Kraftwerk y «Computer world»: La ventana al futuro del hoy

Vivimos en un mundo de computadoras, así que hicimos un disco sobre ello

Ralf Hütter

Kraftwerk surgió de la vasta e inclasificable escena krautrock alemana de fines de los 60′ y principios de los 70′ pero pronto forjarían un estilo muy propio. Tras el importantísimo «Autobahn» (1974) que reseñamos acá, adaptaron el minimalismo germánico en pos de una vanguardia electrónica tan influenciada por héroes locales tales como Karlheinz Stockhausen, hasta llegar a los insignes del rock progresivo del continente. Así, publicaron álbum tras álbum en solo siete años, dejando un legado que para muchos solo es comparable a la influencia en la cultura pop de The Beatles; desde la electrónica de vanguardia, pasando por el hip hop, y llegando al synth pop.

Con este potente lenguaje musical, trascendieron el underground y se convirtieron en embajadores culturales de la nueva Alemania futurista. Hablando de «Computerwelt» (1981) – o «Computer world» para el resto del mundo – la banda siguió profundizado su imagen de músicos robot que tan buenos réditos les había dado en «Die Mensch-Maschine» o «The Man Machine» (1978): uniformes como si de personajes salidos de una serie de sci fi se trataran, voces filtradas a través de vocoders, y una gran sensibilidad pop que fueron marcando una estética cada vez más sintética.

Si nos posicionamos a fines de los 70′ y primeros de los 80′, la masificación del microchip lo cambiaría todo. Ya no era necesario ocupar habitaciones completas para procesar información, por lo que cualquier persona con un alto poder adquisitivo podía hacerse de una de estas maravillosas máquinas con chips integrados para colocar sobre un escritorio y comenzar a clasificar todos los aspectos de su vida en ella.

Los computadores personales comenzaron a llenar los espacios profesionales, e incluso, se popularizaban a través de la boyante escena de los videojuegos de la época con marcas como Atari o las máquinas arcade. La informática pasó a dominar los tiempos de producción y ocio, a partes iguales.

«Computerwelt» justamente refleja aquel momento en el tiempo, donde la tecnología informática iba en un ascenso meteórico dentro de la sociedad contemporánea; cosa que no se ha detenido hasta el día de hoy. El dúo compositivo de Kraftwerk – aunque en mayor medida Ralf Hütter – se interesaría tanto en la nueva tecnología que llegarían a visitar la fábrica de IBM en Düsseldorf, para registrar todo en cintas y poder utilizar dichos conceptos en el trabajo.

Es importante notar que, aunque el disco celebra los adelantos, también funciona como advertencia: la música proyecta el poder potencial de estas tecnologías para ejercer control social.

Para 1980, Kraftwerk consolidó técnicas pioneras de producción. En su estudio Kling Klang modernizaron el equipamiento de manera que resultara portátil, cosa de poder replicar el mismo estudio sobre los escenarios en la gira del venidero disco. En ausencia de samplers como el Fairlight CMI, los ingenieros de la banda desarrollaron tecnología propia: Se tomaban muestras de pitidos de calculadoras, voces filtradas de Florian Schneider (a las que llamaban texto sonoro), e incluso voces generadas con los entonces nuevos juguetes parlantes para desarrollar el habla de los niños; mientras se programaban beats mediante el afamado secuenciador analógico de cuatro pistas “Synthanorma”, hecho en casa.

Todo este trabajo artesanal convirtió el estudio en un instrumento compositivo activo. Kraftwerk le mostraba al mundo cómo solo basándose en aparatos tecnológicos podían generar y organizar la música, una práctica fundamental para entender la electrónica de hoy.

Después de grabar y mezclar el disco usando cintas análogas, la banda se embarcó en una gira con cuatro consolas idénticas, tocando genuinamente en vivo, lejos de las pistas pregrabadas que usaban en el anterior tour de «The Man Machine».

En este sentido, «Computerwelt», lanzado un 10 de mayo de 1981 bajo un llamativo arte de portada amarillo creado por Emil Schult con un PC ficticio y la cara de los integrantes en él – siendo la visión profética que ellos querían transmitir de la computación a futuro – acentúa la fórmula que la banda había ideado: música electrónica con un profundo conocimiento de las melodías pop, arreglos minimalistas, cultura germánica pero a la vez de alcance global, y ritmos cíclicos hipnóticos.

El disco de las profecías

«Computerwelt» se construye completamente con capas de texturas sintéticas y voces frías, creando ambientes futuristas a partir de elementos elementales: las bases son mecánicas y repetitivas, configurando un patrón hipnótico con pocos elementos – ritmos cuasi militares, bajo, melodías pegadizas y coros digitales.

Otra gran característica es que el disco alterna atmósferas brillantes con pasajes lóbregos, donde cada timbre encaja en un mosaico repetitivo y construido a fuego lento. Este énfasis en la repetición y la economía sonora prefigura los futuros loops del techno y el house, anticipando pistas de baile donde la incesante cadencia envuelve al oyente en un trance.

La pieza homónima de apertura es de un gancho irresistible, mientras advierte explícitamente sobre el posible mal uso de información digitalizada como dinero, negocios, comunicaciones, viajes, entretenimiento, números e incluso, las mismas personas. Se mencionan agencias de control (Interpol, FBI, Scotland Yard) sugiriendo que dichas organizaciones controlarían los datos de todos los seres humanos de la tierra en un futuro venidero. Esta pieza nace de una polémica de la época sobre bases de datos centrales de la BKA (Oficina Federal de Investigación Criminal y Policía Federal Alemana), quienes comenzaban recién a adoptar esta tecnología.

El uso del silencio y la reducción es deliberado, para que cada sonido brille en la mezcla. Por momentos, «Taschenrechner» (Pocket Calculator) es juguetona y pop – samples de sonidos reales de calculadoras Casio y TI Texas Instruments mediante – mientras que otros pasajes resultan sombríos y ominosos, como en «Heimcomputer» (Home Computer) o «It’s More Fun to Compute«.

También tenemos piezas adelantadísimas a su tiempo como «Nummern» (Numbers), donde las voces generadas cuentan secuencialmente cada beat, los cuales están configurados de una forma tan moderna, que podría perfectamente pasar como una composición electrónica de hoy. Todo esto, mientras se sugiere que con los computadores, se podrían contar todos los seres humanos de la tierra en diversos idiomas, incluyendo inglés, francés, español y japonés, en lo que es en maravilloso antecedente de lo que sería un mundo globalizado. La transición sin solución de continuidad a «Computerwelt 2» es cautivadora, y un clásico de estos alemanes.

«Computer Liebe/Love» con su bello y dulce motivo melódico – licenciado décadas más tarde a Coldplay y su «Talk» – anticipa el romance a través de la pantalla de un gadget. Un concepto que en aquella época podría haber sido considerado una verdadera locura, hoy es algo tan cotidiano que las últimas generaciones tejen casi todas sus interacciones sociales a través de apps. «¿Podría ser tu cara la que veo en la pantalla de mi computadora?» canta Florian, 30 años antes del surgimiento de MSN Messenger, Badoo o Tinder.

Kraftwerk y la música urbana

La influencia de «Computerwelt» trascendió la música electrónica europea y caló hondo en la cultura afroamericana de Detroit y Chicago. En Detroit, pioneros del techno como Juan Atkins, Derrick May y Kevin Saunderson (conocidos también como “Belleville Three”) vieron en Kraftwerk un modelo sonoro y conceptual. Artistas como Afrika Bambaataa samplearon fragmentos de piezas de Kraftwerk para crear himnos de la electrónica negra, como “Planet Rock” (1982), donde el afroamericano fusionaría el futurismo global de estos germánicos con sus propias sensibilidades urbanas.

Por su parte, la conjunción de ritmos house de Chicago con esta suerte de art pop sintético alemán daría lugar al techno. Desde entonces y hasta hoy, «Computerwelt» sigue remixandose en ambientes urbanos. Es interesante observar como los ritmos negros estadounidenses inspiraron a elementos que luego influenciarían a Kraftwerk y luego Kraftwerk inspiraría de vuelta a la música negra.

Si quieres saber más sobre estos teutones, te sugerimos que leas nuestro especial acá y su segunda parte, acá.

El futuro en el que vivimos

Más de cuatro décadas después de su lanzamiento, «Computerwelt» sigue siendo una obra clave no solo por su innovación sonora, sino por su capacidad profética. Kraftwerk no solo imaginó un mundo completamente mediado por computadores, donde cada actividad social pasaría a través de gadgets: lo anticipó con asombrosa lucidez estética y conceptual. Hoy en día, con la irrupción de las IA, esto cobra más sentido que nunca.

Su manera de transformar tecnología en lenguaje artístico sentó las bases de la música electrónica moderna, mientras ponía en juego preguntas sobre vigilancia, identidad y comunicación que hoy son más urgentes que nunca. Como testimonio de una era de transición —entre lo analógico y lo digital, entre la utopía y la distopía—, el disco persiste como una obra viva: reinterpretada, sampleada, remixada y, sobre todo, relevante.

Para finalizar, te sugerimos que escuches «Computerwelt», y no tanto a «Computer world», ya que la fonética alemana original ayuda muchísimo con el ambiente seco y frío de este discazo.


ProgJazz es un colectivo unido por la amistad nacido en 2007, y que busca difundir música sobre la base del rock progresivo, el jazz, la música de vanguardia y todos sus géneros asociados.

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