Metropolis Pt. 2 de Dream Theater: perfeccionando el metal progresivo

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Hablar de Metropolis Pt 2: Scenes from a Memory de Dream Theater, es hablar de una obra maestra del metal progresivo. Erigido como un álbum imprescindible dentro del género, supo establecer un puente entre dos mundos que, en el momento de su lanzamiento, no terminaban de fusionarse: el rock progresivo y el metal.

Ciertamente, Dream Theater no fue el “pionero” en este género, ni siquiera con el excelso Images and Words (1992). Un entramado que ya habían comenzado a definir con éxito bandas como Fates Warning, con su brillante Perfect Simmetry (1989), Queensrÿche con el ya clásico Operation: Mindcrime (1988), o, por qué no, los alemanes de Sieges Even, con A Sense of Change (1991). Incluso podríamos llevar la historia hacia más atrás. Sin embargo, Dream Theater establecería un punto de inflexión en el metal progresivo, llevándolo a un estándar de sonido (e incluso de éxito masivo) que no se había apreciado hasta entonces.

Antecedentes del álbum

Musicalmente, las canciones fueron construidas de un modo que suele ser no recomendado, más aún con un disco conceptual. En efecto, con la música completamente escrita, recién se comenzaron a incorporar letras. Ello significó un doble desafío para el grupo, ya que además estaban acostumbrados a escribir sobre el tema que mejor le pareciera a cada uno, para integrar todo en un álbum. La labor aquí, en cambio, requería que cada integrante se conectara individualmente con la historia y con los conceptos que la sostienen. De esta manera, fueron haciendo calzar las letras con la música y con el relato de forma consistente.

Junto con ello, este disco se creó en un momento crítico de la banda, luego de los comentarios negativos que recibieron por su anterior disco (Falling into Infinity, de 1997). Además, esto coincidió con la salida de Derek Sherinian de los teclados (quien, por cierto, contribuyó con buena parte de la base compositiva del álbum antes de su marcha). En su reemplazo, había ingresado Jordan Rudess, que se unía a John Petrucci, Mike Portnoy, James LaBrie y John Myung. Un tecladista con una sólida formación docta, que abría nuevas posibilidades para el grupo. Aunque, claro está, con el consiguiente riesgo de nuevas críticas.

Como si lo anterior no hubiese bastado, tenían la posibilidad abierta de producir el disco por ellos mismos, con los riesgos que ello conlleva. Ello también era un arma de doble filo. De acuerdo con el mismo Mike Portnoy: “teníamos mucho que demostrar, y si no lo probábamos, entonces habría sido el final”.

El concepto de Metropolis Pt. 2

En Metropolis Pt 2: Scenes from a Memory, nos encontramos con el primer álbum conceptual de Dream Theater. Usualmente se describe la historia de amor, traición y tragedia que narra el disco para argumentar este aspecto conceptual. No obstante, se puede ir más allá. Vemos una concepción circular del tiempo y del destino, mediante la cual viviríamos reiteradamente experiencias similares en diferentes vidas. Una especie de eterno retorno, inexorable e inmisericorde, que nos obliga a un mismo destino, independiente de la época en que nuestra alma habite en la tierra.

La historia narrada es una adaptación de la película Dead Again de 1991, que permitió retratar los conceptos anteriores de manera secuencial. Tenemos a Nicholas, un hombre atormentado por sueños recurrentes con una desconocida mujer, que decide acudir a sesiones de hipnosis. La mujer, Victoria Page, había vivido a inicios del Siglo XX, y fallecido en extrañas circunstancias, tras un triángulo amoroso con Julian Baynes (The Sleeper) y su hermano Edward (The Miracle).

De este modo, el grupo pudo proseguir con su canción “Metropolis, Pt. 1: The Miracle and the Sleeper” de 1992. Aunque ello nunca fue el propósito original de dicha pieza. La inclusión de una “parte 1” en su título fue casi una broma. Sin embargo, la presión de los fans fue lo suficientemente fuerte como para darle luces al grupo respecto de hacia dónde continuar. Incluso la base de esta segunda parte había sido considerada como pista para su anterior trabajo, Falling into Infinity, pero la edición del álbum solo en un disco forzó a Dream Theater a retirarla. A la postre, esta prohibición del sello discográfico terminaría siendo una bendición.

En tanto, el arte del disco muestra una portada que tiene el sentido visual preciso del concepto planteado. Como se observa, esta carátula se ensambla como un rompecabezas de imágenes sueltas. En este sentido, cada fotografía se encuentra representada en los sueños de Nicholas, que construyen en su conjunto una imagen clara y misteriosa. Con todo, se reúne una serie de elementos que, hilvanados, entregan un aire único a Metropolis Pt. 2.

Las canciones del álbum

Dream Theater divide Metropolis Pt 2 en dos actos. El primero, centrado en Nicholas y en la interpretación de sus sueños. El segundo, relatando los sucesos ocurridos en 1928, con el respectivo desenlace de la historia de Nicholas, 70 años después.

Todo comienza con Regression. La voz del hipnotizador, con un “tic-tac” de fondo, abre una cortina de ensueños, que añade un sutil eco. Esto nos lleva a la melodía de la canción, con LaBrie cantando completamente ad hoc, como la conciencia de Nicholas que comienza un viaje introspectivo, terminando por saludar a la mujer de sus sueños: Victoria. Esta melodía, de 3/4 con base en Re mayor en guitarra acústica, se repetirá hacia el final del álbum, remarcando su carácter circular.

Un golpe, y entra una de las piezas maestras del álbum: Overture 1928. Esta pista instrumental no solo es una magistral exhibición de técnica (que incluso a esas alturas Dream Theater ya no necesitaba demostrar), sino que una de las pistas mejor logradas del álbum en términos estrictamente musicales. En menos de cuatro minutos representan el viaje de Nicholas hacia su ser más profundo, con una serie de magníficas transiciones y cambios. Cada integrante brilla con luz propia, y aquí Rudess comenzaba a mostrar sus credenciales.

La pista se empalma con Strange Déjà Vu. Una ágil melodía recorre esta canción, en que el bajo de Myung y los pedales de Portnoy entregan el vértigo y una profundidad necesaria para contrastar con los riffs de Petrucci, que se basan principalmente en golpes a la guitarra en buena parte del tema. Las letras, en tanto, tienen como hablantes a Nicholas y a Victoria, quien le revela a aquél el motivo de sus sueños recurrentes: había sido asesinada en circunstancias extrañas, y quería darle a entender la verdad al respecto. Una ruptura y la entrada de otro riff de Petrucci muestran a Nicholas nuevamente despierto, decidido a resolver el misterio, que ya le obsesionaba.

Entonces cae la breve Through my Words. Líneas de piano muy suaves acompañan a un emotivo LaBrie, representando a Nicholas. Se había dado cuenta de que su conexión con Victoria era realmente eterna. De algún modo, estaban unidos, y él recordaba por ella.

La melodía de piano de este pasaje se conecta con el inicio de Fatal Tragedy. La ruptura de la guitarra a los 35 segundos da inicio al encuentro entre Nicholas y un anciano misterioso, quien le cuenta del asesinato de una joven, hace muchos años, del que siempre quedaron dudas. Esta canción se plantea llena de cambios, en un genuino esfuerzo de LaBrie por interpretar diferentes personajes.

Se pueden encontrar algunos de los pasajes más sólidos del álbum aquí, ajustándose muy bien a las letras. Gran ejemplo de ello es el cambio melódico a los 2:51, pasando de un riff repetitivo y profundo, propio de un momento reflexivo, a una explosión vocal que representaba la frustración de Nicholas por no entender todo lo que ocurría. ¡Y qué decir de la estructura rítmica de la sección instrumental de la segunda mitad! Este frenesí corta súbitamente, con el terapeuta diciendo “recuerda que la muerte no es el fin… sino una transición”.

Un silencio mínimo se rompe con el pesado riff en 5/4 de Beyond this Life. La melodía, sin la guitarra y solo con batería y bajo, se acompaña por las líneas vocales: el titular de un periódico de 1928, que relataba un asesinato de una joven. Su asesino, en tanto, se habría quitado la vida. El relato lo hacía Edward Baynes, el único testigo del hecho. Nuevamente la música, compuesta en conjunto, alcanza máximos niveles aquí. Especial importancia cobran los diálogos entre Rudess y Petrucci, que conjugan magistrales solos antes de regresar al estribillo del tema.

El Acto 1 termina con Through her Eyes. Una balada tan hermosa como sencilla, compuesta en Sol mayor (que, junto con el Re, son las notas más utilizadas en el álbum), y con el acompañamiento vocal de Theresa Thomason. La melodía, de hecho, es la misma del piano de Through my Words, aunque con una ejecución instrumental que sacó a relucir toda su belleza.

Una guitarra acústica domina la escena, con cortinas de teclados y líneas de guitarra eléctrica que muestran todo el feeling de Petrucci. El bajo de Muyng, pausado como la propia canción, otorga una sensible profundidad, quedando Portnoy al fondo de la mezcla, con tenues golpes de plumilla. LaBrie, en una sentida interpretación, representaba a Nicholas, quien se muestra en un total estado de empatía con Victoria. Sentía la tristeza de su muerte, y la injusticia con la que arrebataron su vida. Casi literalmente, podía ver la vida de ella “a través de sus ojos”.

Esta canción resulta una necesaria pausa para lo que viene: Home. Una canción con un riff muy agresivo, con Petrucci aprovechando al máximo la profundidad de las siete cuerdas, especialmente con el doble golpe en Re. Junto con Beyond this Life, la pista más “metalera” del álbum, incluso con sus arreglos de sitar del inicio. En Home, hace su aparición Julian Baynes, el hombre a quien Victoria amaba. Sin embargo, su estilo de vida pendenciero lo alejaba de ella, quien se consolaba con Edward, quien, atraído por ella en secreto, aprovechó su vulnerabilidad emocional para traicionar a su hermano. Mención aparte para la performance de Petrucci, cuyas notas se deslizan por todo el diapasón, en otra pieza maestra.

Un golpeteo en Re anuncia el segundo instrumental que Dream Theater ofrece en Metropolis Pt 2The Dance of Eternity. Personalmente, dentro de mi top de composiciones del grupo. El título se extrae de los últimos versos de “Metropolis Pt. 1”, y es una representación musical del amor entre Victoria y Julian. Una obra técnicamente perfecta, con más de un centenar de cambios de métrica en apenas seis minutos. ¡Hasta el silencioso Myung brilla con algunas líneas solitarias!

Esta pieza se une con One Last Time. Un comienzo de balada, guiada por piano, en una canción con una alta carga emotiva. Esta se manifiesta con un in crescendo paulatino, intensidad que, en general, continúa en una velocidad media. Aquí se retrata un último encuentro que Victoria se daría con Edward, ya que, a pesar de los problemas, sentía que su corazón estaba al lado de Julian.

La emotividad llega a su cúspide en The Spirit Carries On. Una de las canciones más populares del disco, y que utiliza la melodía en 2/3 del inicio del álbum. Su letra se basa, principalmente, en el pensamiento de Nicholas: la vida continúa después de la muerte. Los espíritus trascienden su existencia temporal, y permanecen de algún modo. Incluso re-encarnándose. Al fin, encontraba la paz, con Victoria dándole una apacible despedida. Los coros de gospel añadidos hacia el último tercio de la canción resultan especialmente evocativos, dando el cierre a un trayecto circular. Perfectamente esta canción pudo ser el fin, pero aún faltaba una última escena.

El álbum cierra con Finally Free. Con esta canción, resulta majestuoso el cierre es el que ofrece Dream Theater para la historia del Metropolis 2. En ella, aparecen guiños a algunas melodías y letras de canciones anteriores, fusionándose con una sección crudamente descriptiva: “Abre tus ojos, Victoria” dice Edward, antes de dispararle. Realmente, él fue el asesino de ella y de su hermano Julian, a quien puso una carta suicida en el bolsillo. Su venganza se consumaba, saliendo ileso de ella. Nicholas ya estaba listo para revelar este secreto.

Un nuevo final falso acaecía con las sentidas líneas vocales y el último riff del álbum. Julian regresaba a su casa, prendía el televisor, se servía un trago y finalmente ponía un LP a sonar. Unos pasos, y resuena la voz del hipnotizador, que dice “Abre tus ojos, Nicholas”, antes de un agresivo vuelco del LP y el sonido estático sonando. El alma de Edward estaba en el hipnotizador, e hizo lo necesario para evitar que su secreto se diera a conocer. Un amargo giro, que muestra que no solamente las almas se encarnarían, sino que también parecen condenadas a culminar de la misma manera. Vida tras vida.

Para concluir…

Con todo, la estética de Metropolis Pt 2 mostraba importantes variaciones respecto de los lanzamientos anteriores de Dream Theater. Por una parte, se equilibran perfectamente los pasajes instrumentales de las canciones. Por otra, se incluyen diferentes baladas que entregan un descanso sonoro, lo que contrasta con otras piezas mucho más pesadas. Junto con ello, la interpretación vocal de James LaBrie (que suele irritar incluso a algunos fans de Dream Theater) resulta muy adecuada para cada estado de ánimo, incluyendo esfuerzos por la expresividad teatral de los personajes. Sumado a todo lo anterior, los arreglos instrumentales resultan precisos, poniendo la complejidad necesaria para cada pieza.

Pero, sobre todo, con Metropolis Pt 2 encontramos al grupo en un proceso creativo colectivo, donde el quinteto trabajó con absoluta dedicación hacia una idea común. El riesgo que habían tomado al componer primero y escribir después había valido totalmente la pena. Con esto, atrás quedaban las críticas de exceso de pomposidad, o incluso de abusar innecesariamente de la técnica de sus músicos. Y, de paso, terminaban por definir no solo la historia comenzada en 1992, sino que el sonido de todo un género musical.

Uno de los iniciadores de ProgJazz, siempre buscando proyectos emergentes, aunque sin dejar de disfrutar de las bandas clásicas. Siento un placer especial al investigar e interpretar el significado y la intención de cada disco que escucho.

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