floyd.
Para cerrar…
Wish You Were Here es un disco al que guardo con mucho cariño. Más allá de cuestiones subjetivas, es un álbum que, por una parte, puede representar el afianzamiento de Pink Floyd en el Olimpo del rock. El éxito masivo que consiguió el grupo con DSOTM bien pudo representar un desastre en este siguiente trabajo. Pero Pink Floyd no es una banda que llegó solo por suerte a esta posición, ya que su capacidad supo trascender el mero éxito pasajero. Lo mejor de todo, es que consiguió esto tomando un riesgo considerable, tomando en cuenta la diferencia de sonido entre WYWH y Dark Side.
Sin embargo, por otra parte muestra cómo la propia máquina los desgastaba. La presión por cumplir con giras y contratos tenían, ya a estas alturas, a un grupo que comenzaba a resquebrajarse. Richard Wright llegó a decir que varias veces tuvo que grabar sus secciones solo con el ingeniero en sonido, mientras los demás integrantes se iban del estudio. El propio Rick mostró en este álbum sus últimas contribuciones a Pink Floyd antes de su triste salida en 1979.
El cambio de las letras desde la “sociedad” en un sentido amplio, incluso al límite de lo abstracto, ahora se volvían mucho más concretas. Roger comenzaba a disparar con mayor asiduidad a quienes consideraba sus enemigos políticos, al punto de que Gilmour mostró su molestia por las letras de “Have a Cigar”, por encontrarlas cínicas.
Como sea, Waters se convertiría, desde entonces, en el cerebro definitivo y casi exclusivo del grupo. Más allá de las posturas personales sobre su estilo y pensamiento, Roger tomaba las riendas totales del grupo, lo que se traduciría en otras obras maestras. Después de todo, fue el hombre que supo reinventar a Pink Floyd dentro de su propio éxito.