«Lateralus»: el ascenso en espiral de Tool

Tool - Lateralus

El 15 de mayo de 2001 se editaba Lateralus, el tercer álbum de estudio de Tool. Con ello, el grupo alcanzaba su mayor éxito comercial (llegando a ocupar el #1 del Billboard el 2 de junio de ese año). Pero, sobre todo, encerraría una serie de enigmas, particularmente entre la fanaticada más acérrima de la banda.

Lateralus llegó casi cinco años después de Ænima, lo que se ocasionó por una serie de demoras. Entre ellas, se cuentan como principales factores las disputas judiciales entre Tool y su sello (Volcano), el tour de su disco anterior que se prolongó por alrededor de dos años y la gira que emprendió Maynard James Keenan con A Perfect Circle en 1999. Sin embargo, este distanciamiento sería sólo el primero de muchos para Tool: cinco años más para 10.000 Days (2006), y 13 años para Fear Inoculum (2019).

En Lateralus, Tool ofrece un sonido de guitarras y bajo ya relativamente conocido por su oscuridad y agresividad. Asimismo, la voz de Maynard es exigida en todos los sentidos. Pero, a diferencia de sus álbumes anteriores, el trabajo de composición aquí es llevado a un nuevo nivel, cambiando el curso del metal hasta entonces conocido.

Este trabajo de composición se traduce en un impresionante conjunto de compases diversos, cuyo resultado son 13 canciones de una musicalidad fantástica. Pocas bandas pueden construir melodías pegadizas que además logren esta particular estructura como lo hace Tool. Eso le da un aura de disco relativamente fácil de digerir, pero que aun así deja un sentido de extrañeza tras cada escucha, lo que abre la puerta a que pueda ser disfrutado tanto por analistas obsesivos como por oyentes casuales por igual.

Lateralus y Fibonacci

Como muchos ya sabrán, dentro de este esquema de compases y métricas disonantes aparece el tema que da título al álbum como punta de lanza. En efecto, “Lateralus” plantea una métrica que responde a la secuencia de Fibonacci, que corresponde a una sucesión de números enteros que, comenzando desde 0 y 1, define los posteriores números como la suma de los dos anteriores. Así, los números resultantes corresponden a 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21… hasta el infinito. Esto, además, deriva (gráficamente) en una espiral similar a la áurea. Si bien Tool no es el primero en utilizar esta sucesión en el ámbito musical, sí lo hace para la música popular (no docta). Así, la métrica de esta canción se construye sobre esta base:

Black (1)

Then (1)

White are (2)

All I see (3)

In my infancy (5)

Red and yellow then came to be (8)

Reaching out to me (5)

Lets me see (3)

Del mismo modo, la siguiente estrofa sigue métricas con dichos números. Un orden decreciente en la segunda estrofa (13, 8, 5, 3). El coro, en tanto, cambia de 9/8 a 8/8 y luego a 7/8. Esto tiene sentido, ya que «987» es uno de los números que componen la secuencia de Fibonacci. Posteriormente, la estructura inicial se mantiene, oscilando de forma ascendente y descendente en sus valores numéricos. Tal como una espiral.

Orden y parejas de canciones

Al ser analizados dichos elementos numéricos en la conformación del álbum, muchos fans llevaron esto al extremo. De este modo, se establecieron algunas teorías alternativas. Una de las más populares era que las canciones no debían escucharse secuencialmente. Así, surgen ordenamientos como 6, 7, 5, 8, 4, 9, 13, 1, 12, 2, 11, 3, 10 y otros similares. Lo anterior se sustentaría sobre la base de que, si se consideran las pistas ubicadas al centro del disco, se pueden formar espirales que unen a los números de las canciones cuando se ordenan linealmente, construyendo un álbum de una sola gran composición.

Estas parejas de canciones también podrían tener significados vinculados, apelando a referencias bíblicas y elementos espirituales. La única canción que no estaría emparejada es la número 13, “Faaip de Oiad”, que es la que sigue después de dos minutos de silencio de la pista anterior (Triad), y cuyo sentido musical difiere del resto del disco. Una maravillosa discusión al respecto la puedes encontrar en este enlace.

Ciertamente esto resulta interesante, y personas han dedicado cientos y miles de horas analizando estos patrones. No obstante, esto podría representar más bien una falacia. En primer lugar, porque ningún miembro de Tool ha apoyado una idea similar al respecto, dejando espacio para la incertidumbre. Y en segundo lugar, porque en una entrevista concedida por Danny Carey en junio de 2001, el baterista dio a entender que el orden de las canciones no fue algo de lo que el grupo se preocupó realmente:

Ni siquiera habíamos pensado en el orden del álbum hasta que llegamos al laboratorio de masterización. Escribimos los títulos de las canciones en trozos de papel, los movimos y salió el orden final casi exactamente en el orden en que los habíamos escrito.

Revista Modern Drummer, junio de 2001, p. 56

A su vez, el bajista Justin Chancellor ha señalado que, personalmente, no le encuentra mucho sentido a deconstruir un álbum de Tool, ni a tratar de explicarlo. Aunque sí reconoce que hay cierta belleza en discutirlo, ya que eso es lo que lo mantiene con vida.

Es como si desmontaras un motor de coche, lo pusieras en el suelo y tuvieras que volver a armarlo para que funcione, y eso es muy difícil (…) Te pierdes un poco haciendo eso, pero siento que la gente lo hace porque los mueve y quieren explicarlo de alguna manera. (…) Parte de la belleza de no entenderlo es dejarlo seguir vivo.

Entrevista con Justin Chancellor, 2021 | Kerrang!

De hecho, Danny también indicó que la primera canción en componerse fue “The Grudge” (tema de apertura) y la última en ser escrita fue “Triad” (penúltima canción), indicando que, una vez ordenadas las pistas para el álbum, se dieron cuenta que seguía un orden similar al de su escritura. Y si bien el mismo Maynard ha sostenido que el disco puede entenderse como una banda sonora, ha expresado también que no está pensado para sincronizarse de ninguna forma (al estilo de Pink Floyd con “El Mago de Oz”, por ejemplo). Finalmente, debe considerarse que las condiciones de grabación establecían 80 minutos como tiempo límite para el álbum, habiendo quedado algunas canciones originalmente hechas en las grabaciones de Lateralus postergadas para su siguiente disco (10.000 Days). En ese caso, de haber habido espacio para una canción más, estos significados hubiesen cambiado radicalmente.

El arte del disco

Uno de los elementos clave que ha ayudado a definir a Tool es su propuesta gráfica, que desde Lateralus cae en manos de Alex Grey. Si bien existen diferentes versiones de la carátula del álbum, especial relevancia ha cobrado la figura humana que hemos incluido en la imagen superior de esta publicación.

Esta figura humana, en primer lugar, se encuentra realizando un mudra (el Abhaya-Mudra) que favorece la fluidez de la energía. Un mudra, según el budismo y el hinduismo, es un conjunto de gestos que canalizan energía en el cuerpo. En particular, este mudra que se observa es similar al que se ha asociado con la figura del Sagrado Corazón de Jesús y de muchos santos en el cristianismo. Sobre este mudra, que canaliza energía, hay un ojo en llamas.

Los ojos en llamas, representan los chakras. El que se encuentra en la mano no es un chakra propiamente tal, sino la proyección de uno en dicha mano, por la propia acción del mudra. En el torso de la figura, en tanto, vemos tres chakras: el cuarto (del corazón, los sentimientos), quinto (garganta, comunicación) y sexto (tercer ojo, conocimiento). ¿Podríamos vincularlos con las canciones 4 (Mantra), 5 (Schism) y 6 (Parabol), dejando el séptimo y más elevado chakra con la explosión que entrega “Parabola”?

El séptimo chakra, que quizá sea el más “trascendental” de todos, no aparece explícito. Correspondiente a la corona, que nos una a la elevación espiritual y amor universal, este chakra no se dibuja como un ojo en llamas. En buena medida, porque no opera en un lugar físico del cuerpo (a pesar de encontrarse físicamente en la parte superior de la cabeza), sino en la conexión del mundo interior con el exterior. Entre la conciencia, la mente y el espíritu. Por lo tanto, se grafica como la espiral que atraviesa los chakras anteriores, ensanchándose hasta salir del cuerpo, uniéndose a la existencia que lo rodea. La espiral que nos une con un dios y, con ello, a la matemática, la geometría, la perfección.

De este modo, a través del uso de estos y otros simbolismos que cruzan diferentes sistemas de creencias, Alex Grey nos entrega más enigmas. Especialmente, acerca de nuestra conexión con Dios y con nosotros mismos, lo que se verá reflejado en el contenido de las canciones del álbum.

Las canciones

Las 13 canciones que Tool nos entrega en Lateralus se envuelven en un halo de misterio, lo que es ayudado por una escritura críptica y enigmáticos títulos. La primera de ellas, The Grudge, entrega un sentido de amenaza y tensión, acompañándose de un marcado sentido melódico. Contiene, además, una hábil mezcla de intensidades, que se desenvuelven con soltura durante sus 8:35 minutos. Se suma la magnífica interpretación vocal de Maynard James, utilizando gritos desenfrenados y una serie de referencias espirituales y bíblicas.

Eon Blue Apocalypse es un breve e hipnótico pasaje de un minuto, en que la guitarra suena solitaria para introducirnos a The Patient. Ésta vuelve a dar alma al disco, con un soberbio trabajo de batería y bajo en un ambiente fascinantemente hipnótico. The Patient representaría a la figura de la madre de Maynard, quien para ese entonces se encontraba postrada luego de un derrame cerebral.

Mantra no es un título engañoso, planteando una atmósfera etérea en un breve pasaje instrumental que antecede a Schism. Con esta canción, Tool nos vuelve a poner los pies sobre la tierra, planteando la comunicación como una puerta de esperanza, mediante un sonido construido en diferentes capas que producen una sensación sinestésica. Es increíble (y brillante) que una canción con esta letra y este sonido haya podido ganar un premio Grammy. Desde sus iniciales armonías de bajo, Schism alcanza el corolario antes mencionado de Tool: su capacidad de hacer parecer simple lo complejo.

Luego, viene una dupla magistral de piezas: Parabol/ Parabola. Con Parabol la energía nuevamente se modera, en una suave demostración de la tranquilidad reflexiva que puede alcanzar Tool, sostenida sobre una atenuada vocalización. Hacia el final, se construye Parabola, una auténtica patada sonora que despliega nuevamente toda la energía del grupo. Aquí Tool construye una letra completamente aferrada a la vida, reconociendo la existencia terrenal como algo literalmente santo (“Celebra esta oportunidad de estar vivo y respirando”, dice la letra). En esta canción, el sonido oscuro es fortalecido por el trabajo de afinación de la guitarra de Adam Jones, en que la sexta cuerda, afinada usualmente en Mi (E) se baja hasta Si (B), mientras que la quinta, usualmente afinada en La (A) se baja hasta Mi (E).

Ticks & Leeches propone un gran trabajo de batería, en la pieza más agresiva del disco tanto en su energía musical como en su letra. Una energía que ni siquiera su apacible interludio es capaz de compensar. Tool ofrece en su novena canción, Lateralus, un juego de percusiones de ritmo tribal con una suave guitarra, que llegando al 1:15 toma un riff más potente. Esta canción alberga un mensaje de sanación y equilibrio espiritual, utilizando las métricas descritas más arriba y haciendo guiños al origen del ser humano en el uso de los colores que se mencionan en la canción.

Tras la pista homónima, Lateralus ofrece un tridente compuesto por DispositionReflection y Triad. La primera de ellas, dominada por el bajo y la batería en una composición muy melódica en que se desliza la voz de Keenan con un persistente mensaje: “Watch the weather change”. La segunda, la más extensa del álbum, mantiene la melodía anterior, bajo un discurso sobre la necesidad de destruir el ego. Dicha destrucción es necesaria ya que lo que creemos saber, así como aquello que suponemos que nos hace superiores, no sería más que un reflejo de la luz de otros. Triad, en tanto, retoma la agresividad en una rítmica canción, que hacia el final deja más de dos minutos de silencio, jugando con la expectación del oyente.

La pieza final, la enigmática Faaip de Oiad (que se puede entender como “la voz de Dios”), representa un punto de fuga de todo lo anterior. En efecto, sobre una sucia distorsión se escucha la frenética voz… ¡de quien sería un ex empleado de la mismísima Area 51! En su mensaje, emitido por radio, nos avisa de la existencia de seres extraterrestres que vivirían entre nosotros bajo el conocimiento del gobierno. Por ello, y por carecer de música propiamente tal, esta pieza escapa a cualquier emparejamiento que se haya hecho entre los fans de Tool. Otorga, además, un brillante cierre al disco, alimentando todavía más toda discusión y elucubración posterior.

Para cerrar…

Es posible que muchas personas definan a Tool como un grupo “sobrevalorado”, especialmente por este álbum. Al menos es algo que me ha tocado leer mucho en redes sociales. Sin embargo, más allá del gusto subjetivo, no es posible pasar por alto lo que Lateralus de Tool provoca. ¿Por qué, precisamente, este disco ha provocado tanta discusión y enigma? En realidad, esto ocurre porque Lateralus es más que un disco con buena música.

Al respecto, es imposible sentir el álbum sin considerar las letras de sus canciones, así como es imposible considerar estas letras sin conocer el trasfondo del pensamiento de los integrantes de Tool. Todos ellos, en diversa medida, tienen formación y conocimiento acerca de aspectos espirituales o religiosos. Y la sinergia de su trabajo conjunto, sólo maximiza la proyección de estas características.

Ciertamente, los propios integrantes de Tool han insistido en no sobre-analizar su obra: “Lateralus es lo que es” ha dicho Maynard. Pero incluso si hacemos eso, y tomamos el disco como está, resulta difícil no darle otros sentidos propios al álbum. Algunos dirían que sus canciones se conectan a través de las métricas; otros, por las letras; otros, agrupando pistas pares con las impares.

Fuera de lo razonable o no de hacerlo, esto, precisamente, conforma la base de la mística, de la magia de Tool. Entregar un mensaje lo suficientemente directo para que se entienda de un modo lineal, pero con el suficiente misterio para que sigamos descifrándolo décadas más tarde. ¿Cuántos grupos generan ese impacto? ¿Cuáles bandas pueden forjar cercanía con sus seguidores de esa manera? Querámoslo o no, Lateralus de Tool nos dará para discutir eternamente. Que así sea.

Uno de los iniciadores de ProgJazz, siempre buscando proyectos emergentes, aunque sin dejar de disfrutar de las bandas clásicas. Siento un placer especial al investigar e interpretar el significado y la intención de cada disco que escucho.

You may also like

Comments are closed.