Damnation: la gran bifurcación en la estética de Opeth

Opeth Damnation Front

Corría 2002, y Opeth había pasado de ser una banda de garage a una súper banda de reconocimiento mundial. A pesar de que el propio Mikael Åkerfeldt, por entonces, insistía en el espíritu underground que empapaba a Opeth, lo cierto es que Blackwater Park los había catapultado hacia un nivel superior. Un nivel que ni siquiera Still Life (1999) les había otorgado.

Una extensa gira por Norteamérica y por Europa eran consecuencia de ello. Un tour extenso y cansador, en el que el grupo solo contaba con unos pocos días para descansar. Esos días, sin embargo, fueron de todo menos de descanso para Åkerfeldt. Él ya pensaba en su próximo lanzamiento, aprovechando además que contaba con mucho material.

“Quería escribir música pesada, algo más de lo que habíamos hecho” decía Mikael. Aunque también contaba con piezas muy suaves. Entonces consultó con su amigo Jonas Renkse (Katatonia), quien le sugirió hacer un álbum doble. Esta idea le gustó al grupo, pero no a la compañía discográfica. Para evitarse problemas, Opeth aceptó hacer dos álbumes diferentes, pero con el tiempo y presupuesto de uno solo. Así nacían Deliverance y Damnation.

El trabajo detrás de Damnation

Aunque la grabación ocurrió simultáneamente, ambos discos parecían incluso de bandas diferentes. Mientras en Deliverance se encontraban los pasajes más agresivos de Opeth, en Damnation podemos disfrutar de rock progresivo en estado puro. Sin cantos guturales, ni riffs pesados. Pero, aun así, mantenía un espíritu oscuro, que lograba vincular discreta, pero efectivamente, ambos trabajos. Y que, por cierto, ayudaba a mantener el aire de metal que atraviesa el disco.

Otro punto en común radica en la preparación del grupo para ambos álbumes. Si para Blackwater Park Opeth había ensayado solo tres veces antes de grabar, en Deliverance y Damnation apenas ensayaron una vez antes de ingresar a los estudios. ¡Una verdadera locura! Siete semanas duró la grabación. Aunque Damnationextendió este tiempo en algunos días más, para terminar de grabar las voces y hacer la mezcla, trabajo que llevaron a cabo Mikael Åkerfeldt y Steven Wilson.

Aunque no es un álbum conceptual, las letras de Damnation giran en torno a la soledad, el dolor y la nostalgia. El arte del disco, a cargo de Travis Smith, se hace cargo de dichos tópicos, en una portada donde predominan los blancos y grises claros. la imagen muestra el dormitorio de una pequeña casa. En él, una tétrica muñeca aparece erguida, y tras ella se cuela la luz del día por la ventana. La soledad y la tristeza se manifiestan aquí, contrastando fuertemente con la carátula de Deliverance. Ello, considerando que este último también mostraba un dormitorio vacío, pero en tonos absolutamente oscuros y amenazantes, lo que se relaciona con las letras, de tintes ciertamente más agresivos.

Para Damnation, Opeth contó con la inmensa colaboración de Steven Wilson. Éste no sólo grabó todos los teclados del disco, sino también hizo lo propio en las segundas voces, compuso la letra de “Death Whispered a Lullaby” y trabajó en la co-producción y mezcla del álbum. Gracias a esta colaboración, Damnation se vería beneficiado tremendamente por el equilibrio en el sonido que entrega el resultado final del álbum.

De este modo, Deliverance vería la luz en noviembre de 2002, mientras que Damnation lo haría en abril de 2003. Lapso suficiente para que el sello (seguramente, el más feliz de todos) pudiera preparar ambos lanzamientos de manera apropiada.

Las canciones de Damnation

El resultado no pudo ser mejor. De acuerdo con lo que el propio Mikael ha señaladoDamnation era el disco “más delicado y hermoso” de Opeth hasta la fecha. “Me concentré más que nunca en crear melodías fuertes. También fue una forma de acercarme a mis influencias de los años 60 y 70”, diría.

En efecto, “Damnation” resulta el álbum más disfrutable por cualquier acérrimo defensor del rock progresivo más tradicional. Ya desde su primera pieza, la perfectamente lograda Windowpane (que bien podría valer la pena por sí misma para escuchar todo el disco), Damnation muestra el ánimo oscuro, lleno de letras que transitan entre el sentimiento de dolor y el de pérdida, que pueden trasladarse a diferentes ámbitos de la vida. La entrada de esta pieza, en 6/4, otorga además un ritmo ágil y elegante a la vez.

Sin caer en clichés, estas temáticas funcionan para la pérdida de seres queridos, el distanciamiento o la lejanía de una etapa ya vivida. Las canciones tienen leves matices en el trabajo de guitarras, particularmente limpio, y que facilita que el resto de los instrumentos se aprecie muy bien.

In my Time of Need trae una bella balada de un majestuoso coro, tanto por su melodía como por su acompañamiento acústico y de teclado. El dolor y la soledad se apoderan de sus letras, lo que se corresponde muy bien a la música de esta pieza. Los recuerdos y la nostalgia protagonizan Death Whispered a Lullaby, otra pieza en que domina la guitarra acústica, el bajo y una suave batería. El tándem uruguayo demuestran, una vez más, su versatilidad, destacando especialmente la batería de Martín López.

Closure exhibe un inicio totalmente acústico, acompañado por las voces Åkerfeldt y Wilson. Su letra expresa una luz de esperanza ante el dolor, y ello permite también agregarle algunos momentos de mayor energía. Sin embargo, apenas se escuchan algunas distorsiones, puesto que el ánimo persiste en una base acústica.

La canción se interrumpe con la entrada de Hope Leaves. Aquí tenemos una de las piezas más emotivas del catálogo de Opeth. La soledad, y el recuerdo de alguien que ya no está, bien se podría asociar al fallecimiento de la abuela de Mikael Åkerfeldt, que se accidentó durante el trabajo previo a Damnation. Sin embargo, la letra y su música ya estaban escritas con anterioridad, por lo que el desgarro puede entenderse como mucho más universal.

To Rid the Disease gira en torno a la soledad que acarrea la desconfianza. En esta canción se mantiene una base de persistentes arpegios de guitarra, cuyos matices están dados principalmente por el bajo. Una canción minimalista, en la cual los coros nuevamente son acompañados por líneas de teclados. Presenta, además, un breve solo de guitarra, seguido por un tenso ambiente construido por piano, bajo y batería, que contrastan con la linealidad de esta pieza y que le dan un apropiado cierre.

Ending Credits es la pista más corta del disco, un instrumental de 3 minutos y medio. Aquí, una limpia guitarra se desenvuelve en un solo, sobre la base de batería, guitarra acústica y bajo, apagándose en un fade out, casi tal como inició.

El álbum termina con Weakness, que resulta oscura y extremadamente triste. Una despedida de arreglos minimalistas, en que la guitarra se apaga en casi toda la canción, para enfatizar notas de teclado. Solo aparecen líneas sencillas de guitarra al silenciarse la voz, casi recitada. Weakness termina, junto con el disco, con la frase “No temo a lo que acabas de hacer, pero sí a lo que acabas de convertirte«.

De este modo, las voces, la instrumentación, el brillante trabajo melódico y la duración de las canciones cuadran perfectamente, siendo muy difícil destacar una por sobre otra. Damnation es, además, el último en que el grupo se constituyó como cuarteto, debido a la posterior incorporación de Per Wiberg como tecladista.

Con todo, Damnation constituye el álbum que marcaría el cambio más drástico en el sonido de Opeth, al menos hasta entonces. El disco recibiría críticas mixtas, especialmente por cierta resistencia de sus fans más cercanos al metal. Pero, a su vez, abría un mundo de posibilidades que, a la postre, Opeth terminaría capitalizando magistralmente.

Uno de los iniciadores de ProgJazz, siempre buscando proyectos emergentes, aunque sin dejar de disfrutar de las bandas clásicas. Siento un placer especial al investigar e interpretar el significado y la intención de cada disco que escucho.

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