The Dark Side of the Moon: un trágico absurdo de luz y sombras

Dark Side of the Moon album cover Pink Floyd reseña progjazz 1973

En marzo de 1973 el mundo de la música vivía un antes y un después, con el lanzamiento de The Dark Side of the Moon de Pink Floyd. 50 años no solo de un álbum icónico del rock, sino también de la cultura popular en su sentido más amplio. Un disco del cual, tras medio siglo y millones de ventas y escuchas alrededor del mundo, pareciera que se ha dicho todo. ¿Vale la pena escribir otra “reseña” que nos relate lo que suena en cada canción?

En efecto, mucho se ha dicho, escrito y hablado acerca de Dark Side of the Moon. Demasiado, quizá. Tanto así, que al revisar reseñas y análisis en internet, es fácil encontrar diferentes interpretaciones respecto del disco y sus canciones. Algunos tracks incluso suelen pasarse por alto, como ocurre con “Any Colour You Like”, muchas veces ausente de cualquier análisis. Como si hubiera sido puesto casi como un simple relleno instrumental. Aunque todas estas revisiones coinciden -con mayor o menor profundidad y precisión- en la locura como eje central, el análisis más fino de las reseñas disponibles muestran contradicciones, inconsistencias e, incluso, interpretaciones bastante antojadizas.

Sin embargo, el concepto de The Dark Side of the Moon obedece a una filosofía bastante coherente por detrás. Una filosofía que, por cierto, es posible interpretar rastreando y cruzando las letras con diferentes entrevistas dadas por Roger Waters a lo largo de los años. Me centraré en Roger, ya que fue el creador del concepto del álbum y de sus letras. Aunque hace algunos días se levantó cierta polémica al respecto, el mismo David Gilmour lo sostuvo en una entrevista para la revista Mojo (1998), diciendo que “Roger trabajó muchas horas en el concepto y la letra, mientras el resto de nosotros nos íbamos a casa a disfrutar de nuestras cenas”

Si bien son varias corrientes de pensamiento las que pueden identificarse en el relato del álbum, quiero tomar ideas de un autor en particular: Albert Camus. Específicamente, de su libro “El Mito de Sísifo“. Esto no es antojadizo: además de haber sido abordado antes por Pink Floyd en Ummagumma, permite también hilvanar coherentemente esa filosofía que sostiene el trabajo lírico y conceptual del disco.

Debo decir, a estas alturas, que no pretendo hacer aquí un ensayo ni un tratado de filosofía. Tampoco hacer una mera descripción de la música que, como dije más arriba, me parece inútil para un álbum de 50 años, aunque ciertamente mencionaré algunos puntos relevantes para el concepto. Más bien busco abordar su significado, con el fin de darle un sentido cohesivo al concepto deThe Dark Side of the Moon. El mismo sentido que he visto deficientemente abordado en varias reseñas. Después de todo, aunque el álbum lo podemos disfrutar solo por su música, su carácter conceptual es, al menos, una parte importantísima de la apreciación del arte que contiene.

The Dark Side of the Moon: Sísifo y lo absurdo

Roger Waters ha señalado, en una entrevista dada a la revista Uncut en 2003: “Si Dark Side of the Moon es algo, es una exhortación a unirse al cauce de la historia natural de una manera positiva, para abrazar lo positivo y rechazar lo negativo”. Pero, ¿cómo es posible entenderlo “positivamente”, si las letras del álbum son tan fatalistas? Quizá no sean tan fatalistas, después de todo.

Para Albert Camus, nuestra vida y nuestra muerte carecen de sentido. Algo trágico, si lo vemos desde una perspectiva egoísta. ¿Significa que nada vale la pena? ¿Todo es vacío, acaso? No para Camus. Efectivamente, en este mundo es posible encontrar felicidad. Buena parte de esta felicidad recae, precisamente, en reconocer -en toda su profundidad- que el mundo, la vida y la muerte son un absurdo. Camus, de hecho, dice que “La felicidad y lo absurdo son hijos de la misma tierra”. 

Esto es lo que se expresa en El Mito de Sísifo. Este personaje representa el límite del concepto de lo absurdo de la condición humana en Camus: el hombre condenado por los dioses a empujar eternamente una roca por una ladera, sin alcanzar nunca la cima. Cuando está casi por llegar, la roca cae hasta el fondo, y Sísifo debe regresar por ella para comenzar nuevamente desde cero. Esto, como veremos, aparece reflejado en dos canciones en particular: “Breathe” y “Time”.

Pero incluso con este castigo eterno, se puede ser feliz: “Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa“, dice Camus. Así, la lucha misma por llegar hasta la cima puede llenar el corazón humano. Lo hará, al menos, si es capaz de conquistar su propia existencia, rebelándose ante los valores eternos y universales que nos impone la sociedad, tal como Sísifo enfrentó a los dioses. “Si hay un destino personal, no hay un destino superior”.

Desde esta perspectiva, entonces, la descripción positiva que hace Waters sobre el álbum parece cobrar bastante significado. Aunque The Dark Side of the Moon efectivamente es una obra trágica, nos muestra el resultado al que podemos llegar si no somos capaces de cuestionar nuestra realidad. Y esa realidad está cubierta por sombras. Es, a fin de cuentas, un llamado a la acción.

Luces y sombras

Camus sentencia que “No hay sol sin sombra, y es necesario conocer la noche”. Esa noche, esa oscuridad, es la que nos muestra TDSOTM. Después de todo, solo conociendo el sinsentido de nuestra existencia es como podemos valorar y disfrutar cada instante, cada conversación y cada experiencia que vivimos.

La idea de “el lado oscuro de la luna” muestra, precisamente, esos elementos que nos hacen renegar de lo absurdo de la existencia. La oscuridad nos impone esos caminos -como la religión, el trabajo o el dinero- como medios para dar sentido a nuestras vidas. Sin embargo, lo que hacen realmente es dejarnos ciegos. Nos otorgan una falsa ilusión de eternidad, incluso de control. Esa oscuridad (que de acuerdo con la última frase del disco, empapa todo lo que conocemos) es capaz de enloquecernos si no la comprendemos a la luz del absurdo que esconde. Especialmente cuando pretendemos escapar de la muerte, que la sociedad convierte en un tabú.

Por su parte, la luz, especialmente el sol, se menciona en tres canciones a lo largo del álbum (“Breathe”, “Time” y “Eclipse”). El sol siempre se retrata como algo esquivo, velado por la oscuridad que nos absorbe a llevar vidas superficiales, que nos aleja de la posibilidad de disfrutarla con mayor plenitud. Podemos interpretar, así, al sol como esa “conquista” de nuestro entendimiento, que nos lleva a rebelarnos a esas imposiciones para buscar nuestro propio camino. De apropiarnos de nuestra realidad, y de valorarla en toda su magnitud. En tal sentido, el concepto de “alienación” resulta opuesto a la libertad que nos da el reconocer lo absurdo.

Dicho todo lo anterior, podemos concebir a The Dark Side of the Moon como una tragedia dividida en tres actos. El primero de ellos habla sobre nuestra llegada a un mundo lleno de posibilidades. Como segundo acto, el disco muestra factores de alienación que nos dan un falso sentido de control de nuestras vidas, y que adormecen nuestra conciencia. El tercero podemos entenderlo como la locura propiamente tal, como resultado de la alienación. Veamos cómo funciona esto.

Esquema de The Dark Side of the Moon, dividido en tres actos. (Clic para agrandar)
Acto I: Nacimiento y pérdida de la inocencia

En la obertura de Speak to Me (idea nacida en Music from the Body, de Waters y Ron Geesin) encontramos un buen resumen del concepto. “Háblame” no solo nos invita a conectar con otras personas (que, a fin de cuentas, es una buena manera de mantener la cordura, escapando de ese lado oscuro): también nos muestra que el mundo se encuentra sumergido en la locura, en las voces del roadie Chris Adamson y del portero de Abbey Road Gerry O’Driscoll. “Es difícil explicar por qué estás loco, incluso si no estás loco” refuerza la idea del hombre alienado. Algunas muestras de los sonidos y voces  que escucharemos a lo largo del disco representan lo que nos espera en la vida: muchas posibilidades.

El sonido del VCS3 precede a Breathe, una de las canciones que mejor representa los conceptos de Camus. Respirar significa apegarse a la vida, pero también reconocer lo inevitable de la muerte. Cuando llegamos al mundo, tenemos muchísimas posibilidades (“Mira a tu alrededor, y elige tu propio campo”), lo que también ha explicado Waters a Mojo Magazine“Se trata de intentar ser fiel al propio camino”.

Elegir ese camino significa, no obstante, reconocer que el único fin de la vida es la muerte: “balanceado en la ola más grande, corres hacia una tumba temprana”. Incluso con eso, o quizá precisamente por esa razón, podemos darle un propio sentido a la vida y disfrutar distintas emociones: “Sonrisas darás y lágrimas llorarás/ y todo lo que tocas y todo lo que ves/ es todo lo que tu vida será alguna vez”. Esto último también refuerza la idea de una existencia efímera, casi incidental, del ser humano.

El mito de Sísifo aparece en todo su esplendor en los versos del conejo que “olvida el sol”, para seguir cavando. Cuando termina de hacer un agujero, es momento de volver a comenzar con otro, en una evidente semejanza con Sísifo y su roca. Así, Breathe nos dice, de forma directa, que la vida es un absurdo. Y como tal, debemos vivirla con libertad.

La descriptiva y sintetizada On the Run (originalmente titulada “The Travel Sequence”) tiene un doble significado. En primer lugar, encontramos la sensación de vértigo que vivía Pink Floyd en dicha época (reforzada con el miedo a volar que declaró Richard Wright en más de una ocasión), llenos de giras y viajes, lo que se refuerza con llamadas de aeropuerto. El segundo sentido, en el marco del álbum, se expresa en las últimas palabras: “Vive por hoy, vete mañana, ese soy yo”. Una frase muy propia de un joven, donde nuevamente encontramos la referencia a experiencias efímeras de la vida. La explosión del final de esta pieza resulta bastante sugestiva al respecto. ¿Será el choque con la realidad, que encontramos en la siguiente canción?

El primer acto culmina con el potente mensaje de Time. Detrás de sus estridentes relojes y del juego de rototoms de Nick Mason, encontramos aquí una transición conceptual. Un primer esbozo de oscuridad, en la medida que nos damos cuenta del paso del tiempo. La canción comienza todavía con la ligereza de la juventud, donde tenemos “días aburridos” y “desperdiciamos las horas”. La pasividad se denota en el verso “esperando que alguien o algo te muestre el camino”. Similar a Camus, cuando dice que “durante todos los días de una vida sin brillo, el tiempo nos lleva”. Implícitamente, el tiempo nos lleva a la muerte, al igual que en Breathe.

Pero eso cambia. “Y luego, un día, descubres que diez años han quedado detrás de ti” canta Gilmour en Time. Llega un momento de nuestra vida en el cual sentimos que perdimos el tiempo, e intentamos recuperarlo. Camus también aborda esto, cuando dice que el ser humano “pertenece al tiempo, y a través del horror que se apodera de él reconoce en aquél a su peor enemigo”Time retrata este temor, cuya letra incluso nos habla de perseguir al sol inútilmente, en el intento de recuperar ese tiempo. El miedo a la muerte y, por tanto, la pérdida de nuestra existencia, se hace evidente.

La transición conceptual se completa con el reprise de Breathe, que nos muestra dos caminos para afrontar ese temor. El primero es aprovechar de cada momento (llegando al hogar, disfrutando el calor del fuego). El segundo, en cambio, nos conduce a la religión, como primer factor de alienación: “el tañido de las campanas de hierro/ llama a los fieles arrodillados/ a escuchar los hechizos dichos en voz baja”.

Acto II: Alienación

Podemos identificar cuatro factores de alienación en The Dark Side of the Moonreligión, dinero, guerra/ violencia y trabajo. Estos son los que nos llevan a la locura, después de todo, tanto en el contexto del disco como también al proyectar el pensamiento de Camus. En efecto, Waters define algunos “males del mundo moderno: trabajo repetitivo, falta de comunicación, codicia, éxito” como los que enloquecen a la gente. Entramos aquí al proceso mediante el cual la oscuridad comienza a cernirse sobre nosotros, despojándonos de la luz.

The Great Gig in the Sky, la hermosa composición instrumental de Richard Wright llamada originalmente “The Mortality Sequence”, había nacido en 1972 para ser interpretada en vivo. Su versión inicial contenía fuertes críticas a las religiones, pero para el álbum el grupo decidió modificar y suavizar esta crítica. De todos modos, la noción de terror hacia la muerte se conservó. Camus comparte la crítica religiosa: “todas las Iglesias están contra nosotros. Un corazón tan tenso se sustrae a lo eterno y todas las Iglesias, divinas o políticas, aspiran a lo eterno”. Lo eterno, recalco, como oposición de lo efímero y mundano.

Las palabras iniciales dan un mensaje de esperanza: “¿por qué debería tener miedo de morir? No hay razón para eso, tienes que partir en algún momento”. Dichas frases hablan de alguien que se encuentra consciente de su futuro. Sin embargo, la explosiva voz de Clare Torry rompe esta resignación, en uno de los pasajes más expresivos y sensibles de la discografía de Pink Floyd. El miedo, la ira y la desolación se hacen presentes en este track, mientras que el susurro de “si puedes escuchar esto, te estás muriendo” (3:32) bien puede hacer referencia a esos hechizos dichos en voz baja mencionados en Time.

La ironía vertida en los resultones 7/4 de Money nos plantea al dinero como segundo factor de alienación. Camus dice que “se quiere ganar dinero para vivir feliz, y todo el esfuerzo y lo mejor de una vida se concentran en ganar ese dinero. Se olvida la felicidad; se toma el medio por el fin”. Waters, en tanto, se refiere al dinero como “la raíz de todos los males”, evocando a la biblia cristiana (1 Timoteo 6:10). 

Es así como la acumulación ilimitada de dinero, dedicando nuestras vidas únicamente a obtenerlo, nos conduce a la locura por dos motivos. El primero, al ver a las demás personas solo en una dimensión -de clientes, socios o empleados- perdiendo nuestra humanidad en ello (“Pero si pides un aumento, no es extraño que no estén entregando nada”). El segundo, porque acumular dinero nos hace desconfiar de todas las demás personas, aislándonos: “compártelo de manera justa, pero no tomes un trozo de mi pastel”.

Us and Them, por su parte, establece la guerra como el fracaso de la comunicación humana y como factor que nos deshumaniza y despoja. Titulada originalmente “The Violence Sequence”, es el tema más extenso del disco. El ser humano se ve empequeñecido, bajo las órdenes de una jerarquía que define su vida o su muerte. Aquí no importa la voluntad del soldado: los “valores eternos”, parafraseando a Camus, se anteponen a cualquier libertad humana.

Sin embargo, Us and Them no habla solo de guerra, sino de comparaciones, en última instancia. Un “yo versus tú”. Sobre todo considerando los prejuicios representados en las últimas estrofas (como racismo e incluso negando ayuda a un mendigo). También Camus define lo absurdo como una comparación: “Lo absurdo es esencialmente un divorcio. No está ni en uno ni en otro de los elementos comparados. Nace de su confrontación”.

Cerrando el segundo acto, encontramos el instrumental Any Colour You Like. Una pieza que ofrece un bálsamo musical, dando un respiro del bombardeo lírico. El estilo psicodélico del tema, sostenido sobre los flotantes toques del minimoog de Wright y las profundas pulsaciones de cuerdas de Gilmour, ayudan también como puente para expresar el viaje a la locura que finalizará el álbum.

Sin embargo, es importante detenerse en el significado de su título. “Cualquier color que te guste” nacía, inicialmente, de una frase que solía utilizar el roadie Chris Adamson. Cuando le pedían una guitarra, él bromeaba respondiendo “elige el color que quieras, todas son azules”. Esta expresión, sin embargo, se hizo originalmente conocida por Henry Ford. Sí, el fundador de la Ford Company, e impulsor de las cadenas de montaje en la producción (fordismo). La frase “cualquier cliente puede tener el coche del color que quiera, siempre y cuando sea negro” describía la estandarización de lo que se fabricaba mediante este sistema.

De esta manera, el título hace referencia a uno de los modos de producción más alienadores jamás conocidos: la producción en cadena. Locura que incluso Charles Chaplin representó brillantemente en “Modern Times”. Esto era el último y decisivo paso previo a la locura. En este mundo puedes no ser capitalista, ni soldado, ni creyente. De ser así, la sociedad ofrece el trabajo como otra forma (engañosa, claro) para alcanzar la realización personal. Pero la tarea repetitiva, tarde o temprano, te hará enloquecer. El título también funciona como crítica al capitalismo, cuya libertad sería meramente ilusoria, ofreciendo alternativas donde, en realidad, no las hay.

Acto III: Locura

Las dos últimas pistas del álbum plantean letras bastante directas y desesperanzadoras. Para Brain Damage (cuyo título original fue, justamente, “The Dark Side of the Moon”), Roger Waters se inspira en la figura de Syd Barrett. Los recuerdos de infancia y juventud son retratados de manera feliz al inicio, aunque paulatinamente el daño mental parece crecer. En el final del coro, a su vez, se denota que todos compartimos parte de esa locura: “te veré en el lado oscuro de la luna”. Roger Waters dice respecto de esa línea que “es de mí hablando al oyente, diciendo ‘sé que tienes estos malos sentimientos e impulsos, porque yo también“.

Finalmente, Eclipse fue una canción compuesta específicamente como cierre lírico del álbum. Su compás binario, en 6/8, permite construir un vaivén de tonos que refuerza la dualidad de las luces y sombras de su concepto.

Un fin necesario para la tragedia, que parece re-conectarse con Breathe, más allá de los latidos finales. Mientras el coro de esta última dice “todo lo que tocas y todo lo que ves/ es todo lo que será tu vida”Eclipse profundiza y detalla esta idea con muchas acciones posibles. Nuestra vida es eso, ni más ni menos: el conjunto de experiencias que podemos sumar antes de morir. Parafraseando a Camus, dependerá de nosotros si esas experiencias las vivimos conscientemente. O si, parafraseando a Waters, nos dejamos arrastrar por la oscuridad y la alienación.

Así, Roger Waters, en su calidad de creador del concepto y las letras, redondea The Dark Side of the Moon, regresando a la exhibición de lo absurdo. Nuestra existencia es efímera, y todo lo que se encuentra bajo el sol está destinado a desaparecer en las sombras. El eclipse del álbum representa un telón que cae. Pero, a diferencia de una clásica tragedia, los actores desaparecen con la obra. La tragedia no puede ser más fatal en esta versión moderna, en cuyo escenario pasamos y desaparecemos sin cesar. Realmente, todo es oscuro.

Los latidos del final del álbum, dentro de este contexto, apelan también a esta suerte de eterno retorno. Una nueva vida que está naciendo y que, tal como el Sísifo, llega al mundo para seguir empujando una roca. En el mejor de los casos, su propia roca. 

Uno de los iniciadores de ProgJazz, siempre buscando proyectos emergentes, aunque sin dejar de disfrutar de las bandas clásicas. Siento un placer especial al investigar e interpretar el significado y la intención de cada disco que escucho.

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