Dream Theater: «Awake» y la despedida de Kevin Moore

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El 4 de octubre de 1994 salía a la luz Awake, tercer álbum de estudio de Dream Theater, una fecha que se convertirá en vital para el prog moderno. Las bases de este trabajo son de metal progresivo, un estilo que vagaba todavía en medio de un inmenso desierto, por una travesía musical sin rumbo, en un momento en el que, además, uno de sus padres, el rock progresivo, se encontraba muy debilitado respecto de su época dorada. Al menos, a nivel masivo.

 

La crisis de los 90 y el nacimiento de Awake

Son los años del auge del grunge, del eurodance, del britpop, etc. Claro que seguían en escena durante los 90 el heavy-rock y sus tentáculos, pero con una fuerza incomparable a la década pasada, y teledirigido hacia derroteros más comerciales. Uno puede imaginarse, por tanto, la marginación y el rechazo que sufrió el progresivo por parte de todo el aparato mediático y mainstream. Un subgénero de minorías y sin interés dentro de un estilo que poco a poco iba diluyéndose. La disyuntiva parecía ser solo una: adaptarse o morir. Este es el contexto, a contracorriente, en el que se movían bandas como Dream Theater, y en el que nació este grandioso álbum, fundamental para el progresivo.

Entrando en materia, la discográfica buscaba un «Images & Words 2.0», con un sonido más pesado y oscuro tras la popularidad cosechada por el metal alternativo y el groove metal. El objetivo era conseguir las mayores ventas posibles. No lo lograron en términos cuantitativos y económicos. De hecho, la discográfica tachó el Awake de «fracaso», pero sí tuvo una repercusión cualitativa en el largo plazo. Su respeto fue ganado unánimemente con el paso de los años y logró tener un peso influencial gigante. Miles de bandas salieron de su zona confort y otras muchas nacieron a la sombra de esta maravilla creativa. Prueba de ello es que podemos citar a cientos de agrupaciones, por todo el globo, que tienen a Dream Theater como su máximo exponente.

En cuanto a la formación, fue la misma que la de su anterior trabajo (Petrucci, Portnoy, Labrie, Myung, Kevin Moore), pero con la novedad de que sería el último disco de Moore tras su inesperada marcha. Además, es el primero de John Petrucci en las 7 cuerdas. Una elección que nunca más abandonaría, ofreciéndole una amplia gama de sonidos y recursos a la hora componer riffs, y estableciendo la pesadez y profundidad que otorga esta variante de guitarra.

En cuanto a la portada, ideada por la propia banda, se encuentra cargada de simbología. Aquí todos y cada uno de los objetos están perfectamente estudiados y fielmente representados en el contenido de los temas. Muchos detalles visuales para una creatividad musical gigante.

 

Las canciones de Awake

Empieza a rodar Awake con Mike Portnoy haciendo gala de su virtuosismo en 6:00. Una hipnótica y creativa introducción de batería, de las más emblemáticas de su carrera, junto a Honor Thy Father. El teclado, tras semejante entrada triunfal, aparece en acción con una brillante sección de Kevin Moore. Su presencia es total durante todo el álbum. Sus características atmósferas perfectamente encuadradas en la instrumentación son una constante. Por el otro lado, Petrucci y Myung a las cuerdas se cuidan a sí mismos con una ejecución impecable y meticulosamente acompasada. Labrie, por su parte, maneja con maestría sus registros al gusto y necesidad de la banda. Awake, sin duda, supone uno de sus LPs más exigentes y arriesgados.

Sonido crudo y a tronpicones de guitarra con pinceladas nu metal en Caught in a Web. Un susto de muerte al que Labrie pone orden para, atraparnos, como bien dice el título, a merced del pegajoso estribillo que nos ofrece. Imposible no tararearlo. El canadiense sabe jugar perfectamente bajo unas bases instrumentales complejas. No sólo eso, sino que sale airoso. Entre medias duelo Petrucci-Moore repleto de virtuosismo descongestionado por otro estribillo de Labrie. Con una potencia inusitada en sus instrumentos ponen al unísono Portnoy, Petrucci y Myung la estocada final.

Innocence Faded comienza melodioso, en una línea continuista con Image & Words, y plagado de sentimiento. De los cortes en los que Labrie mejor saca a relucir su bello timbre y tonalidad. Una voz muy característica, con sus agudos exigentes y sus registros más suaves perfectamente equilibrados. Petrucci, como quien se ata los cordones todas las mañanas, nos enamora en uno de sus solos habituales con unos maravillosos punteos. Una vez más, estos cinco superdotados sacan sonoridades que quedan grabadas en tu psique.

 

La suite «A Mind Beside Itself»

Esta suite se encuentra conformada por tres canciones (Erotomania, Voices y The Silent Man), que aparece registrada en el librillo del CD como una sola pieza. No obstante, es habitual considerar estos temas de manera separada y aislada. De hecho, en la contraportada aparecen como temas independientes y la banda los interpretan de manera individual en sus directos.

Erotomania es una de las cumbres creativas de Dream Theater en toda su carrera. Una batalla instrumental a cuatro entre virtuosos, cargada de colorido, de entresijos musicales en donde reina la complejidad y lo imprevisible es la nota dominante. Una genialidad sin fin que comienza con lo que parece un llanto de teclado. Pronto transcurren infinitas e ilimitadas secciones de guitarra guiadas por el resto de instrumentos. Una auténtica exhibición instrumental que se atreve, dentro de este caos compositivo, a crear pasajes melódicos, de los que Petrucci es un auténtico experto. No sólo es virtuosismo, hay también altas dosis de feeling.

A mitad del tema, el complejo solo se transforma en una preciosa pieza de neoclásico retomando la velocidad y técnica para finiquitar con un potente fragmento de puro heavy metal. Un popurrí de ideas increíblemente virtuosas bajo una ilimitada expansión sonora. En definitiva, un Big Bang musical.

Sin darnos cuenta del salto, Voices presenta una leve calma inicial. El corto suspiro que precede a la tormenta de sensaciones que está por llegar. La letra trata sobre las enfermedades mentales, algo que interesaba mucho a John Petrucci y sobre lo que se decidió a escribir. Dentro de esta tónica, Labrie expresa perfectamente estos cambios y descontroles con sus diferentes registros. Una barbaridad lo del canadiense. A esta representación tan fiel ayuda, en gran medida, el bueno de Kevin Moore con sus rellenos a las teclas. Se culmina esta exquisitez con el emotivo solo de Petrucci, otro más…

Bajada de marchas y de sensaciones con The Silent Man, uno de los temas más asequibles dentro del álbum. La guitarra acústica supone el sustento básico de acompañamiento para la preciosa voz de Labrie, ideal para este tipo de cortes. Fragmentos arábigos y flamencos llenan de riqueza esta preciosa pieza. Una auténtica genialidad. A pesar de ser tachados de exceso de virtuosismo o de falta de melodías demuestran, trabajo a trabajo, que no necesitan de grandes alardes técnicos. Es más, su discografía está repleta de baladas y medios tiempos majestuosos.

 

El desenlace de Awake

The Mirror, con su riff groovero a lo Pantera, supone la antítesis al tema anterior. Machacón, duro y directo al cuello. De lo más pesado de Awake. Un órgano de Iglesia, sirve de puente para encauzar una corta sección de enorme elegancia de Petrucci. La base rítmica de guitarra estará presente a lo largo del tema salvo contadas excepciones. La letra, escrita completamente por Mike Portnoy, nos describe una dura batalla contra el alcoholismo, una experiencia personal del que sacaría posteriormente muchísimo material musical. Puesto de lleno en su papel de alcohólico, la furia parece poseer a James Labrie. Finalmente, otra base rítmica, en este caso de Myung, sirve de soporte a secciones más suaves y plácidas. Muchos contrastes y riqueza.

Lie, más dinámica y thrashie, deja clara evidencia de las determinantes influencias que tuvieron sobre Dream Theater los grandes del metal extremo. Un riff de inicio que recuerda con asombro al tema «Childs Play» que sacarían un par de años después los maravillosos Carcass. Petrucci hace delicias con dos solos de altísimo nivel, durante el transcurso y hacia el final, de una belleza apabullante. Repito, con ánimo de hacer justicia, que los solos son numerosos y de un gran nivel. Podría hacerse un recopilatorio solístico de lo más sorprendente. En este sentido Petrucci mal acostumbra al oyente.

Lifting Shadows Off a Dream es una melancólica pieza escrita por John Myung, el hombre silencioso de la banda. Lo inicia él mismo con una emotiva introducción al que se unen varios instrumentos de cuerdas. Preciosos los armónicos de Myung al bajo. La melodía que se saca de la manga Kevin Moore es caviar auditivo, con un estilo muy synthpop de los 80. Labrie, por su parte, con toda esta excelente base instrumental, hace gárgaras mágicas con su cristalina voz. El broche final lo pone Petrucci con otro excelso solo de guitarra. Un tema de gran preciosismo que no debería pasar tan desapercibido.

Scarred es otra genialidad instrumental. El tema más largo del disco y uno de los más complejos. Los cambios incesantes de métrica es prueba del alto nivel técnico y del virtuosismo de estos monstruos. Otra obra sorprendente que reúne innumerables matices de prog clásico a un nivel brillante. Desde la sección de Mike Portnoy en los platos que parece sacado del mismo Neil Peart, hasta los punteos espaciales floydianos de Petrucci pasando por las elegantes escalas blues. Cuando tienes conocimientos extensos y un exquisito gusto salen composiciones como ésta. Otra joya al canto.

Space-Dye Vest supone el fin de esta excelencia musical. Compuesto y escrito por Kevin Moore, es un doloroso adiós definitivo a Dream Theater, plasmado en una melancólica canción. Un track cargado de sentimiento y dolor. Interpretado en vivo por primera vez por la banda en 2011, su constante ausencia del setlist de los neoyorquinos es debido a que, para Mike Portnoy, «es su canción» y no están dispuestos a tocarla sin Kevin Moore. De hecho, tras su inesperada marcha, llegaron a afirmar que de haberlo sabido no la hubiesen incluido en el álbum. ¡Menos mal que no fue así!

 

El espejo: el reflejo del tiempo

La importancia de Awake, como decimos más arriba, es mayúscula. No obstante, el auge de los neoyorquinos no comienza aquí. Ya años atrás, en 1992 exactamente, lograron cambiar el devenir con Images & Words, una de las piedras angulares que sentaron las bases del metal progresivo. Una obra maestra que supo resistir el enviste del horizonte comercial vivido en la música de su generación.

En este sentido, el Awake vino a reforzar este cambio de paradigma por parte de Dream Theater. Por ello, hablar de la supervivencia de este trabajo que ya cumple 28 años, es una prueba de fuego, un termómetro que nos permite medir el peso de los neoyorquinos y de su excelso legado en el presente y el futuro del género. Dream Theater es, simbolizando con la portada del Awake, el espejo: el reflejo del tiempo. Son los responsables de sentar las bases, de cimentar, hace ya tres décadas, los primeros pasos de un (sub)género todavía en construcción.

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