Balletto di Bronzo y «Lemures»: Terror sónico

Antecedentes
«Il Balletto di Bronzo» es de esos nombres algo oscuros, pero capitales en el rock progresivo italiano. Fundada a fines de los años sesenta en Nápoles en medio de la movida psicodélica, la incorporación del tecladista y compositor Gianni Leone en 1971 le dio un exquisito giro sinfónico.
Este cometa refulgente nos dejaría la obra maestra de «Ys» (1972) que tenemos reseñada acá. La fama en el país de la bota de este nuevo trabajo llegaría a tal, que Bernardo Lanzetti (PFM, Acqua Fragile) nos comentaba en su entrevista que era una de sus bandas favoritas de la época.
Lamentablemente, como la mayoría de estas agrupaciones italianas, su vida sería corta, disolviéndose en 1973.
Durante las décadas siguientes solo hubo algunos intentos de reunión: en 2013 los fundadores Lino Ajello y Marco Cecioni reactivaron temporalmente el proyecto «Balletto di Bronzo» (sin el «il»), y en 2016 lanzaron «Cuma 2016 d.C», que por desgracia, no entusiasmó mucho con su rock y art pop psicodélico. Finalmente, Gianni vuelve a la carga con nuevo material inédito, y esta vez, sí que sumamente progresivo; y lo más importante, mucho más interesante.
A partir de todas esas composiciones, teníamos el flamante «Lemures» un 30 de abril de 2023 mediante el sello Black Widow Records; con un trío integrado por el mismo Leone (voz y teclados), Ivano Salvatori (bajo) y Riccardo Spilli (batería).
El trabajo es un experimental álbum conceptual basado en las antiguas fiestas romanas de las lemurias, especie de festivales nocturnos en honor a los lémures – espíritus de la muerte – que murieron violentamente o sin el debido ritual, por lo que volverían a atacar al mundo de los vivos si no se les hacía el tratamiento correspondiente. Esto se refleja en la portada, con esa suerte de personaje demoníaco salido de un oscuro teatro onírico. La misma oscuridad lúgubre que nos transmite con sus densos ambientes.
Notablemente, y a la mejor usanza de ELP, el disco prescinde por completo de guitarras: Leone declaró que podía lograr todos los efectos de guitarra con su “nutrido arsenal” de teclados y sintetizadores; y por ello, lo primero que podemos observar es que la música crea densos colchones sonoros que varían en tonos de negro y gris, agresividad, desgarro y contundencia.
Y aquí es donde tenemos una clave: la ausencia de guitarras no empobrece el sonido, sino que lo redirige a terrenos sinfónicos y teatrales, donde Leone es el protagonista absoluto de una narración sonora intensa. Aquí no hay concesiones: se exige atención, se desafía al oyente, y se premia con una experiencia tan absorbente como perturbadora. Esto podría haber sido perfectamente la banda sonora de alguna película de terror psicológico; e incluso, nos atrevemos a decir que coquetea con terrenos del RIO (rock in opposition).
Descendiendo a las lemurias
Abrimos el trabajo con la intro de «Incubo e Succubo», estableciendo la tensión, como una especie de monstruo sonoro que despierta tras un largo sueño. Este prólogo inmersivo y terrorífico marca los límites de inmediato, y es inevitable que se nos vengan cosas como Goblin a la cabeza.
Leone explora varios sonidos de pianos electrónicos y sintetizadores en «Oceani Sconosciuti», que van desde evocaciones al pasado, hasta lo moderno; acompañados de una base rítmica con constantes cambios de tempo, todo muy proggy. Su voz se complementa perfecto con esta línea melódica fuerte, alternando pasajes intensos con secciones instrumentales complejas, evidenciando el virtuosismo del trío.
«L’Emofago» es hard rock a la prog que no desentonaría en ningún disco de Riverside. Arranca con un hammond rugiente, entrecruzado con un ritmo pesado a la Bonzo. Gran despliegue vocal de Leone, transformándolo todo en un temazo. Podría haber sido un single.
Para «Napoli Sotterranea», seguimos en terrenos de sintetizadores agresivos y amenazantes, todo en un mood de sueño febril, casi psicótico. Para la segunda parte se desprenden rápidos solos de teclado, coros ominosos y métricas irregulares, mostrando nuevamente el lado más técnico de este poderoso trío.
Ya para «L’Ombra Degli Dei» nos sentimos insertos en una oscuridad claustrofóbica, pero hermosa. En su desarrollo se suceden pasajes instrumentales con buenos fills, grandes líneas de bajo y teclados absolutamente tenebrosos, aunque siempre combinando tradición y modernidad. La intensidad crece progresivamente hasta un clímax lleno de dramatismo, como solo los italianos son capaces de marinar.
«Labyrinthus» es la pista más extensa – y experimental – del trabajo. Podría ser perfectamente la banda sonora de alguna película del antiguo Egipto, con faraones y cleopatras. Su estructura compleja y expansiva va en constante subida de tensión, partiendo con drum and bass electrónico, para decantar en un desarrollo progresivo envolvente y una voz maléficamente susurrada que nos trae a la memoria ese maravilloso «Suspiria» de Goblin.
«Certezze Fragili» es la pieza más «ambiental» del trabajo, y también la más bombástica. Es inevitable acordarnos de la etapa tardía de ELP en los 90′, pero con su correspondiente transposición italiana y maléfica. También nos recuerda a cosas como «Fede, Speranza, Caritá» de Jet (que reseñamos acá). Una gran pieza.
«Deliquio Viola» Retoma lo lóbrego – como si lo anterior no hubiese sido suficientemente dark – con una poderosa introducción de batería que enfatiza tensiones siniestras, trayendo los antiguos lemures romanos al siglo XXI. Una suerte de sinfonía teatral, con arreglos operísticos y desenlaces climáticos muy bien logrados.
«Il Vento Poi» es el cierre del trabajo; y si somos justos, probablemente el oyente se sienta cansado a estas alturas. Acordes disminuidos, solos disonantes, y voces extrañas que parecen salidas del más allá. Perfecto para una película de sci fi psicológico.
Terror sónico
Con «Lemures», Gianni Leone no solo revive la mística de «Il Balletto di Bronzo», sino que la lleva a un nuevo plano de oscuridad y sofisticación. Lejos de ser un ejercicio de nostalgia o un simple retorno, el disco es una reafirmación poderosa del espíritu progresivo: audaz, incómodo, complejo y, sobre todo, profundamente artístico.
A más de cincuenta años de «Ys», «Lemures» no se siente como un pálido reflejo de las glorias pasadas, sino que un espectro más fuerte, más oscuro y más lúcido que nunca. No tiene mucho sentido comparar ambos trabajos, ya que provienen de épocas y ambientes muy diferentes.
Si no le prestaste atención en su época – totalmente comprensible, ya que en 2023 muy pocos medios hicieron eco de ello – te desafiamos a que lo escuches hoy.