El «Drama» de Yes en 1979, y el disco que nunca ocurrió
Paris, Francia, 1979. Yes se estaba cayendo a pedazos. La banda ya había experimentado numerosos problemas de relaciones interpersonales con la grabación de “Tormato” (1978), y estaban experimentando muchos roces interpersonales, lo que los llevó incluso a perder en medio de las grabaciones de aquel disco a su productor estrella, Eddie Offord.
Con “Tormato” habiendo sido finalmente producido por ellos mismos (y notándose la caída en calidad sonora de aquel álbum), deciden contratar al productor Roy Thomas Baker, productor de Queen hasta aquel entonces. Esta vez Jon Anderson, y en menor medida Rick Wakeman dominan la composición, pero a la vez, con el pasar de los días en el estudio se van sintiendo menos conectados con la música de Yes, al punto de que incluso pasan varios días sin ir a trabajar.
Baker decide cambiar la forma de composición de Yes, que en algún tiempo, y tal como describió Bill Bruford: «Imagina cinco personas escribiendo un libro al mismo tiempo”, por una manera de grabar de forma totalmente separada e individual. Lamentablemente esta nueva fórmula hizo que los aportes de Steve Howe, Chris Squire y Alan White a las nuevas canciones fueran muy discretos.
El disco estaba en un 70% completado. La mayoría de los demos están prácticamente acabados, y en el disco comienza a surgir un concepto algo medieval en la lírica de las canciones. Tenemos nuevas piezas como la benigna “Golden Age”, “Dance Through the Light”, o “Tango” (que de tango no tiene mucho), “Richard” que nos cuenta una aventura en alta mar, así como también la acústica “Picasso” y la cuasi reescritura de “Awaken”, llamada “In the Tower”. Todo tiene un ambiente algo reminiscente entre la inmediatez de “Tormato”, las texturas de “Going for the One” (1977) y el ambiente de “Tales from Topographic Oceans” (1974), pero sin la profundidad de este, ni de lejos.
Este disco jamás vio la luz.
Sucedieron bastantes cosas entre medio. Comenzó un pleito por las regalías del disco entre las esposas (!) de Squire y Anderson, ya que el presupuesto para el trabajo fue el menor de todos los discos de Yes desde “Close to the Edge” (1972), y finalmente una fractura de tobillo de White durante una sesión de patinaje en una pista de roller disco terminó por imponer una larga pausa de meses y a la postre sepultar las grabaciones del disco.
Aún así, puedes escuchar los demos de un disco que quedó como rarezas, y aunque no es el santo grial de las canciones perdidas de Yes, es una buena fotografía de lo que estaba pasando en el seno de la banda para 1979.
Pasaron pocos meses, y con la mejoría de White, deciden juntarse en Inglaterra con Squire y Howe para volver a practicar. Improvisan jams, y quizá por la libertad que les daba ahora el no estar supeditados a composiciones pre-hechas, la música que interpretan es virtuosa, ajustada y agresiva. Algo especial había ocurrido allí.
Cuando volvieron al estudio, Anderson ya había perdido el interés en el disco, con su mente más ocupada en las sesiones con su amigo Vangelis del que sería a futuro el disco debut del duo “Short Stories” (1980), por lo que apenas estaba disponible. Por su parte, Wakeman decide quedarse en su nueva casa de Suiza, y pide que le envíen las cintas finalizadas para realizar las grabaciones allí de su teclado, en forma de overdubs, sin contacto con el resto de la banda. Las cosas se comienzan a diluir de forma sistemática y caen en la abulia.
Finalmente el Yes que nos regaló “Yessongs” y “Tales” estaba muerto, y como reza la canción, nada más que a nadie le habían avisado.
Los tiempos parecían no calzar. El disco tenía que ser terminado de forma urgente y había una gira en Norteamérica que afrontar para la nueva década, y los shows ya estaban completamente vendidos. Todo un drama. Y si, por eso aquel disco se llama “Drama”.
Brian Lane, manager de Yes, decide llegar al rescate. Además de Anderson y compañía, también tenía bajo su tutela a un joven dueto que estaba convirtiéndose en algo muy popular para aquel tiempo, gracias a una canción pop llamada “Video Killed the Radio Star”, y que prometía convertirse en un super éxito, llamado “The Buggles”. Este dueto estaba conformado por Trevor Horn y Geoff Downes, ambos muy fanáticos de Yes.
Brian decide invitarlos a una sesión con Howe, Squire y White, para ver si podían realizar algun proyecto juntos, y la química resultó ser instantánea. Ya para la primavera europea de 1980, ni Jon ni Rick daban señales de vida, por lo que el resto de Yes decide comenzar a trabajar en algunas composiciones que tenían Horn y Downes en sus carpetas, más algunas ideas que habían surgido en esos jams en Inglaterra. Algo estaba funcionando, y muy bien.
Y aquello que estaba funcionando se convirtió finalmente en un nuevo lanzamiento hecho y derecho de la banda, llamado “Drama” (1980), un disco que, al contrario de las composiciones del disco con Anderson y Wakeman, tenía pegada, bríos, contundencia, pesadez y mucha vida. Tanto así que Eddie Offord vuelve a la banda, feliz para producir el nuevo disco. También se une Hugh Padgham al equipo, ingeniero clave en la transformación de los 80 de Genesis, mientras que las decisiones de Horn son bien recibidas, siendo su primera plantilla para convertirse en uno de los productores musicales mas reverenciados de todos los tiempos.
Las comparaciones son odiosas, pero solo la épica pista de abertura “Machine Messiah” probablemente barre con todo el disco anterior que fue abortado en una excelente decisión, ya que tenía serios problemas de “dinosaurismo” para la época. Horn en este trabajo decide mezclar los coros y las voces de una manera tan inteligente que no se sabe realmente si es él mismo, o Squire (el verdadero segundo cantante de la banda) los que llevan la voz principal, en un tremendo golpe de efecto para disminuir el agujero que dejaba la ausencia de la voz cristalina de Jon Anderson. Vaya que lo consiguió.
Al contrario de la lírica del disco de Anderson que retrocedía en el tiempo para llegar al mundo feudal, aquí saltábamos al futuro, con computadores que son el mesías de la humanidad y cámaras omnipresentes que nos graban todo el día, todo con una visión Orwelliana del mundo que aporta un nuevo giro dramático a la música de Yes, Si “Awaken” es el “Ying” de un Yes de pura luz, “Drama” es el “Yang”, mucho más oscuro.
Para qué mencionar las enormes líneas de bajo de Squire de este trabajo, como en “Tempus Fugit”, «Into the Lens» o en “Does it Really Happen?” donde prácticamente inventa el estilo del gran Mariusz Duda de Riverside (escuchen con atención), así como también la agresiva, inventiva y sorpresivamente pesada guitarra de Howe que parece respirar de mejor manera sin la presencia dominante de Wakeman, o la sección rítmica de White, ágil, virtuosa y mas ajustada que unas calzas. Downes además aporta con sus teclados, junto a su puntero y vanguardista sintetizador Fairlight CMI en los que probablemente sean sus momentos mas inspirados de toda su carrera con la banda.
Por su parte «Man in a White Car» hace referencia al exitoso single británico de 1979 de Gary Numan llamado «Cars«, donde Numan poseía un Chevrolet Corvette blanco y era un viejo conocido de Downes. De este básico concepto se erige un temazo corto de arreglos preciosistas y una bella melodía de Geoff. Quizá «Run Through the Light« sea la mas floja y poppy del disco, pero anticipa correctamente el futuro con «90125» (1983)
¿Si todo era tan maravilloso con esta alineación, por que tuvo tan corta vida entonces?
Lanzado el disco, comenzó la gira en Norteamérica a fines de 1980, agendada y vendida en su totalidad incluso antes de que Anderson y Wakeman desaparecieran en acción. Nada de “Relayer”, “Tales” y ni siquiera de “Tormato” habría de ser interpretado. Horn durante la gira aduce que su voz es llevada hasta sus límites por culpa del repertorio antiguo (y agudo) de las vocales de Anderson, mientras al unísono se seguía creando mas material para un posible trabajo sucesor. De estas sesiones nacería la épica suite originalmente llamada “We can fly from here” que se alcanzó a interpretar en vivo, pero que se retomaría recién en 2011 en el disco del mismo nombre (solo que sin el «we can»), en lo que es probablemente el último gran disco de Yes.
Pero Trevor Horn no quería seguir. Estaba el problema con su voz, el problema de repetir un éxito, y el problema de haber dejado de lado su proyecto de “The Buggles”. Así, se puso en campaña para el segundo disco de la agrupación, llamado finalmente “Adventures in Modern Recording” (1981) donde incluso regrabó su aporte de «Into the Lens«, con el titulo de «I’m a Camera«. Sin el cantante, productor y fresco nuevo compositor, las cosas comenzaron a diluirse otra vez.
Downes había perdido un poco de interés en aquel proyecto de pop liviano. Ya para 1981 aceptaría la invitación de su nuevo amigo Steve Howe para comenzar un proyecto con John Wetton, el cual terminaría llamandose “Asia”, pero esa es otra historia. Todo, mientras Squire y White se divertían con Jimmy Page en unas sesiones que lamentablemente no llegarían a ningún lado.
Vaya Drama…