«Blops» (1974) y el mudo canto final de una generación
En julio de 1974, y en medio de un violento ambiente social en Chile, se lanza el tercer álbum homónimo de Blops, más conocido como Locomotora. Este disco pone en la palestra los restos de una generación truncada, presentando cinco canciones que fácilmente podrían ser la envidia de Yes y ELP.
Locomotora es el trabajo en conjunto del quinteto chileno Blops durante un proceso de reestructuración y crecimiento personal, muy enmarcado en aquellos tiempos, donde la psicodelia y el rock progresivo comenzaban a imponerse en el primer mundo y dejaban un poco de su legado en este lado del planeta. Un disco sólido que forma parte del último grito de la escena local y que, hoy por hoy, es parada obligatoria para los amantes del género.
Pero ¿es su concepción un mero intento de imitar la tendencia europea? ¿o acaso es simplemente el futuro que venía predispuesto para los músicos de Chile en aquellos tiempos? Descúbralo tras estas líneas.
Para Nenita
Del volar de Villalobos
Ya te contamos anteriormente los datos primigenios: su fundación en 1964 por Julio Villalobos y los hermanos Alejandro y Pedro Greene (este último, reconocido baterista chileno de jazz), el origen del nombre Blops (y no, no es “Los Blops”, ni mucho menos viene del sonido de una gota de agua al caer) y la gestión del primer álbum, rodeado de información perdida (la primera portada era un trabajo colectivo hecho a mano), tergiversada (el disco fue lanzado en 1970 y no 1971) o derechamente inventada (Es falso que DICAP prohibió el uso de instrumentos eléctricos. Mucho menos por ser “de origen imperialista”).
Lo que vendría posteriormente sería una seguidilla de hitos en un país convulsionado socialmente por la cultura y la contracultura, la guerra fría, el conservadurismo y una generación que llevaba años experimentando, entre otras cosas, con lo que ellos llamaban música “de vanguardia”. The High & Bass, chilenizados como “Los Jaivas”, declararon en algún punto: “Tocamos música de vanguardia ¡Y que!”, rompiendo con la Nueva Ola y la Nueva Canción Chilena. “El Congreso” (rebautizados más adelante solo como “Congreso”) haría también lo suyo, mezclando un poco el rock con las raíces latinoamericanas, y siendo pioneros musicalizando en el género un poema del Nobel de literatura Pablo Neruda.
En octubre de 1970 se reedita el primer álbum homónimo, se lanza el recordado single “Los Momentos” y ocurre el famoso Festival de Piedra Roja. En el verano de 1971, Blops se presenta en el Festival de la Canción de Viña del Mar. Ese mismo año aparecerían colaboraciones con Patricio Manns, Ángel Parra y uno de los grandes hitos de la historia musical nacional: “El Derecho de Vivir en Paz”, de Víctor Jara, donde Blops participa como banda soporte en la canción que da título al disco. En mayo se desprende el single del mismo nombre.
En julio de 1971 se lanza el formidable segundo disco homónimo, conocido como “Del Volar de las Palomas” o sencillamente “Blops 2”. A juicio de este humilde servidor, este disco es el mejor del catálogo, ya que presenta de manera maravillosa cuál es el verdadero sonido de la música chilena, con cantos que navegan entre la melancolía y la alegría, el sonido folklórico característico de nuestro país entrelazado con complejos arreglos de guitarra, y un poco de experimentación con cuerdas y platillos. La evolución musical de Blops comenzaría en una faceta más rockera en los 60 y desembocaría en un sonido más “folk” para el primer disco. De ahí le seguiría el segundo álbum, que cuenta con un mayor abanico de instrumentos, pero siempre marcado por esa “vanguardia” con la que tanto coqueteaban sus miembros. El salto al siguiente nivel era inevitable, acorde a la evolución general de la época, pero no sin antes despedir a Julio Villalobos, único miembro original de la primera formación.
Una suave máquina a parafina
Juan Pablo Orrego asegura que Villalobos era el líder indiscutido del grupo, ya que él les había enseñado música a todos. Sergio Bezard apunta a que, sin Julio, perdieron su conexión con las raíces chilenas. Eduardo Gatti comenta que su retiro del grupo fue paulatino, simplemente dejando de asistir a los ensayos. Julio Villalobos abandonaría el grupo a principios de 1972 y su ausencia tendría que ver con el sonido que, a futuro, tomaría la banda.
“Parafina” era el apodo con el que Blops llamaba a la marihuana. Ni atractivo ni poético, pero sí pegajoso.
Juan Carlos Villegas entra al grupo a apoyar con los teclados. No es que Juan Contreras tuviera algo de malo, pero la formación de Blops buscaba consolidarse de alguna manera. Por casualidades de la vida, la banda se muda desde Ñuñoa a Peñalolén, siempre viviendo en comunidad. Sin embargo, la cantidad de ensayos disminuye, pero a cambio, entran otros personajes (como Héctor Sepúlveda, de Los Vidrios Quebrados) a participar de los mismos. Internamente, Blops se había cambiado el nombre a Parafina. Para eventos en vivo, como el festival “Dos Días de Música al Sol”, en la comuna de La Reina, todavía eran promocionados como Blops. Y era que no, si pegaba más el nombre que inmediatamente se asociaba a ese hit radial llamado “Los Momentos”, y que hasta el día de hoy se resiste a morir. Era diciembre de 1972 y Blops/Parafina daba muestras de experimentación que en ese entonces era llamado “sinfónico”, y que en pleno 2023 los grandes guerreros de las redes sociales se esfuerzan por clasificar como “proto hard”, “psicodélico”, “progresivo” y otras tantas etiquetas.
La prensa de la época cubrió el evento mencionando el inminente lanzamiento de la tercera placa discográfica del grupo, sin dar mayores detalles. Ese año, según Eduardo Gatti, Soft Machine (en su formación con Robert Wyatt) se presentaría en el Teatro Municipal de Santiago. Esto no puede estar mas lejos de la verdad, ya que existe suficiente evidencia de que ni Soft Machine ni Robert Wyatt salieron de Europa aquel año. Es más, Robert Wyatt estaba fuera de Soft Machine en ese entonces, y ya trabajando con Matching Mole.
Lo que sí es innegable es la influencia de Soft Machine en el sonido Blop de ese entonces. Para no sumarme a la lista de odiosos rotuladores, resumiré que hay un fuerte sonido Prog-Jazz en ambas bandas por esa época. La experimentación, marca de la casa de los dos grupos mencionados, había tomado otro camino: El Blops de Julio Villalobos era un puente entre el rock libre y el folklore popular; el Blops de Eduardo Gatti era más sólido, profesional, y supo equipararse a la música que al mismo tiempo se trabajaba en Europa. Ambos desarrollaron a la misma banda desde distintas perspectivas produciendo, sin querer, una escuela que hasta el día de hoy perdura sin pretensiones, con un perfil bajo, pero sin dejar indiferente a nadie.
Un canto truncado
Los Jaivas organizaron el importante festival “Los Caminos que se Abren”, realizado en febrero de 1973. Este fue encabezado por los organizadores, el grupo peruano El Polen y los locales Parafina. El festival goza de buena fama por la excelente organización que incluyó, entre muchos otros personajes, a Franz Benko como ingeniero de sonido, René Olivares como diseñador gráfico de los afiches publicitarios y a Sergio “Pirincho” Cárcamo como locutor. Juan Pablo Orrego recuerda:
Los Caminos Que Se Abren fue una de las mejores tocadas de mi vida en muchos sentidos. Ahí se cuadró todo lo que suponíamos que venía en nuestro futuro como músicos chilenos y latinoamericanos en ese periodo tan particular de la historia del mundo.
Blops/Parafina tocando lo que aún nadie conseguía grabar, así nos sentíamos: una simbiosis de miles de mentes y manos tocando todos los instrumentos; mas encima llegó un amigo con unas cositas que ni te explico.
Presentamos el tercer disco completo y dos temas que quedaron inéditos.
Parafina tuvo muchas menos presentaciones que Blops. Una de ellas se realizó en el salón plenario de la UNCTAD (actual Centro Cultural GAM) junto a Quilapayún. Era 1973 y, en medio de un agitado ambiente social, Blops hizo gala de sus habilidades musicales frente a un público conformado principalmente por universitarios (ver aquí).
En mayo de 1973, Blops/Parafina viaja a Argentina a dar un par de presentaciones bajo el nombre original y el 28 de mayo de aquel año entran a los Estudios RCA de Buenos Aires, gracias a Pepe Romeu, mánager y amigo del grupo, quien les consigue 12 horas para registrar su trabajo. En un tiempo más que ajustado, graban en estéreo, con la posibilidad de realizar algunos doblajes de instrumentos.
En contacto con este medio, Juan Contreras, flautista y tecladista de Blops, nos comenta que «La música electrónica al comienzo del tema ‘Locomotora’ fue compuesta y donada a Blops por el compositor Chileno Gabriel Brencic, que en ese momento estaba viviendo en Buenos Aires. Yo lo conocía ya que nuestros padres eran amigos y científicos, y mi hermano mayor fue amigo y compañero de Gabriel en el Liceo Manuel de Salas. Blops visito a Gabriel en su casa en Buenos Aires y escuchamos algo de su música y, sin acordarme exactamente como sucedió, escuchamos parte de la obra que utilizamos en Locomotora y fue un deseo instantáneo de todos utilizarlo en el álbum como introducción al tema. La obra de Gabriel es mas comprensiva y larga. Solo utilizamos un segmento que calza perfectamente con nuestro tema.»
De ese viaje se desprende una sesión fotográfica junto a un tren a vapor, con la idea de manejar una posible portada. De dicha sesión, solo sobrevivió apenas una fotografía.
El regreso a Chile mostraría la fragilidad del grupo. La situación del país era difícil, por decir lo menos: pocos espacios para tocar y poco dinero que manejar. Eduardo Gatti asegura que Blops duró hasta julio de 1973, cuando la carrera de músico se había vuelto insostenible. Después de eso, el golpe cívico-militar y los horrores de la dictadura. Un violento allanamiento a la casona de Peñalolén quebró la idea de vivir en comunidad, y el asesinato de Víctor Jara terminó por liquidar esa idea.
Juan Contreras diría al respecto:
Es muy difícil o incompleto tratar de comprender a Blops y especialmente comprender el final de Blops sin incluir los acontecimientos en Chile y el mundo occidental en esos tiempos.
Blops no fue la creación de una o dos personas, pero, en mi opinión, una manifestación del espíritu de Chile en esos años. Y tal vez no solo de Chile, sino de lo que estaba sucediendo en el mundo entero.En Chile esta época también trajo el primer gobierno socialista elegido democráticamente. Quilapayún y también Inti-Illimani reflejaban la injusticia, desigualdad y la lucha social y el deseo de crear un sistema social más equitativo y justo. Blops, por otro lado, fue una manifestación del deseo de comprender al individuo y su desarrollo interior sin despegarlo de su contexto social y local; y fue también una manifestación de la evolución de sus miembros, como se puede ver en los cambios evidentes en nuestros tres LP’s.
Después del golpe, IRT pasaría a llamarse Alba y en 1975 comenzaría su proceso de privatización. En algún punto, Eduardo Gatti se acercó a Alba con la cinta grabada en Argentina con la intención de lanzar el disco. Gatti reconoce que su error fue no haber firmado un contrato de licencia, ya que eran ellos los dueños del master, y en Alba aparecía que ellos eran dueños de todo. Pero para entonces, sacar un disco sería un milagro. Efectivamente, el disco no salía y Gatti se acercó nuevamente a insistir, pero la respuesta fue escueta: “se perdió el master”. Inexplicablemente (o malintencionadamente), la cinta estaba en un basurero, bajo muchas otras cintas, dentro de una pequeña bodega en las dependencias del sello.
Los hermanos Víctor y Hugo Gálvez, artistas plásticos y cercanos a Gatti, realizarían en la primavera del ’73 una portada del Blops 3 que finalmente fue descartada. Sin embargo, muchos detalles fueron reutilizados en la versión final. La contraportada del disco incluía el logo del grupo, un dibujo de unos hongos muy sesenteros y la lista de canciones “invertida” respecto a lo que se podía escuchar en la primera edición del LP. Curiosamente, la portada, con colores muy vivos en su primera edición, se ha reeditado siempre con colores más opacos que el original.
El tercer álbum homónimo de Blops (conocido popularmente como “Locomotora” o simplemente “Blops 3”) fue finalmente lanzado en julio de 1974 y, contrario a lo que cuenta la leyenda, fue concebido de forma instrumental. Del trabajo y descanso de Parafina nace esta máquina sensible que, sin querer, se convirtió en un canto de cisne para toda una generación. Paradójicamente, es un canto mudo, sin voz, al igual que el de esa generación que pregonaba flores, amor y paz, y que terminó silenciada por fusiles.
Eduardo Gatti se reuniría con Juan Pablo Orrego y Carlos Fernández (baterista de Embrujo/Kissing Spell) para ensayar y tocar muy contadas veces durante el verano de 1974, dando prioridad a composiciones suyas que a la postre servirían de ensayo para su carrera solista. Julio Villalobos permaneció en Chile, alejado de la música (al menos formalmente). Juan Contreras se fue en mayo de 1975 a Ecuador. Sergio Bezard quiso seguir en la música y eventualmente consiguió una beca en el American Conservatory en Chicago. Juan Pablo Orrego emigraría a Canadá el mismo año, mientras que Eduardo Gatti partiría a Alemania en octubre de 1976. Pepe Romeu, mánager del grupo, se suicidó en septiembre de 1976 a los 27 años.
Con la ayuda de los amigos
El miércoles 23 de agosto de 2023, Eduardo Gatti y la destacada banda nacional Matorral se presentan en el Centro Cultural GAM, en el marco de «La música que el golpe silenció», un ciclo producido por GAM con canciones en vivo más entrevistas de Marisol García a artistas de distintos géneros, cuyo trabajo se vio alterado debido a las circunstancias de hace medio siglo.
Durante la presentación se interpretaron las canciones “Locomotora”, “Sandokán” y “Tartaleta de Frutillas”, tres importantes cortes del disco que nunca tuvo una presentación formal en su momento.
En un trabajo comunitario, como si de convivir con los Blops se tratase, dos colaboradores de ProgJazz (y amigos personales) asistieron a dicho evento. Éstas fueron sus impresiones:
Breve, pero intenso y emotivo. Escuchar en vivo tres de las cinco piezas que componen Locomotora, es la misma sensación que cuando hace 20 años descubriste a Blops como una revelación, un vórtice hacia la era fundacional del rock chileno.
Ver en acción a Eduardo Gatti con su Gibson SG en mano y sacándole un torrente de rock duro e inconformista, es una experiencia obligatoria para quienes amamos hacer arqueología en la música chilena. Sin duda, y con el permiso del tándem Contreras-Orrego-Villegas-Bezard, se nota a kilómetros que Gatti fue el gran impulsor del viraje de Blops hacia de rock de vanguardia radical, muy al estilo de King Crimson y Soft Machine en su tiempo. Y también su guardián en el tiempo, como lo es Steve Hackett con el legado imperial de Genesis.
Es menester recalcar el despliegue de Matorral, una agrupación que lleva dos décadas sumergiéndose en el amanecer del rock chileno para reforzar su lenguaje artístico. Ya habían tocado antes con Gatti, y verlos en acción juntos repasando el 60% de una placa revolucionaria de ayer y hoy, te provoca la misma sensación de cuando supiste que Gatti y Blops eran mucho más que «un par de clásicos» en el cancionero chileno.
Korgull Miranding
Otro punto de vista:
Hace cincuenta años atrás en el mismo recinto, pero en otro escenario, se habían presentado Los Blops pero con otro nombre: Parafina. Su sonido era mucho más eléctrico y enterrando el folk hasta nuevo aviso.
Nunca había visto a Eduardo Gatti con guitarra eléctrica y, la verdad, me dejó en las nubes. Pero tampoco debo dejar de lado la gran labor que realiza Matorral en rescatar los sonidos de bandas beat 60teras y rockeras 70eras.
Recrear extractos de esa maravilla sonora llamada «Locomotora» (1974) y que estuvo a punto de no ver la luz en plena Dictadura Militar cuando las cintas fueron encontradas en la basura, será una jornada que difícilmente olvidaré.
Puede que en este texto le dé mucho color con lo que exprese, pero Locomotora de los Blops es un disco de mucho color en tiempos donde lo gris y el toque de queda se habían impuesto.
Diego Crimsonio
Ficha técnica:
Blops – Blops (1974)
Alba – ALD-006
Lado A
A1 Allegro Ma Non Troppo (Pepe Romeu; Arreglos: Blops)
A2 Tartaleta de Frutillas (Eduardo Gatti)
Lado B
B1 Locomotora (Blops)
B2 Pirómano (Juan Carlos Villegas)
B3 Sandokán (Juan Contreras)
Batería: Sergio Bezard
Flauta y órgano: Juan Contreras
Guitarra: Eduardo Gatti
Bajo y campanolio: Juan Pablo Orrego
Piano eléctrico: Juan Carlos Villegas
Diseño: Víctor Gálvez, Hugo Gálvez
Registrado en Estudios RCA Buenos Aires, Argentina, en mayo de 1973
Publicado en julio de 1974
Fabricado y distribuido por Alba
Digitalización gracias a Francisco Muñoz:
Datos adicionales
- El disco no contó con singles promocionales y su tiraje fue de 500 copias.
- BMG reedita, en 2001, la discografía de Blops en CD y cassette, siendo esta la primera vez que se reedita este disco desde su lanzamiento. Fue lanzado bajo el nombre «Locomotora» con un nuevo arte alusivo a ese nombre y con un sonido precario.
- En 2006, Shadoks Records, sello alemán especializado en música psicodélica de los 60 y 70, reedita la discografía en dos boxsets en formato CD y LP. Ambos tienen un sonido inmejorable y la versión en LP tuvo una edición numerada de 450 copias.
- En 2022, Discográfica Al Abordaje Muchachos lanzó, sin autorización de los músicos involucrados, una reedición en CD con una remasterización hecha en 2021. Este incluye un tracklist alterado respecto a la edición original, y al single «Los Momentos / La Francisca» como bonus track. En 2023, el mismo sello lanzaría una reedición en vinilo de color azul.
Toda la información aquí vertida es parte de la exhaustiva y maravillosa investigación contenida en “El Proclive Necesario: una historia de Blops”, libro que pueden encontrar y descargar gratuitamente en su Fan Page oficial de Facebook (https://www.facebook.com/elproclivenecesario/) o directamente aquí. Todos los créditos y agradecimientos correspondientes van para cada persona que hizo posible esta reseña.