«Relics»: más que un compilado de Pink Floyd

Relics de Pink Floyd fue lanzado por primera vez el 14 de mayo de 1971, (recién el 15 de julio se editaría en Estados Unidos). Este disco fue el segundo álbum compilatorio del grupo, que que para este lanzamiento contaba ya con cinco discos de estudio.
A fines de 1970, Pink Floyd se encontraba recién embarcado en la gira de Atom Heart Mother, con casi 70 conciertos programados en Europa y Estados Unidos entre diciembre de 1970 y noviembre de 1971. Junto con ello, el grupo comenzaba en enero de 1971 las grabaciones para Meddle. Ante esta vertiginosa agenda, los directivos de EMI decidieron lanzar Relics. En efecto, era un disco que representaba estrictamente una jugada comercial, como la mayoría de las compilaciones.
Sin embargo, Relics no solo constituye el resultado de una estrategia de marketing de Pink Floyd. También, pues, representa una excelente forma de conocer el trabajo de las etapas iniciales de la banda. Así, incluye piezas de sus álbumes anteriores, además de otras que se encontraban en singles, como See Emily Play, Arnold Layne, Apples and Oranges o Point Me at the Sky. Pero, sobre todo, destacaba un tema inédito: Biding My Time.
Aunque quizá no exactamente inédito. «Biding My Time», compuesta por Roger Waters, fue parte de la suite “The Man and The Journey”. Dicha suite planteaba una burlesca crítica a la rutina propia de un empleado de clase media u obrera, e interpretada asiduamente en su gira de 1969. En este contexto, “Biding My Time” (quizá junto con “Work), resultaba las piezas más directa en el contexto de esta crítica.
De este modo, la letra apela a dos aspectos de vida de un obrero. Por una parte, el ámbito laboral, que sería una “pérdida de tiempo” y una mera rutina mecanizada, propia de sistemas productivos con tareas bien definidas, repetitivas y que no requieren una gran toma de decisiones. Sin embargo, también se encuentra el amor como promesa, como aquello que permite sobrellevar la carga de un empleo indeseado.
La música, por su parte, acompaña muy bien la letra, en una de las canciones más blues de Pink Floyd. La guitarra y el bajo toman el protagonismo inicial, con una batería muy acompasada. Asimismo, el piano va tomando fulgor, y hacia el final se incorpora un trombón (que para la época solía usar Richard Wright en algunas canciones), sobre el cual se desenvuelve un solo de David Gilmour bastante ad-hoc.
La portada de este disco tiene varias versiones. La versión original fue diseñada por Nick Mason, que ilustra en blanco y negro un conjunto de antigüedades diversas, tanto musicales como náuticas. Sin embargo, aparecieron otras versiones (ver imágenes más abajo). Así, la portada de ediciones de Estados Unidos, Canadá y Australia, muestran una curiosa máscara con ojos duplicados y la lengua afuera. En tercer lugar, en tanto, se encuentra el diseño que forma parte del trabajo que Storm Thorgerson y Jon Crossland realizaron para la edición en CD de 1995. En ella se inspiraban en la ilustración original, pero con un formato realista sobre un fondo azul.


Con todo, «Biding my Time» sólo hace más interesante todavía a este disco compilatorio. Incluso, convierte a Relics en uno de los compilados más interesantes y populares de Pink Floyd. ¡Y vaya que, a estas alturas, han sacado varios!